NOTA: Estaban previstas cinco entradas, como anuncié en su día, pero a última hora y una vez repasado el texto, me percato de que una quinta entrega hubiera roto en exceso el ritmo de este relato. Por tanto lo que en principio iba a ser quinta entrega se corresponde a la parte final de esta cuarta y última entrega que quizá sea un poco más larga de lo conveniente; pero en este caso os pido comprensión, creo que me ha sido forzoso elegir entre longitud adecuada y lo que los pedantes denominarían tensión narrativa. Me sirve de consuelo pensar que hasta el lunes no habrá otra entrada en este blog.
Imagen tomada de Internet
PRIMERA PARTE , SEGUNDA PARTE , TERCERA PARTE
Antes de que me diera tiempo de reponerme del susto, me bosquejó la historia de la familia. Según afirmó, y no se anduvo por las ramas, era una vieja bruja que llegaba al final de su ciclo terráqueo después de mucho tiempo, bastante más que los noventa años que conocíamos, varios siglos, más de diez; pero no me contó nada de aquel remoto pretérito, pues la narración se hubiese hecho interminable, sino que, si yo aceptaba su propuesta, aquel pasado multisecular, lo descubriría con el tiempo. Tendrás mucho tiempo para hacerlo, afirmó con una sonrisa especialmente siniestra.
La cosa cada vez me amedrentaba más, pues adivinaba por dónde me venían los tiros. Pero ella, inmutable, siguió desgranando lo que le interesaba.
Como cualquier bruja, en la parte final de mi ciclo terrestre tenía que casarme con un hombre capaz de engendrar en mí el número suficiente de hijos que permitieran que alguno de mis descendientes fuese el adecuado para recibir los poderes eternos de la hechicería, aunque no fuera en la primera generación.
¡Cómo sentí el estilete helado de su mirada en ese momento!
Precisó algo más. Por nuestra constitución específica, no sirve cualquier varón, sino que ha de tener unas características especiales en su semilla, lo que ahora llamáis genes. Esto es delicado, continuó, mientras su mirada adquiría ciertos tonos que para mi sorpresa eran melancólicos. Esas peculiaridades se corresponden justo con lo contrario que nos interesa; necesitamos seres de potente bondad, ansiosos por hacer el bien. Suspiró. Únicamente de esa mezcla nacerán candidatos idóneos para la brujería, pues sólo quien conoce bien algo, puede combatirlo con eficacia. Son cosas extrañas, pero ciertas; uno de las paradojas caprichosas del Sumo Hacedor que siempre nos complica la vida, no lo dudes, me advirtió, como si adivinara mi asentimiento ante su próxima propuesta. Lo malo es que tu abuelo, después del quinto parto, se olió alguna cosa; no sé, quizá hablé en sueños..., el caso es que empezó a ser peligroso que respirase, si es que quería hacer viable el plan ancestral. En fin, que tuve que tomar medidas.
Lo dijo de ese modo tranquilo, sin matices especiales en su milenaria voz. Quizá su perspectiva de la vida es tan distinta de la comúnmente admitida, que organizar un crimen no le parece ominoso, aun el de su marido, a quien sin duda amó, como había demostrado aquel brillo melancólico de su mirada acuosa. En realidad tendría que decir el de su último marido, pues es de suponer que en diez siglos alguno más habría tenido.
La historia de la muerte del abuelo, la conocía desde mi infancia, pues es uno de los relatos fundacionales de la familia, y su misión para el clan familiar es similar a la de las narraciones mitológicas para Occidente. Mi abuelo fue asesinado una noche de martes de carnaval. El homicida confundió el disfraz que usaba mi abuelo, idéntico al que lucía el amante de la mujer del criminal. Ayer, no de forma casual, la abuela recalcó que el disfraz lo había diseñado y cosido ella, y se lo regaló para aquel baile divertido, como una sorpresa. Este momento de la narración siempre alegraba la crudeza de aquel relato trágico. Si el resto de la familia supiera la verdad… Al alzar la máscara y aparecer el rostro equivocado, el asesino enloqueció y se tiró por la ventana. Ayer por la tarde, al comprender que las artes de mi abuela habían estado detrás de tal tragedia que acabó con dos muertos, sentí que mi odio se hacía repulsivo y se llenaba de pánico. A pesar de todo, continué adherido al asiento. La infusión había desaparecido del tazón pavonado; sin que me percatara, mi abuela lo había vuelto a llenar.
Avanzaba como una tromba su confesión que me helaba la sangre y, a la vez, ejercía sobre mí un poderoso efecto magnético, por lo que no podía evitar escucharla. Desde que nacieron tus tíos y tu madre, supe que ninguno de los cinco sería el vehículo adecuado donde depositar mi sabiduría y mis poderes. Así que, aunque me pesara, no podía concluir mi ciclo. Tendría que esperar y, créeme, estoy muy agotada después de estos diez siglos. El vigor de la semilla de tu abuelo fue muy poderoso en la primera generación. Acaso, en tu madre se produjo el primer desequilibrio a mi favor. Al ser la pequeña y ser tu abuelo de más edad había perdido algo de su fuerza. Quizá, si hubiera tenido otro hijo después, mi tiempo se hubiera acortado; pero no pudo ser, ya que, si perdió vigor físico, sin embargo su fuerza espiritual acreció de tal modo que para mí era muy peligrosa la convivencia con él, pues podría haber dado con secretos y arcanos que un simple humano no debe descubrir. Por tanto, mi heredero, mi verdadero hijo, sería uno de los nietos que mi hija me diera.
La historia de la muerte del abuelo, la conocía desde mi infancia, pues es uno de los relatos fundacionales de la familia, y su misión para el clan familiar es similar a la de las narraciones mitológicas para Occidente. Mi abuelo fue asesinado una noche de martes de carnaval. El homicida confundió el disfraz que usaba mi abuelo, idéntico al que lucía el amante de la mujer del criminal. Ayer, no de forma casual, la abuela recalcó que el disfraz lo había diseñado y cosido ella, y se lo regaló para aquel baile divertido, como una sorpresa. Este momento de la narración siempre alegraba la crudeza de aquel relato trágico. Si el resto de la familia supiera la verdad… Al alzar la máscara y aparecer el rostro equivocado, el asesino enloqueció y se tiró por la ventana. Ayer por la tarde, al comprender que las artes de mi abuela habían estado detrás de tal tragedia que acabó con dos muertos, sentí que mi odio se hacía repulsivo y se llenaba de pánico. A pesar de todo, continué adherido al asiento. La infusión había desaparecido del tazón pavonado; sin que me percatara, mi abuela lo había vuelto a llenar.
Avanzaba como una tromba su confesión que me helaba la sangre y, a la vez, ejercía sobre mí un poderoso efecto magnético, por lo que no podía evitar escucharla. Desde que nacieron tus tíos y tu madre, supe que ninguno de los cinco sería el vehículo adecuado donde depositar mi sabiduría y mis poderes. Así que, aunque me pesara, no podía concluir mi ciclo. Tendría que esperar y, créeme, estoy muy agotada después de estos diez siglos. El vigor de la semilla de tu abuelo fue muy poderoso en la primera generación. Acaso, en tu madre se produjo el primer desequilibrio a mi favor. Al ser la pequeña y ser tu abuelo de más edad había perdido algo de su fuerza. Quizá, si hubiera tenido otro hijo después, mi tiempo se hubiera acortado; pero no pudo ser, ya que, si perdió vigor físico, sin embargo su fuerza espiritual acreció de tal modo que para mí era muy peligrosa la convivencia con él, pues podría haber dado con secretos y arcanos que un simple humano no debe descubrir. Por tanto, mi heredero, mi verdadero hijo, sería uno de los nietos que mi hija me diera.
Cuando dijo esto, sí quise huir, pues lo demás me lo imaginé, pero era demasiado tarde. No me quedó más remedio que actuar como la víctima de una ejecución en un patíbulo.
Ella prosiguió, en apariencia ajena a mi horror. Tuve que seleccionar bien a tu padre, no fuera a ocurrir algo como con tu abuelo, no bastaba que fuera un hombre dócil, tenía que ser un perfecto inútil, y no tan bondadoso, debía de tener una dosis adecuada de egoísmo. Lo encontré pronto, pues esas características abundan entre los humanos. Ahora empezaba a entender yo, cómo era posible que mi madre hubiese aguantado al hombre que me engendró. Supongo que alguna pócima o algún conjuro de mi abuela tuvo culpa de aquella cegara... Insultaba a mi padre, pero no me pesaba, ya que con sus palabras dibujaba el exacto y repugnante retrato de su interior, una cuestión innegable. Ya he dicho que con mi familia las cosas van mal, y con mi padre de modo especial. Pero eso es otra historia ajena a ésta. Me encogí de hombros, indiferente a tal cuestión.
Empecé a comprender la ecuación absurda de mi vida. Todo en mi existencia fue preparado de modo concienzudo para acabar donde estoy a punto de acabar. Que temiera tanto a la abuela, probablemente es la mejor explicación del asunto; deduzco que he sido un campo de batalla continuo entre los poderes de mi abuela y los intentos de mi abuelo de protegerme de sus artes.
Como en estos casi cuarenta años las cosas no se decantaban hacia ninguno de los dos, mi abuela, ayer por la tarde, decidió poner las cartas encima de la mesa, nunca mejor dicho. Después, me explicó multitud de secretos que aún no sé cómo he de utilizar, pues no tengo claro que termine por ser el recipiente adecuado donde deposite su sabiduría y así obtener su descanso.
Con un poco de suerte, la cuarta parte de mi sangre, la que corresponde a mi abuelo materno, será lo suficientemente poderosa aún como para atenuar el otro cuarto de mi abuela. Pero estos ojos azules que compartimos desde que nací, no son la mejor noticia.
Quizá, si acepto las condiciones que ayer me propuso la abuela, tenga que acariciar la idea de que aún me faltan más de mil años para morir, y que, aunque le repugne a mi razón, existen los poderes extra sensoriales…
Quién sabe si haber renegado siempre de ellos, se debe a que intuía que me terminarían poseyendo; por tanto, mi incredulidad era un mecanismo de defensa inútil.
Quizá tenga que reconocer que soy de la eterna estirpe de los brujos. Por eso, las frías mañanas de plata desvaída y mate me atraen tanto..., desde hace tantos años...
28 comentarios:
GENIAL.
Pero genial, genial, genial. Y mira, no me equivocaba yo en que me dieran los dos cierto "repelúz"...
(Dedico la palabreja a Catherine...)
Me ha encantado, entretenido y tenido en vilo hasta el final; es una historia magnífica.
Claro que...se me ocurre pensar...¿qué hará con sus artes de brujo, las usará para el bien...?
Eso merecería otra historia...
Yo no creo en las brujas…pero como las meigas haberlas hailas…
La abuela del relato no guarda parecido con la bruja de Blancanieves o las tres que retrata Shakespeare en Macbeth…Esta es una bruja moderna por muchos siglos que diga que tiene…La bruja moderna viste a la moda, estudia, trabaja, ama, tiene hijos…piensa en su sucesión y no para hasta encontrar al nieto ideal. Y ahora que pienso, de los 18 nietos que tuvo mi abuela materna ¿Quién será el brujo? Yo por supuesto no…Mañana mismo empiezo a indagar a mis primos.
Un abrazo.
Una cosa...¿los brujos son pelirojos?...
Que digo que lo he oído yo eso y no se...
Ha sido fantástico amigo... algo se intuía, no creas...
Bueno, no voy a escribir aquí que estoy de acuerdo con el plan para desacerse de su marido... pero es que ella tenía una meta en su vida, y la persiguió, claro que los medios utilizados no me convencen... Pero hablando de brujas y brujerías todo es posible... Si yo hubiese sido el nieto no podría renunciar fácilmente a ese "testigo"... no!!!.
Enhorabuena escribidor y gracias...
Saluditos...
Alena Collar:
Muchas gracias de verdad.
Después de cómo se puso el otro día la cosa, tenía un poco de miedo con este final, porque parecía que vuestros comentarios, memorias, reflexiones, debate, nos deberían haber llevado a otra parte, a otro lugar.
Respecto de nuestro brujo en ciernes, una vez que haya decidido si asume su papel o no, ya se verá, quizá continúe sonando con tal potencia el silbo del abuelo en sus oídos que el cuento tome vuelos insospechados.
Tengo algún amigo y conocido pelirrojo así que lo dejaré estar...
(Sí, sí es pelirrojo).
Flamenco Rojo/Pepe Gonce:
No, si yo tampoco creo mucho, pero cuando actúan no veas, como para no creer.
Las brujas siempre han sido muy inteligentes, y salvo en contadas ocasiones, nunca se han sabido que lo eran. Quiero decir, que han sabido camuflarse muy bien entre el personal...
Si te fijas en el caso de Blancanieves, ya que la citas, se trata de una mujer en apariencia normal, nada menos que la reina. Al menos en la versión Disney.
Beatriz Ruiz:
Desde el principio, es cierto, se crea una atmósfera (o lo intento al menos) especial que sirve para ir abonando el terreno, para ir conociendo al personaje principal que es un modo de conocer a los dos personajes y para que el desenlace no parezca una granada de mano que cae sin previo aviso.
Al opinar sobre los métodos de la abuela para deshacerse del marido y sobre la prevalencia de la meta a conseguir por encima de cualquier ética, te acercas, casi te metes en el meollo del relato, que, obviamente, no es la brujería, salvo que se tome ésta como símbolo.
Y no digo más.
A mi me ha hecho mucha gracia eso de ''seleccionar a tu padre'' que le dice la abuela al nieto.
¿Vivir mil años? Madre mía... Toda una ''maldición''...
Abrazo.
Evaasecas:
Pues sí, por se una maldición decidió lo que decidió. Uf, mil años brujuleando.
Abrazos.
Alena no fastidies...lo de pelirojo será broma ¿no?...que tengo un primo pelirojo, y ahora que lo pienso el "miarma" tiene cosas muy raras...ofú vaya tela.
Flamenco Rojo/Pepe Gonce:
Claro que entonces qué decir de tantos escoceses, irlandeses, holandeses...
Vale como broma, pero tiene algo de tradición bien antigua. No sé a santo de qué, esa es la verdad, pero desde bien antiguo se dice que Judas Iscariote era pelirrojo.
Es fácil, pues, sacar conclusiones.
Como tantas otras cosas, ciertas tradiciones poseen un anclaje en el tiempo muy profundo. Similar es la tradición de mal fario que trae el trece, por el número de comensales que supuestamente asistieron a la Última Cena, de ahí que el vierntes 13 en los países sajones sea el día de la mala suerte, o el número 13 entre nosotros.
Se quemaròn màs brujas que brujos durante siglos, recordaos las brujas de Salem. Los brujos eran considerados a menudo como sabios, peligrosos pero sabios. En el relato la abuela practica la selecciòn genética antès de todos; es una sabia y asì pudo vivir mil años.
Tienes toda la razòn, Alena (y gracias por la dedicatoria). En un pueblo que conozco muy bien a un chico le llamaban bastardo Y pelirrojo.
Ezpeluznante, da repeluz tu relato, Amando.
La anònima soy yo y añado:
Pepe, yo también tengo primos pelirrojos, una mujer y un hombre. Cual del los dos serà brujo/a?
Cuidado con los primos!
Catherine:
Si ya os decía yo que cuidado con la abuela, las apariencias engañan.
Es cuerioso, y muy cierto, claro, eso que cuentas de las brujas y los brujos... Aunque más que curioso es espeluznante, eso sí es espeluznante, el modo que se tenía de defenderse de personas que probablemente toda su brujería consistía en una vida que hoy definiríammos como alternativa y libre, despojada de toda atadura, sobre todo religiosa.
He llegado tarde, pero prometo ponerme al día...
Besos
MArian
Ya me parecía a mí que el ritual de la tisana y los ojos gris de plata de abuela y nieto iban a despejar un secreto común a ambos. Pero nunca pensé en los brujos. Siempre nos sorprendes, Amando. Magnífico.
Por si alguno es pelirrojo, de brujo nada, rutilante es la palabra, casi ná.
Besos que duren muchos años, pero no tantos...
Isolda:
Pues mira, en algo estoy en desacuerdo contigo, que los besos duren mil años o más muchos más, excepto los de traición, todos los besos, más de mil años, muchos más.
Además con la pluralidad de los tuyos ni te cuento... Besos rutilantes.
Me ha encantado el relato,Amando...
Pues a mí, no me hubiera importado ser bruja...yo habría tomado el testigo de la abuela. Así, podría utilizar mis pócimas para curar las heridas del alma y del cuerpo de las gentes; para generar sonrisas; para desterrar el odio; para "adormecer" unos cuantos siglos a los tiranos e incompetentes; para...
Y con mi escoba mágica, me pasaría el día barriendo, eliminando fronteras; y minas antipersona...y muros de silencio y de vergüenza...
y dar unos cuantos escobazos a más de uno/a...
Y con mi sombrero de bruja, iría sembrando de vacunas los lugares donde hay gente -los niños- que las necesita...y me inventaría una pócima para eliminar la intolerancia y el egoísmo...
Ay Dios... este amanecer soleado y el canto del pájaro que me ha despertado, me han confundido un poco... No soy pelirroja...ya no tengo abuelas... ya tengo marido...no tengo escoba ni sombrero... no quiero vivir mil años...sólo quiero vivir...voy a ver si logro despertarme... Abrazos africanos
María A:
A ti no te hubiera importado ser bruja... blanca, ángel o baruka (no sé cómo se dice exactamente); a ti no te importa ser quien eres, un miembro más de la eterna estirpe de los utópicos, de quienes a pesar de ver con los ojos y tocar con las manos la injusticia, el egoísmo, la miseria que sólo se explica con esas dos claves, crees en el ser humano, en la bondad básica que subyace en nosotros, a pesar de la tozudez de la realidad.
Esa estirpe de hombres y mujeres que nos emocionamos al amanecer de cualquier día solo porque la tierra ha vuelto a girar su giro diario, sólo porque un pájaro canta detrás o delante de nuestra ventana.
A veces es mejor no despertarse.
AVISO:
Como cada domingo a las 00.01 aparecerá publicado el siguiente capítulo de "Mañana amanecerá" en mi otro blog
EURITMIA EN LA RED
Podéis leerlo pinchando en el nombre del blog que acabo de anotar o ir hasta él através del enlace que está en la columna de la derecha de este blog.
No obstante esta es su dirección electrónica:
http://euritmiaenlared.blogspot.com/
Hasta la noche.
Había imaginado cualquier desenlace pero nunca este. Buenísimo. Qué buen crimen has ideado. El relato me ha parecido una obra teatral en cuatro actos.
Palabra en cierne
Por la poca escenografía y el ambiente, quizá, pero necesitaría un buen adaptador. Falta diálago.
Gracias.
no falta mùsica. Hay un grupo en Barcelona, Ojos de Brujo, ojos gris de plata? conocido en Francia también! Compraré un CD para una amiga que nos invita a festejar la Noche Vieja.
Descubrimiento debido a Catherine
He llegado al final, y no sé... me ha encantado por una parte llegar por el hecho de descubrir, y por otra, me hubiera encantado seguir leyendo...
En cuanto al porcentaje de la sangre, mira que, yo lo he pensado en mí mismo... lo que no sé es si podemos elegir el porcentaje.
Odiseo de Saturnalia:
Creo que es mejor, siempre, levantarse de la mesa con un poquitto de hambre que casado de haber comido...
Y me parece, estoy casi seguro que no podemos elegir... De hecho nuestro protagonista quiere elegir, pero no puede, me temo...
Hola- Hola: Formidable un relato de película pero me hacía la idea de un final diferente. ¡Yo no creo en las brujas Dios me libre! Pero según dicen haberlas ahilas. Ojalá fuera para hacer “un buen ejercicio” Como dice María A. Leyendo su comentario, no me queda nada más que decir. Ella lo ha dicho tal cual. Felicidades Amando, por deleitarnos con tus relatos e historias. Que sepas que me ha gustado mucho la lectura de, AQUEL SÁBADO LLUVIOSO. Gracias. Felices fiestas Navideñas a todo el mundo y un muy prospero año 20010. Ojalá que a ningún ser humano le falte, un plato de comida caliente, un techo, y una cama como la mía: es lo que yo pido cada noche cuando me acuesto. Un abrazo grande- grande y cálido para todos vosotros. Ser felices.
Marina Fligueira:
Me alegra que te haya gustado Aquel sábado lluvioso. Y comparto tus deseos de paz y bien.
Lo que ya me extraña más es que no creas en la existancia de los brujos, viviendo en Galicia.
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