(Publicada en el libro "Veante mis ojos" de Raúl Rodríguez)
Y ahora aquí, tan lenta esta mañana como el murmullo de una flor, asisto al prodigio de una esencia, a la explosión de una fragancia que huele como huelen los endecasílabos, cuomo huelen los besos, como huelen las miradas de las madres. Se acerca la hora de un silencio, ese silencio en que me sumergiré con la misma sonrisa con que los pájaros juegan con la primavera.
Y en silencio asistiré al milagro de algunos versos que limpiarán mi mirada de mentiras, orgullos y oropeles, y en silencio dejaré que brote el sonido de mis propios versos para que, luego, se escondan dentro de una nube de tormenta, esa tormenta que anuncia el canto inquieto de un mirlo invisible, para que mis palabras se deslíen en el fragor de una tempestad de niños desarbolados y sin juegos. Soy un vagón cargado de fardos de silencios. No hay más que mi silencio y el brillo intacto de sus poemas hermosos como el mármol, diligentes como el río y hondos como el pan. No soy nada, no soy nadie, silencio, hierba en el rumiar de un herbívoro adormecido.
Sí, el silencio que cruza cada uno de mis poros henchido de frío y sueños que se marchitan como las sonrisas de los lirios nacidos al solanar. Silencio, una parva de silencio entre dolorido y resignado, entre humillado y espléndido. Hay una suerte de esplendor en este silencio. No alzaré mi voz, ni siquiera elevaré mis ojos hacia las miradas que amasan las respuestas. Aquí, allá, en cualquier parte, estarán mis letras, pero mi voz no se alzará. Permaneceré vertical y silencioso, asistiendo al milagro de los versos que se olvidan, de los versos que nadan por descuido en unas pocas docenas de pupilas escindidas de los torbellinos inútiles, pero imparables. Silencio. Silencio. Anticiparé el silencio de mi nicho, la ceguera de esa tumba inexistente que un día albergará mi sangre, ya estancada para siempre, como un charco que se pudre. Sólo merezco el silencio, sólo mi silencio para no molestar, para no distraer a los ocupados de sus tareas trascendentes e improrrogables. Hollaré con mis palabras cuadernos recosidos por manos artesanas, porque si no ensucio estas cuartillas, mi mirada apestará a llanto. Allí estará el milagro de sus versos, y me zambulliré con mi silencio sobre ellos. Mi silencio se perfumará con el aroma de los endecasílabos, y mi useño se mecerá en el reverbero de una campana después del tañido de maitines… Sólo quizá, me atreva a que la aurora escuche mi voz, murmurio de algas para no romper el sueño –vuestro sueño-, y me sonría. (Aunque tampoco tengo garantizada la comba de sus labios…).
Silencio, sin más, para continuar asistiendo al prodigio de una esencia, a la explosión de una fragancia que huele como huelen los endecasílabos, como huelen los besos, como huelen las miradas de las madres.
12 comentarios:
Una vez más es el silencio el motivo de una de tus miradas...Ese silencio que tanto nos dice, ese silencio que tanto nos gusta, ese silencio sin el que no podrías vivir.
Un abrazo.
Cierro los ojos y escucho la música que me habla de ti. Beso.
Para los que buscamos las palabras con sustancia, sentidas, que cuenten verdades, no hay mejor compañero que el silencio; pero es tan complicado, en este mundanal ruido, que nos dedique un ratito de compañía... Está claro que tú has conseguido que sea tu amigo.
Un abrazo.
Bendito sea tu silencio, siempre habitado por las musas, que nos regala textos tan hermosos. Como hermosa, también, es la obra de Mariano. Un beso.
El silencio es sí mismo es una esencia. Y encontrarlo, en ocasiones, un tesoro.
A veces, te leo y no sé que decirte, lo único que me gustan tus palabras aunque a me cuesten asimilarlas con claridad. El caso es que pese a todo sigo leyendo a ver si educo un poco esto que tengo en el coco.
Por cierto, me ha gustado el video :)
Este texto es más duro de lo que aparenta. Es tan tuyo, escribidor! Que alguien diga si esto no es poesía de altos vuelos… Las palabras quedarán grabadas, sin ruido, pero potentes como las imágenes que persigues. Logras que todo huela a esas cosas magníficas que nombras.
Besos de silencio, como el que habita entre las hojas de los cuadernos, pero cuando se abren...
Ay amigo mío: ¡cuentame del silencio!
que mil palabras te guarda y cuando tú las llames te hablan.
He empezado a leer y tuve la sensación de tragarme tus letras, tan hermosas son y fácil su lectura, que senti hambre de más palabras. Es un placer leerte. Un abrazo, Y se feliz.
Cuantas veces necesitamos buscar el silencio, perdernos en él y escuchar sus mensajes.
Muxusss
Silencio por dentro, el que se cierra no solo a hablar , sino a mirar y a sentir.
Si nuestros sentidos un día deciden cerrarse y no captar ni emitir, no importa que en medio de la marabunta ruja el estruendo, silencio será , silencio sentirá y transmitirá quien así lo decida.
Algún día , quizás ahora .
Un abrazo. A.
Es que el silencio nos inspira, Amando, nos inspira y , si inspira esas esencias que evocas, entonces es un silencio necesario, silencio del que nunca nos agotaremos. Me encantó.
Un abrazo.
Leo.
PD: no sé que pasa, pero últimamente pierdo mitad de los comentarios que dejo, así me pasó hace dos noches cuando te leí la primera vez.
Querido Amando:
El mundo se descompone, los jóvenes reaccionan, ¡por fin! y reclaman a gritos cuánto los pertenece y les ha sido hurtado: trabajo, respeto y vivienda -vengo de la Puerta del Sol-, y me abandono con placer a tu silencio creador:" ese silencio en que me sumergiré con la misma sonrisa con que los pájaros juegan con la primavera". Nunca hubiera imaginado, mas que tocada por la gracia de la poesía, que los pájaros sonríen. ¡Vaya texto que te ha salido, hermano, poesía pura!
Un gran abrazo
Elvira
Elvira
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