Las luces habían cerrado sus párpados lechosos. El silencio tibio respiraba entre las paredes y los marcos de los cuadros. Como cada medianoche, antes de acostarse, ella abría despacio y con sigilo las puertas de los dos dormitorios donde sus hijos soñaban, recogía los últimos restos de sus juegos, el último calcetín desparejado, el cuaderno arrumbado en bajo una silla, y besaba tenuemente su frente, después de haber alisado con ternura el embozo de la sábana. De vuelta al salón doblaba el periódico que él había dejado abierto por la página de deportes, la única que había leído en el descanso del partido, antes de quedarse dormido, mientras ella relataba el último comentario de la vecina del quinto sobre los jóvenes inquilinos del tercero, vació el cenicero y llevó al fregadero los vasos donde habían compartido la última cerveza.
Se asomó por la ventana, era el último gesto de cada jornada, justo antes de meterse en la cama. Extenuada, contempló la luz de la luna que se tornaba sábana blanquinosa del planeta. Al acostarse junto a él, que ya dormía en brazos de un gol imposible, sus labios se convirtieron en ala de mariposa que rozó su mejilla de lija.
Antes de formar parte del coro de latidos de la noche, como un vaivén de marea, le llegaba el suave oleaje de los recuerdos de su jornada: a las seis de la mañana el vapor de la ducha matinal, el olor del café recién hecho, el ruido de la maquinilla de afeitar, una cucharilla que cayó con estrépito al suelo, ‘Vas a despertar a los niños’, una sonrisa que aún sabía a sueño, ‘¿No se te olvida algo?, el primer beso que siempre sabía a clorofila y café lejano, duermevela matinal dentro de la cama vacía y aún cálida, el primer rayo de sol sobre el párpado izquierdo, gritos y risas infantiles, ‘¡Niños, daos prisa que llegamos tarde!’, una parada en la pescadería, otra en la frutería, luego en la panadería, el periódico en el quiosco, charla con Eladio y Palmira en el portal, esa canción tan vieja, que inopinadamente pusieron los de la radio y se le quedó prendida de la memoria todo el día, los niños protestando porque el pescado y la verdura no les gustan… La llegada de él, acabado el turno de la mañana, agotado, silencioso, con las manos aún olorosas a los tornillos de fábrica, ronquidos de sofá sobre el sonido de las palabras de un libro que no le importa casi nada, ‘Tienes que ir a por los niños’, cambiarse de ropa y salir a mecerse en la última brisa de la tarde, la merienda que, en su recuerdo, aún sabe a mantequilla y azúcar, los dibujos animados, los baños de los peques, 'No me gusta, mamá', '¿Otra vez fútbol?', la película, pues él no se ha enterado de que su equipo aún juega la segunda parte … Al tiempo de alistarse en el ejército de los sueños, atisba que la felicidad quizá se parezca mucho al silencio tibio de una casa que dormita.
22 comentarios:
¿Rutina?
No, por favor, llamémosle castigo puro y duro.
Que los hijos sueñen ya es un alivio.
Ventana indiscreta:
Es el mejor alivio.
Amando, hoy dice mucho más el título que el texto. Lo que no es óbice para que esté maravillosamente descrito ese día en particular.
Silencio tibio? Difícil, o arropa o desangela.
Besos de silencio envolvente.
Isolda:
Las noches tibias, cubiertos por el leve peso del cariño son cálidas y permiten la recuperación de los esfuerzos.
Será porque yo nunca he tenido la oportunidad de experimentar ese silencio tibio..pero a mí me parece un relato maravilloso, aunque se puedan sacar no pocas conclusiones del texto...
Aquí estoy ahora con un silencio extraño...son casi 200, están en clase y ¡ni un ruido!Se oye el ruido que produce la brisa del viento y el movimiento de las ramas de los árboles centenarios..¡Increíble! en media hora, se rompe: empieza el recreo... Abrazos africanos.
María A:
¿En un instituto silencio...?
En la Península creo que sería imposible.
Esos momentos...cuando damos por finalizado el día, esa paz, esa rememoración...
Un texto que arropa...
Por los pelos...por aquí arriba justificando subvenciones y con agua al cuello, nunca mejor dicho. Glub.
Precioso e idílico relato. Me emocionó. Supongo que a muchas madres de familia, como yo, la escena cotidiana le habrá sonado muy familiar. En mi caso, desde luego, salvo por un detalle. !La cerveza compartida!...!nunca!
En realidad, la vida cotidiana no es tan literaria. Hoy hablaba con Ratoncita precisamnte de los horrores que padecen muchas familias dónde hay malos tratos, tanto a los hijos como a las mujeres.Eso es un infierno que debe acabar, y en casi todos los casos provocado por el alcohol y las drogas.Esa horrible vida deja secuelas patológicas en las víctimas, de por vida. Entre otras cosas la falta de empátía para ponerse en la piel de otro que sufre.
Va. Ya estoy con el rollo.
Que me ha encantado el post. Mira..si el padre de familia hubiera sido granjero hasta se podría haber llamado Charles Ingalls...
Por cierto...¿te has encontrado ya?
Besos llenos de memorias e informes
Pilar en su Pecera.
pd.- Ratoncita dí algo en tu nombre, anda.
pd.-1.- Perdonad las posibles faltas tipográficas e incluso ortográficas. Voy a cien.
Pd.- 2.- ¿Donde está mi Flamenco?
'Extenuada, contempló la luz de la luna que se tornaba sábana blanquinosa del planeta.'
Uno no estaría para lunas después de tanto curro. Ahora viene el dardo, Amando: lo de 'sábana blanquinosa', ¿te ha salido así como así?
El verdadero flamenco está aquí, en esta seguirilla cantada por Carmen Linares y al toque fino, fino Miguel Ángel Cortés.
http://www.goear.com/listen/febbb71/Media-vida-miguel-angel-cortes
A la luna, le dije
a la luna, la del alto cielo
que me llevara siquiera
un ratito
con mi compañero.
De parte de Tempero
Delgaducho
Como arropan las caricias, las sábanas y los besos silencioosos
Pilar:
En tu caso, habría que poner, entonces algo así, como recogiendo los vasos donde cada uno disfrutó de su cerveza... (¿mejor?)
Por una vez permíteme no ser feroz, aunque es verdad que la realidad es muy, muy brutal.
No, no me he encontrado, ni siquiera figuro donde debería. Así cómo aspirar a nada...
Tempero:
Después de tanto curro, siempre hay un momento para desmigar el úlitmo pedazo de cariño.
Se me ocurrió así, sin más...
La palabra la había descubierto en un post de Alena Collar, y me encantó. Lo demás fue sencillo.
Parece que mirar por la ventana siempre nos ha de descubrir algo nuevo, pero el día en que nos damos cuenta de que lo nuevo somos nosotros mirando por la ventana... ese día el gris se materializa.
Un abracísimo
Marian
Me pregunto si alguna vez nos hemos parado a pensar en el perfil curricular tan completo y variado que se le demanda a un ama de casa.
Tu relato, amigo, me recuerda un día cualquiera de mi madre en mi infancia…la única diferencia que puedo encontrar es que cuando ella terminaba el día no le quedaban fuerza ni para asomarse a la ventana.
...Ama de casa tan sólo
dice la ficha del censo.
Y agregarle no he querido,
que también he sido novia,
esposa, doctora, amiga;
maestra de economía,
promotora de ilusiones
e impulsora de victorias...
Rosina Guerrero
Un abrazo
Pepe Gonce
Ahora regreso... Sí Amando, aunque parezca increíble, esta mañana hubo silencio total en el centro...Todos/as en sus clases. Ni un alumno "escapado" por los jardines. Hasta llegué a pensar que algo estaba ocurriendo. El timbre del recreo, nos devolvió a la realidad: las risas, las carreras para pillar el mejor balón, los paseítos de los "enamorados"... Una delicia. El resto del día, transcurrió con algún que otro sobresalto, propio del lugar y el momento que vivimos, que ya se relatará en su momento. Y esta tarde, mis chicas de baloncesto aceptaron el reto de los chicos y han jugado contra los chicarrones. Casi les ganan...Puede parecer una tontería esto que cuento, pero no sabéis lo que supone aquí, la carga simbólica que tiene. Bueno, permitidme que por una semanita, traslade la sede al otro lado del Atlántico: el sábado me voy a Costa Rica". Aprovecho las vacaciones de otoño para acompañar al historiador y disfrutar un poco del café -prometo tomarme uno a la salud de cada uno de ustedes-; los volcanes, los colores, la cocina, los museos y lo que haga falta. Espero poder enviaros alguna crónica desde allí...Y tal vez alguna foto al flamenco o al escribidor... Pero,todo ello, sin ánimo de dar envidia, que quede claro, sino de compartir. Y ahora me voy a hacer la maleta...son 5 minutos, que ya se hace sola. Besos africanos.
Hola Amando: Tu relato de hoy bien pudiera ser mi viografía criando y educando a nuestros cinco hijos, que hoy son mi más preciado tesoro. Se asemeja mucho. es un placer leerte. Unbeso. Y se feliz.
Un saludo muy cordial a todos/as las/os contertulios.
Marian Ramentol:
Es que las ventanas son el escaparate de la vida, pero la ventana a través de la que menos miramos, está hacia dentro, por eso la verdadera novedad somos nosotros, nuestros ojos.
Besos
Flamenco Rojo (Pepe Gonce):
Siempre me ha impresionado la capacidad de las mujeres para esa entrega, para esa dedicación, para tener siempre presente todo lo que palpita a su alrededor.
Vergüenza para muchos varones debería producirnos ese curriculum al que te refieres. Y sin embargo se presume en muchos sitios de lo contrario.
Pero no iba por ahí la idea, al menos la primera, sino para resaltar o ensalzar lo cotidiano, lo habitual... Reflejar, aunque sea con leve pinceladas, que en lo cotidiano también puede haber, de hecho hay vidas que pueden relatarse.
María A:
Pues ya nos escribirás las crónicas costaricenses, y aunque no quieras nos darás envidia.
Lo del partido de baloncesto me parece genial, y que casi ganaran ellas, me parece más genial aún.
A mí no me parece ninguna bobaga, al contrario. Si sostengo lo que he dicho más arriba, en otras culturas creo que es más demoledora aún la injusticia y esa consideración de ser inferior a las mujeres. Así que...
Marina Fligueira:
Sí, no ha de extrañarte Marina, verte reflejada en este texto. Vuestra generación vivió de ese modo. La biografía de la mayoría de mujeres con cierta edad -salvo por algunos detalles contemporáneos que he puesto a propósito- tiene esa misma línea argumental... Y no es ocioso, ni casual que lo haya escrito anoche y lo haya publicado hoy.
En absoluto.
Durante este mes venimos haciéndonos eco en esta brasserie de los avances de la edición de "Estampaciones", último libro de nuestra contertulia Alena Collar. Pues bien, señoras y señores, tengo el placer de comunicarles que por fin ha salido del horno.
Que nuestro editor más zurdo, a través de su sello, POLICARBONADOS (¿a que mola, Mariano?), lo tiene a la venta en La Clandestina. Aquí más datos.
No es que sea obligatorio, claro, pero no está de más su lectura. Casi seguro. Digo yo, vamos.
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