Mientras me roza un vértigo que ruge sobre mis pasos ciegos –a pesar de este sol y de esta luz y del otoño lento-, me devora una sombra y me engulle sin pausa, precisa como un gesto de serpiente: esos rostros postrados por el hambre, esos dedos sajados por el miedo, esos labios resecos por mentiras, ese latido muerto en soledad…
Cuando pienso en la tumba que me espera (la vida es un momento hacia la muerte), no arrojo mis pestañas al futuro, no negocio mis lágrimas con el pasado en bruma –a pesar de este sol y de esta luz y del otoño lento-, me asomo a este presente engangrenado donde hieden las pústulas del llanto, donde quiebran su voz los ángeles sin brisa, y el tiempo es alacrán que entierra cada beso en el fangal del odio.
Ya no tengo minutos que esperar. No quiero ser un túmulo cubierto por esta cobardía del milenio ni cobijar el pus de este presente junto a mi carne yerta y cenicienta: quisiera ser fragmento de la brisa, quisiera ser pedazo de algún beso, quisiera ser tan sólo una molécula de alguna cicatriz que cierre heridas.
8 comentarios:
Lo has escrito como prosa, pero esta (y muchas otras de tus Onilirias) bastaría dividirlas en versos, con acento en sexta y el uso del metro impar en cada uno (heptasílabos y endecasílabos se alternan perfectamente), lo que hace que la lectura corra, que uno sienta que debe llegar al final y volver al poema, leerlo una y mil veces descubriendo nuevos matices cada vez. Me encanta tu poema, amigo mío, no obstante ese dolor.
Abrazos fuertes.
Leo
Démosle a la razón el espacio justo para sobrevivir en este azaroso mundo y abramos el corazón como un ventanal en primavera. Sintamos cada minuto presente como si no fuese un eslabón más de la cadena del tiempo. Usemos nuestra imaginación para traer al ahora el paraíso y disipemos las sombras. Lo cierto, amigo Amando, es que lo único que no existe de nuestra caduca vida es el pasado y el futuro; y este otoño puede ser el más hermoso.
No, no hay minutos que esperar, todos son para vivir.
Feliz día.
Qué las urgencias no te hagan caer ni un ápice en el desánimo.
Enhorabuena por estos tres años de blog.
Un abrazo.
Como bien dice Leo, no hay más que leerlo en voz alta para descubrir el ritmo inconfundible de tus versos, que ocultas tal vez para no darle tregua al Tiempo, no se vaya a creer el centro de la Poesía. Y tal vez, porque sabes que tus deseos son realidad y no se deben pedir a Calíope.
Es un hermoso poema, visto a la luz de este otoño lento.
Besos de hoy, del presente, es lo que tenemos asegurado.
¡Ay Amando, es una delicia leer esta prosa! Uno se queda con la gana seguir leyendo porque poco rinde.
Gracias por deleitarnos con tus bellas letras. Felicidades y que sigas queriendo ser, no un pedazo de de algún beso, sino de un beso entero. Que ese otoño de tu vida sea de gozo de paz y de amor.
Un brazo grande y se muy feliz.
Creo que nos traiciona el ritmo que llevamos dentro y es la poesía una buena invitada. No creo que pase tanto para sentirse así como sugieres, porque la urgencia de escribir hace que te tome la idea como esclavo lo preciso. La brevedad de un escrito es como un pequeño párrafo que sugiere un gran relato.
Un beso. Elisa
Es precioso Amando, en cuanto al concepto, al margen de la estética, que es bella, solo se que esas aspiraciónes suelen cumplirse, sobre todo si se llevan emitiendo durante tanto tiempo seguido. Beso extendido.
Tres años no son nada. Aún te quedan décadas para bregar y lustros para que nos sigas deleitando.
No decaigas, cada día crecemos junto a tu literatura.
Un abrazo,
Francisco
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