Concluye así Felipe Benítez Reyes sus palabras en el librito
conmemorativo del IV Día Internacional dela Poesía de Segovia:
«Y, a la vuelta de
los años, a la vuelta de los libros, relee uno lo escrito y —al margen de su
grado de valor— encuentra un sentido inesperado a todo ese afán, a todas esas
palabras ordenadas: la poesía como la nostalgia inconcreta de uno mismo. la
poesía como el mensaje embotellado de un náufrago que el capricho de la marea
devuelve a la misma orilla. La poesía como una relectura de la propia vida,
transformada ya en una leve ficción y ajena al tiempo, acogida a un melancólico
simulacro de eternidad, mientras la vida pasa.»
Por su parte, Carlos Marzal se pregunta, entre otras cosas:
«¿Es el poeta, y
mucho más el poeta inspirado, un artista que procede por visiones: un artista
que las padece, que la recrea, que las interpreta y las produce en los demás,
que las contagia? ¿Podemos referirnos al artista, al poeta, como tantas veces
se ha hecho y denominarlo visionario?»
Efectivamente, el sábado pasado tuve la enorme dicha de gozar de
otro memorable día de celebración de la poesía. En esta ocasión he participado
como mero acompañante, casi como una adherencia a la jornada, a toda la jornada.
Por la mañana, y durante un par de horas, el paseo por la ciudad
en el que Jesús Pastor nos fue llevando por rincones donde abrevamos traguitos
de literatura, allá donde hay una huella de un escritor o de su obra en esta
ciudad de luz precisa: Cervantes, el Arcipreste, María Zambrano, Azorín, Ramón
Ayerra, Andrés Laguna, Jerónimo Alcalá Yáñez, el Marqués de Lozoya, José Rodao,
Alfredo Marqueríe, Quevedo, Rubén Darío, Ramón Gómez de la Serna, santa Teresa
de Jesús, san Juan de la Cruz, Antonio Machado…
Más tarde, y tras la foto de grupo, la comida que compartí en la
misma mesa con Esperanza —cuyo poema resultó elegido como ganador tras votación
de los propios seleccionados—, Pepe, Milagros, Eva, Idoia, Luis, Jorge, Mónica.
Comida en que comprobé una vez más que la emoción es el surco predilecto de la
poesía, pues emocionante es el poema de Esperanza. Y emocionante fue su
reacción de sorpresa cuando supo que su poema, La cal, había llamado la atención de sus compañeros, lo que por
otra parte no me extrañó cuando lo pude leer. Así arranca:
«Hoy no escalé los árboles, padre mío,
las hormigas movían largos senderos verdes
y los musgos dolían con voz de vegetal,
ya sé que hoy hace sol y se seca la grama;
pero no pude hacerlo y me vestí de blanco (…)»
(La cal —fragmento— de María Esperanza Párraga Granados)
las hormigas movían largos senderos verdes
y los musgos dolían con voz de vegetal,
ya sé que hoy hace sol y se seca la grama;
pero no pude hacerlo y me vestí de blanco (…)»
(La cal —fragmento— de María Esperanza Párraga Granados)
Y a continuación, la preparación de la sala para el acto aunque
lo mejor fue la charla con María Jesús —tan entrañable y sincera—. Y cómo no,
el propio recital.
No conozco cómo funcionan otros actos que se dispersan por las
distintas geografías del mundo para conmemorar esta jornada que nació
auspiciada por la UNESCO. Lo que sé es que en Segovia se celebra, es decir, se
festeja. Al menos para mí, pues, es un día de fiesta —como acabo de relatar— que
gracias a Norberto García Herranz (alma del evento más que organizador, aunque
esto último lo haga con total acierto y dedicación altruista) ya forma parte de
mi calendario particular.
Ni siquiera me importa no ser seleccionado, como sucedió el año
pasado, o no presentarme como éste, en que la sequedad de la inspiración, por
diversos motivos que no vienen al caso, me impidió trazar un solo verso. Es
igual. Siempre y cuando Norberto quiera, participaré, porque este día me sirve
para conocer o reencontrarme con otros poetas que sufren de un mal parecido al
que a mí me aqueja, aunque uno sea mero aprendiz, constante aprendiz,
incansable aprendiz.
¿Hay mejor modo de celebrar la poesía que reuniendo a un grupo
de poetas para que a modo de muestrario ofrezcan a quien quiera participar una
amplia gama de poemas?
Una de las cosas que más me ha llamado la atención los cuatro
años, es que el recital en que cada poeta lee su poema no es un acto en que los
espectadores escaseen. Por el contrario, me sorprende que, a pesar de lo que se
pueda sospechar a priori, la poesía atrae a un público muy variado.
Antes de ser atrapado por los versos de los participantes, me
preguntaba ¿qué busca un lector de poesía? Sé que es una pregunta de imposible
respuesta. Si se hace casi utópico encontrar la razón por la que uno escribe un
verso, se me antoja más quimérico aún desentrañar la razón por la cual alguien
prefiere sumergirse en un libro de poemas.
Sin embargo ahí están los lectores u oyentes. Pocos —muy pocos—
comparados con los espectadores de un partido de fútbol, o de un concierto de
una estrella del pop, pero ahí están (o estamos) incansables, silenciosos,
acaso un poco solitarios.
Y al fondo, siempre al fondo, además del recuerdo de una jornada
muy agradable, la emoción que late en los versos, incluso en aquellos de
apariencia más satírica o ácida.
Acabando el recital, uno de los mayores forofos de la poesía en
Segovia me decía que hoy en día hay muchas personas que escriben bien y están
muy bien preparados, y no sólo en literatura, sino en cualquier disciplina
artística. Probablemente sea cierto. Siempre he sostenido que la mejor garantía
de que aparezca un grupo de poetas verdaderamente descollantes es que la base
sea muy amplia. Y con esa idea optimista, como un faro en mitad de la
oscuridad, salí del acto.
Había concluido el recital, o lo que es lo mismo, había
concluido la jornada. La lluvia abrochaba la tarde con su canto como un collar
líquido y de vocación fluvial. En mí resonaban tantos versos, tantos acentos,
tantas formas de decir… Y, sin embargo, en todas ellas había algo común, había
una suerte de identidad que las hermanaba. Y no, no es el idioma, que no es más
—ni menos— que el cauce por donde transitan, sino el ansia de buscar la esencia
de lo humano. Es el ser humano en sus múltiples facetas quien arde en cada uno
de los poemas que dan forma al libro, y seguro que es el mismo fuego que
crepitaba en el resto de poemas presentados para el acontecimiento y que al
final no fueron seleccionados.
Me preguntaba, mientras bajaba las escaleras del Palacio de
Quintanar, a la búsqueda de David Benedicte para compartir charla y cigarrillo,
¿qué importancia tiene un estilo u otro? A veces se pontifica en exceso sobre
el valor de un tipo de poesía sobre otro: los versos libres, los versos
blancos, los versos rimados, los versículos, el poema en prosa, lo surreal, lo
lírico, lo narrativo, lo satírico, lo contemplativo, lo descriptivo, lo
popular, lo visual, lo hermético… ¿Y qué importa cuando la autenticidad y la
calidad suficiente están presentes?
Es evidente que nunca me ganaré la vida como crítico, porque mi
afán no es señalar el defecto, sino resaltar el acierto y cantar la emoción que
me provocan las palabras, los poemas, los versos.
La poesía es más grande y más generosa que todos nosotros. La
poesía, como una madre pacientísima, nos acoge. No me canso de repetir que somos
los poetas, incluso los muy menores, una gota dentro de un océano. Sin duda al
final de esta época quedará la huella de la verdadera poesía, de esa emoción
que tiembla con lo más auténticamente humano, de esa búsqueda apasionada e
incansable de la verdad.
Como escribí hace unos días, la celebración de los días
internacionales de lo que sea, suena a una especie prótesis ortopédica que
intenta remediar una carencia. Pero a veces, como sucede en Segovia gracias al
enorme e ilusionado trabajo y cariño de Norberto, se convierte en una hermoso
árbol que arraiga con determinación y es capaz de dar sombra y producir frutos.
Foto del grupo de poetas seleccionados en esta IV Día Internacional de la Poesía, junto a la estatua de Machado |
6 comentarios:
Gracias cronista, gracias poeta...lo de abrevamos traguitos de literatura supongo que sería regado con algún "buchito" de Ribera, no?
Un abrazo.
La poesía revela lo posible y lo imposible, de ahí su poder.
Besos.
Este día, con sus paseos, su comida y el recitado de poemas, me parece un recuerdo inolvidable. No he asistido este año, pero da igual: veo a Norberto organizando con mano suave pero firme, a Jesús Pastor dirigiendo el paseo por aquellos lugares donde siempre tiene algo que contarnos. La reunión en torno a la mesa en la que Esperanza Párraga descubre ser la ganadora y un libro que adivino con el mimo habitual, sino mayor.
El poder de convocatoria de la Poesía.
Muchos besos, "escribidor" poeta.
Para mí también el III Día fue inolvidable. Un paseo con un sol que nunca había visto brillar así en Segovia y un recital con versos tan diferentes que me apasioné y ni siquiera salí a fumar para no perderme la música.
Lo que nos cuentas, Amando, me hace pensar que el IV Día fue todo un éxito. !Viva el V!
Estimado Armando:
Que la luz de pascuas traiga paz y salud,a ti y seres queridos.
Cariños
Hola de nuevo, felicidades por ese texto precioso que ya tiene mucho de poético.
Y felicidades a todos los poetas que han participado, y sobretodo a la ganadora que se llevó el premio.
No sé si tiene nombre lo que yo escribo, me doy cuenta ahora al leer todos los nombre sobre formas de poesía.
Sólo es para mí una vía de escape para olvidarme un momento de las tempestades de la vida.
Un abrazo y se muy feliz.
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