A veces
todavía
pretendo buscar el poema,
transitando enormes palabras
de esdrújulos significados,
con tetrasílabo sentido
—que sea pentasílabo deseo algunas veces—,
e hiperbólica trascendencia.
pretendo buscar el poema,
transitando enormes palabras
de esdrújulos significados,
con tetrasílabo sentido
—que sea pentasílabo deseo algunas veces—,
e hiperbólica trascendencia.
Parezco explorador
de naciones telúricas,
o astronauta de hiperbatones
y de confusas paradojas,
o inextricables sombras de metáforas,
como pesadillas nocturnas
enterradas en laberintos,
donde no encuentro nada,
quizá por mi torpeza,
quizá por mi hipermetropía.
o astronauta de hiperbatones
y de confusas paradojas,
o inextricables sombras de metáforas,
como pesadillas nocturnas
enterradas en laberintos,
donde no encuentro nada,
quizá por mi torpeza,
quizá por mi hipermetropía.
A veces, todavía,
no entiendo que el poema no se busca,
sino que me interroga,
me ilumina y me sacia;
y más que aparecer, renace, brota,
como brota una brizna
de hierba en los resquicios de dos losas
de un adoquín estéril y prosaico.
Mis versos son palabras cortas,
de llanas acepciones,
de monosílabo sentido
—bisílabo por accidente—
y trascendencia cotidiana.
no entiendo que el poema no se busca,
sino que me interroga,
me ilumina y me sacia;
y más que aparecer, renace, brota,
como brota una brizna
de hierba en los resquicios de dos losas
de un adoquín estéril y prosaico.
Mis versos son palabras cortas,
de llanas acepciones,
de monosílabo sentido
—bisílabo por accidente—
y trascendencia cotidiana.
Más que
explorador o astronauta,
soy arador confuso
de un breve surco expuesto al hielo,
la nieve, o el granizo,
o al pedrisco asesino de cosechas,
o al chubasco y la lluvia y el orvallo,
al viento y a la brisa,
al sol, a las estrellas, a la luna.
soy arador confuso
de un breve surco expuesto al hielo,
la nieve, o el granizo,
o al pedrisco asesino de cosechas,
o al chubasco y la lluvia y el orvallo,
al viento y a la brisa,
al sol, a las estrellas, a la luna.
A veces, también
soy el transeúnte
subido a zapatillas viejas
que pasea por calles y plazuelas
y choca con pupilas desahuciadas,
o encuentra un corazón exangüe,
o es testigo de un llanto milenario.
Entonces me convierto en grito o en desgarro.
subido a zapatillas viejas
que pasea por calles y plazuelas
y choca con pupilas desahuciadas,
o encuentra un corazón exangüe,
o es testigo de un llanto milenario.
Entonces me convierto en grito o en desgarro.
Se nutre mi
poema de la arcilla
que alimenta y alumbra mis latidos,
como toda la arcilla que arde y vuela,
en cada corazón, en cada sangre.
que alimenta y alumbra mis latidos,
como toda la arcilla que arde y vuela,
en cada corazón, en cada sangre.
15 comentarios:
No le añadiría ni quitaría nada. Es una "precisa" preciosidad.
Un abrazo fuerte.
La búsqueda del poema que a veces es quien nos sorprende y nos busca, y muchas veces nos encuentra. Solo hay que abrir los ojos para buscar y la carne abierta para que nos encuentre. Me ha encantado, Amando.
Me parece muy bueno. Es verdad que a veces nos ofuscamos en que tenga muchas imágines y el poema es más sencillo y es mejor dejarlo rodar a su aire.
Una cosa simple. En el verso que termina en transeúntes cuesta el ritmo, no te sabría decir pq?, yo voy de oído, pero me suena mejor viandantes. Un saludo. Ana Galán.
la hilaridad de las construcciones
gramaticales, a veces, solo sirve
para entorpecer la creación del
poeta, únicamente cuando dejas
correr la tinta, y te revelas, salen composiciones como esta.
Solo me queda aplaudirte.
Tus versos, Amando, no poseen altisonantes palabras que los rellenan con significados reiterativos.
Querido amigo, tus versos poseen la perfección y naturalidad que buscan, y encuentran, caminos rectos y fértiles como los surcos de preparación de la tierra en el campo de cultivo de la cuartilla en donde se encuentran escritos.
Posteriormente, esperan los variables cambios climáticos y florecen letra a letra, palabra a palabra, ayudados por la iluminación pura de los astros que las cuidan.
Y, sólo alguna vez, cuando el entorno en el que se encuentran tus versos es tan árido, tan fugaz y tan falto de tierra, que la arcilla es su sustrato, duelen, claman y sangran.
Amando, te leo una y otra vez y me maravillo de estos poemas tan profundos como absorbentes, tan delicados como necesitados de músculos duros y piel reseca por la misma luz que los ve crecer.
Excepcional.
Un fuerte abrazo para Marian y otro para ti, Amando.
Creo que la mayoría de los poetas se han fogueado con la mímesis, que desde la Antigüedad nunca fue un desdoro. Lo digo por los ecos machadianos que se entreven en este poema y los “latidos” aleixandrinos (de Aleixandre).
Un abrazo, Amando.
Apuntas en este hermoso poema algo que es bien cierto, que sabemos y olvidamos: que el poema no se busca, no se persigue, sino que llega a nosotros como una concesión, una gracia inesperada. Surge de un estado de gracia, de unos minutos mágicos.
Luego, bien cierto es, quizá haya que pulir algún verso, pero eso es otra historia.
Un abrazo, Amando.
Alfarero de la poesía...
Un abrazo.
Qurido Amando, de este casi autorretrato de versos que tan bien conozco, me quedo con lo más tuyo: "Se nutre mi poema de la arcilla
que alimenta y alumbra mis latidos,
como toda la arcilla que arde y vuela,
en cada corazón, en cada sangre.
Besos para tus versos.
Para decirlo menos bien que Isolda, creo que tus versos exprimen todo lo que arde en tu sangre y tu corazón y en los corazones ajenos.Te nutres también de la belleza de tu tierra, de la naturaleza que miras en tus paseos.
Será por algo que clasificas en Mirada hipermétropa unos textos, una mirada especial.
Tantas veces es el poema el que se cruza con uno en el pasillo, o a veces, en el trabajo le recuerda su condición disidente. Uno busca, araña las palabras, bucea, y ellas se resisten. A veces es un milagro y el poema se escribe sin pedirle a uno permiso. A veces, el poema, en este caso el tuyo, aparece y parece, muy trabajado, como el escultor que nunca acaba su obra, y en este caso el poema, tu poema, Amando, tiene una figura esbelta y compacta, se lee bien y llega, y uno, que antes que nada es lector, lo disfruta.
Un abrazo, poeta.
Y la musa inspira tu ser dejandonos sentires en letras que transitas.
Cariños
Hermoso poema con versos muy bellos como el del arador confuso o la última estrofa que da título al poema.
Un abrazo.
¡Hola -hola!!!! Señor Carabias, ¡Pero que tantas cosas es usted!
Amando, he pasado un rato muy agradable leyendo este poema, subido a esas zapatillas viejas, paseas por esas plazas ¡y cuantas cocosas encuentras! Todas esas metáforas, todas esa palabras hermosas, las llevas dentro si, las llevas en la sangre -en tu corazón de poeta -grande que eres.
Esos monosílabos y bisílabos te quedaron planchados a las mil maravillas,
Lo que pasa es qué a veces, por alguna razón… que a veces razones sobran… Se atasca la puerta de salida y esas letras no pueden ver la luz del día, de ese día que uno quiere que salgan.
¡Pero ya ves! En esta ocasión salieron disparadas una tras otra y ha quedado un poema delicioso muy bien fundamentado, buscando la exquisitez y la franqueza que te caracteriza.
Gracias Amando, por compartir tus lindas letras, ha sido un placer pasar a leerte.
Te dejo mi gratitud y mi admiración siempre. Un abrazo grandote y feliz fin de semana. Chauuuu
Bellísimo, Amando, una gozada leerlo. Sí, yo creo que eres todas esas cosas y más, las personas sensibles son todo lo que huele a mágico y misterioso.
Un abrazo.
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