¿Recuerdan aquella lista con los libros que a ustedes les hubieran gustado de modo especial por la razón que fuere?
Bien. Veo que la recuerdan. Si no es así pueden ir a los comentarios de esta entrada, y allí podrán echar un vistazo.
¿...Ya están todos...?
¿...Ya han vuelto...?
Sigamos entonces.
Una semana después, continúo esperando a que mis neuronas juguetonas, ésas que no se encomendaron a nadie y que se colaron de todos los filtros de seguridad que tiene organizado mi pensamiento, tengan un poco de vergüenza torera y vengan en mi ayuda, para explicarme, aunque sea incompletamente, qué había que hacer con sus propuestas.
Porque había algo que hacer.
Digo yo.
La primera conclusión a la que llego, mientras estas desalmadas tienen a bien revelarme algo, es: dime lo que lees y te diré quién eres…, al menos mientras lo lees.
Salvo las famosas lecturas obligatorias impuestas durante el periodo de formación académica de cada quien, uno lee, creo, según el estado de ánimo y las propias inclinaciones. La lectura, como la ropa o el perfume tienen mucho que ver con los gustos personales. Los famosos cánones literarios que se han hecho y se continúan haciendo, sólo sirven, supongo, para que los estudiantes se afanen en leer y los eruditos tengan material donde esgrimir sus capacidades y talento. Algunas de esas obras son indiscutibles, y, sin embargo no están aquí, ni yo las hubiera puesto... Es decir por mucho que hayamos leído a Homero, por ejemplo, a Virgilio, a Dante, a Bocaccio, a Petrarca, a Joyce..., no están entre los libros preferidos de ustedes (ni los mios) ni La Iliada, ni La Divina Comedia, ni El Decamerón, ni Ulysses..., por decir algunos títulos que seguro se han leído por la mayoría de ustedes, pero no nos han llegado al corazón como otros.
Porque había algo que hacer.
Digo yo.
La primera conclusión a la que llego, mientras estas desalmadas tienen a bien revelarme algo, es: dime lo que lees y te diré quién eres…, al menos mientras lo lees.
Salvo las famosas lecturas obligatorias impuestas durante el periodo de formación académica de cada quien, uno lee, creo, según el estado de ánimo y las propias inclinaciones. La lectura, como la ropa o el perfume tienen mucho que ver con los gustos personales. Los famosos cánones literarios que se han hecho y se continúan haciendo, sólo sirven, supongo, para que los estudiantes se afanen en leer y los eruditos tengan material donde esgrimir sus capacidades y talento. Algunas de esas obras son indiscutibles, y, sin embargo no están aquí, ni yo las hubiera puesto... Es decir por mucho que hayamos leído a Homero, por ejemplo, a Virgilio, a Dante, a Bocaccio, a Petrarca, a Joyce..., no están entre los libros preferidos de ustedes (ni los mios) ni La Iliada, ni La Divina Comedia, ni El Decamerón, ni Ulysses..., por decir algunos títulos que seguro se han leído por la mayoría de ustedes, pero no nos han llegado al corazón como otros.
(¡Neuronas traviesas, acudid ya que esto pasa de castaño oscuro. Ya que os rebelasteis contra mí, reveladme qué pretendíais...! )
Pero si hay alguna información que puedo obtener de esa lista que ronda el centenar de títulos (algunos de ellos repetidos, cosa que me interesa especialmente) es que la mayoría, la gran mayoría de los títulos que ustedes han aportado tienen un denominador común: la poderosa presencia de un personaje o varios y su peripecia que es el núcleo de la historia. Algo de la que este escribidor ya habló el lunes pasado a propósito de la novela de Mercedes Pinto…
El ser humano, a lo que se ve, necesita de las historias protagonizadas por alguien, quizá porque sean otros seres humanos quienes nos interesan. A estas alturas quizá se trate de una cuestión parecida al chismorreo o que a la postre humanos somos y mirarnos al espejo siempre nos ha encantado. Y los libros, al menos las novelas que son abrumadora mayoría en su selección, son un tipo de espejo, acaso uno de los espejos más amplios de los que tiene el ser humano. Podría decir que se trata de un espejo en tres dimensiones o cuatro, porque en muchos de ellos estamos retratados en todo o en parte alguno de nosotros.
También pudiera suceder, pero sobre este tema creo que necesito su aclaración, que las novelas encierren respuestas a preguntas y que cada uno viva la vida buscando esas respuestas, oyendo respuestas aquí y allá. O que cada momento de la existencia trae en su zurrón distintas preguntas a las que tenemos que responder; y quizá uno de los prendimientos para obtener respuestas es la lectura.
Si la lista que ustedes han hecho en conjunto tiene algún valor científico (que no lo tiene, ni tendría por qué tenerlo) podría decirse que Cien años de soledad, Nada, El barón rampante, Suite francesa, En busca del tiempo perdido, La Montaña Mágica y Muerte en Venecia son de obligatoria lectura y producen inmenso deleite entre sus lectores… Claro que también puede haber otra conclusión al respecto: hay personas entre los comentaristas de este blog con muchas afinidades y gustos similares.
Pero la gran enseñanza que saco de todo esto es que el ser humano tiene que ser el protagonista de la obra literaria. No es necesario que se trate de seres humanos especialmente dotados para la aventura y las grandes heroicidades, hay varios ejemplos entre los seleccionados que vienen a demostrar lo contrario. Que cuando la literatura huye de lo humano, acaba por no ser nada, o casi nada, pequeños castillos de fuegos artificiales…
Pero si hay alguna información que puedo obtener de esa lista que ronda el centenar de títulos (algunos de ellos repetidos, cosa que me interesa especialmente) es que la mayoría, la gran mayoría de los títulos que ustedes han aportado tienen un denominador común: la poderosa presencia de un personaje o varios y su peripecia que es el núcleo de la historia. Algo de la que este escribidor ya habló el lunes pasado a propósito de la novela de Mercedes Pinto…
El ser humano, a lo que se ve, necesita de las historias protagonizadas por alguien, quizá porque sean otros seres humanos quienes nos interesan. A estas alturas quizá se trate de una cuestión parecida al chismorreo o que a la postre humanos somos y mirarnos al espejo siempre nos ha encantado. Y los libros, al menos las novelas que son abrumadora mayoría en su selección, son un tipo de espejo, acaso uno de los espejos más amplios de los que tiene el ser humano. Podría decir que se trata de un espejo en tres dimensiones o cuatro, porque en muchos de ellos estamos retratados en todo o en parte alguno de nosotros.
También pudiera suceder, pero sobre este tema creo que necesito su aclaración, que las novelas encierren respuestas a preguntas y que cada uno viva la vida buscando esas respuestas, oyendo respuestas aquí y allá. O que cada momento de la existencia trae en su zurrón distintas preguntas a las que tenemos que responder; y quizá uno de los prendimientos para obtener respuestas es la lectura.
Si la lista que ustedes han hecho en conjunto tiene algún valor científico (que no lo tiene, ni tendría por qué tenerlo) podría decirse que Cien años de soledad, Nada, El barón rampante, Suite francesa, En busca del tiempo perdido, La Montaña Mágica y Muerte en Venecia son de obligatoria lectura y producen inmenso deleite entre sus lectores… Claro que también puede haber otra conclusión al respecto: hay personas entre los comentaristas de este blog con muchas afinidades y gustos similares.
Pero la gran enseñanza que saco de todo esto es que el ser humano tiene que ser el protagonista de la obra literaria. No es necesario que se trate de seres humanos especialmente dotados para la aventura y las grandes heroicidades, hay varios ejemplos entre los seleccionados que vienen a demostrar lo contrario. Que cuando la literatura huye de lo humano, acaba por no ser nada, o casi nada, pequeños castillos de fuegos artificiales…
¿Es esto lo que me queríais hacer descubrir, queridas neuronas, cuando, saltándoos todas las aduanas, se os ocurrió plantear este juego?
Sí, quizá sea algo tan simple como esto. Sí, quizá esta sea la conclusión: la buena literatura es un sendero para encontrarnos con el ser humano y por ello la gran literatura atraviesa el tiempo y hasta las culturas: porque el ser humano no es tan diferente ni antes ni ahora.
También he llegado a otra conclusión, pero tampoco es original: son malos tiempos para la lírica, muy malos.
También he llegado a otra conclusión, pero tampoco es original: son malos tiempos para la lírica, muy malos.
19 comentarios:
Amando lo decidí no pierdo más lo que escribes,te voy a enlazar a mi blog,claro que si no quieres me avisas,un abrazo.
fiaris alfabeta:
¿Cómo me va a importar...? Ya he hecho lo propio. Un beso y hasta la próxima
La literatura la dividiría en dos tipos...La buena literatura y la literatura de entretenimiento. Punto y aparte estaría la mala, pero de esa mejor no hablar.
La primera, desde mi punto de vista, es una literatura con pretensiones, académica y que como mínimo debe de transmitir un mensaje…por su parte la de entretenimiento es una literatura sin pretensiones que busca más que nada divertir y entretener al lector…¿Quiere decir esto que la de entretenimiento no puede ser buena? No, ni mucho menos…Igual que dentro de la buena literatura hay libros que casi deberían estar prohibidos por lo farragosos u horribles que son, dentro de la de entretenimiento hay increíbles joyas que son sin duda literatura de la mejor calidad.
Independientemente del grupo al que pertenezcan, siempre estará la LITERATURA con mayúsculas, a la que sólo acceden las historias bien escritas de verdad, sin importar si buscaban tan solo entretener o perdurar en el tiempo. Y, ¿qué es esa LITERATURA? Un vicio, una pasión, una necesidad… ¿Acaso se podría comparar la LITERATURA con el vicio del tabaco? Al que enciende un cigarrillo tras otro, esclavo de la nicotina, que con la colilla a punto de consumirse ya está encendiendo otro…Así es la dependencia a la lectura de los amantes a esa LITERATURA…hoja tras hoja, libro tras libro…
Perdón por la extensión…
Un abrazo.
Flamenco Rojo:
Es decir, la buena literatura...
Porque al final el género es lo de menos.
Que un libro sea farragoso o no, en principio, salvo mi subjetivo criterio, claro, no quiere decir que sea bueno o malo, quizá hable más de estar dirigido a minorías selectas por su preparación académica. De alguna forma, podríamos llamarlo literatura elitista o algo así...
Si vamos a mirar, por ejemplo, El Quijote (del que ahora no dudaremos sobre su caliadad) en su época fue un superventas y pertenecía al género de la novela de caballerías, es decir puro entretenimiento... Claro que todo eso es la carcasa, por así decir, ya que el objetivo (declarado específicamente por el propio Cervantes) era acabar con este tipo de novela que hacía mucho mal al pueblo...
¿Qué decir de aquellas obras que en su época fueron minoritarias, casi olvidadas y luego, tiempo después pasaron a ser paradigma de tal o cual género..?
Cada día estoy más en contra de las clasificaciones. Y en esto tampoco soy muy original.
Un abrazo, y como digo siempre, mientras no haya burla, calumnia, insulto, etc, etc, a mí la extensión no me preocupa.
Un abrazo.
Yo creo que Harold Bloom lo dijo bastante bien. Se pueden hacer clasificaciones y listas, mientras no entre en funcionamiento el resentimiento (school of resentmenet, en palabras de Bloom. A mí se me olvidó Joyce, James, Balzac, Fleubert, Scott Fitzgerald, Sharpe, algún alemán, australiano, los latinoamericanos, claro. Pero el factor subjetivo, la asociación de la lectura de una obra con un momento determinado de tu vida, ya sea un periodo largo o una circunstancia muy puntual, acaba al final decantando la balanza. Sería interesante preguntar a los jóvenes de hoy, en España y en otros países, qué leen. Si los Clásicos les siguen gustando, si tienen un ojo puesto sobre la actualidad literaria del momento, qué géneros prefieren, qué no leerían nunca. Creo, como en todo, que son buenos tiempos los que vivimos. Hoy se lee más y mejor que nunca. Los tebeos y la novela negra tienen un gran tirón entre los jóvenes. Pero yo, en mis tiempos, también leía novela negra, la Serie Negra de Gallimard, la misma editorial que edita La Pléiade. Buena, mala, regular, la literatura es un objeto que manipulamos, los recuerdos de lectura crean un contexto de juicio. El elitismo, la highbrow literature, los Clásicos de Penguin, por ejemplo, siempre los tendremos a nuestra disposición. La renovación constante sólo puede darnos cosas buenas. Yo vi pesismista a Umberto Eco en la entrevista que le hizo Vicente Verdú. Cuántas veces recordamos un recuerdo de lectura y no la lectura misma. En fin.
Esta noche cojo el vuelo a Australia. Nos leeremos.
Gaspard:
¿Dejas la Primavera por el Otoño?
Es broma, tus motivos tendrás...
Con todo lo que dices quedan claras varias cosas. La primera y más importante, a mi juicio, es que la lectura es tan subjetiva como el reflejo de uno en un espejo, quizá porque sea otra clase de espejo que buscamos con mucho afán.
Que eres un gran optimista. Nuestros jóvenes leen más que en nuestra generación, quizá. Y tienen mucha más información, es verdad.Les gusta lo que a nosotros nos gustaba, y tienen mucha más variedad, y es que los los grupos editoriales se han dado cuenta que son el mercado que sube o baja a un autor. En estos días, en España, se ha hablado del fenómeno Moccia para las adolescentes: el amor, incluso el amor en caso de una gran diferencia de edad, parece ser el tema de sus novelas que se han llevado al cine...
Ahora, pues, y aquí es donde llega mi problema, no se trata de buena o mala literatura, sino de literatura con la que se pueda hacer dinero. Ese es el único objetivo, el más importatne al menos. Quizá si estas obras dan mucho dinero sea lo que permita que otras menos comerciales (no sé si buenas o malas, ojo, sólo hablo de los resultados en los balances) puedan ver la luz.
Por lo que percibo, los clásicos les interesan como a nosotros a su edad: poco.
Si leen alguno es porque no queda más remedio... Lo malo es que hoy existe el RINCÖN DEL VAGO que en nunestra época no existía. Y esto es malo, no porque exista, sino porque muchos, se limitan a imprimir la información, ni siquiera la leen.
Buen viaje a Australia. Espero que el cartero no llegue allí muy tarde con la carta...
Me ha divertido mucho el diálogo que te traes con tus neuronas.
¡Qué difícil explicar qué es literatura! Por lo pronto, como Flamenco no hago distingos de géneros. También pienso, como Gaspard, que muchas veces tenemos un recuerdo de la lectura, más que de la misma en sí.
Los tiempos, a mi modo de ver, no han cambiado tanto. Sigue habiendo como antaño, el que devora todo lo que cae en sus manos y el que no leerá un libro en su vida. Si en algo han cambiado es en el mayor acceso a la cultura en general. La prueba la tenemos entre nosotros. Internet nos une y Amando nos señala libros afines a todos, porque son buenos sin más. Somos diferentes, cada uno de su padre y de su madre y sin embargo coincidimos en gustos, por algo será.
Siempre se ha dicho que son malos tiempos para la lírica. Leer no es fácil; requiere práctica desde la infancia o mucha voluntad. No soy optimista en cuanto a los jóvenes de hoy día, pero la lírica está ahí, en un rincón esperando a cualquiera de ellos.
A veces es cuestión de tiempo, creo que a ninguno de nosotros nos chiflaba la verdura, cuando pequeños y estoy segura de que hoy la apreciamos todos.
Aunque fuera de plazo, ¿alguien ha leído El afinador de pianos de Donald Manson? era una delicia.
Que sigamos haciendo listas de libros.
Besos llenos de títulos.
Isolda:
Es que mis neuronas son un tanto caprichosas, y algunas veces, cuando me distraigo, las más juguetonas se dedican a pasar por encima de mis criterios, ¿a eso se le llama subconsciente?
Como tantas veces, estamos de acuerdo en lo más importante. Siempre ha habido quien lee cualquier cosa, hasta los prospectos de las medicinas y los que sufren urticaria en las pupillas si lee un poco más que la placa de una calle.
A todo lo que dices añadiría otra cosa: en unas épocas de la vida apetece más un tipo de lectura que otras.
Eso también habría que tenerlo en cuenta.
Ya que la entrada tiene que ver con la literatura aprovecho para hacer mención de que Francisco Brines ha recibido el Premio Reina Sofía de Poesía. Casualmente ha conocido la obtención de este galardón en Segovia, en fin...
Esta es la información de El País
Por cierto en el blog de María Sangüesa, el otro día subió una entrada dedicada a este poeta valenciano. Aquí la entrada de María
No hablemos de neuronas, que las mías más que juguetonas parece que se han tomado unas vacaciones...
Estoy muy de acuerdo con Flamenco, también con Gaspard, y no quiero repetir lo de Isolda porque diría exactamente lo mismo. Lo de la lírica me trae a mal traer, menos mal que me diste la buena noticia del premio de Brines, nada menos que en Segovia. Muchas gracias por poner el enlace de la entrada que le dediqué en mi blog, estás en todos los detalles, eres un verdadero caballero a la antigua usanza (de los que, por desgracia, ya no quedan). Y un encanto. Mil besos.
María Sangüesa:
Pues aprovecha el descnaso, aprovéchalo que cualquier día se ponen a danzar...
Mira que te gusta jugar.
Eres incansable.
Además de tu particular reflexión añadiría el beneficio de la literatura en mostrarnos espacios, ambientes. Me gusta tanto la descripción de un personaje como la de los muebles que visten una habitación; las avenidas por donde transcurre la vida; los objetos; la luz, el tiempo en reloj y en clima.
Un abrazo.
Y sí, hace ya un rato que son malos tiempos para la lírica.
Urbanoyhumano:
Pues la verdad es que estoy cansado, pero con lo que se nos avecina con 7 plumas ni te cuento.
Pero me apetece mucho intentar disfrutar de la vida a tope, y lo que más me gusta es escribir. Por suerte se va encontrando el canal.
Y estoy también de acuerdo, no sólo son los personajes, los personajes se mueven en un espacio, en un tiempo, rodeados de naturaleza y el propio decorado que el ser humano va organizando a su alrededor. Es básico. Siempre lo ha sido, pero como sabes mejor que yo, desde los románticos es más importante aún, puesto que a ese ámbito externo al propio organismo del personaje, se le dota de una serie de cualidades casi humanas. Y esta influencia se ha desarrollado hasta llegar a límites insospechados...
Ahora bien y dicho esto, se puede concebir una novela desnuda de cualquier aterezzo (posiblemente sería complicada de leer y hasta algo aburrida), solo con dibujos y palabras de personas... Pero me cuesta infinito pensar en una novela sin una persona o elemento que asuma la esencia humana. QUiero decir, que salvo que la mesa hable, sueñe, piense, quiera, sufra...
¿No sé si me he explicado o es que estas neuronas están de fiesta?
Un abrazo, B
Acabo de enterarme de las 7 plumas visitando la Esfera.
He dejado un comentario algo adulador, ejem. Será la proximidad.
urbanoyhumano:
Y has hecho más, te has apuntado como seguidora del blog
Este es su enlace por si acaso alguno más se siente motivado a acercarse
Amando,"un personaje y sus peripecias", creo que es lo que te decía en el piso de abajo.
Cuando hablamos de peripecias, no se trata siempre que la gente haga grandes viajes. Cuando dices "malos tiempos para la lírica" de acuerdo en cuanto a los versos, pero hay prosa lírica, lo sabes, la practicas. Te doy un ejemplo con el autor italiano al que acabo de leer, Erri de Luca, Sulla traccia de Nives que leí en francés, en español sería En las huellas de Nives (Nieves) una alpinista: estan dos personas en una tienda en los Himalayas durante una noche de tormenta y hablan de sus cosas, de la montaña, la nieve, el soplo, el viento, el exito, los años negros de Italia, las parejas, los hijos, bueno sus vidas en unas 160 páginas. El estilo es lírico, con citaciones de los Salmos que son pura poesía. Acabo aquí con mi crítica literaria y tengo que decir que me gustaron todos los comentarios.
Otra cosa, literaria también. Por favor, puedes poner otro enlace con Siete plumas porque en la pequeña ventanilla de los comentarios es muy dificil de leerlo y parece interesante.
Catherine:
Lo primero. En la parte derecha, arriba, donde está el logo de 7 plumas se accede a él.
La dirección es http://7plumas.blogspot.com/.
Es cierto lo que dices y no hay nada que oponer a todo ello. Simplemente me refería a que en casi ningún caso de los libros preferidos de quienes hemos participado en el leve juego han salido este tipo de libros.
Por supuesto que hay honrosas excepciones.
Lo del libro del italiano que comentas hoy trae especiales reminiscencias dolorosas, pues un montañero español ha muerto en la cima del Anapurna. Incluso hay discusiones sobre si en el intento de rescate se han empleado todos los esfuerzos necesarios...
Un beso...
No me repetiré... estoy muy de acuerdo con todo lo que comentaís y la entrada de Amando me parece fantástica... Tus neuronas están fenomenal, amigo... no tienes de que preocuparte...
Lo último que he leído "El desajuste del Mundo" de Amin Maalouf poco tiene que ver con la lírica... pero su contenido es tan denso y tan explícito que merece la pena, al igual que la persona... que tuve el grandísimo placer de conocerle la semana pasada en una conferencia que impartió por aquí...
Besitos...
Beatriz:
Es una suerte saber que mis neuronas no estén mal. Hay días que no estoy tan seguro :).
La obra de Amin Maalouf seguro que será clave para continuar por el camino de la solidaridad.
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