Fui joven leñador de versos árboles,
dibujé los perfiles de los pájaros,
y el desgarro esencial
que producía aquella
soledad de ginebra y utopía.
¡Cómo sentí que el mundo detestaba
la hondura que ocultaban mis palabras
servidas sobre venas de protesta!
dibujé los perfiles de los pájaros,
y el desgarro esencial
que producía aquella
soledad de ginebra y utopía.
¡Cómo sentí que el mundo detestaba
la hondura que ocultaban mis palabras
servidas sobre venas de protesta!
De joven padecí el dolor de respirar
la muerte por mis gónadas,
y hastío en mis pestañas,
y errores del ayer
(aquellos versos tumbas del pasado),
y también escupí a tanto hipócrita
que escribía muy lejos de la vida.
Entonces no leía
mis ojos eran llamas destructivas,
mis ojos no buscaban,
mis ojos eran lápidas.
la muerte por mis gónadas,
y hastío en mis pestañas,
y errores del ayer
(aquellos versos tumbas del pasado),
y también escupí a tanto hipócrita
que escribía muy lejos de la vida.
Entonces no leía
mis ojos eran llamas destructivas,
mis ojos no buscaban,
mis ojos eran lápidas.
Y cuando me quedé sin versos árboles.
Ella huyó de mis manos
que olvidaron el pulso de sus pechos,
y el perfume iodado de sus muslos
y ese sabor a sol,
y ese tacto de vida que palpita.
Ella huyó de mis manos
que olvidaron el pulso de sus pechos,
y el perfume iodado de sus muslos
y ese sabor a sol,
y ese tacto de vida que palpita.
Y cuando volví exhausto a su cobijo,
comprendí mi tarea de eslabón,
o quicio en una gota de su océano
donde es ella: palabra que acontece
como grito de luz alumbrando la noche
de tanta soledad irreparable…
comprendí mi tarea de eslabón,
o quicio en una gota de su océano
donde es ella: palabra que acontece
como grito de luz alumbrando la noche
de tanta soledad irreparable…
Ella, el mejor latido de mis pasos.
Ella, matriz y luz.
Ella, salmo y blasfemia.
Ella, disparo y sátira.
Ella, murmullo y fuego.
Ella, sueño y enigma.
Ella, caricia y burla.
Ella, mano y miseria.
Ella, penumbra y lágrima.
Ella, libre y eterna.
Ella, palabra humana aconteciendo…
Ella, matriz y luz.
Ella, salmo y blasfemia.
Ella, disparo y sátira.
Ella, murmullo y fuego.
Ella, sueño y enigma.
Ella, caricia y burla.
Ella, mano y miseria.
Ella, penumbra y lágrima.
Ella, libre y eterna.
Ella, palabra humana aconteciendo…
8 comentarios:
En un día como el de hoy, me abrigan tus versos y la antigua llamada a la insurrección.
Siempre estamos empezando o, quizá, la historia se repite en fases cíclicas.
Un beso, Amando.
Las obligadas lápidas que el miserable sepulturero colocaba en los ojos de quienes veían con la ilusión, con el corazón, parece que ya están otra vez cinceladas.
Algún día acariciaremos el pecho desnudo y palpitante de vida, oleremos el perfume del mar inmenso y comeremos, en la mesa de la libertad, manjares de arco iris morado.
Excelsa alegoría.
Un abrazo, Amando.
Ella es la reflexión...
Un abrazo.
Te queda la palabra, como a Blas de Otero, siempre adelante, poeta. Esta elegía es solo una magnífica muestra.
Besos para tus versos, querido Amando.
Ella es la palabra,
la muerte,
la vida.
Bs. extendido.
La juventud es osada y valiente, sus palabras son dardos que se disparan a ciegas, pero con fuerza. Después, con el paso del tiempo, ellas, las palabras, se vuelven reflexivas y certeras, y tal vez por ello duelan tanto, a quien las lanza y a quien le aciertan.
¿Qué sería de nosotros sin la palabra?
Feliz semana.
Una bellísima alegoría, como tú solo sabes crearla.
Felicitaciones y abrazo.
¡Hola Amando!!!
Que preciosas letras nos regalas amigo. Cada día me gustan más.
Se dice que el pasado ha huido, pero el presente de estas maravillosas letras, es tuyo, tuyo nada más. Gracias Amando, por compartir con todos nosotros tanta belleza.
Te dejo mi gratitud y mi admiración. Un abrazo inmenso. se muy feliz.
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