Sí, cual botella de náufrago este blog, surcando las aguas procelosas, hondas e inasibles de una red inextricable.
Voces que claman en el infinito, palabras que se lanzan a un viento sin brisa y sin eco, sin eco, sin eco.
Esta es la misión de quien escribe. Los textos son siempre botellas de náufrago que se dejan pasar o se recogen. E incluso cuando se recogen, no es seguro que se vaya a descorchar la botella (siempre me la he imaginado verde) y coger el papel y leer su contenido.
Uno, que es un empedernido optimista, a pesar de que esta noche fría me haya entregado un beso melancólico, intuye que al otro lado hay alguien: una mirada cómplice, una sonrisa amiga.
Sólo responde el silencio y tengo la sensación vertiginosa del explorador antiguo en medio del hielo infinito del Polo...
Frío, vaharadas, todo blanco, el reverbero de unas pisadas...
Nada.
1 comentario:
Ahí va un feedback:
Ten en cuenta que las botellas que tu lanzas al mar, gracias a este maravilloso (si bien utilizado) Internet, son arrastradas a modo de corrientes marinas a más de una playa.
Soy asiduo paseante de estas playas y me resulta complicado encontrar buenas botellas para responder a tus mensajes, aunque me gustaría responder a todos.
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