Regreso de Madrid, noche de
junio, con toda la pobreza de sus calles ruidosas (a pesar de su aspecto
sonriente y danzarín), enclavada en mis ojos extraviados. Pero ya no hay opción
para el engaño, tampoco para hechizos fugitivos. El alcohol como abismo de las mentes
coloniza y destruye más miradas. La miseria embadurna uñas y pieles, las viste
con diseños casi arcaicos, que vuelven con furor a nuestras vidas. La fetidez
oscura y glutinosa que repta desde el aire a mi nariz. Dos hermosos caballos (día
y noche), tan altos y tan fuertes, se acercan distraídos y obedientes, montados
por agentes policiales. No estoy acostumbrado a este paisaje, mis pupilas
acunan distintos horizontes. Aquí inspiro pobreza, como un átomo del etéreo
elemento que permite la vida: oxígeno y pobreza, hidrógeno y angustia, nitrógeno
y dolor, vapor de agua y miedo, dióxido de carbono con orín, ozono y heces,
criptón y borracheras, argón y esquizofrenia. Esta noche, una brasa sobre junio,
no hace falta mirar con más detalle, ni escrutar en rincones muy sombríos, ni
perderse al envés de una luz tenue, acaso moribunda; ni siquiera es precisa una
mirada. Hoy sólo respirar es suficiente para que la penuria se me adentre. Como
si protestara, como si se quisiera hacer presente, como si reclamara sus
derechos, hasta ayer arrumbados dentro de espacios mínimos, ocultos y alejados
(siempre lejos). La manifestación de la escasez ha sido autorizada, me susurran
los belfos de la yegua castaña, mientras se contonea lentamente sobre los
adoquines de Santa Ana en dirección al Prado, como si caminase sobre una
pasarela.
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5 comentarios:
Tu poética prosa lleva a cuestas el desasosiego presente: “una brasa sobre junio”. Me pregunto: ¿también sobre julio, sobre…?
Besos.
Me entristece sobremanera todo este despropósito; éste absurdo engañar a sabiendas, para después sonreír con malicia ladina la obviedad; que nos han vendido, y lo peor de todo, que estos farsantes creen haber ganado... Aún estoy por entender el qué.
Buena prosa poética.
Un fuerte abrazo Amando.
El texto destila una gran desazón amigo...te endiedo. Vendrán tiempos mejores, espero.
Un abrazo.
Cada uno ve las cosas según su estado de ánimo.
Yo hace poco que, por primera vez, anduve por Madrid y me pareció alegre y bullicioso. Sería mi corazón que brincaba, pues.
Saludos
Tremenda visión, triste y deshumanizada, oscura, con una prosa poética y dolorosa de ese Madrid en junio. Una maravilla.
Un abrazo, Amando.
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