lunes, 23 de marzo de 2009

HACE SEIS AÑOS

Viñeta de El Roto, publicada en El País el 16 de abril de 2003
El veintitrés de marzo de 2003 se inició una operación militar que iba a durar unas pocas semanas. Se bautizó como Operación Libertad Iraquí...
Convendría que no olvidáramos ciertas efemérides. Que procuráramos a nuestra memoria el espacio suficiente para que el polvo de cada jornada, la monotonía de los quehaceres que se superponen sobre los latidos de nuestro corazón como si fueran pétalos de olvido, no ocuparan ciertas alacenas.
A nadie se le olvidarán unas cuantas jornadas particulares, y otras colectivas. Hay aniversarios que figuran en nuestra mente con la misma precisión con la que figura este mismo instante. Nadie nos tendrá que recordar, si es que habíamos nacido, cómo fue el 20-N de 1975, o dónde estábamos o qué hacíamos cuando dos aviones derrumbaron las Torres Gemelas aquel 11-S de 2001. Como tampoco nos podrá hacer olvidar qué hacíamos aquella mañana del 11-M de 2004 .
Sin embargo, quién recuerda con la misma precisión el 23 de marzo de 2003.
Por suerte un poeta burgalés, residente en León de toda la vida, con más de cien años a sus espaldas, tuvo la precaución de escribirlo para que se fijara en nuestra memoria. Me refiero a Victoriano Crémer, a quien ya dedicamos uno de los primeros artículos de esta bitácora. Y precisamente en el libro, El último jinete, por el que obtuvo el XVIII premio del Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma que organiza la Diputación de Segovia, escribió estos versos en la primera estrofa del poema titulado Guerra 2003, que figura en la página setenta y cinco del libro:
Era domingo y primavera,
el sol movía sus telares
para la úlitma representación.
Las aves del retorno
apresuran el latido de las sombras.
Y el amor se apoderaba de todas las alcobas.
Por tanto convendría que nos claváramos con alfileres de fuego en la memoria que era domingo, que la primavera, en esta parte del mundo, acababa de comenzar, que aquel año fue una primavera de muerte.
Convendría que recordáramos que el planeta presenció en directo el espectáculo de una guerra, que parecía una película de Hollywood, pero con sangre sin efectos especiales.
Convendría que no olvidáramos las imágenes de la televisión, aquellas intervenciones previas que, con fijas miradas de ojos abiertos juraban y perjuraban que las armas de destrucción masiva poblaban los desiertos.
Convendría que recordáramos con orgullo que el mundo entero, también nosotros, salió a la calle. Y nosotros, además, estuvimos avergonzados porque nuestros soldados se convirtieron en quijotes del horror, y dejaron de ser sueño de un buen loco, para convertirse en pesadilla de grajos que se tornaron en bumerán de sangre descuartizada.
Convendría que tuviéramos bien presente que el dolor de las madres es igual en todas partes y que la sangre de los inocentes es igual aquí, allí o en cualquier rincón del mundo.
Convendría que nuestra memoria nos trajese al presente que se clamó en nombre de un dios y de otro dios, y Dios, sin embargo, si acaso, lloró en las lágrimas de las víctimas, o permanció silencioso a la espera de que nuestras armas dejaran de ser la melodia de la madrugada bagadadí.
Convendría que tueviéramos en cuenta que, a pesar de todo, los dictadores del mundo no se asustaron lo más mínimo, y salvo Sadam anudado a una soga sucia, los demás dictadores continúan muriendo en su cama, más viejitos que sus víctimas.
Convendría que renegáramos de las guerras, de cualquier guerra, en cualquier parte. Porque si cualquier guerrra es siempre la peor de las posibilidades, la única que no sirve para nada, una guerra preventiva es el peor de los crímenes organizados.
Si fuera posible, como se dice en una viñeta de El Roto, también publicada por aquellas fechas, rogaría que se dejaran de fabricar coches que provoquen tantas guerras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede que hayamos olvidado la fecha del 23 de marzo de 2003, pero lo que nunca olvidaremos es que millones de españoles nos unimos por encima de ideologías partidistas y nos echamos a la calle para decir un NO A LA GUERRA que ninguno de nuestros políticos escuchó y que no tuvo las consecuencias que todos esperábamos, al menos en lo que toca a nuestros dirigentes.
Sobre todo valoramos lo que en Segovia ocurrió, donde somos incapaces de movilizarnos por nada.

Adrian Dorado dijo...

Acá la cosa fué de manifestación. Adhiero a conservar la memoria, mañana aquí se cumple otro 24 de marzo que signó al país en el mas cruel espanto dictatorial.Es dia de luto y como tal feriado no laboral.
Es bueno mantener las memorias bien frescas.
Abrazos a todos.

Amando Carabias dijo...

Algunas veces pienso que escribo para no olvidar, para que el olvido no nos obligue a cometer los mismos errores una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, en un sitio y en otro.
Vuestra idea, Adrián, me parece magnífica: considerar el día de la ignominia como día feriado, aunque sea triste es un modo de que la semilla araigue en la memoria.