Máscara veneciana. Foto tomada del Diario Clarín
Acabado el carnaval yazgo en el suelo. Tirito en medio de la madrugada, en mitad del rocío. Hasta hace unas horas era rostro de su cuerpo. Diréis que ocultaba su cara, pero, por qué no pensar lo contrario.
Os lo plantearé de otro modo...
Nacéis con máscara: ese rostro con el que os disfrazáis y al mismo tiempo convertís en puente que busca el tránsito para que los demás accedan a vuestro corazón y desde el que os lanzáis a ocupar el latido ajeno.
¿Sois vuestro rostro o vuestra mirada?
Quien se ha deshecho de mí piensa, antes de caer en el profundo sueño, ahora que yazgo en el suelo, que conmigo ha alterado durante unas horas su identidad. Pero desconoce que cuando su voluntad me eligió, en realidad reveló su verdad más profunda, ésa que todos desconocen. He alterado sólo su apariencia reconocida, pero mi presencia es su verdad desconocida, mientras que lo que pasea a diario es la mentira que os muestra y se muestra, es la traza con que os engaña y se engaña.
Sólo mi mirada es oquedad vacía, porque esa ventana es la única que no puedo usurpar, porque esa lucera es intransferible, porque asomados al brocal de ese pozo de luz descubriréis su certeza, la única que no se puede disfrazar.
3 comentarios:
El disfraz revela más que lo que oculta.
A mi me gusta ese toque de disfraz en el que la gente no se da cuenta que estás disfrazado o duda, ese punto límite y hacerlo fuera del carnaval.Sobretodo en esas reuniones sociales intrascendentes donde todos tienen una careta puesta (metafóricamente hablando)y ridiculizar la situación pero no al grotesco sino al punto de la duda de que si estás o no actuando, clavar la duda, la pregunta...igual ya no participo de ninguna ocasión social banal e intrascendente..ni siquiera multitudinaia porque allí no se puede contactar a nivel humano con nadie todos fingen algo.
Como en un carnaval
Sí, Adrián, tienes razón, y siempre ha sido así. Creo que uno de los primeros que ya escribió sobre el asunto fue Calderón, pero muchos otros lo han hecho después.
El gran teatro del mundo... La existencia como una representación teatral, donde cada quien tiene asignado un papel: quien papa, quien mendigo, quien obispo, quien labrador, quien monja, quien viuda, quien soldado... Al final todos son despojados de su atuendo, y desnudos quedan igualados por la muerte...
Sin duda todos vamos disfrazados de algo. Y no es que yo justifique lo que pueda haber de resignación o aceptación ovejil de semejante teoría. Creo que hoy en día habría que tomarlo de otro modo.
Saludos.
Se me olvidaba. A mí me pasa lo mismo que a ti. Huyo de las masificaciones, de las reuniones o agrupaciones en las que es imposible desarrollar un contacto personal más fructífero y sincero.
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