Tengo muchísimo trabajo atrasado y por eso me he demorado en esta entrada de hoy.
Enumero la galería de mis actividades pendientes: unos cuantos besos, unas cuantas caricias, la contemplación de unos ojos, la lectura de un par de cartas imaginarias, responder a un compañero de otra embarcación que ha desembarcado en ésta y que vive en Argentina y contemplar el frío atardecer de este otoño que parece hermano del invierno.
Por supuesto que hubiera querido narrar la llegada del primer copo de nieve de la tarde, pero no ha sido posible, porque al final el cielo ha clareado hasta convertirse en un diamante opalino.
También tenía que dejar pasar las horas. Este era la principal tarea. Asegurarse de que el mundo va a seguir en su sitio, después de no haber hecho nada, absolutamente nada.
He llegado a una conclusión un poco maliciosa: el mundo necesita más silencio, abandonar los ruidos que enloquecen el funcionamiento de las neuronas.
Mañana, dentro de unas horas, quizá sea la hora de volverse a poner trascendentes, pero confirmo: el mundo sigue girando sin mayor inconveniente.
Lo suponía, en serio.
Mejor haré caso a Susana P, que no publica sus comentarios porque me tiene al lado, y me dice que sea más breve.
Tiene razón.
También Marián opina igual.
Aún así, no puedo resistir la tentación de dar el titular de dos noticias que me han impactado. Juro que las he visto en el telediario de la Primera:
Se pueden escribir cartas a Dios. Diríjanse a Jerusalén. Parece ser que durante seis meses permanecen en alguna rendija del Muro de las lamentaciones.
Por un diamante azulenco de treinta y cinco quilates, un joven (y esto lo enfatizo) ha pagado diecinueve millones de euros.
Buenas noches. Felices sueños.
4 comentarios:
Amando, muchas gracias por tu "Apurado" 10 de diciembre, está bonito y lleno de sentimiento.
Tomate tu tiempo, chaval, mucho mas si estás en el "dolce far niente" tan creativo.
Hay ocios que son introyecciones de las que nunca se sabe como salen a posteriori. En tu caso seguramente con palabras bien articuladas.
Y con respecto a las larguras de los textos pues...ca uno escribe con la dimensión que puede y necesita. Tampoco eres un plomo ni llegas a la inconmensurabilidad de Proust por más que decidieras peder todo el tiempo que se te dé la santísima gana.
A ver!
Adrián
Estoy de acuerdo con adrian en cuanto a la extensión de los textos. Por otra parte me parecen encantadoramente descriptivos
¡Bienvenido, Rafa!
¿Qué tal esas vacaciones? De todo se entera uno, ya sabes. Un abrazo.
Una suerte contarte de nuevo con el grupo que, como ves, se amplia.
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