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Virginia leía en la cama. Hacía cinco minutos había comprobado que era casi la una de la madrugada. Lo habitual era que Elio hubiera regresado a casa. Pero no era extraño que, en ocasiones, algo le demorase en el periódico, por tanto nada intranquilizaba su ánimo.
Sin embargo, había un problema. El sueño le seducía como un galán irresistible. Se aposentaba sobre sus párpados y sobre sus músculos con la indolencia de un amante que sabe que la amada no se resistirá a sus caricias. En realidad eran dos problemas, puesto que, esa noche, a Virginia le fastidiaba en especial caer bajo los brazos del sueño. Cualquier pensaría que el fastidio se debía a ser despertada durante la primera parte del sueño, que se rompería irremediablemente, por causa de la entrada poco cuidadosa de su novio en casa. Y no era esa la razón, sino que quería charlar con él. Esta noche necesitaba hablar. En realidad no había nada de lo que hablar, nada importante, salvo que necesitaba hablar con él.
Y escucharle.
Quizá más aún escucharle, sentir que seguía siendo importante para él.
Últimamente tenía la sensación de que Elio estaba muy lejos, habitaba un mundo que sólo ocupaba el periódico y el maldito proyecto de esa maldita novela que nunca iniciaba, aunque decía que la tenía en la cabeza. La joven tenía la sensación de haberse convertido únicamente en el receptáculo de sus ansiedades varoniles. Si al menos tuvieran un hijo. Pero el hijo tampoco era un tema discutible. Salvo que decidiera continuar adelante con o sin la colaboración de Elio.
Intentó mantenerse despierta bebiendo un largo vaso de agua. Quizá Elio no se retrasase mucho más; le habría llamado por teléfono, siempre lo hacía. Ella madrugaba mucho más que él. Además de beber a lentos sorbos, cazcaleó unos minutos por la casa en busca de algo desordenado, así lo ordenaría.
Si regresaba a la lectura, seguro que se dormiría.
'Quizá ponga la televisión', se dijo mientras contemplaba la luz de alguna de las casas de la acera de enfrente.
Al asomarse a la ventana del salón, no se dio cuenta que el coche gris oscuro continuaba allí, y seguía ocupado por el mismo hombre de rostro escondido.
Sin embargo, había un problema. El sueño le seducía como un galán irresistible. Se aposentaba sobre sus párpados y sobre sus músculos con la indolencia de un amante que sabe que la amada no se resistirá a sus caricias. En realidad eran dos problemas, puesto que, esa noche, a Virginia le fastidiaba en especial caer bajo los brazos del sueño. Cualquier pensaría que el fastidio se debía a ser despertada durante la primera parte del sueño, que se rompería irremediablemente, por causa de la entrada poco cuidadosa de su novio en casa. Y no era esa la razón, sino que quería charlar con él. Esta noche necesitaba hablar. En realidad no había nada de lo que hablar, nada importante, salvo que necesitaba hablar con él.
Y escucharle.
Quizá más aún escucharle, sentir que seguía siendo importante para él.
Últimamente tenía la sensación de que Elio estaba muy lejos, habitaba un mundo que sólo ocupaba el periódico y el maldito proyecto de esa maldita novela que nunca iniciaba, aunque decía que la tenía en la cabeza. La joven tenía la sensación de haberse convertido únicamente en el receptáculo de sus ansiedades varoniles. Si al menos tuvieran un hijo. Pero el hijo tampoco era un tema discutible. Salvo que decidiera continuar adelante con o sin la colaboración de Elio.
Intentó mantenerse despierta bebiendo un largo vaso de agua. Quizá Elio no se retrasase mucho más; le habría llamado por teléfono, siempre lo hacía. Ella madrugaba mucho más que él. Además de beber a lentos sorbos, cazcaleó unos minutos por la casa en busca de algo desordenado, así lo ordenaría.
Si regresaba a la lectura, seguro que se dormiría.
'Quizá ponga la televisión', se dijo mientras contemplaba la luz de alguna de las casas de la acera de enfrente.
Al asomarse a la ventana del salón, no se dio cuenta que el coche gris oscuro continuaba allí, y seguía ocupado por el mismo hombre de rostro escondido.
12 comentarios:
Buenos días post meridiam, Amando.
Está claro que la pobre Virginia está condenada a estar sola, que hoy ni los comentaristas aparecemos. !Pues de eso nada!, que por mí no quede.
Complicada vida tiene la novia del reportero, no tanto como Lois Lane con su amor de El Daily Planet, pero le anda a la zaga. Y es que uno cuando decide vivir con alguien ( y encima es intrépido e inaccesible) no sabe lo difícil que es luego la convivencia y el día a día. Y desde luego hay que arreglar, querido poeta, es eso de que Elio la use como una muñeca objeto, cuando no hinchable.
Yo estoy segura, no obstante, de que ese hombre con nombre de mito solar griego que tanto aparece en la Odisea, la ama profundamente. Lo que ocurre es que le cuesta expresar, es algo frío, quizá inseguro,un tipo duro, y eso hace que la comunicación le resulte dificil y sobre todo, con lo que más quiere en el mundo, que es Virginia, seguro. En esta pareja tendrá que se ella la que tome la iniciativa, la que de más, la que reciba menos, la que exponga. Porque ella le ama mucho, y sabe que él no puede cambiar, y que su forma de decir esas dos palabras tan bonitas que a todos nos gusta escuchar de vez en cuando, es de otra forma, de otro modo.
En cuanto a lo de tener un hijo, ahí sí que tienen que ponerse de acuerdo, porque si no...(puntos suspensivos).
Esperaré paciente la próxima entrega, a que llegue Elio (sano y salvo) , y a que el misterioso salga del coche y de la cara.
Y Shhhh...un secret...Me gustaría que el cuento de hadas acabara en banquete de xxx(lo censuro por si lo lee Nube)
Besos anhelantes.
Pilar desde su Pecera.
Amando, lo de Pilar que es ¿intuición femenina? o que se ha infiltrado y ha visto algún manuscrito.
¿Cuantas entregas nos quedan?
Un abrazo al día.
Pilar en tu pecera y yo currando. Qué pasa?, que cuando yo vengo tu ya has vuelto!
Asi que está todo dicho, escribidor. Pues yo también creo que a eso le llaman intuición femenina.
Te has ganado muchos besos, por ahorrarme escribir.
Amando, por más que lo leo, no descubro ninguna otra pista; pero disfruto con tus misteios. Otra semana de espera, me temo.
Besos intrigados.
Pilar: Se nota un aire vacacional en el aire tremebundo. La verdad. De todos modos los más habituales de las mañnanas, creo que no han aparecido porque estarán paseándose por Barcelona, lo digo por Maririú.
Como dije el otro día, con esta serie de microrrelatos estoy explorando una vía (al menos es nuevo para mí) de que una historia avance -su argumento- presentando a modo de estampas liliputienses a cada uno de los personajes. Ya tenemos a Elio -que apareció desde el principio- y a don Efrén. En este conoceis a Virginia.
Y la historia avanza.
Hemos pasado del chantaje, a la duda y a la amenaza.
Me temo que la resolución de la vida de la pareja se demorará.
En realidad en Muerte en noviembre aparecía este mismo conflicto y quedaba sin resolver. Así seguimos.
Pero de momento no hay pensado ningún encuntro xxx, ni xx, ni x, ni siquiera s, como cuando éramos jóvenes.
La acción va por otro lado.
Pepe Gonce: Aquí recojo el abrazo del día, pero no te creas que con este me conformo, ahora iré a recoger los pasados. De lo único que soy avaricioso es del cariño y de la amistad. Ahí si que no perdono ni una. Así que voy por ellos...
Pero antes, decirte, como habrás descubierto, que en este caso la intuición femenina falla. Y no tengo ni idea de dónde acabaremos ni cómo. Están escritas las próximas dos entregas, pero éso no significa nada. Ahora mismo, quien escribe no tiene ni idea.
Quizá en unos días dé otro empujón al relato y la próxima semana sepa más.
Un abrazo
Isolda:
Pues creo que serán varias semanas, no una. Y me extraña que alguien tan sagaz como tú no haya descubierto la pista de hoy es tan evidente.
Pero bueno, mejor así.
Muchos besos
la pista tan evidente... jajajaj tu juegas con ventaja!!!!!
el periodico salio tarde!...pasa mucho
Chus: Pues fíjate que pensé que diriáis que era demasiado sencillo. Pero no, no tiene que ver con el periódico. Aunque, repasando lo dicho por Pilar, algo sí que intuye.
Menos mal que me has picado, si no no la veo. Y efectivamente, es tan evidente y más que lo será. Bueno ha servido para leerlo otra vez más.
Gracias escribidor.
Isolda: Es que era evidente porque le quería dar otro tono, no sólo el del misterio. Un punto más.
Cherchez la femme, buscad a la mujer es un lema de la novela negra. Aqui la tenemos. Serà un asunto de celos, de machismo . Qué espera el hombre del coche? Que venga Elio? Que salga Virginia? Que llega otro hombre? Serà Elio el hombre del coche?
Besos intrigados.
Catherine:
Pregunta uno: No.
Pregunta dos: Respuesta el próximo capítulo.
Pregunta tres: quizá
Pregunta cuatro: No
Pregunta cinco: quizá
Pregunta seis: No.
Besos intrigantes.
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