Leía el periódico digital. Era por la tarde. Primera hora de la tarde.
Artículos relacionados con versos y palabras profundas (más o menos), cual suelen ser las palabras de los poetas.
A mi espalda la música intrascendente de un deleznable telefilme norteamericano llenaba de jóvenes lágrimas los ojos cargados de ausencia de sueño de mi hija mayor.
Ante mí, al fondo de las páginas intangibles, la luz argéntea de una tarde lluviosa me atraía con todo el poder del deseo.
Alejé mi mirada de la irreal página de colores y me perdí en la mansedumbre transparente de una lluvia que provocaba un llanto incesante en los cristales fríos, tristes, por lo que se intuía.
Un imán implacable hacía que mis ojos se mecieran acunados por las infantiles gotas que lagrimeaban y, sin embargo, eran el alivio que necesitaba mi mente.
De todos modos, también lo pensé con cierto alivio, no debía ser muy agradable pasear ahí afuera, debajo de los finos hilos de plata traslúcida que se derramaban.
Un ligero repiqueteo retumbaba sobre los cristales, por lo que supuse que la intensidad de la precipitación no era débil, precisamente.
El cimbrear de los arbolillos que se enfrentan a esta casa era otra señal inequívoca de que resultaba más hermoso contemplar la lluvia, que sentirla sobre el rostro.
Algunas veces, la imagen de la realidad es más hermosa que la propia verdad; en verdad, casi siempre, mejor que no nos engañemos.
Los minutos, atrapados por la lluvia, no volaban aún a la misma velocidad que otros días.
Era como si el tiempo se hubiera enfangado, como si se hubiera entretenido en una demora juguetona, como si se hubiera adormecido misteriosamente.
Era tan hermosa la tarde de plata, al menos tras los cristales lacrimógenos, que no sólo no me extrañaba que el tiempo no avanzara, sino que no quisiera avanzar, que se hubiera clavado en la cumbre de la tarde, que se hubiera detenido suspendido, eterno alcotán indolente.
3 comentarios:
Desde Segovia en una tarde también de plata, típica de esta época, por el frío y por la luz, queremos desearte un Feliz Navidad en compañía de tus seres más queridos. Ya leí el Cuento de Navidad y me agradó mucho conocer un poco más al pobre Simón. Un fuerte abrazo y que paséis unas Felices Pascuas.
Quise decir Simeón, perdona.
Saludos
Por fin puedo entrar a ponerte un comentario, estuve todo el día bloqueado, no sé porqué. Me ha gustado tu narrativa de la ventana, la lluvia etc.etc. muy sensible, me recordó aquella ventana del genial lisboeta que tanto describiera con lluvia, en seca, con truenos y centellas, esa que,por momentos pareciera ser su único contacto con el mundo exterior. Que no es tu caso, claro.Pero esta cosa descriptiva bien narrada...los envidio,no tengo esas capacidades.
Bueno, eso un abrazo. Supongo estarás disfrutando tus vacaciones familiares.
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