viernes, 13 de febrero de 2009

EL ESPEJO. 1.

A la mañana siguiente, demacrado, ojeroso y fuera de mí por la noche en vela, devolví las llaves en la Agencia. Me miraron con estupor, como pidiendo explicaciones, pero no les dije nada... Suspiré, no sé si aliviado o preocupado... Ella no estaba.

Cuando apalabré el alquiler del piso en el casco antiguo de la ciudad, no me paré en los comentarios que hacía la hermosa joven, sobre rumores de encantamientos, fantasmas, ruidos misteriosos, en fin, cosas que, según los vecinos, sucedían dentro de aquellas paredes, y que ella calificó de palabrería vacía. Casi no le presté atención, porque noté que hablaba con indiferencia, como si arrojara un papel al suelo. Además, estaba más pendiente de su espectacular fisonomía. También me influyó la necesidad apremiante de vivienda, pues había tenido serios problemas en la pensión, que no es momento de relatar, ni de recordar. Y, por supuesto, porque el precio era tan irrisorio para estos tiempos, que no me planteé nada más... Debí haber hecho caso de los rumores, no de su silueta; debí cuestionarme por qué el alquiler era tan barato, justo en la zona más cara de la ciudad. Debí...
Distraído por su figura, le pregunté si podía quedarme en el piso, sin ni siquiera esperar al día uno. Pagaría íntegro el mes, a pesar de estar a veinte. Salió de la habitación, y en el aire flotó el eco de una vibración inventada por la rítmica ondulación musical de sus caderas y por el intenso aroma táctil que le acariciaba el cuerpo. Realizó la consulta desde su móvil de última generación (toda ella era de última generación). Entre tanto, recorrí la sala que me pareció agradable y llena de recuerdos, a pesar de la austera decoración anacrónica. Cuando volvió, de sus labios colgaba una sonrisa corinto. Esperamos la llamada de la Agencia. Deseé beber el zumo de guindas de sus labios delicuescentes. Con un gracioso mohín que la retornó a la infancia (no muy lejana), pasó un dedo, como casual, por un mueble y me dijo que tendría que trabajar rudo para adecentar el piso. Quise ser madera y sentir el roce de su piel. Le devolví la sonrisa, muy azorado, mientras me encogía de hombros. No soy exigente para la limpieza del hogar. Además, me había percatado del asunto, y, planeé asear en esa misma tarde cocina, baño, y dormitorio; el resto esperaría unos días.
Su teléfono repiqueteó.
El casero, supuse, accedió a mis deseos satisfactoriamente, pues, consideró suficiente el abono de media mensualidad. Con todo conforme, a falta de la firma del contrato, la ninfa ondulante y perfumada, dueña de magnéticos ojos azul cobalto y de labios esencia luminosa de zumo de guindas, me entregó las llaves y se despidió, para mi desgracia.

15 comentarios:

S.C. dijo...

Cómo mola.
Incluso me he puesto un poco tontorrón con la de la inmobiliaria, jajajaj.

Anónimo dijo...

S.C., no te hagas ilusiones, que acaban doliendo...

No sé si recordáis, o habéis leído el inicio de una de las mejores novelas de serie negra que se han escrito en España: "Joc brut" (Juego sucio), de Pedrolo. es un libro magistral, digno de lo mejor que ha podido leerse en este género (y os puedo asegurar que me trago casi todo lo que puedo en lo que a novela negra se refiere). Empieza, de esa forma que es una advertencia solemne, que te indica que las cosas le van a ir fatal a un hombre porque mira a una mujer. Algo así como "todo habría sido distinto si no hubiera mirado aquellas piernas, si hubiera bajado en la parada que me correspondía...". Y, a partir de ahí, el desastre, el crimen, el mecanismo de seducción y de engaño que ha inspirado las mejores novelas de este estilo, más allá del Atlántico o en Francia, que es donde saben hacer estas cosas (La chienne...).

¿Nos estará preparando Amando esto desde Segovia? O la mujer ha sido sólo el anzuelo, un comentario que anima al joven a alquilar con el coqueteo casi inconsciente de quien está acostumbrada a ser deseada y actúa en consecuencia, dejándose caer en la imaginación ajena, permitiéndose ser ocupada como un país indefenso, mientras ella amuralla su existencia real en la distancia de seguridad...?

Recordáis "El túnel"? Una mujer en la multitud trae el mal a cuestas...El desastre agazapado en forma de promesa de felicidad, de obsesión que abre los ojos con inocencia, con sus demandas obstinadas de posesión, de encuentro, de asalto a la carne hecha cuerpo indispensable.

Amando Carabias dijo...

Cha, chán... Continuará...Je,je

Adrian Dorado dijo...

Ah! No, no queridos amigos y asiduos paseantes de este zaguán, no caigamos en las redes del Carabías. Yo que he transitado casi desde su parto por este vertical envase, he presupuesto las mil y unas posibilidades de, miren uds. sin ir mas lejos, la (por fin develada) sombra. Y a partir de esa experiencia a-sombrosa debo prevenirlos de que
el autor, sádico si los hay, goza no sólo con su irrefrenable pluma, sino y lo que es mucho peor, aún, con las espectativas de sus acólitos lectores, a la sazón nosotros.
El uso que ha hecho de la seducción, lazo conque sujeta a los desprevenidos, y la posesión de una sombra inquilina originó en mí envidia, la necesidad de creación de una sombra similar y paralela que creé a los fines de no transitar yo, en soledad, por los laberintos plegados de la más rancia ficción. Mientras la de él era un jolgorio copulativo, la mía cucumbió ( nunca se supo si fué un suicidido) atada a un farol en la puerta del Retiro, allá en Madrid, y remeada por cuanto perro padeciera de clohídricas urgencias.
Claro que el escritor citado, con esas gustosas narrativas, adecuados vocablos y propicias tensiones concluyó llevándonos, como a toros amansados, por los caminos por donde se le ocurrió hasta casi beber la muerte.
Por eso les recuerdo que es inmune a las sugerencias y, como todo buen escriba, desoye consejos y comparaciones. No, no hay caso y en el mío, dada la experiencia vivida, sólo me queda entregarme y disfrutar (si eso es lo que ha dispuesto para nosotros) con los aconteceres del inquilino. Y si lo que se ha propuesto es torturanos pues haré uso de la cuota de masoquismo que también debo tener oculta en la maleta de las negaciones.
Porque en realidad digo:
Y si no le damos, de vez en cuando, el gusto a los amigos...¿Para que cuernos los tenemos?

Amando Carabias dijo...

ADRIAN: Me callo lo que se me ocurre, porque los lectores pensarán algo extraño, como que la foto de ahí abajo a la derecha es pura pose.
¿Y por qué no le decís algo a algún editor, o así?

Amando Carabias dijo...

Joer, Adrián, está visto que uno no gana para sustos contigo. Abro aquí y me encuentro con esto, pero es que me voy a lo de JC y como si fuera un eco encuentro el mismo texto.
En serio, tío, y aquí me puedo externder algo más, pues es mi rinconcito, qué haré contigo. Resulta que retornas tocando timbales y trompetas... anunciando, no nuestra amistad, previamente conocida allá, sino que... Bueno no sé qué decir.
Dudo que sea capaz de escribir algo esta tarde.
Esto no tiene paga posible.

Anónimo dijo...

En estos días, desde que usted acabó con la sombra del modo en que lo hizo, he esperado la llegada de lo que usted nos prometió, y en esta espera, de una semana he comprobado la presencia de nuevos lectores de este blog. A lo que se ve, Sr. Carabias, su trabajo está tomando facetas llenas de interés, que sigo en silencio. Si usted me permite le diré con mis palabras más sencillas que me ha gustado lo que ha escrito y que espero que en otros capítulos mantenga mi interés.

Amando Carabias dijo...

Estimado Sr. de la Cruz, es un honor para mí su presencia en este lugar, que también es su casa.
Y le agradezco de corazón sus palabras, pues personas como usted, vienen para que mi trabajo sea recompensado.
Ya sé que no soy nadie para pedírselo y me da miedo que usted se pueda sentir presionado, pues no es mi intención, pero aún así, digo que me atrevo a pedirle que escriba lo que quiera sobre cualquier comentario. Nadie, se lo garantizo pues ya conozco bien a los otros amigos que aquí nos cuentan sus cosas, va a juzgar el estilo de sus palabras. Nadie es mejor que nadie por escribir de una manera o de otra, lo único que será rechazado de este blog es el insulto y los malos modos, todo lo demás es bien recibido.
Un abrazo y a su disposición.

Anónimo dijo...

A UN CUENTO DE ARMANDO CARABIAS


Va hacia el infierno la inquietante sombra/

de una muchacha cuya imagen leo./
Hay un amigo que creó el deseo/
por donde asoma el mundo y ya me nombra./

Va hacia el centro de ese espacio en vano/
donde la sueño a solas, la imagino/
con la misma cintura que el destino
y el peso insoportable de su mano.

Amando escribe un cuento que me dice/
lo que en el fondo soy, lo que está dentro/
cuando mi piel envuelve el aire de la vida./

Que en un solo relato cicatrice
este dolor antiguo que me encuentro
al asomar de nuevo cada herida.

Anónimo dijo...

A UN CUENTO DE AMANDO CARABIAS (y II)


Hay una habitación, una clausura
donde el ritmo del aire se entumece.
El agua de sus ojos humedece
el material de su mirada oscura.

Ella sigue de pie cuando se ha ido.
Su ausencia es un lugar que se desliza
con la terca ilusión de la ceniza:
como el recuerdo cuando ya es olvido.

Ni siquiera su nombre. Hasta ti llega
lo que el cuerpo, en silencio, te traspasa:
otra mirada que recuerdas tanto.

Ni siquiera su voz. La sombra ciega
de aquel poeta dijo lo que pasa:
"no nos unió el amor, sino el espanto".

Anónimo dijo...

En el primer poema es Amando, claro, no Armando...

Amando Carabias dijo...

Acabo de suprimir un comentario de una vieja conocida de otra parte, que escribe y firma de diversas formas, siempre insultantes. En este espacio mío, donde impera la libertad, no habrá lugar para el insulto y la mofa. Así de simple. Espero no verme obligado a habilitar la opción de moderar los comentarios, porque puede impedir la fluidez de las intervenciones.

Amando Carabias dijo...

Ferran: estos dos sonetos me llenan de rubor. Llevo una tarde con vosotros dos que no os podéis hacer idea.
Me gusta más aún el segundo que el primero, es más ínitmo (¿o me equivoco?)
Estas dos entradas se hubieran merecido acaso un comentario más inmediato. Pero hasta hace unos minutos no he entrado en el blog. Ojalá estuviera yo tan inspirado como lo has estado tú.

Anónimo dijo...

Han sido muy rápidos, Amando, muy espontáneos. Lo que inspiraba tu relato y lo que puede conectar con la experiencia de alguien que te inquieta como lo hace esa misteriosa muchacha. Han sido tan rápidos, que hay un pequeño error de número de sílabas en uno de los versos del primer soneto. El segundo ha quedado, tienes razón, mucho mejor y, en efecto, es más íntimo.

Gracias por borrar a quien ya se dejaba caer aquí...es el colmo! Y vienen del mismo sitio, haciendo el enlace a través de tu propia firma. Nunca entenderé estas cosas. De hecho, por culpa de ese tema, y porque JC no hace lo mismo, ya no hago entradas extensas en su blog y busco otras zonas que, o bien ni miran, o en las que se establecen estas barreras de seguridad.

Un abrazo desde Barcelona

Anónimo dijo...

A un cuento de Amando Carabias (III)

Porque regresas a esa misma tarde
cada día, te basta una palabra.
Es suficiente con que el tiempo se abra
y el olvido no tenga quien le guarde.

Yaces de nuevo en ese miedo inerte
cuando vuelves a verla, tan distante
como la vida en forma de un instante
al contemplarla a un paso de la muerte.

La habitación a solas, las paredes
donde pueda estancarse su mirada,
donde el silencio de su voz te asombre.


Ese lugar constante donde puedes
esperar que jamás ocurra nada
y llamarlo tu vida, con su nombre.