jueves, 28 de julio de 2011

Me pregunto

Me pregunto en silencio por la muerte; pero no por la muerte en general. Ni tampoco pregunto por mi muerte. Se trata de otro tema. Es como una navaja con respuesta. Parecerá retórica, lo sé. Pero no tiene nada de vacío, sino que está tan llena de dolor, que da miedo mirar entre sus flemas, o recorrer el viaje de su esputo…
Pregunto por mis crímenes. Aquí tengo el dossier de mi existencia, delante de mis ojos, no hay engaño…
Hablo de los cadáveres inútiles que hacen de este planeta un cementerio cuyo crecer no para ni un instante. Hablo de tantos muertos que he matado, gracias a mis olvidos consentidos, gracias a mis silencios o a mi miedo.
Hay zonas del planeta como zanjas, como oscuras trincheras excavadas con mi gesto omitido y descuidado. Sé que los abogados me dirían, ‘Declárate inocente’. Pero son muchos años afincado sobre estos escenarios de mentira. Tantas pupilas muertas no consienten ni una mentira más saliendo de mi boca. El código penal de los humanos no contempla estos crímenes horribles, pero es inapelable mi condena a cadena perpetua en el infierno. Y quizá haya un atisbo de clemencia si levanto mi voz, si elevo mis latidos, si grito sin cansancio tanto crimen.
Es tan fácil mirar a las estrellas y no contemplar hambres y miserias, que da miedo saberse un ser humano lo mismo que un cadáver de Somalia. Es tan fácil culpar a cualquier muerto, es tan fácil decir que están tan lejos, es tan fácil mostrar las manos limpias… Es tan fácil callar a mi conciencia y convertir en limpio lo vacío, que da miedo mirar esas miradas, porque además su viaje es nuestro viaje. Ellos llevan billete en el crucero, igual que yo lo llevo, y sin embargo, yo no pago el peaje que ellos pagan, aunque también el mar es mi destino.
Así pues, soy culpable de su muerte, al menos de una parte de su muerte; y aunque no soy el único asesino, quizá por omisión también mis dedos apretaron gatillos, empuñaron espadas o evitaron la ayuda imprescindible.
Me declaro homicida por silencio, y por comodidad, por omisión y miedo, por no hacer lo que puedo, por escurrir el bulto entre la masa, por no querer oír ciertas verdades, las únicas verdades… Por no elevar mi voz contra estas muertes…

23 comentarios:

Unknown dijo...

No amigo mío, no eres tú el culpable, aunque en el fondo, quizás tengas razón y no seamos solamente tú o yo, si no, la entera raza humana culpable de homicidio, del genocidio global; la única especie con uso de razón y la única especie que permite que sus iguales mueran sin hacer nada - o mejor dicho- muchas veces ocasiona la muerte a sus iguales.
Es terriblemente cierta tu denuncia.
Un abrazo para ti, para compartir las culpas.

Leo

Paloma Corrales dijo...

Nada puedo decir, salvo que si cada uno reflexionasemos nuestra propia culpa, seguro que el mundo sería mejor. Seguro.

Abrazo.

Anónimo dijo...

He pensado en esa muerte un millón de veces, quién no. Y te digo, de todo corazón, que no dudo de ser culpable, no escondo mi culpa, pero no sé de qué soy culpable ni cómo arreglar este despropósito.
Si los políticos actuales han demostrado ser unos ineptos para acabar con el hambre de nuestro prójimo, ¿qué tengo que hacer, no votarlos? Si soy consciente de que estoy utilizando recursos que no me pertenecen, ¿qué tengo que hacer, entregarlos no sé donde y vivir como una mendiga en mi propia sociedad?, ¿renunciar a la mitad de mi sueldo y entregarla?, ¿a quién? ¿Debería acaso irme a Somalia, por ejemplo, y abandonar a los que me necesitan?, ¿para hacer qué? Cuanto más lo pienso más me doy cuenta de que yo, igual que los otros, también soy prisionera y esclava de los que me gobiernan.
Desgarrador texto, y ne… No te lo vas a creer, justo en esos puntos suspensivos anteriores he recibido una llamada de mi marido: “Vas a recibir un correo con la dirección de una página de Médicos Sin Fronteras para que hagas un donativo para Somalia. Tú misma, ¿Ok?”, se refería a la cantidad a ingresar. Ya me ha llegado, así que voy a aprovechar para dejarla aquí.

https://www.msf.es/colabora/donativos-socios/refugiados1

Hasta pronto.

Amando Carabias dijo...

Muchas gracias, Mercedes, por este enlace. Algo práctico y necesario. Una manera de dar un paso. Tienes razón, quizá esta entrada peque de buenismo, pero así me siento. Las preguntas que te haces son a las que cada uno debemos respondernos, por tanto he logrado al menos uno de mis objtivos. En una sola cosa no estoy de acuerdo. No creo que nuestros políticos sean ineptos. Simplemente no les ha interesado el tema nunca. Y no hablo de España, quiero decir, no solo de España... Pero claro esto es una opinión.

Anónimo dijo...

Pues qué quieres que te diga, Amando, para mí, rotundamente sí, son unos ineptos, que no malas personas o cosa parecida, doy por hecho que hay de todo. Pero que la clase política no aprueba nada más que las "marías", es un hecho. Si no lo digo reviento.

Fernando dijo...

Querido amigo Amando: Este tema creo que ya lo has tratado alguna otra vez. Es un tema tan difícil que yo no he encontrado solución, ni siquiera algún rastro de solución. Si pienso en lo terrible que es la vida de los hombres, mujeres y niños en el mundo. me desespero. No puedo hacer otra cosa que ser honesto en mi vida, pagar mis impuestos para que el gobierno del país en el que vivo tome decisiones positivas. Tratar de influir sobre mis próximos para que sean honestos en su entorno y contribuyan en lo posible a atender los problemas de los que nos rodean. Hacer bien las cosas que nos propongamos. Suavizar nuestra relaciones, querer a los demás como nos gustaría que nos quisieran a nosotros. Ser austeros en nuestra vida, pensar más en los demás. Trabajar en colaboración con nuestros semejantes para cumplir con lo que yo considero que estamos, para llegar a la humanización total. Creo en el amor y debo compartirlo. Pensar en otra cosa nos llevaría al suicidio. Un fuerte abrazo.

Gaspard dijo...

Amando, la muerte nos rodea, al lado de casa. Leo en un diario canadiense que un joven con problemas mentales -esquizofrenia- debidos, en parte, a su adicción al cristal, y vida laboral inestable, acabó en la calle, sin hogar, y en la cárcel por un delito menor, exhibicionismo. En la cárcel impera la jerarquía de la fuerza, de modo que los más débiles, ya sea por problemas físicos o mentales, lo pagan muchas veces con sus vidas. Asesinados o suicidados. Hace dos años, al chico en cuestión, de 31 años, lo mataron en una paliza, con total impunidad, doce reclusos de mala "muerte", en un rincón de la prisión, sin vigilancia y fuera del ángulo de las cámaras de seguridad, por una disputa sobre una bolsa de patatas fritas. La Policía y los responsables penitenciarios dicen que lo "sienten". Hay mucha gente, la mayoría, que hace su trabajo, y lo hace bien. Pero basta que por cada diez personas que hacen su trabajo una no lo haga, en la Justicia, las prisiones, la policía, para que otra lo pague, en ocasiones con su vida. Y los principales responsables no son, precisamente, los guardias penitenciarios, sometidos a abusos verbales, horarios imposibles, salarios miserables y aislamiento laboral.
Ahora, las cámaras de vigilancia ya cubren toda la cárcel. Los asesinos van a ser juzgados, un par de años después. Pero sigue habiendo miles de personas con problemas mentales entre rejas, víctimas potenciales de una paliza, en nuestras propias ciudades.

Flamenco Rojo dijo...

Culpable somos todos, pero en lo más alto de la pirámide está el máximo responsable y tiene nombre, el capitalismo y como motor ideológico el neoliberalismo feroz. Y los dirigentes y los voceros ideológicos también tienen nombres y apellidos. Están en las compañías farmacéuticas, en los bancos financieros que especulan con los alimentos, están en los gobiernos de los países ricos como títeres de empresas que esquilman los productos naturales de los países pobres y débiles, están en los medios de comunicación al servicio de los ideólogos burgueses y neoliberales con el fin de edulcorar y hacer tragable tanta maldad.

El capitalismo ocasiona diariamente 80.000 muertes por hambre en el mundo y nuestra sociedad no se escandaliza. Quizás deberíamos hacer una revolución cada día, pero es mejor mirar hacia otro lado y descargar nuestras conciencias culpando al de al lado.

Un abrazo.

Isolda Wagner dijo...

Una vez más reafirmo lo que dices querido Amando; Flamenco, tu comentario no tiene desperdicio, es la pura verdad. No somos nada individualmente, ni siquiera como país, ni como 300 millones de europeos. Tan sólo podemos ayudar en cosas puntuales, manifestarnos hasta aburrir y dejar que nos sigan manejando, que no quiere decir que miremos para otro lado, eso nunca.
A pesar del tema durísimo, por lo irresoluble, no puedo dejar de admirar esa prosa encadenada a base de versos endecasílabos y heptasílabos. "Me pregunto en silencio por la muerte" Todo el texto es una preciosidad.
Besos admirados y condolidos, poeta.

Amando Carabias dijo...

Isolda: :)

ANTONIO CAMPILLO dijo...

Amando, no, NO, y mil veces NO. La convicción de la autoinculpación de hechos o acciones que no son responsabilidad de quieren inculpar es el método que se utiliza para escurrir el bulto o esconder, cobardemente, sus responsabilidades los verdaderos culpables de sucesos cada vez más peyorativos.

Veamos, ¿soy culpable de que “administrativamente” no, repito no, se quiera paliar el hambre en Somalia?, ¿soy culpable de la hiperespeculación que ha provocado una situación insostenible con esta mal llamada “crisis de todos” y no “crisis de la mala gestión y especulación”?, ¿soy culpable de que aves de rapiña, a veces elegidas “democráticamente”, destruyan y esquilmen a pueblos por los recursos naturales que poseen?, ¿soy culpable de los asesinatos selectivos realizados por gobiernos, también “democráticos”?, etc., etc.

La ideología que está inculcando, potenciando y pregonando, estas autoinculpaciones entre personas serias y honradas, no posee valores ni dignidad. Toda mi vida ha estado dedicada a mejorar, ayudar y potenciar, procesos de formación para mis alumnos en su fase de educación y enseñanza, como lo han hecho los contertulios y tú mismo, cada uno en su profesión. Toda la vida, creo, hemos estado pendientes de los demás en la medida que podemos. Toda nuestra vida, con peligro o sin él, creo, hemos denunciado y ayudado a quienes han sufrido tropelías, represiones e incluso muertes injustas. Y ahora, cuando el sistema no funciona, y lo peor es que no va a funcionar más porque no tiene recambio, cuado me arrojan al estercolero creado por los culpables de esta organizadamente desorganizada sociedad occidental moderna, cuando la represión pareciese que es similar a las etapas más oscuras de la historia, cundo la ley del más “competitivo=fuerte” impera cual ley sometida a referendum, ahora… ¡me obligan a la autoinculpación!
¡NO, malditos seres no humanos que están ocupando un lugar en este planeta en donde no debían estar!

NOTA.- No pretendo polemizar, Amando. Sigamos el método que hemos realizado otras veces y… continuemos hablando.

Laura Caro Pardo dijo...

Qué acertado y doloroso es este texto; callamos demasiado, somos demasiado cómodos... todos somos culpables.
Gracias por compartir y por agitar conciencias.
Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Siguiendo tu Nota, Antonio, no pretendo polemizar. Agradezco tu punto de vista que, además es coincidente con algún otro.
En ningún caso me declaro culpable de hecho. Al menos, que yo sepa no mis actos no han conducido a ninguna de estas muertes, ni siquiera a esta situación.
Pero es cierto que la voz del poeta se quiere alzar contra esta rutina ante la que respondemos una vez que se presenta un genocidio de este tipo. Porque -evidentemente- no sólo ha sido la catástrofe natural de esta sequía de casi dos años la que está llevando a la tumba a tantos somalíes.
Quizá tengas razón, pero lo queramos o no formamos parte de este sistema, que es el verdadero problema. Y no todos actúan como tú y otros muchos. A diario me cruzo con muchas personas que ni siquera se han planteado el problema. De algún modo habrá que agitarlo.
Y, por último, soy muy consciente de que he podido hacer más, de que puedo hacer más, y a veces las omisiones son muy dañinas. Y sobre todo, era de las omisiones de lo que quería hablar.

mabrito67@gmail.com dijo...

Estamos lejos, muy lejos aparentemente de los problemas. La distancia es la excusa que todo excusa. Y miramos hacia nuestro micromundo de confort pensando que son otros los responsables y son otros los que tienen la solución. Cuanta razón llevas en el grano de arena que ponemos para rodearnos de tanta miseria a través de las rutinas de nuestro desdén.
Enhorabuena por la calidad literaria de tu verso en prosa. Excelente, Amando. Excelente.

Fiaris dijo...

Para reflexionar.abrazo

Ángeles Hernández dijo...

Desde el momento en que escribes estas letras, y las escribes de esta manera , en discreta primera persona pero señalándonos a todos los que comodamente te leemos y comentamos incluso lamentando la tragedia, tu silencio se rompe, y al romperlo las verdades se oyen, y la omisión empieza a ser acción...

HAMBRUNA han llamado a esta crisis de niños que mueren de no comer, buena palabra que en su fealdad diferente nos toca más a fondo. Hambruna, hambruna, que mata, que asesina, mientras en occidente hoy día, YA son casi el cuarenta por ciento de los NIÑOS, los que padecen esa otra enfermedad a causa de lo que se come llamada OBESIDAD.

Y son niños, es decir, alimentados -no alimentados- por otras manos, por las supuestamente cuidadoras. Sujetos PASIVOS de tan mal reparto...

Todos venimos con el mismo billete y hay trenes para todos. Los hay, de verdad. Pero unos ocupan tres asientos mientras que otros se arrastran por el fango ( y por los surcos).

Culpables, todos (menos los que la padecen -la hambruna digo-). Mea culpa.

Un abrazo Á.

Abuela Ciber dijo...

El aceptar la omision ya es un paso importantisimo hacia mejoria , que el futuro verá plasmada.

Estupendo poderte leer.

Cariños

Beatriz Ruiz dijo...

Gracias amigo por tus palabras... Yo me declaro culpable...

emejota dijo...

Ay corazón, ya sabes lo bien que te entiendo, a todo lo que escribes añadamosles las fechorías del pasado, ya sin entrar en las del futuro y tendremos el cuadro enterito. Peeero.... no por eso eludamos la otra cara de la moneda. Y esa es la que nos permite, por decir algo, encontrarnos en este punto en este lugar de la red y sentir este calor humano tan multidisciplinar. Esto es la vida, sin la cual la muerte perdería su sentido; esto es placer, sin el cual el dolor también perdería su sentido. A todo este compendio tengo entendido que se entiende por seguir vivos, a cohabitar con la vida, si, pero con los ojos bien abiertos y el corazón igual. Beso extendido.

Amando Carabias dijo...

Antonio Ruiz Campillo con su habitual bondad y bienhacer, me hace llegar un artículo tomado de la sección de Opinión-Tribuna del diario El País en su edición de hoy firmado por Esther Vivas en el que se analizan muchas de las causas que desembocan en la situación de hambre en muchas partes del mundo. El artículo comienza con un dato que es apabullante. En este planeta se producen alimentos suficientes para 12 mil millones de personas, y somos 7 mil millones aproximadamente.
Doy todos estos datos por si me falla el enlace que ahora insertaré.
Antes de ello, de nuevo agradezco a Antonio su continua preocupación y sus ganas de aclarar las cosas. Es evidente que son las estructuras profundamente injustas de los más poderosos las que crean situaciones profundamente injustas para los más débiles. Pero eso no obsta a que uno sienta que aún podría hacer más, como informarse por ejemplo. aquí os dejo el enlace

catherine dijo...

Es lo de nunca acabar. Me acuerdo de Arroz para Somalia hace unos veinte años, de la hambruna del Biafra, antes hubo las hambrunas en Europa y entre ellas la hambruna de 1788 que provocó la revolución de 1789 en Francia. Ya no hay hambrunas en los países desarrollados aun cuando hay gente que padece hambre. Eso significa que es posible dar comida a todos.
El eterno problema es ¿cómo compartir los bienes entre todos?
La urgencia es proveer de víveres a los Somalíes.Pues será preciso ayudarles a subvenir a sus necesitades sin esperar que tantos mueran para mandar otra vez sacos de arroz.

Anónimo dijo...

Comparto plenamente tu texto, querido Amando (qué hermoso nombre tienes), y sé que si todos los seres humanos tuvieran la valentía de firmarlo el mundo sería otro. Puesto que formamos parte de este mundo (el poeta siempre está en este mundo y en "el otro" a la vez, el de lo esencial, lo verdadero) no hay ex-culpabilización posible. Eso sólo sabe quien ha llegado a ese común magma que a todos nos hace. Pero todos podemos llegar ahí, cualquier ser humano, si uno puede, cinco o seis mil millones también pueden, porque todos somos iguales.
hay quienes derivan responsabilidades o culpabilidades, como en cualquier tema menos grave, o simplemente hacen ascos a estos conceptos engañándose con la excusa de que son adquiridos por inculturización de religiones, pero es que no "recuerdan" ese murmullo incesante que otros llegamos a percibir como ruido ensordecedor.
Cuestión de conciencia, cuestión de conocimiento sobre uno mismo y, por ende, sobre el sistema que entre todos, y también a lo largo de la historia, construimos.
Un beso
(tuiteo, ;), aún sigo "estrenando" cuenta)

ibso dijo...

La población mundial de seres humanos asciende en la actualidad a casi 7.000 millones de personas y crece a un ritmo de 80 millones al año (descontado ya todos los que mueren por hambre, guerras o enfermedades fácilmente curables). Nuestro planeta podría satisfacer las necesidades de poco mas de 1/3 de esta población (a nivel de una sociedad como la española). Es decir, que según los fríos números, si logramos controlar drásticamente la natalidad de todos los países de la Tierra, consiguiéramos acabar con las enfermedades de millones de personas, con las guerras que afectan a cientos de países y erradicáramos para siempre las muertes por hambre; TODOS los ciudadanos del "primer mundo" deberíamos BAJAR nuestro nivel de vida por lo menos en 2/3 para que el planeta pudiera soportar la actual población.

Si yo o mi familia hubiera tenido la desgracia de nacer en cualquier país fuera de los llamados "afortunados", y razonara fríamente como lo acabo de hacer ahora: ¿qué esperanza me quedaría?.

Un saludo
ibso