Proclamo la victoria de la muerte:
hoy campará su hielo y su risa de cal, sobre nuestros cadáveres tan muertos.
Cuando la sangre alcance las estrías de
la tarde, y el último goteo del aire bese el calderón final de este adagio de
lágrimas y lepra, el silencio será el postrer silencio, un silencio que flota
sobre el mar, sobre nuestros cadáveres tan muertos.
¿Quién tendrá una razón para la queja,
si un día, en vez de grito, fuimos risa, o fuimos un silencio perezoso?
¿Quién romperá el silencio de la
muerte, si cada boca escupe a su mordaza, si cada piel cobija un yugo
impenetrable?
Un veneno de víbora ha bordado con hilos
de diamante y esmeralda la brisa de los días y sus noches, ya ha trazado la
celda inexpugnable, plano de ángulos rectos y feroces, saetas de ponzoña y
cautiverio.
Durante el plenilunio de los siglos, pensamos que el amor estaba
lejos, tan infinitamente lejos, como imagen de espejo y nos acostumbramos a
confundir latido y piel, caricia y roces descuidados, el beso con la brisa, el
abrazo y un tango sin música y sin letra, la solidaridad y cierto gesto altivo
de quien siembra arrogancia.
Ahora el yugo amordaza las auroras, ahora estamos desnudos, sin
piel y sin caricias, sin besos, sin abrazos, como un guerrero inerme y
solitario, exangüe y derrotado, agónico reptil de esta tragedia, último ocaso
de la sangre.
Proclamo la victoria de la muerte, hoy campará su hielo y su risa
de cal, sobre nuestros cadáveres tan muertos.
Mirábamos sin ver, éramos ciegos que
otros ciegos guiaban. Y si hubo una mirada capaz de contemplar la agonía de las
criaturas durante algún minuto de los días, fue arrojada al abismo, fue amordazada,
fue despreciada.
Sí, la estrategia ha sido larga, como un día cautivo de la lluvia,
pero ha llegado al fin nuestra derrota. Nos tendieron celadas, ablandaron los
músculos y el alma, narcotizaron ojos y latidos, dibujaron un dios de oro y
diamantes, ante el que arrodillamos nuestras vidas, como si fueran pétalos
marchitos. Ahora somos aroma de una nube.
Proclamo la victoria de la muerte, hoy
campará su hielo y su risa de cal, sobre nuestros cadáveres tan muertos.
Gracias a Eme Jota que en su comentario (el primero a esta entrada) nos regala este fragmento, quizá uno de los más hermosos, de El Mesías de Haendel titulado "Conforta a mi pueblo", cuyos versos están tomados del profeta Isaías. Es un canto para la esperanza, que ojalá recordaran algunos de los que dirigen los destinos de este Mundo. Este, creo, es el texto en el que se basa esta pieza.
"Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados. Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos —ha hablado la boca del Señor—. Súbete a lo alto de un monte, heraldo de Sión, alza con fuerza la voz, heraldo de Jerusalén, álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza, su brazo domina. Mirad: le acompaña el salario, la recompensa le precede. Como un pastor apacienta el rebaño, su mano los reúne. Lleva en brazos los corderos, cuida de las madres."
25 comentarios:
http://youtu.be/8dDjva1ecYo
Sin más palabras. Bs. extendido.
Después del regalo que nos hace a todos emejota, poco queda para añadir. Que tus versos en prosa, encogen el corazón, que son inmensos y que aunque pareca ilusa, hay lugar para la esperanza. Estamos vivos y podemos hacer frente a lo que venga, aunque nos duela el alma.
Besos, siempre los habrá.
Qué tristeza, Amando, para el día del trabajador. Quiero pensar que nunca ocurrirá.
Un abrazo.
Gracias Eme Jota por tu aportación, que, además de contrapunto para la esperanza, me ha animado a ahondar más en lo que pienso. Porque a todo lo que nos sucede, además habría que añadir la inoperancia y dejación que está haciendo la jerarquía eclesiástica (creo que toda la jerarquía de todas las iglesias) únicamente preocupados de mantener su poder.
Ofú Amando...el triunfo de la muerte? Más descolocao. Y eso que cuando lo escribiste seguro que no sabías que no te puedes dar de baja cuando te pongas enfermo. Trabajar o morir.
En lugar de etiquetarlo en "poema del desasosiego" deberías de hacerlo en "poema tétricos"
Un abrazo.
¡¡¡Excelente!!!
Un fuerte abrazo.
PS: La interpretación de Jerry Hadley es magistral.
Durísimo este poema, Amando. Ciertamente provoca y remueve.
Un abrazo.
Es una carta de despedida, su poesía es impresionante.. unas metáforas exelentes..
Pero creo que el hombre es capaz de revivir aún en la pobredumbre, y el los rescoldos en que haya un pequeño latido, éste, vuelve a renacer.. siempre que el sol brille
Un abrazo y felicidades
Conmovedor.
Quizá cantará el mirlo...
He leído varias veces tu magnífico poema.
Impresiona su calidad poética, sus imágenes y metáforas, la acertada realidad de su contenido...
Pero si me perdonas, no estoy de acuerdo con el tono pesimista, de derrota que trasmites. Seré otra ilusa, como Isolda, pero no puedo admitir, proclamar contigo la victoria de la muerte.
Tengo esperanza, y creo en el hombre. Aún.
Abrazos
Querida, Soco: Creo en el hombre, sí; pero no en todos los hombres, y menos aún en muchos de los que nos dirigen, ni siquiera me refiero en concreto a políticos con nombre y apellidos, sino a las verdaderas serpientes que nos han narcotizado...
Y, en el fondo, como sugiere el comentario de Paloma, lo que pretendo es provocar algo, porque, sí, quizá estemos a tiempo.
Pero bueno, Amando, ¿dónde has escondido la esperanza? Un fuerte abrazo.
Apreciado Amando
Acabáis de ganar la liga, estás publicando, tienes una cantidad muy importante de seguidores-amigos y digo importante por la calidad y la calidez y a pesar de ello me dices que campa la……… ¿Quién campa? Adelante y sigue con tu maravilloso mundo del que nos haces participe en este blog, siempre me acuerdo de tus primeros escritos en el blog de J.C y como nos dabas en el encabezamiento una visión escrita del tiempo meteorológico en tu Segovia, los añoro por lo humanista de tus comentarios y por tus opiniones sinceras y honestas que veo sigues practicando aquí
Saludos Paco
Buenas noches desde Segovia, querido Paco. Está nublado, pero el aire no es tan frío. En estos momentos llovizna sobre los cristales tras los que escribo. Me voy a acostar, pero agradecer tus palabras de ánimo. Sí, es verdad lo que dices, si hasta hemos ganado la liga... Pero, uno percibe a su alrededor que los ataques no cesan, que están consiguiendo hasta acabar con el sentido de la esperanza de un pueblo que siempre ha creído en el futuro.
Fernando, nos pretenden esconder la esperanza, o así lo vivo. Un abrazo.
Me encanta el intercambio entre Paco y Amando.
Ahí en Francia no creo que tengamos motivos de alegría futbolística pero que motivos políticos de esperanza los tenemos ahora, y quizá serán motivos de esperanza también para nos vecinos europeos. Y nos os olvidéis de la estancia de mi hija en España desde hace tantos años.
Añadir que ayer con el mirlo me olvidé de Haydn, ¡una que escucha el Mesias en tiempo de Navidad, de Semana Santa y en cualquier otro memento del calendario!.
Buenos días, Catherine.
Ojalá que el domingo, Francia abra una ventana para el resto de Europa. Ojalá que así sea.
No sabéis como me gustaría estar en un error, un grave error.
Armando: gracias por tu comentario. Tú siempre das en el clavo -y en la clave- de los poemas que comentas.
Un gran abrazo.
Durísima prosa poética, pero bella al fin.
Por mi caracter y poética siempre intento trasladar una esperanza, para que ella moldee nuestros sueños. Y esa mano amiga te traslado Amando.
Un abrazo
¡El Mesias de Haydn! que tonta soy.
Mi error me despertó.
Buenos días.
Emocionas, Amando.
Muy bello y con la compañía de Haendel y su Mesías es una gozada leerte.
Aunque el campo semántico de tu prosa poética esté en pie de guerra, siempre es hermosa la batalla en tus palabras.
¡Ay Amando!!! Que fuerte y que negro nos lo pintas -a golpe de metáforas muy bellas muy dignas de ser plasmadas aunque nos duelan son verdades como mundos.
¿Si al menos tuviéramos un hilo de esperanza? Pero no se ve un horizonte limpio, el miedo cabalga a lomos de abrazos -de risas, tendremos por fuerza que ser muchos, ¡porque somos muy pocos los que damos el grito! Y así romper el silencio de una muerte anunciada… a este paso que vamos.
Que no alcance el veneno de la víbora, el sendero por donde caminan nuestros hijos y nietos.
Bueno dejemos una rendija por si se cuela un aire de esperanza, para no proclamar la Vitoria de la muerte porque ésta no tiene victoria. ¡No quiero dársela!
Ha sido un placer leerte esta prosa aunque dolorosa, ¡Precosa!
Un abrazo y se feliz. Suerte Amando.
¿Quién dijo que la poesía no debía doler? ¿Es que por eso deja de trasmitir o de ser más bella? ¿No ha de conmover, trastocar, traspasar la poesía? Incluso diría que esa es una de sus funciones: doler.
Magnífica, tanto, como el desgarro que nos traspasa.
Un beso,
Anabel
Para las Madres de tu entorno un
FELIZ DIA!!!
Cariños
Soberbio tu texto y magnífico el regalo de Emejota. Leerte llega, y por eso me voy un poco triste. Tal vez la vida sea una larga agonía que nos lleve a la victoria, sí, pero de una vida mejor que solo puede comenzar desde cero.
De vez en cuando hay que venir a leerte, y nutrirse.
Un abrazo, amigo Amando.
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