Finalizaba mi entrega anterior comentando que la diferencia más notable entre las distintas variaciones de La nieve abraza la ciudad, no era la más evidente, o sea el tipo de verso utilizado. Y añadía que no sabía si habría conseguido lo que pretendía.
Mi poesía inicial, no sólo este poema, se caracterizaba, entre otras cosas, por cierta tendencia a lo narrativo. Me podía el afán por contar una historia. En este sentido, aunque no siempre es cierto, me sentía más a gusto en el verso libre. Y sin embargo, me daba perfecta cuenta de que allí había algo que chirriaba, que no terminaba de ser lo que debería. Por supuesto no me refiero a las cuestiones formales. Eso es una cuestión menor, al menos para esta reflexión en concreto.
Sin embargo, la poesía siempre ha alcanzado altísimas cimas en poemas que tienen que ver con relatos. Por no acudir a la primera poesía épica, ya que este género literario es, más bien, antecesor de toda la literatura narrativa que de la propia poesía, por no cambiar de idioma, en fin por no complicar mucho las cosas, se me ocurren a 'vuelatecla' (ustedes sabrán perdonar este neologismo o 'voquiblo' que diría Sancho Panza) títulos como Romancero Gitano donde algunos de sus poemas van en esta línea que apunto.
Emprendí esta aventura llamada Pavesas y cenizas con dos claros objetivos: matar el gusanillo de la publicación, ya que de otro modo es imposible (salvo que uno se gaste el dinero que no tiene, perdonen ustedes este exabrupto materialista en medio de cuestiones tan sublimes) y obligarme a un ejercicio de disciplina que me ayude en esta supuesta carrera de escribidor, etcétera.
Como casi todo en esta vida, un planteamiento tan sencillo empieza a mostrarse más complicado y comienzan a aparecer diversas caras, muchas caras... Que cada día publique un texto, no significa, para mi zozobra, que se abran los ojos de algún editor huérfano de escritor. Por desgracia esto casi nunca sucede. De hecho sólo ocurre lo contrario, cada vez hay más escritores sin editor. Por otro lado (y teniendo en cuenta el tipo de vida que lleva este escribidor), mantener un cuaderno cibernético en estas maravillosas condiciones, resta tiempo para otras cuestiones. Sin embargo, algo que desconocía cuando boté esta barquichuela en este complicado mar, es que se abrirían tanto mis ojos sobre la poesía.
Sin darme cuenta, esa autodisciplina a la que me refería, donde más iba a cuajar era en los poemas.
Después de la escritura de Jirón de viento paré de escribir poesía. Me dediqué en exclusiva a la prosa. En realidad descarrilé el tren de mi actividad literaria, por una serie de cuestiones que ahora no vienen al caso.
A partir de 2002, como si me reencontrara con una auténtica amistad que a pesar de los muchos años transcurridos no ha perdido su vigor, sin más, se instalaron los versos en mi corazón. Volví a escribir poesía. ¿Podría decirse que, cual mariposas, anduvieron tantos años en forma de crisálida invisible?
Pues dígase.
Después de aquellos años de silencio, algo había cambiado en mi modo de entender la poesía. Quizá, porque había encontrado más espacio para escribir relatos, e incluso novelas, me había dado cuenta de que la poesía es diferente.
Estaría por afirmar que es otro lenguaje.
Pues lo afirmo.
La poesía no necesita contar una historia. O, al menos, no contarla del mismo modo en que se cuenta en un relato (con independencia de la extensión de éste).
Tal y como lo voy entendiendo, un poema tiene más que ver con un retrato. Más que con avanzar en el tiempo, con profundizar en las esencias. Un poema es más un manantial, que el río por el que discurre la vida.
Esta intuición empezó a hacerse carne en mí, a raíz del libro de poesía que escribí en 2003 Eterna luz sonora, del que creo que he dejado alguna señal en esta bitácora.
Pero el conocimiento de algunas personas y sus obras en internet han supuesto que este proceso de reflexión fuera algo más que una meditación personal y estéril. En el diálogo fructífero, en el intercambio de pareceres, en la atenta escucha (lectura) de quienes podrían aportarme algo, he encontrado una senda por la que seguir. Aquí es imposible no citar a Adrián Dorado.
Pues lo cito.
La tarde del sábado uno de agosto, mientras media España estaba en un atasco, Ferran Gallego hablaba de que la poesía debe mostrar más que narrar.
Quizá en esta frase tan breve y contundente esté bien encriptado todo el meollo de lo que quiero decir. Y en la intuición de esa frase que no conocí hasta el sábado, descubrí en la media noche del viernes que no puedo publicar aquí y ahora mis primeros poemas del modo en que quedaron escritos en su momento.
Está ahí Humanidad perdida y nunca renunciaré a este libro (siempre me ha llamado mucho la atención el catálogo de obras repudiadas por sus propios autores), por mucho que sea un libro de poesía mediocre o desigual. Es un libro juvenil y estoy muy orgulloso de él, por no hablar de todas las connotaciones afectivas que lo envuelven, lo cual es mucho más importante. Están ahí otros libros que ya nunca se publicarán de ese modo (quizá de ninguno).
Pero me sucede que muchos de esos poemas siguen vivos, continúan siendo un embrión de otro poema. Percibo su latido tembloroso y cálido dentro de mí. Así lo sentí con La nieve abraza la ciudad, a poco que escarbasen mis dedos sobre su superficie (ni siquiera era necesario que excavasen) aparecería un poema nuevo del mismo poema.
Quizá no haya logrado con él todo lo que pretendía, pero si he avanzado mucho, o así lo siento ahora mismo.
Ahora sé que parte de la materia que tengo del pasado es buena piedra sobre la que seguir tallando para que, de las facciones aún brumosas que esculpí hace tantos años, pueda brotar el verdadero rostro que aún esconden.
13 comentarios:
Buena reflexión, Amando. Fíjate en la forma en que avanza, rompiendo etapas, un poeta total como García Lorca, muy poco dado a cualquier otra tarea escrita (la de crítico, tan usual en otros), sólo atento al dibujo, a la música y al teatro (este último, explicando una historia a través de imágenes poderosas). García Lorca es el ejemplo claro de la lealtad a la búsqueda de la poesía pasando por fases en las que va madurando, sin renunciar a ninguna, pero superándolas tras haberlas asumido. El modernismo del Libro de Poemas, la narración popular del Romancero, para pasar luego a esas cumbres del surrealismo y del simbolismo que son Poeta en Nueva York y el Llanto. A veces, la línea que separa la narración de la "desvelación" es muy tenue, como puede ocurrir en la última parte del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías..."No te conoce..." tiene elementos de narración y se fundamenta en imágenes que no pueden ser explicadas. Y no digamos el ritmo de "A las cinco de la tarde" o, en forma de romance, los octasílabos de "No hubo príncipe en Sevilla", que son menos narrativos de lo que parece.
Averiguamos ese sentido de la poesía como territorio distinto al de la prosa por una experiencia del leer o, sobre todo, del quehacer poético. Curiosamente, la evolución personal puede acompañar a la evolución social de la literatura. Pasamos, como ella, por una etapa de realismo, de considerar que el arte COPIA. El realismo romántico lo adaptamos a la experiencia como calco, y eso acaba rindiendo la escritura a la anécdota. Y descubrimos después que la poesía es, precisamente, lo que queda cuando se ha quitado lo narrado, cuando el conocimiento de la realidad sólo se obtiene a través del propio lenguaje. Porque, antes, creemos que el lenguaje tiene una referencia constante de los hechos. Y no es así. En lenguaje pasa a ser un reino con soberanía, en el que se instala nuestra propia experiencia poética. La palabra pasa a ser la ciudadana con derechos genuinos en ese país literario. No lo que CUENTA, sino lo que ES. Y sabemos que la función de la poesía es DAR FORMA a lo oculto, encaramarse en su propia potencia imaginativa. No hay historia, sino PRESENCIA. Por eso, el tiempo verbal del poema casi siempre es el presente o un pasado retórico que se refiere a la actualidad del escritor.
Ferran:
Creo que un comentario de este tipo me venía muy bien.
Como he dicho en estas dos entradas, mi desembarco en esta aventurilla internáutica, está teniendo un efecto poderosísimo en mi poesía.
En el artículo que publico este mes en Alenarte, digo, entre otras cosas:
"A mi modo de ver, además de lo dicho, lo más determinante para el proceso creativo es que la publicación a través de la Red implica, o puede implicar, una cercanía inaudita con el lector. A veces, y lo digo por experiencia propia, la presencia del lector es tan próxima e inmediata que esta fase creativa se asemeja a un diálogo. (...).
La inmediatez y la interactividad inherentes a este poderoso vehículo de comunicación, propician, siempre que el autor lo desee, este intercambio de pareceres. En el trueque de opiniones, es decir en la esencia del coloquio, enraíza un nuevo modo de escritura.
No es que el autor cambie sus textos, y menos aún su estilo, según las veleidades o gustos lectores, puesto que dejaría de ser obra auténtica desde ese punto y hora, pero sí se logra que el escritor piense sobre lo que se le dice, se le abran nuevas perspectivas que merezcan su reflexión. Cuando el lector, además, es otro escritor (como tantas veces sucede) con mayor motivo. Los comentarios de este tipo cumplen misiones similares a las que cumplían las reuniones o tertulias literarias que abundaron en el siglo pasado y dan idea de que con la democratización de la cultura se necesita compartir e incluso agruparse para fines similares".
Quizá por ello es por lo que estoy tan orgulloso de todas vuestras aportaciones, porque como dice el pollito azul de la columna de la derecha, con cada comentario aprendo.
Y en concreto esta reflexión teórica (aunque nada teórica) es de las que ayuda a racionalizar un proceso que vivo como una tremenda intuición.
Amando, después de tu reflexión, los sabios consejos de Ferrán y tú artículo en Alenarte poco puedo decir...que si puedes y tus obligaciones te lo permiten, que nos sigas deleitando con tus magníficas entradas (sean en modo de relatos, micros, miradas hipermétropes, poesías, etc.)
Un abrazo.
Hola a todos! Seguia leyendo os cuando podia acceder al ordenador y lei cosas divertidas, muy serias o fùtiles pero todas interesantes. Estoy muy cansada de esta semana loca pero muy satisfecha de este reencuentro entre mucha gente de la familia.Ahora pienso en mi viaje a Espana después de unos quince dias en Corcega al final de agosto.
Amando, el poema de la nieve me concierne particularmente, como esta nina que me hizo pensar en la gente de la calle que estàn en el malo lado de las escaparates de comida y regalos durante las Navidades o en la gente que siempre estàn en el malo sitio. Y todo lo que cuentas de tu vida de escribidor/poeta, qué apasionante!
Gracias a Isolda y Maririu por preocuparse de mi ausencia. Besos a todos.
Pepe Gonce:
Muchas gracias por tus palabras tan animosas.
Hoy, por ejemplo,como buen lunes que se precie, está siendo complicado. Veremos por dónde salimos.
Pero lo intentaré, seguro que lo intentaré.
Catherine:
Deduzco que la invasión pacífica de tu hogar ha llegado a su final, o al menos hoy ha habido una pequeña tregua.
Supongo que habrá sido maravilloso el reencuentro, pero como suele suceder, también agotador y destructor de algunas rutinas bien adquiridas y que nos disgusta un poquito perder.
De todos modos no vienen mal los cambios.
Es una suerte que mis palabras te muevan a la reflexión. Muchas gracias.
Soy yo la que escribe cosas fùtiles. A veces traduzco directamente del francès sin pensar en las matices. En mi comentario anterior, suprimir la palabra fùtiles, basta con divertidas y serias.
Solo entro un momento a daros un beso a todos. Acabo de llegar del cine con mis nietos a quienes había prometido ver UP. Fantástica,me admira cómo pueden hacer esos dibujos maravillosos.
Amando te mereces más tiempo y a todos me gustaría dirigirme, pero prometo buscar otro momento.
Catherine:
No te preocupes, creo que todos habíamos entendido que con fútiles te referías más bien al sentido de divertidas, o no trascendentales.
Ya sabes que tenemos en cuenta las cuestiones idiomáticas contigo.
Un beso.
Isolda:
La verdad es que dan ganas de ir a verla. Todas las críticas que leo, veo o escucho de ella son fantásticas y ahora vienes tú con la reconmendación espontánea.
Lo del tiempo...
Sí es preocupante por varios motivos, sí, pero creo que con buena voluntad todo es posible.
Quizá os extrañe el tono de esta última respuesta en que parece que quito importancia precisamente a lo que tanta importancia vengo dando.
Hoy he recibido (bueno, hemos recibido todos los compañeros de trabajo y muchos conocidos de esta ciudadI el mazazo en forma de fallecimiento repentino de un buen hombre. De alguien que fue muy amigo de sus amigos, muy dedicado a su trabajo, pero sin estridencias, muy enamorado de su mujer, a quien también conocemos, y con la que me he fundido en un abrazo dolorosísimo esta mañana.
No ha sido un accidente, ni ha sido una larga y penosa enfermedad. El corazón se le partió la otra madrugada, de repente. Cuarenta y siete años cumplía en este 2009. No sé, no recuerdo, si los habría cumplido o estaba por cumplirlos. Alguien que ciertamente no era condidato a este tipo de muerte puesto que nunca ha fumado, prácticamente no bebía y hacía ejercicio.
La única suerte es que todos damos por supuesto que no ha sufrido. Aunque a su madre y a su mujer y a sus hermanos semejante cosa les traerá bastante al fresco, al menos en estas horas en que su cuerpo ya descansa en un pequeño cementerio de un pueblecito de esta Provincia.
Estas cuestiones, además del dolor y además de que te dejan sin asideros para continuar en esta vida, pueden servir como avisos.
Y a parte de todo, me he prometido a mí mismo tomarme la vida como venga, exactamene a ese ritmo, y llegar hasta donde llegue buenamente. Aunque ya digo en el caso de este excompañero y amigo, nada le perturbaba el ánimo. Y he preguntado, como os figuraréis.
Descanse en Paz.
Aquí se aprende.
Tanto de tí como de los contertulios.
Y cuando leo y aprendo me siento digna.
Digna de mí. Sé que me estoy explicando aunque lo diga muy lacónicamente.
Un abrazo.
Alena Collar:
Sobre todo de vosotros, que acudís a esta brasserie con la generosidad con la que lo hacéis, porque la verdad es tan amplia, tan poliédrica, tan inasible, que sólo en común podemos aprehender un pedazo de ella.
Un beso
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