Imagen tomada de la web de Payasos sin frontera
Nuestra corresponsal en el Norte de África me envió ayer por la mañana la reseña de este artículo de El País. Por suerte, alguien ha descubierto que mi lectura es más que escasa nula, últimamente... En fin...
Después de su lectura hace unos minutos (si es que ni siquiera en papilla encuentro tiempo) me doy cuenta de que quizá esta serie de reflexiones que se hace Juan Arias no son las que han impulsado a los dignísimos y sesudos miembros del COI a otorgar la organización de los Juegos Olímpicos de 2016 a Río de Janeiro. Pero que algo vamos a aprender sobre el asunto, seguro.
Sería bueno que comenzáramos ya.
Y quiero arrancar mi apunte de hoy con la última frase del artículo: “Así son los brasileños. Son buceadores en el mar de la felicidad y, como no lo ocultan, acaban contagiando a los otros. Sin duda ese contagio también tuvo que ver a la hora de votar en Copenhague”. Y ya que estamos con cuestiones deportivas (o algo así) aportaré otro dato que uno ha escuchado en más de una ocasión, que si una de las grandes estrellas del balompié carioca no es feliz jugando al fútbol se convierte en un jugador mediocre.
Por el contrario en España, en Castilla, de más lugares del orbe no me atrevo a hablar porque no conozco casi nada de nada, todo nos lo tomamos (notese que uso la primera persona, o sea que me incluyo) por el lado del dramatismo, por el lado de la suma trascendencia, por estar cavilando a cada paso si nuestros actos nos llevarán a la condenación o a la salvación, eternas en ambos casos.
Quizá haya mucho que digan que no es así, porque no creen en la vida del más allá, ni en cielos ni en infiernos, y menos si a estos se les une el adjetivo de eternos… Pues peor me lo ponen, qué caray, porque si no creen en el más allá o en el más acá, qué ganancias obtenemos con tanto sufrir y con tanto aportar beneficios a las industrias farmacéuticas que se dedican a fabricar productos contra la acidez de estómago, durante el siempre breve espacio de tiempo que dura la vida… Eso por no hablar de dolencias un poco más graves que están relacionadas directa o indirectamente con angustias, estrés, insomnios, cefaleas..., etcétera.
¿Por qué tantas veces nos tomamos las cosas como si en cada uno de nuestros actos nos fuera la vida, el honor, el prestigio y la gloria? ¿Será que para quedar bien ante la posteridad, hemos de salir en el retrato sesudos, serios y un tanto altivos, como si todos fuéramos familiares cercanos al Caballero de la Mano en el Pecho?
Por volver al asunto que le sirve de arranque a Juan Arias, si uno compara esto, con lo que cacarearon (cómo llamarlo de otra manera) en las emisoras de radio (ocupadas por sus respectivas redacciones de deportes, pero bien pertrechadas por los pesos pesados de cada una de las cadenas), parecería que la no elección de Madrid fue una especie de afrenta o de confabulación del mundo mundial contra España. Y todo lo relacionado con nuestra existencia, personal, comunitaria, nacional siempre va en el mismo tenor: si se triunfa todavía se advierte cierto aire de petulancia, pero si se fracasa, es que no fuimos a luchar contra los elementos, y estos nos derrotaron, a pesar de nuestro heroico esfuerzo...
Sin embargo, si comparto más cosas con los demás, me siento mejor y las preocupaciones, si no desaparecen, al menos parece que pesan menos. Y cuando esta sociedad vivía con más relaciones humanas entre sus miembros parecía más feliz. No sé si lo era, ni quiero afirmar, porque más bien pienso lo contrario, que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en alguna faceta quizá sí. Y por milagro o porque estamos convencido de ello, todavía no se han perdido del todo viejas costumbres sanísimas como las tertulias. Ni siquiera se han perdido del todo esas redes sociales de ayuda de las que habla también el periodista para explicar una de las razones de la alegría vital del pueblo brasileño.
Supongo que cualquier psicólogo podrá darnos muchas razones para adoptar, o intentarlo al menos, algunos de los modos de ser que apunta Juan Arias. Pero a mí se me ocurre que tomar un poco de perspectiva sobre nosotros mismos y sobre la amplitud de nuestra vida, o sea, actuar con cierta ironía sobre vida, no es la peor de las recomendaciones.
Vivir es lo verdaderamente importante. Y el mejor modo de hacerlo es abrazando la vida, buscándole siempre un lado positivo, una luz. Incluso en lo más hondo de la madrugada se puede descubrir una estrella en lo alto… A veces es muy difícil o casi imposible (lo sé, y sobre este asunto, por desgracia, nadie tiene que explicarme nada, quizá por ello pueda decir lo que digo), pero en la mayoría de los casos, por suerte, se puede encontrar el argumento hacia la alegría.
Sería bueno que comenzáramos ya.
Y quiero arrancar mi apunte de hoy con la última frase del artículo: “Así son los brasileños. Son buceadores en el mar de la felicidad y, como no lo ocultan, acaban contagiando a los otros. Sin duda ese contagio también tuvo que ver a la hora de votar en Copenhague”. Y ya que estamos con cuestiones deportivas (o algo así) aportaré otro dato que uno ha escuchado en más de una ocasión, que si una de las grandes estrellas del balompié carioca no es feliz jugando al fútbol se convierte en un jugador mediocre.
Por el contrario en España, en Castilla, de más lugares del orbe no me atrevo a hablar porque no conozco casi nada de nada, todo nos lo tomamos (notese que uso la primera persona, o sea que me incluyo) por el lado del dramatismo, por el lado de la suma trascendencia, por estar cavilando a cada paso si nuestros actos nos llevarán a la condenación o a la salvación, eternas en ambos casos.
Quizá haya mucho que digan que no es así, porque no creen en la vida del más allá, ni en cielos ni en infiernos, y menos si a estos se les une el adjetivo de eternos… Pues peor me lo ponen, qué caray, porque si no creen en el más allá o en el más acá, qué ganancias obtenemos con tanto sufrir y con tanto aportar beneficios a las industrias farmacéuticas que se dedican a fabricar productos contra la acidez de estómago, durante el siempre breve espacio de tiempo que dura la vida… Eso por no hablar de dolencias un poco más graves que están relacionadas directa o indirectamente con angustias, estrés, insomnios, cefaleas..., etcétera.
¿Por qué tantas veces nos tomamos las cosas como si en cada uno de nuestros actos nos fuera la vida, el honor, el prestigio y la gloria? ¿Será que para quedar bien ante la posteridad, hemos de salir en el retrato sesudos, serios y un tanto altivos, como si todos fuéramos familiares cercanos al Caballero de la Mano en el Pecho?
Por volver al asunto que le sirve de arranque a Juan Arias, si uno compara esto, con lo que cacarearon (cómo llamarlo de otra manera) en las emisoras de radio (ocupadas por sus respectivas redacciones de deportes, pero bien pertrechadas por los pesos pesados de cada una de las cadenas), parecería que la no elección de Madrid fue una especie de afrenta o de confabulación del mundo mundial contra España. Y todo lo relacionado con nuestra existencia, personal, comunitaria, nacional siempre va en el mismo tenor: si se triunfa todavía se advierte cierto aire de petulancia, pero si se fracasa, es que no fuimos a luchar contra los elementos, y estos nos derrotaron, a pesar de nuestro heroico esfuerzo...
Sin embargo, si comparto más cosas con los demás, me siento mejor y las preocupaciones, si no desaparecen, al menos parece que pesan menos. Y cuando esta sociedad vivía con más relaciones humanas entre sus miembros parecía más feliz. No sé si lo era, ni quiero afirmar, porque más bien pienso lo contrario, que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en alguna faceta quizá sí. Y por milagro o porque estamos convencido de ello, todavía no se han perdido del todo viejas costumbres sanísimas como las tertulias. Ni siquiera se han perdido del todo esas redes sociales de ayuda de las que habla también el periodista para explicar una de las razones de la alegría vital del pueblo brasileño.
Supongo que cualquier psicólogo podrá darnos muchas razones para adoptar, o intentarlo al menos, algunos de los modos de ser que apunta Juan Arias. Pero a mí se me ocurre que tomar un poco de perspectiva sobre nosotros mismos y sobre la amplitud de nuestra vida, o sea, actuar con cierta ironía sobre vida, no es la peor de las recomendaciones.
Vivir es lo verdaderamente importante. Y el mejor modo de hacerlo es abrazando la vida, buscándole siempre un lado positivo, una luz. Incluso en lo más hondo de la madrugada se puede descubrir una estrella en lo alto… A veces es muy difícil o casi imposible (lo sé, y sobre este asunto, por desgracia, nadie tiene que explicarme nada, quizá por ello pueda decir lo que digo), pero en la mayoría de los casos, por suerte, se puede encontrar el argumento hacia la alegría.
Nuestro corresponsal en Triana, hace unos días me envío un power point en el que se decían muchas cosas sobre este asunto y una de las muchas cosas que decía, todas ellas aprovechables, es que ni el éxito ni el fracaso duran eternamente.
No estéis tristes. Es la primera recomendación del nazareno a sus seguidores una vez que ha resucitado. Sin embargo, en nombre de la religión cristina hemos adoptado el rictus dramático que nos caracteriza. Y me temo que entre los países de raíz protestante es todavía más acusado que entre las naciones que hemos crecido de la tradición católica.
¿Parece que he dado una revolera al tema…? No, creo que no. Creo que alguien tendría que explicarnos muchas cosas. Pero casi seguro que no lo van a hacer... al menos en Europa. Probablemente interese más que acentuar la palabra alegría, hacerlo con otras palabras, que liberan menos y mantienen los espíritus más sojuzgados y pendientes de los púlpitos.
Como es un poco tarde ya (y no me refiero a la hora del reloj) para cambiar ciertas costumbres, quizá sea más práctico imitar a los brasileños y trabajar para vivir, porque lo importante es vivir, dejarse invadir por la naturaleza, por la vida, por la alegría, y si yo supiera, que no sé, bailaría una samba.
No estéis tristes. Es la primera recomendación del nazareno a sus seguidores una vez que ha resucitado. Sin embargo, en nombre de la religión cristina hemos adoptado el rictus dramático que nos caracteriza. Y me temo que entre los países de raíz protestante es todavía más acusado que entre las naciones que hemos crecido de la tradición católica.
¿Parece que he dado una revolera al tema…? No, creo que no. Creo que alguien tendría que explicarnos muchas cosas. Pero casi seguro que no lo van a hacer... al menos en Europa. Probablemente interese más que acentuar la palabra alegría, hacerlo con otras palabras, que liberan menos y mantienen los espíritus más sojuzgados y pendientes de los púlpitos.
Como es un poco tarde ya (y no me refiero a la hora del reloj) para cambiar ciertas costumbres, quizá sea más práctico imitar a los brasileños y trabajar para vivir, porque lo importante es vivir, dejarse invadir por la naturaleza, por la vida, por la alegría, y si yo supiera, que no sé, bailaría una samba.
16 comentarios:
Me gustó el artículo de Juan Arias.
Como me ha gustado lo que dices, Amando. Efectivamente, tendríamos que aprender de la alegría contagiosa de los brasileños, y si no bailar, al menos ver el lado bueno de la vida; andar con la sonrisa puesta es una sensación maravillosa. Obliga, en silencio a que te la devuelvan y entonces uno se siente reconciliado con el llamado género humano.
Sin ir más lejos, creo que cualquiera de los que pasamos por aquí, ni siquiera tenemos derecho a quejarnos. Es evidente que tenemos una afición común, que disponemos de un cierto tiempo para dedicarnos a todos, lo que significa que carecemos de problemas serios. Me parece que me he pasado un pelín con el sermón.
Como me he pasado esta mañana en una librería, eligiendo y descartando. No sé de dónde sacar el tiempo, pero me seducen como cantos de sirena.
Ya va siendo hora de que los atienda antes de dormir.
Besos felices.
Isolda:
Espero que la atención a los nuevos huéspedes no te haya limado excesivo tiempo para el sueño, que también es tan necesario para llevar la vida con alegría.
Buenos días mi amigo... Buenos días a todos... Ya de regreso de N. York paso a saludaros... y desde luego recomendaros que no paseís un día sin sonrisas...
Es cierto que tendemos a dramatizar, pero tan sólo hay que darse una vuelta por el mundo, y comprobar que no tenemos de qué quejarnos, en absoluto...
Yo estoy contenta con la designación de Brasil... muy contenta, y para nada considero que todos estuvieran en contra de España...
Besitos para todos y encanta de estar de nuevo entre vosotros...
Beatriz:
Bienvenida y esperemos que te dé tiempo a descansar antes de la nueva 'aventura'.
Buenos días de otoño.
Amando. Ni los brasileiros son tan alegres como nos creemos, ni los españoles tan dramáticos.
No a los clichés.
Sí a la universalidad.
No a las fronteras.
Si al hermanamiento global.
Sí a la felicidad pasada, presente y futura.
Sí a las estrellas.
Sí a la vida.
Sí a la samba.
Y ésto pa ti.
http://www.youtube.com/watch?v=WzSayxVM_E0&feature=related
Besos de hoy mismo (recientes oiga)con muchos glubs.
Pilar en su PECERA.
Pd.- Muchas gracias por esforzarte en darnos ánimos, con tu aire de preceptor, day by day.
Pilar:
De parte de Pilar
Pilar:
Pues siempre he estado en contra de los encasillamientos y generalizaciones, pero a veces también pienso que cuando se llega a un estereotipo es por algo. Con todas las excepciones que se quieran. Pero en último extremo las sonrisas, por muy multitudinarias que sean, siempre se posan sobre rostros individuales.
Un beso.
Si bueno es el artículo de Juan Arias mejor es tu mirada hipermétrope sobre el tema…Me había quedado con dos frases del mencionado, una de ellas ya la subrayáis vos ““Así son los brasileños. Son buceadores en el mar…”, la otra el comentario de la actriz de cine y teatro Fernanda Montenegro "La diferencia entre un europeo y un brasileño es que el brasileño no se avergüenza de decir que es feliz y el europeo, sí". Frase demoledora y el problema para los europeos es que es cierta.
Diremos como decía aquel:
Si te vas a calentar, que sea al sol.
Si vas a engañar, que sea a tu estómago.
Si vas a llorar, que sea de alegría.
Si vas a mentir, que sea sobre tu edad.
Si vas a robar, que sea un beso.
Y si existe hambre, que sea de amor.
Si es para ser feliz... ¡¡¡Que sea todo el tiempo!!!
Buen día tengan vuestras mercedes.
Pilar, esta es de las que se bailaba agarraos sin salirse de una loza, ¿no?
Pepe Gonce
Pues sí, muchas veces incluso nos extraña ve a gente que va sonriendo por la calle, mientras camina sola. Haced la prueba.
Amando, soy de las que cree que las sonrisas no implican alegría. Esa condición humana se lleva dentro, y si no, mira a Costa y Camps, como se ríen, pero qué ojeras tienen.
Yo soy hedonista. Disfruto de la vida, hasta cuando ésta duele. Así que cuando va de dulce te puedes imaginar.
Pepillo, esa y "Morning has broken"...ja,ja,ja...
!SEMBRAO!.
Pepe, ¿para cuándo un libro de poemas o una novela?
Me apabullas, eres un tipo extraordinario.
Pilar, de nuevo en la Pecera. Me alegro mucho.
Besos a los dos.
Pilar:
Pues eso, disfrutemos.
por no hablar de las brasileñas....
Chus
Lo has dicho tú, qué conste. :)
Un beso.
Pilar:
Hasta ahora no he podido escuchar la canción.
No me acordaba que esta es una de mis favoritas. No es que no me acordara, es que no sabía que esta melodía tan maravillosa se titulaba así.
Ahora sí que te puedo decir con más propiedad aún, que muchíííííísimas gracias.
Besos.
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