Imagen tomada de Internet
—Gayano, un día este afán suyo de ocultar datos a la prensa nos causará problemas. —Arcadio Colmenares del Castillo, Subdelegado del Gobierno, se desesperaba cada vez que Balmes le obligaba a convocar una rueda de prensa para informar sobre diversos aspectos relacionados con la seguridad ciudadana. —Estoy harto —continuó el Subdelegado— de recibir llamadas del Secretario de Estado, pidiéndome explicaciones, sobre esa brillante afirmación suya de que la policía no tiene ni idea de las razones del radical incremento de los robos en Euritmia.
Gayano se encogió de hombros. En estos momentos odiaba más que nunca a cualquier político, en especial a quien le había prohibido fumar en su despacho. Situaciones como ésta eran las ideales para cubrir el rostro con una densa humareda que evitase el recorrido detallado que Arcadio Colmenares hacía de sus facciones…
—Señor Subdelegado, con el debido respeto…, no me toque los cojones. Si no me meto en su trabajo, no se meta en el mío. —Ante el gesto hostil del Subdelegado prefirió cambiar de táctica y adoptó un tono casi profesoral. —Mire, Arcadio, si ante la prensa diéramos la idea —y subrayó el plural como si lo enfocase con linterna— que sabemos algo de estos cabritos, seguro que desaparecen por una temporada. Seguro que se evaporan… A mí me encantaría trincarlos antes de Navidad, porque barrunto problemas para esos días. Si para conseguirlo tengo que parecer imbécil, pareceré. —Tiñendo su voz de cierto tono desafiante, concluyó—. Ya sabe que sólo tengo que abrir el cajón y firmar la renuncia. Si eso es lo que quiere…—retó.
—Bueno, Gayano, bueno… Siempre con la misma estupidez en los labios. Hablar con usted es imposible. Pero cualquier día le hago caso y ya verá el disgusto que le doy. —De vez en cuando a Colmenares le apetecía tensar la cuerda. —A veces parece que se le olvida que las cuestiones de seguridad ciudadana, como todo lo demás, dependen de la acción política. Estamos en un estado de derecho, no policial… ¿Me explico?
—No me venga con historias. Mayor demócrata que yo no encontrará en otra Comisaría del país. No pretendí ocultar información a la ciudadanía, traté de esconder nuestras armas a los delincuentes, que es bien distinto. Si supiera que dando más datos encerraría a estos malditos, los daría… Pero si lo prefiere —continuó mientras se inclinaba y abría el cajón de donde extrajo un folio mecanografiado—, firmo mi dimisión, y aquí paz y después gloria. —Miró al calendario de la mesa—. Diecisiete de diciembre. Lo escribo aquí, donde la fecha…
A Arcadio Colmenares le dieron todas las ganas del mundo de aceptar (esta vez sí) la bravata del gallego. Por un instante estuvo dispuesto a que rellenara los espacios correspondientes a la fecha y que luego firmara; pero supo que sería un error. Sin hacer caso de la última amenaza continuó con su argumento, en un tono más conciliador.
—Entonces, Gayano, ¿si va a ofrecer información incompleta, por qué convocar una rueda de prensa? Mejor mantener el silencio. Mejor que los ladrones no sepan lo que sabemos.
—Esa es la duda, Arcadio, esa es la duda. Del Río es de su misma opinión, pero me dio en la nariz que no es así. Ya sabe, soy de la vieja escuela, y creo en mi olfato más que nada… Mi napia me dice que al publicar que no tenemos ni idea, los criminales se relajarán y cometerán un error. Y allí estaremos nosotros, esperando… Además, queramos o no, cuando acabe el año, daremos las cifras oficiales de los delitos cometidos. Si esperamos a ese momento, quizá se nos acuse de indolencia, y a lo mejor, al habernos adelantado, se dio mejor imagen…, incluso política —subrayó—. La ciudadanía tendrá la impresión de que el problema que vive, no deja indiferente a sus políticos y a sus fuerzas de seguridad que intentan con todas sus energías poner remedio a la situación…
—En la Dirección General no están tan seguros.
—¿Qué sabrán en Madrid de nuestros problemas?
—Temen el contagio, Gayano. Si la Policía afirma que no sabe por dónde empezar para capturar a los culpables, otros, en otras partes, también pueden empezar a copiar ideas…
—Paparruchas. Usted lo sabe como yo. Salvo que la banda se traslade, esto no ocurrirá.
Gayano era consciente del efecto fulminante de la palabra banda en el Subdelegado: la estridencia de un despertador en pleno sueño. Sonrió al descubrir el gesto del político.
Continuará mañana...
10 comentarios:
Aquí sonriendo y esperando. Un fuerte abrazo extendido.
Buen dilema, los dos quieren dar noticias falsas y no saben cual es la mas conveniente... si a esto añadimos que se ponen también los políticos, entonces los interesas dejan de ser sociales.... a palabras
Espero el próximo capítulo.
Un abrazo, Amando.
Leo
Como emejota, sonriendo y esperando.
Besos siempre para todos.
Ayer no me fijé que ponía 1 de 7 y pensaba que hoy leeríamos el desenlace. En fin, tendremos que esperar un poquito mas.
Vaya cacao que tienen con los cacos...A ver que se les ocurre mañana.
Un abrazo.
En la piel de Colmenares yo hubiese aceptado la dimisión en ese momento. Pero bueno, como no he entrado todavía en la psicología de los personajes con profundidad, esperaré con paciencia a los nuevos relatros. Un abrazo.
La delincuencia, tema muy de actualidad por desgracia, y me temo que cada vez lo será más.
Espero el siguiente capítulo.
Abrazos amigo, y feliz noche
Estos policias con el colmillo retorcido saben bien que son necesarios y hasta donde pueden tensar la cuerda.
La experiencia es un grado, el más alto, y algunos políticos no son tan tontos como parecen.
Seguiremos Á.
¡Qué bueno! encontrarse de nuevo con el comisario Gayano Balmes, su mal humor, sus metodos especiales viniendo de una larga experiencia. Don Arcadio, Subdelagado del Gobierno, me gusta mucho también.
Mañana sigo leyendo dos capítulos de una vez.
¡Simpático este capítulo! Estos policias de la vieja escuela... Que no, que no e ponen de acuerdo.
Me voy más arriba...
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