lunes, 9 de febrero de 2009

HACE DIECISIETE AÑOS

Beppino Englaro, muestra fotos de su hija Eluana. Foto El País Digital

Hace diecisiete años, o sea en 1992, España se convirtió en el epicentro del mundo: olimpiadas, exposición universal después de muchísimos años sin que hubiera ninguna por el mundo, Madrid capital europea de la cultura. A esta nación le entró la fiebre y era todo avance, ilusión, mirada al frente; como escribí en alguna parte, todos teníamos la impresión de que teníamos que limpiar nuestra casa y embellecerla para recibir al visitante que nos enriquecería, y luego, cuando regresara a su tierra, hablaría verdaderas maravillas de este pueblo que estaba protagonizando otro milagro colectivo, similar al que protagonizaron los alemanes, por ejemplo.
Han pasado diecisiete años y, además de un par de crisis económicas entre las que ha habido un periodo de prosperidad nunca conocida, de aquello nos quedan grandes y hermosos recuerdos, o a lo mejor no tantos. Nos queda la Cartuja de Sevilla, la remodelación de Barcelona...
Pero en realidad las referencias que acabo de citar no son para hablar ni de España, ni de la Olimpiada de Barcelona, ni la Expo de Sevilla... Quería que pusieseis vuestra memoria en aquel momento, que recordarais qué vivió cada uno aquel 1992, que nos parece tan próximo y del que va haciendo este año diecisiete... Y luego, como si volarais, volvierais hasta este 2009 colocando en las retinas las cosas más trascendentes que os han ido sucediendo... Son tantas, ¿no es cierto?
Os he dejado tiempo.... Tres, cuatro párrafos... Unas cuantas palabras... ¿Os centráis? Bueno, os daré más margen.
Por ejemplo quien os habla, disfrutaba de los primeros dos añitos de una jovencita que ya es mayor de edad y tiene la vida colgada de la mirada, como si fuera un desafío al que tiene que derrotar... Ya aprenderá, espero.
¿O no...?
Beppino Englaro casi seguro que hace diecisiete años pensó lo mismo: 'Los ojos de mi hija Eluana están fabricados para la vida'. Pensaría que por delante tenía toda la pasión que indica su mirada oscura, que nos ha llegado a través de los periódicos o de la televisión... Aquel año de 1992 un accidente de tráfico dejó en estado vegetativo a la joven, y han pasado diecisiete años de aquello.
Personalmente me es sencillo ponerme en la piel de Beppino, y cada vez que lo hago, un escalofrío me recorre el corazón. Tengo dos hijas, y sé lo que es sufrir las consecuencias mortales de un accidente en la carretera en una persona muy próxima, aunque no tanto como una hija. En nuestro caso, como en el de tantos otros cientos de miles por desgracia, fue la muerte la que llegó con su habitual corte de llanto, dolor y destrucción. En el caso de la familia Englaro llegó revestida de una crueldad probablemente más dura.
Me es fácil imaginar que durante los primeros meses o años, los padres de Eluana dieran gracias al cielo porque su hija salvara la vida. Al menos había posibilidades de que saliera adelante. Era joven, era fuerte, las ciencias avanzan mucho... Ante eso cualquier padre del mundo con independencia de su creencia o increencia pelearía porque se mantuviera palpitante ese hilo que parece, de pronto, una cadena irrompible y que le ataba a la existencia con todo el coraje.
Pero llega un día, uno cualquiera, en que un médico le dice al padre: 'La vida de su hija no mejorará nunca, vivirá como si fuera un vegetal, mientras sus órganos vitales continúen en funcionamiento, su cuerpo no se detendrá, pero el cerebro ha muerto'.
Aquí comienzan los primeros problemas, las primeras dudas.
En estos días me he hecho la misma pregunta, ¿qué haría yo en un caso así?
Estremecedor, realmente estremecedor.
¿Durante cuánto tiempo podría aguantar esa carga? ¿Durante cuántas noches oscuras y tenebrosas, podría soportar que ella se ha ido para siempre, pero su cuerpo continúa respirando, ingiriendo, excretando, sudando...? ¿A eso le llaman estar viva? ¿Es tener vida acariciar sus manos y que sus manos no respondan? ¿Es vida susurrar su nombre al oído y que ella no reaccione? Quizá no sea muerte, ¿pero vida...?
Me imagino a un cura, a una monja, a cualquier puro representante de la Iglesia diciéndome, 'Los caminos del Señor son inexcrutables. Él sabe lo que pretende con esta desgracia. Sólo Él es dueño de la vida y de la muerte. Nosotros no podemos hacer nada. Sólo nos queda esperar y rezar y resignarse, hijo resignarse... Y no pierdas nunca la esperanza, lo mismo cualquier día los médicos encuentran la manera, o hay un milagro'. Si son capaces de llegar a esta frase, lo más probable es que haya dejado de escuchar mucho antes, porque antes de que ellos me vinieran con semejante discurso, habría pensado millones de veces estas cosas y sus contrarias y otras tantas más absurdas o más realistas, no lo sé. ¿Por qué nunca nos planteamos en serio que lo que podamos haber pensado nosotros, es fácil que se le haya ocurrido al otro?
¿Es voluntad de Dios que Eluana continúe respirando porque le asiste una máquina y no haya muerto de hambre porque le alimentan con una sonda?
¿Por qué pienso que es al revés, que la voluntad de Dios la torcimos el día en que no permitimos que la naturaleza siga su curso?
¿Es que soy un monstruo?
¿Por qué me parece que este apego excesivo a que nuestro cuerpo deje de respirar bajo cualquier pretexto, esconde una absoluta falta de fe en la vida del más allá, en la vida eterna...? ¿Por qué se confunde ser el guardián de la vida, con ser su esclavo? ¿Un accidente similar en Uganda hubiera tenido las mismas consecuencias? ¿Un accidente similar en Italia hace cincuenta años hubiera tenido las mismas consecuencias? ¿En Uganda o hace cincuenta años era voluntad divina la muerte de esos supuestos accidentados? Si llegamos a la conclusión de que gracias a los avances tecnológicos y médicos Eluana continúa respirando, ¿por qué, entonces, es homicida la mano que retiraría esa maquinaria?
Mi única esperanza es que, al vivir en España, aunque la iglesia levantara la voz, no habría ningún gobierno que intentara legislar para que una sentencia del Tribunal Supremo dejara de cumplirse.
Para algo tendría que servir la Democracia. ¿En Italia no?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No, Eluana no vive desde hace 17 años, la muerte cerebral es definitiva. Ella no siente, no padece, no vive, pero su familia sí. Es una crueldad para unos padres mantener a una hija así durante tantos años. A fin de cuentas la muerte es algo natural en el ser humano, tarde o temprano se asume.
Pero estamos donde siempre, en el filo de la navaja:
- ¿Eluana está viva porque conserva su cuerpo o está muerta porque su cerebro no tiene actividad? ¿En qué lugar está su alma?
- ¿Existe vida en la uníón de dos gametos o sólo cuando el ser humano marca la frontera?
Son temas muy delicados.
En el caso de Eluana sólo los profesionales y la familia deberían tomar una decisión, siempre movida desde luego por el cariño hacia ella.
No creo que a Berlusconi le muevan las mismas razones.

Y que vivan los ingenuos.

Anónimo dijo...

Amando...gracias por respetar las decisiones de marcharse o quedarse. Tienes razón en plantear el tema de la libertad entre interrogantes, porque quien se marcha por el tono de ciertas intervenciones no lo hace con absoluta libertad, sino con determinada coacción. Espero que estos llamamientos a la cordura os ayuden en un lugar que he considerado hermoso durante todo este tiempo.

Por otro lado, y dejando el tema del otro blog. Yo he vivido una situación de este tipo: tomar decisiones no es tan fácil cuando uno se resiste a la muerte ajena de una manera tan fuerte, siempre quiere agarrarse a algo y eso es respetable: el dolor de la familia. Pero nunca que en eso intervenga alguien a quien esa circunstancia le importa un bledo, porque ya ha demostrado que le importa un bledo el sufrimiento en otros temas.

Lo que hay que hacer es facilitar las cosas incluso cuando no hay estado vegetativo. Por ejemplo: ¿no es más terrible aún la indignidad de enfermedades que paralizan todo menos la conciencia (qué malditas), y vemos a un ser inteligente y querido mirándonos aterrado con sus ojos, diciéndonos que no controlan un cuerpo convertido en miseria y en degradación? ¿Y no recordamos, en otro tiempo, la indiferencia o la estúpida cautela ante agonías innombrables, con cánceres que se alargaban durante meses de dolor sin esperanza?

Abrazos
Ferran

Amando Carabias dijo...

A estas alturas de la noche, 21:37 del día de la fecha, según diversos medios de comunicación hace una hora y veintisiete minutos que al fin ha fallecido Eluana Englaro.
Es la primera vez en la vida que me alegro del fallecimiento de alguien. Marián ha dicho lo mismo cuando ha escuchado la noticia.
Ahora mismo contemplo la sonrisa que fue de esta joven que murió a la verdadera vida terrenal hace diecisiete años, pero que ha tenido la fortaleza física de aguantar hasta ahora. La últimas medidas a la desesperada que ha intentado Il Cavaliere no han tenido éxito finalmente.

S.V-B. Tienes toda la razón, a Berlusconi no le movían las mismas razones que a la familia y a algunos médicos. Sus intenciones eran espurias, detrás de su arrogante y ficticia defensa de la vida, había otros intereses, buscaba no lo mejor para Eluana, que le debía importar menos que nada, sino su propio rédito personal en forma de votos y poder. Lo de casi siempre con tanto políticos y más con estos cuya única ideología tiene más que ver con el mesianismo que con el bien común.

Ferran: Respecto del otro blog me temo que tienes razón, y a pesar de desacuerdos personales que no son discrepancias siquiera, de ti he aprendido algunas cosas y contigo acá seguiremos aprendiendo, como aprendemos con los demás que aportan lo mejor de su corazón.
Sobre el tema de fondo de esta entrada, en que coincidimos tanto S.V-B, tú y yo, nada que añadir: quien ha demostrado que el sufrimiento de la mayoría le importa un bledo, no puede demostrarnos nada. Lo importante es la dignidad de las personas, siempre. Y el respeto a sus decisiones libres y meditadas.

Anónimo dijo...

Yo también me alegro, Amando.
Y si Dios existe- y yo soy atea- creo que también se alegrará.
Un abrazo.