Verán ustedes, uno, en su habitual simplicidad, cree que tiene las cosas suficientemente controladas, que posee los suficientes recursos como para que todo permanezca en sus justos términos siempre. Bueno, entendámonos, lo que se entiende por siempre en el modo de hablar coloquial, algo así como unos años, o una temporada. Todo depende del tema del que se esté hablando.
Pero no se da cuenta de que lo que menos controla son las prendas del armario.
Por suerte, en esta tierra del piedemonte del lado septentrional de la Sierra del Guadarrama, también hay verano. A los escasos habitantes del planeta que aún no han visitado Segovia durante el estío, conviene recordarles que aunque el calor no sea pavoroso, tampoco es que se esté como junto a una playa, acariciado por la suave brisa marítima. El caso es que sucede que durante unos meses (unos años más, otros menos) las camisas de invierno, disfrutan de un merecido descanso tras el duro trabajo de ocho meses continuados, al menos. Ocho meses de tener que soportar mi piel, de ser usadas, sudadas, contaminadas por nicotina, por humos de tubos de escape, por olores de fritangas de los bares, y por otros accidentes o descuidos de su amo y señor, que mejor no especificaré. Ocho meses en los que tienen que pasar por la tortura de una colada y el posterior suplicio de una plancha. ¿Alguien imagina permanecer zambullido durante una hora dando vueltas bajo el agua jabonosa de un detergente y mezclado con otro tipo de prendas que prefiero no enumerar? Aún peor, qué digo peor, muchísimo peor: ¿Alguien se imagina que los famosos ‘lifting’ por los que suspiran las actrices y modelos consistieran en tumbarse en una camilla y soportar el paso de un metal incandescente a unos tropecientos mil grados que, por si fuera poco lo anterior, arroja vapor a presión como la policía antidisturbios durante las manifestaciones no autorizadas?
Sin embargo, este escribidor maltrata a sus fieles servidoras las camisas, o eso es lo que deduzco, con lógica aplastante, tras descubrir la rebelión que se ha producido en el armario, y que por suerte parece haber sido sofocada a tiempo.
Una avanzadilla del ejército invernal, como recordarán todos ustedes, recorrió veloz buena parte de la Península Ibérica hace tres semanas, más o menos. Al igual que millones de familias y con total resignación, este escribidor, decidió entonces convocar a consultas a las camisas de invierno para ver cómo se planteaba el convenio colectivo para el próximo ejercicio, que, de hecho ya ha comenzado y se supone concluirá en junio, aunque a nadie le importaría que lo hiciera antes.
Uno está resignado a su suerte, es evidente, y como siempre sucede entre patronal y sindicatos, las reuniones son más o menos largas y al final se logra un acuerdo más o menos beneficioso para ambas partes. Como cada año, la petición de las camisas es la de incremento en la plantilla, pues alguna requiere de jubilación, y otras exigen cierta reducción en la jornada laboral que se traduce generalmente en más días de asueto. Es sabido por todos que las camisas dedican el ocio a conversar entre sí en los armarios. Intuyo que este año, las camisas, al enterarse de la situación de crisis económica que viven los países desarrollados en general y España en particular, han adivinado que la intención de la patronal era aguantar con la plantilla tal y como estaba y si acaso admitir algún regalo, allá cuando las rebajas permitan sonreír a los bolsillos.
Y no, han dicho. Hasta ahí podían llegar. El caso es que no han dejado muchas pruebas, o yo no las he visto, pero todos conocen ya la hipermetropía del escribidor. En fin, que antes de tener tiempo de sentarme a negociar descubrí con pavor que todas ellas han sufrido un estrechamiento ventral. Se habían rebelado como verdaderos corsarios bien adoctrinadas por las más viejas del lugar (que pagaron cara su rebeldía, hasta ahí podíamos llegar, y fueron enterradas en la basura sin más contemplaciones), y salvo unas pocas, todas prefirieron amputarse unos centímetros de tela a tener que soportar la carga de trabajo que se les avecinaba, sin alivio previsible.
Alguna, quizá más convencida que las demás acerca de la nobleza de su causa, ha llegado a situaciones extremas, que han obligado su ingreso hospitalario por una larga temporada. El médico de la empresa ha diagnosticado una convalecencia de tres o cuatro meses, pero ha reconocido al escribidor que el enfermo tiene muy mala pinta y no ve excesivas oportunidades de salir con vida tras esta aventura tan arriesgada, que más parece ‘autocamisicidio’.
Tras los primeros momentos de incertidumbre, y con la promesa del refuerzo de la plantilla, y habiendo aceptado las representantes sindicales el destierro al averno de las lideresas del motín, se ha llegado a un pacto, por el que en el menos tiempo posible, serán ellas las que se alimenten con platos suculentos y ricos en calorías para ver si les aumenta un poco los centímetros de cintura, y yo seré quien haga ejercicio para que me disminuyan los centímetros de la mía, de tal manera que se produzca el encuentro equilibrado de cinturas en un tiempo prudencial. El médico ha sido tajante y no admite disculpas, y ha prescrito un paseo diario de un par de horas a buen ritmo, entendiendo por tal el que suponga una frecuencia de paso lo suficientemente rápida como para que los poros de la piel consigan humedecerse.
Le cuento estas cosas a Marián y no me cree, opina simplemente que he engordado unos kilos durante el verano por culpa de mi sedentarismo. Le echa la culpa a estos afanes literarios. Se lo explico y no me termina de creer. No le convence la teoría del motín dentro del armario. Me mira como si le diera lástima, como si pensara que me aproximo a alguna demencia. Pero yo estoy convencido de que no. Estoy seguro que se rebelaron las camisas y organizaron una revolución de amplias consecuencias, incluso literarias, todo para tener menos trabajo este año, las muy zánganas.
Pero no se da cuenta de que lo que menos controla son las prendas del armario.
Por suerte, en esta tierra del piedemonte del lado septentrional de la Sierra del Guadarrama, también hay verano. A los escasos habitantes del planeta que aún no han visitado Segovia durante el estío, conviene recordarles que aunque el calor no sea pavoroso, tampoco es que se esté como junto a una playa, acariciado por la suave brisa marítima. El caso es que sucede que durante unos meses (unos años más, otros menos) las camisas de invierno, disfrutan de un merecido descanso tras el duro trabajo de ocho meses continuados, al menos. Ocho meses de tener que soportar mi piel, de ser usadas, sudadas, contaminadas por nicotina, por humos de tubos de escape, por olores de fritangas de los bares, y por otros accidentes o descuidos de su amo y señor, que mejor no especificaré. Ocho meses en los que tienen que pasar por la tortura de una colada y el posterior suplicio de una plancha. ¿Alguien imagina permanecer zambullido durante una hora dando vueltas bajo el agua jabonosa de un detergente y mezclado con otro tipo de prendas que prefiero no enumerar? Aún peor, qué digo peor, muchísimo peor: ¿Alguien se imagina que los famosos ‘lifting’ por los que suspiran las actrices y modelos consistieran en tumbarse en una camilla y soportar el paso de un metal incandescente a unos tropecientos mil grados que, por si fuera poco lo anterior, arroja vapor a presión como la policía antidisturbios durante las manifestaciones no autorizadas?
Sin embargo, este escribidor maltrata a sus fieles servidoras las camisas, o eso es lo que deduzco, con lógica aplastante, tras descubrir la rebelión que se ha producido en el armario, y que por suerte parece haber sido sofocada a tiempo.
Una avanzadilla del ejército invernal, como recordarán todos ustedes, recorrió veloz buena parte de la Península Ibérica hace tres semanas, más o menos. Al igual que millones de familias y con total resignación, este escribidor, decidió entonces convocar a consultas a las camisas de invierno para ver cómo se planteaba el convenio colectivo para el próximo ejercicio, que, de hecho ya ha comenzado y se supone concluirá en junio, aunque a nadie le importaría que lo hiciera antes.
Uno está resignado a su suerte, es evidente, y como siempre sucede entre patronal y sindicatos, las reuniones son más o menos largas y al final se logra un acuerdo más o menos beneficioso para ambas partes. Como cada año, la petición de las camisas es la de incremento en la plantilla, pues alguna requiere de jubilación, y otras exigen cierta reducción en la jornada laboral que se traduce generalmente en más días de asueto. Es sabido por todos que las camisas dedican el ocio a conversar entre sí en los armarios. Intuyo que este año, las camisas, al enterarse de la situación de crisis económica que viven los países desarrollados en general y España en particular, han adivinado que la intención de la patronal era aguantar con la plantilla tal y como estaba y si acaso admitir algún regalo, allá cuando las rebajas permitan sonreír a los bolsillos.
Y no, han dicho. Hasta ahí podían llegar. El caso es que no han dejado muchas pruebas, o yo no las he visto, pero todos conocen ya la hipermetropía del escribidor. En fin, que antes de tener tiempo de sentarme a negociar descubrí con pavor que todas ellas han sufrido un estrechamiento ventral. Se habían rebelado como verdaderos corsarios bien adoctrinadas por las más viejas del lugar (que pagaron cara su rebeldía, hasta ahí podíamos llegar, y fueron enterradas en la basura sin más contemplaciones), y salvo unas pocas, todas prefirieron amputarse unos centímetros de tela a tener que soportar la carga de trabajo que se les avecinaba, sin alivio previsible.
Alguna, quizá más convencida que las demás acerca de la nobleza de su causa, ha llegado a situaciones extremas, que han obligado su ingreso hospitalario por una larga temporada. El médico de la empresa ha diagnosticado una convalecencia de tres o cuatro meses, pero ha reconocido al escribidor que el enfermo tiene muy mala pinta y no ve excesivas oportunidades de salir con vida tras esta aventura tan arriesgada, que más parece ‘autocamisicidio’.
Tras los primeros momentos de incertidumbre, y con la promesa del refuerzo de la plantilla, y habiendo aceptado las representantes sindicales el destierro al averno de las lideresas del motín, se ha llegado a un pacto, por el que en el menos tiempo posible, serán ellas las que se alimenten con platos suculentos y ricos en calorías para ver si les aumenta un poco los centímetros de cintura, y yo seré quien haga ejercicio para que me disminuyan los centímetros de la mía, de tal manera que se produzca el encuentro equilibrado de cinturas en un tiempo prudencial. El médico ha sido tajante y no admite disculpas, y ha prescrito un paseo diario de un par de horas a buen ritmo, entendiendo por tal el que suponga una frecuencia de paso lo suficientemente rápida como para que los poros de la piel consigan humedecerse.
Le cuento estas cosas a Marián y no me cree, opina simplemente que he engordado unos kilos durante el verano por culpa de mi sedentarismo. Le echa la culpa a estos afanes literarios. Se lo explico y no me termina de creer. No le convence la teoría del motín dentro del armario. Me mira como si le diera lástima, como si pensara que me aproximo a alguna demencia. Pero yo estoy convencido de que no. Estoy seguro que se rebelaron las camisas y organizaron una revolución de amplias consecuencias, incluso literarias, todo para tener menos trabajo este año, las muy zánganas.
45 comentarios:
¡Bendito sea Dioxxx!...
Llevo media hora a carcajadas...con decirte que se ha despertado el perro, que estaba dormidito y roncando en mi cama, el muy lagarto, añado...bueno pues eso, que llevo media hora riéndome, hijo...
Conste que tus medidas me parecen muy civilizadas y conscientes de la "responsabilidad que como patrón te compete sobre tus camisas"...
Eso sí; yo les propondría también un pequeño acuerdo sobre las horas de trabajo semanales; repartir la jornada laboral entre ellas; y evitar que algunas se sientan discriminadas; eso fomentaría que no hubiera tanta rebeldía...
Besazo mirando mis propias camisas con cierto recelo...
Alena Collar
Haces bien en mirar con recelo a tus propias camisas, porque sus tácticas son de toda laya. Algunos grupos, según me han dicho, hacen lo contrario y les da por comer golosinas y chocolate (¡cuidado con el chocolate, que ha provocado un problema de alcoba nada menos que la presidencia de la República Francesa!) hasta expandirse de tal modo que su usuari@ y legítim@ propietari@ no puede usarlas porque se sale de ellas.
Si es lo que digo yo, unas zánganas, que son unas zánganas.
¡Qué bueno, Amando!
Me he reído a gusto. Pues sí que es dificil lidiar con ellas!
A ver si hay suerte y se compromenten realmente a lo pactado y tal vez la patronal pueda reducir en parte los kilómetros prescritos.
¿No os parece que es el tipo de artículo para una primera o última página en un semanal?
Yo es que lo veo, lo veo, vamos lo estoy viendo...
Besos, ahora sí, llenos de sonrisas, escribidor.
Perdona Amando, just a question: Cateherine, recibiste mi mail?
Más besos.
Isolda:
Pues con esa propuesta, el acuerdo sindical sería imposible, completamente.
JAjajjajajaj, ¡¡no al estrechamiento ventral!!
S.C
Y eso que las liposucciones no las financia la seguridad social.
!Si es que hasta las camisas marca Amando salen del armario! !Pero a dónde vamos a llegar!
Gracias a Zeus que yo ya estaba avisada del tema. Lo hablamos el escribidor y yo ayer, mientras nos tomábamos unos culines (lights, of course) en horas laborales (shhh).
Ya le dije, que no escribiera tanto, que no se tomara la literatura como una fórmula vital, sino como un "hobbit"(Frodo, mesmamente), trasgo, o Unicornio Azul perdido y hallado en Euritmia.
Pero veo que no se nos logra.Debe llevar tinta en las venas y musas en el corazón.
Las camisas están en guerra y vas a tener que ganártelas a pulso, osea haciendo pesas.Sólo así podrás derrotarlas porque, Diosbendito que nos oiga, mira que son tozudas (cuando fruncen ceño son terroríficas).
Si acaso, prueba a ponerte delante de ellas de rodillas, en actitud suplicante, rogando, suplicando...a ver si así ensanchan, las muy...
Y si no, siempre nos quedará el lema del Intermedio del Gran(de) Wyoming contra la creciente obesidad y sobrepeso en nuestra querida "!!Ehpania!!" (Juan Carlos de Borbón, sic):
"Si te sientes gordo...compra camisas amplias"(y que se jo...las otras).
Pero, no te apures, querido poeta, soy solidaria, y como siga yo con este reposo impuesto desde galénicas instancias voy a acabar como la foca monje del Canadá, o el manatí argentino, que es más simpaticón, si cabe.
!Animo y a darle a la suela!(vidia me das, joder).
Besos light
Pilar en su Pecer(ita).
Pilar
¿Dó vióse, Sirena sumergida en el territorio de Poseidón, que el dueño y señor de sus prendas arrodíllese, ruegue e implore, cual pecador arrepentido...?
Dicho lo cual a modo de exhabrupto, seguiré tu consejo y haré lo que dices.
vaya ya veo que no sólo los comentaristas se rebelan parecen camisas una azul Pilar, otra ocre María A, una con topos Alena, una rota y usada la "yo", una asatinada Cathérina una flamenca con volantes Pepe, otra más chica y cn plieguecillos en lugar de volantes más mejicana en suma o más viajada el Goncé con acento y sus Reyes, otra de buen tinte a cuadros Ferran, una color paja Beatriz, una negra con chaqueta blanca Gaspard, gris con antenas la de Neuro, muy discreta la de Javier, y Susan de vacaciones sin camisa me falta una camisa....!
Maririú:
La mía, la mía, te falta la única que no se ha rebelado, la única que se ha revelado como insustituible, la que más trabaja, la verde, la verde del color de la esperanza.
Las camisas con contrato fijo discontinuo son poco inteligentes: ya tienen una indemnización por lavado de 45 días por año planchado, así que deberían pedir que se explote la tela de camisas jóvenes, con etiqueta universitaria, sujetados con alfiler de contrato temporal. O, como mucho, un contrato de relevo hasta enero. Eso es ser una camisa revolucionaria...
A mí el color de la camisa me da igual, Maririu. Mientras estén hechas a la talla, bien planchadas y con unos cuellos como Dios manda. Iba a comprarme el fin de semana pasado una negra de Burberry, otra vez será. Esta semana ha habido los desfiles-espectáculo para la nueva temporada. Lagerfeld está un poco chiflado, pero las suyas (sus camisas) son las mejores.
Gaspard:
Hay reclamos de todo tipo, y no pensé que utilizarías las camisas de este modo... Para lo que dan las telas.
en el concierto de Barenboïm anunciaste ir vestido así, ya sé que luego... cambiaste pero no he querido inventar Gaspard, sabía que disentirías si lo hacía y no lo he impedido pero Lagerfeld me gusta espero que no te pongas el cuello alto de collaríncomo el suyo, pero una camisa blanca impoluta si caballero.
Amando y ¿no le pones adornos a la mía?
Maririú
La tuya tiene todos los colores del arcoiris, aunque su uso -como bien dices- parece haberla desgastado.
Pero un pájaro alpino me contó, mientras la lluvia regaba Euritmia, que hay mucho color, mucha intensidad en tus camisas, será que la distancia empaña algunas cosas.
Siempre las visto en una línea austera y clásica, pero muy intensas, muy directas, muy poco matizadas.
Me muero de risa no sòlo con el articulo de Amando sino también con el estilo de los comentaristas y Maririu que nos viste para el invierno (habiller pour l'hiver, qué serà en castellano?).Cuidado con los pantalones que podrìan empezar una huelga dentre poco. A pasear! el escribidor que el aire fresquito te inspira.
Motin en mi mailbox? nada de Isolda.
Catherine
La verdad es que el ejercicio me inspira, sí, es cierto.
De los pantalones prefiero ni hablar. Eso más que un artículo de contraportada es un relato... de terror.
No, por favor, el collarín no. Por eso decía que el señor ese está chiflado. Donde esté un jersey de cuello alto, o un sweater, que se quite lo demás...
¿A quien no se le ha puesto alguna vez las camisas y los pantalones de huelga? Hace años las mías me obligaron a ir a un endocrino y este me recomendó la dieta del “cucurucho” comer poco y andar mucho.
Un abrazo.
Maririu, muy bueno.
Pero qué bueno Amando! me he reído con ganas, yo también tengo un relato por ahí, en la que el ropero tiene vida propia, jajajajaj.
Mil besos
Marian
Ay..que me ha tocado la camisa azul,como la de Falange!!!
¿No podría ser rosa, Maririu?
Todos geniales de verdad.
Pepe, vaya dieta con trampa...!Yo creía que eran helados!!Me apuntaba ya!
Amando, no seas tan exagerado que van a pensar que eres el primo de Obélix.
Venga...no te lo pienses, ponte un chubasquero y date un voltio por mí, tu que puedes.
Besos inmensos para tod@s.
Pilar en Euritmia.
no azul como el mar y las sirenas, Pilar, pero si prefieres el rosa del salmonete vale
Pepe Gonce:
Por lo que veo hay armarios más revolucionarios que los míos. ¿En tu caso tuvieron que intervenir las fuerzas armadas, nada menos?
Terrible, terrible. Pero por lo que vemos, Flamenco Rojo venció, lo cual es un ánimo para este pobre escribidor atribulado, y con dolor de piernas :)...
Marian Ramentol:
Uno escribe pensando en originalidades y todo el mundo ha pasado por el mismo trance. Es broma. Muchas gracias por tus palabras... y por tus risas. Se trataba de eso.
Pilar:
Vengo con el oxígeno flotando por todo mis venas. Espero que se note más tarde. Buen paseo. Mucho aire. No me ha pillado la lluvia por poco.
Las camisas en sus trece. Brrr...
A mí no me extrañó lo del color azul. Ya sé que puestas juntas dos palabras en según qué partes del mundo adquieren connotaciones peligrosas, pero yo recordé el mar, el cielo, incluso tu imagen en esta brasserie está dominada por el azul, aunque es cierto que el rosa también abunda.
¿Habéis visto las "camisas solidarias" de Coelho, en ELPAIS.com? Horrorosas, me parecen a mí. Sean de Mango o de Kiwi, horrorosas.
Me voy a poner una chaqueta sobre la camisa para salir a tomar el aire, que falta me hace. Quiero ver la Torre, que está al rojo vivo, he leído.
Gaspard:
¿Y qué pasa en la Torre?
Todos "preocupaos" con don Gaspard, que se ha ido a la Torre, y no sabemos qué pasa en la Torre...
¿Habrá camisas manifestándose?...
Huy, eso ha "sonado" muy mal...( es broma, es broma,es broma, por san Honofre, es broma...)
Maririu; no se yo si tengo camisa con topos, topos en camisa o ando descamisada y por eso vienen los topos...
Alena Collar
Supongo que lo de la Torre nos lo explicarán más tarde, o mañana.
Si se trata de alguna manifestación, aunque no sea de camisas, esperemos que los manifestantes lleven camisa o sweater al menos, si no Gaspard les echará una filípica acerca del arte del buen vestir.
Azules: los pijamas de Sir Munro, gentleman escocés. "hasta sus pijamas son azules" decìa su mujer para demostrarme que era un tory de verdad.
Rojos: unos que mi marido se habìa comprado y sus amigos le decìan que el color rojo significa voluntad de poderio.
Bueno, la huelga de los pijamas no es grave.
A nadie le tocò la camisa roja garibaldiena.
Qué tal la Torre roja?
Catherine
Pues debió ser mi subconsciente, pero yo se la adjudiqué a Pepe que aquí se presenta como Flamenco Rojo. Y releo lo escrito por Maririú, y no hay tal, efectivamente. Pero se la merece, sin duda.
Mis camisas, se han aliado con los pantalones y alguna que otra falda…Ahí están… dicen que no las he atendido debidamente, que preferí los vestidos -esos que resaltan mis michelines,según ellas- y que soy una desagradecida. Están en pleno ataque de cuernos, vamos… Hasta me acusan de haberme aliado con el jamón de Guijuelo, para no hacer uso de ellas.
Por más que les he reconocido su valía, insisten en que me he portado mal, muy mal con medio ropero… Y dicen que se largan con R’himo… Intento que comprendan que, con la que está cayendo –hoy 30º- deberían ser un poco más tolerantes conmigo, que creo haberlas tratado siempre con el debido respeto, que he procurado cuidarlas y no ofenderlas, que he procurado lucirlas, pero no hay manera… Hasta las he aromatizado con mi mejor perfume, ni así… Anoche les prometí ir a la piscina y ni por esas…
Si no fuera por las blusas blancas, y las rojas, que me son fieles, tendria que vestirme con un saco… Ya tengo asumido que se irán con la querida R’himo y las disfrutarán sus hijas. ¡Así es la vida! Abrazos africanos.
María A:
Al menos han encontrado su camino, no el destino de otras.
¿No será que R'himo ha negociado con ellas mejor que tú? Me temo que deberías vigilar más tus camisas, han pactado con ella un aumento salarial, fijo. Esto ha sido un claro caso de fichaje por dinero, no por amor a los colores del club. Sin duda.
Amando, no, que R'himo también ha intentado dialogar con ellas, pero que no se dejan. Y los pantalones y las faldas, hasta ¡un viejo camisón! asomó por el cajón para darme caña... todos dicen que sienten lo mismo, que ya no pueden contener tanto desprecio. Y yo empiezo a pensar que puede que sean más felices con las hijas de R'himo, que al ser más jóvenes y apuestas, las van a lucir mejor. Creo que voy a decirles que vale, que hagan lo que quieran. Lo del jamón y otras delicatessem, que no fritangas, se lo he reconocido, pero les he recordado que eran conocedoras de mi afición por la cocina y que las vacaciones son muy malas pues cocino para mi gente y,claro, yo tengo que probar si las cosas están en su punto...Pero nada, tiro la toalla. Lo que me duele es que sean tan inflexibles. Más abrazos africanos.
Que imaginación Amando y que bien las ideas surgidas al hilo de tu entrada de hoy. Me he conectado hace un rato y es una Buena forma de terminar el día, con sesión de risoterapia.
Maririu, a mi si me gustan las camisas discretitas.
Pepe, yo hago a medias la dieta del cucurucho, ando mucho y como más, al menos en verano. En mi caso creo que la patronal debe ser dura pese a quien pese y la única solución pasa por plantear o mejor imponer un E.R.E., ya que un cierre (del molino) podría ser a corto plazo nefasto y trágico.
María A
Nos quedamos más tranquilos, aunque lo sintamos por ti. Ay las vacaciones...
Javier
Discretas o no son bien elegantes. Y en tu caso, por lo que voy sabiendo más que una patronal dura, se trata de una patronal implicada con la tarea de los trabajadores.
Abrazos.
Ah pues no puse que era roja la camisa con volantes de Pepe pero era roja.
La Torre para un señor que vive a dos pasos del Trocadero (buscad paris.fr) ¿qué torre puede ser? y con mayúscula os lo escribo en francés Tour no... sí... ya... un ingeniero... empieza por E...
Parece ser que la han vestido de nuevo este año, no sé si se trata de la pintura ante oxidante o de la iluminación.
Estoy muy atrasada el lunes me enteré que en junio Sarko había cambiado el gobierno en junio, sí en JUNIO y yo me pregunté el otro día en Tortosa por qué hablaban de ministro a Fréderic Mitterand... y no es Alzemheir.
Al volver de mi paseo por Montparnasse me decía en el autobús que primero buscaría la definición de "austera" y luego te escribiría que soy austera con los principios, con el trabajo, y sencilla en los gustos pero para lo demás ...
y no sé si austera es la palabra porque no la he buscado...
buenas noches
La Torre es la Infiel, que se vista de rojo. Parece un anuncio de El Corte Inglés, pero no: http://www.saisondelaturquie.fr/la-tour-eiffel-aux-couleurs-de-la.html Me he sentado tranquilamente para verla, pero hay demasiada gente, con camisa y sin ella. Supongo que los carteristas hacen su agosto y su octubre con tanta gente embelasada, mirándola, pero no se dice nada para que la gente siga acudiendo. Esos vendedores ambulantes que ponen las baratijas sobre pañuelos en el suelo y se miran entre ellos... Me estaré volviendo paranoico.
La Torre está roja por la Saison de Turquía. Y he conseguido la novela de Pamuk, no en francés, que todavía no está, sino en español. No me preguntes, Maririu: son chanchullos con los contactos de contrabando literario de fronteras. Me está gustando mucho, y gracias a Amando, que un día me intrigó con el escritor turco.
Maririú
Austero en el sentido de sencillez, moderación, buena crianza, sin alardes. Segunda acepción del diccionario de la RAE. No vayamos a liarla ahora, que los diccionarios es lo que tienen: todo y no distinguen sobre la carga de lo que dicen.
También habría que decir algo de los diccionarios algún día.
Gaspard
Sabía yo que no pararías hasta dar con la novela, aún en tu convalecencia, que, por lo que veo va viento en popa.
¿A veces no te ha pasado que una mancha en la camisa también se rebele?. Es horrible, hace causa común con ella y te dá el día.
isabel sacristán
Sí también es verdad; pero la diferencia es que salvo en algún caso en que la camisa va hacia la mancha (a mí me sucede con demasiada frecuencia, porque mis camisas son bastante díscolas, como has observado), son las manchas las que incitan a las camisas. Y claro ahí no se puede hacer mucho, salvo un duro castigo: colada y planchado extra.
Muy bueno, jajaja, divertidisimo, a mi me pasa lo mismito, mismito, solo que yo no dialogo, hacen conmigo lo que quieren, camisas, blusas, pantalones, etc, etc, por eso mi armario no crece, porque... no paro de crecer, jajaajajaj.
A mi me han aconsejado la bicicleta, besotes.
Evaasecas
No, si por mucho que dialogue me da lo mismo, ellas hacen su santa voluntad. Aunque he conseguido traer al redil a dos, con otras no puedo, no puedo...
En fin, será que estamos en época de crecer... :)
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