Fueron
tan importantes los pájaros de la niñez,
sus plumas de colores imposibles,
ceñidas a la cresta de las neuronas virginales,
y a la confusa alfombra de los oídos,
cuando el futuro era la única posibilidad
de seguir con vida
y todas las preguntas, telescopio buscando estrellas.
sus plumas de colores imposibles,
ceñidas a la cresta de las neuronas virginales,
y a la confusa alfombra de los oídos,
cuando el futuro era la única posibilidad
de seguir con vida
y todas las preguntas, telescopio buscando estrellas.
Fueron
tan importantes los soldados de la niñez,
dispersos por la mesa césped de la cocina,
la mayoría muertos de muerte inexplicable,
pues nunca eran capaces de permanecer en pie,
salvo instantes fugaces de resurrección,
cuando mis dedos
eran la voluntad de un dios dubitativo e impaciente.
dispersos por la mesa césped de la cocina,
la mayoría muertos de muerte inexplicable,
pues nunca eran capaces de permanecer en pie,
salvo instantes fugaces de resurrección,
cuando mis dedos
eran la voluntad de un dios dubitativo e impaciente.
Fueron
tan importantes las lágrimas de la niñez,
su sabor como un eco del mar desconocido y lejano,
color de aire engarzado en espejos cálidos,
cuando algunos presentes porteaban en su filo
los jirones de piel muerta, como una sombra
desgarrada y tendida
sobre algunas agujas de los primeros minutos a mi espalda.
su sabor como un eco del mar desconocido y lejano,
color de aire engarzado en espejos cálidos,
cuando algunos presentes porteaban en su filo
los jirones de piel muerta, como una sombra
desgarrada y tendida
sobre algunas agujas de los primeros minutos a mi espalda.
Fueron
tan importantes los libros de la niñez,
sus ritmos de veleros o de globos rumbo a los adentros
hacia extraños lugares esparcidos en tiempos y espacios,
y rumbo a recovecos sombríos o luminosos
de mi interior pequeño, donde hallaba territorios inéditos,
viajes en que el tiempo
cambiaba su sustancia por una eternidad invulnerable.
sus ritmos de veleros o de globos rumbo a los adentros
hacia extraños lugares esparcidos en tiempos y espacios,
y rumbo a recovecos sombríos o luminosos
de mi interior pequeño, donde hallaba territorios inéditos,
viajes en que el tiempo
cambiaba su sustancia por una eternidad invulnerable.
Fueron
tan importantes las heridas de la niñez,
su barboteo oscuro y ácido, a veces incansable,
como lengua de fuego sin brillo donde palpitaba el final,
como un sendero rojo por el que algo importante huía y
donde el dolor se hacía tan concreto como un beso,
y donde aleaba
el pulso de una sombra que yo creía ajena a mi esencia.
su barboteo oscuro y ácido, a veces incansable,
como lengua de fuego sin brillo donde palpitaba el final,
como un sendero rojo por el que algo importante huía y
donde el dolor se hacía tan concreto como un beso,
y donde aleaba
el pulso de una sombra que yo creía ajena a mi esencia.
Fueron
tan importantes las enfermedades de la niñez,
su ensayo de agonía y vértigo interminable
aupado en los pináculos de un abismo sin fondo,
y la carne aplastada contra el desánimo incoloro,
como un surco baldío, envenenado de sudor y miedo
donde se desgranaban
losas inexpugnables sobre párpados y piel, toda la piel.
su ensayo de agonía y vértigo interminable
aupado en los pináculos de un abismo sin fondo,
y la carne aplastada contra el desánimo incoloro,
como un surco baldío, envenenado de sudor y miedo
donde se desgranaban
losas inexpugnables sobre párpados y piel, toda la piel.
Fueron
tan importantes los besos de la niñez,
su esencia de argamasa palpitante y luminosa
incansables dovelas sobre las que apoyar
el incipiente vuelo de mis días y mis noches,
en el hostil espacio del deseo como cordillera,
donde se alimentaba
el sueño de un futuro cimentado en luz de besos.
su esencia de argamasa palpitante y luminosa
incansables dovelas sobre las que apoyar
el incipiente vuelo de mis días y mis noches,
en el hostil espacio del deseo como cordillera,
donde se alimentaba
el sueño de un futuro cimentado en luz de besos.
13 comentarios:
¡Hola Amando!!!
Que si, que son muy importantes todas y cada una de esas cosas que nos suceden en la niñez.
Las heridas, las lágrima con sabor a sal, si señor, los libros aunque yo no puedo decir que tuve muchos en mi niñez… Que si, también las enfermedades, los besos, caricias, consejos de nuestros mayores –de mis mayores.
También atrás contrariedades que suceden en la niñez: junto a las cosas buenas, marcan el camino de nuestra vida atreves del tiempo.
Es sencillamente delicioso tu poema. Ha sido un enorme placer leerte Amando.
Perdona mi demora no he podido entra antes. Pero aunque sea un poco tarde, me tendrás aguantar mientras viva y pueda algo.
Gracias por compartir tus lindas letras. Te dejo mi gratitud y mi admiración. Un abrazo y se muy -muy feliz.
Lo importante es este poema, con mayúsculas, que desgrana tu niñez. Es hermosísimo, me tienes con los ojos velados; me estoy haciendo mayor...
Es tan cercano. Imagino que todos nos sentimos identificados de un modo u otro. Me gustan especialmente las estrofas que se refieren a los sentimientos que le forjan a uno, aunque todas son tremendanente emotivas. Una preciosidad.
Besos para el poeta adulto.
La niñez, ese bien preciado que nos adorna de ilusiones puras, un espacio donde concebir la vida sin tiempo, plagado de experiencias que se nos anudarán eternamente.
Me conmueven tus palabras.
Un abrazo.
La infancia es un privilegio de la madurez...El contar los recuerdos de la infancia es harina de otro costal...que tú sabes hacerlo muy bien.
Un abrazo.
Si los mayores fueramos conscientes de lo determinante que resulta la niñez para nuestro futuro la respetaríamos con más responsabilidad. He disfrutado compartiendo el niño que te habita, y lo digo en presente, gracias Amando. Bs. extendido.
Amando,amigo, admirado escritor: Pensar en la niñez es lo que ahora me está pasando. Ahora, que he estado al borde del precipicio sin retorno. No me extraña que Isolda se siente mayor al leer tus versos. Vosotros, los jóvenes, los que aún podéis mejorar las cosas,no penséis ahora en la niñez. Mirad hacia delante, hacia el futuro, e id construyendo poco a poco, sin prisas pero sin pausas, ese mundo que se necesita, lleno de amor y libertad, de serenidad y de esperanza. Un abrazo, poeta.
Pues sí, querido Amando, si lo pensamos, todas las cosas importantes nos ocurrieron en la niñez, depués ya ha sido más de los mismo. Pero como la primera vez de todo...
Muy bello este poema que recuerda al niño que fuiste y del que sé que aún queda mucho.
Un abrazo.
Fue importante sí, y lo sigue siendo, amigo mío, fue entonces que crecimos, fue entonces que nos formamos,s fue entonces que emprendimos el camino para llegar a hoy, fue entonces que comenzamos a sonar para llegar a ser.
Hermoso y profundo, como todos tus versos, Amando.
Un fuerte abrazo.
Leo
Aquellas pequeñas cosas... como decía la canción. Aquellas olvidadas, o mejor, guardadas, recogidas en un rincón, agradeciendo ser aireadas y puestas en un estante, el más luminoso, tal como has hecho tú. Hermoso poema, Amando.
Precioso, Amando, y es que todas las vivencias de nuestra niñez, todo lo que nos rodeaba o lo que nos sucedía, nos marca para siempre. Lo has recogido de una forma muy hermosa.
Cuando los recuerdos de la niñez regresan a nuestro pensamiento, a veces lo hacen con mucha fuerza.
Preciosa tu manera de contarlos. Me encanta el ritmo de los libros de la niñez y esa eternidad invulnerable con la que terminas.
Felicidades Amando, y un abrazo.
Sí, Amando. La niñez no pasa en vano; deja sus huellas, como surcos o suaves, como caricias. Unas y otras nos curten.
Un abrazo.
Grato volver a leerte.
Sentires con sabiduria que emanan de ti.
Gracias por tu visita y palabras amenas.
Cariños
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