¿De dónde vienes sudando, si no hace tanto calor?
De la catedral.
¿De la catedral por el lado opuesto…?
De mi campana de silencio, si lo prefieres.
No entiendo nada. ¿No ves allá la Esbelta Dorada? Tú llegas del Solanar
Pues eso, de mi catedral.
Cada día estás peor, Escribidor. Cada día te resbalan más los peces dentro de la cabeza.
Hacía aire, hacía sol, pero el calor no apretaba. Buen día para pasearse por allí, para que las piernas hagan algo de ejercicio y para rescatar la proporción de las cosas.
¿Qué…? ¿La proporción de las cosas…? A ti te ha afectado el sol en la cabeza…
Mientras paseaba, mientras la ciudad desaparecía, mientras entraba en la entraña de la campana, parecía que me achicaba, como si al avanzar por trochas y senderos descubriera que nada de lo que hago tuviera importancia… ¿Para qué mis palabras en medio de esas laderas como gigantescos arcos ojivales? ¿Para qué muelo mis neuronas mientras busco un reflejo que explique la belleza de esas florecillas como pedacitos de estrellas? ¿Para qué indago en los aromas del tomillo o del espliego si es imposible definirlos, aunque diga que huelen a Corpus y a zapato de charol recién estrenado?
Lo que necesitas es olvidarte de tantas rarezas durante unos días, luego, bien descansadito, verás las cosas de otro modo. Sí, un descansito te vendría de perlas…
Creo que no me explico… Veamos… Te quiero decir que doy demasiada importancia a mis cosas, y mis cosas no son nada, son migajillas esparcidas en una selva repleta de Acontecimientos Muy Importantes, Importantísimos, con Mayúsculas.
Pues no te entiendo muy bien aún... ¿O sea que has decidido que como lo que cuentas son estupideces o nimiedades, dejarás de contarlas?
Pues a veces lo pienso, no creas, pero he comprobado que eso es una pose falsísima e inútil. Como si dejara de respirar. Lo que digo es que me he dado cuenta de que lo que hago tiene la dimensión que tiene: una migajilla, una larva de mosca, la huella de un pétalo, la sombra de un suspiro. Y no pasa nada por eso. El mundo seguirá, porque hay algo más grande e intangible que a todo acoge y que a todo empequeñece…Espera, aún no digas nada, escucha… Cuando estaba en la parte del mediodía del Solanar, donde el sendero está aún cubierto de hierba como tapiz recién pintado, cada mirada me recordaba a esa fuerza poderosísima: la vegetación, las lomas de las laderas como vientre de mujer, las montañas que azuleaban en el horizonte, el valle tan hondo por donde se presumía un río, diferentes silbos y cantos de pájaros, mariposas de todos los colores, flores como si el arco iris se hubiera hecho reptil que sonríe… El viento poniente, que sólo acercaba de la ciudad una campanada… u otra... u otra…, despeinaba las rocas y los tallos y los arbustos y a las cigüeñas... Y el sol sonreía tranquilo, a su ritmo, sin prisa, como si estuviera tan a gusto entre nosotros…Todo era importante, pero nada era trascendental. Salvo el sol y las montañas, el viento y las laderas, todos éramos tan fugaces…
¿Entonces, para qué hacer nada?
Espera, te digo, espera... Al mismo tiempo, me percataba que sin estas fugacidades algo fallaría. Si la mariposa del color del león no se hubiera posado sobre la flor, sobre ésa precisamente, algo se habría resquebrajado en este equilibrio de cristal.
¿Eso hubiera sido trascendente?
Ahí está la cuestión… No sabemos apreciar porque nuestra mirada es escueta y superficial, tan ignorante aún... Pero el viento que todo lo besa y el sol que todo lo deletrea se darían cuenta de su ausencia…
¿Pero si es fugaz, qué importa una mariposa más o menos o esta flor o aquélla…?
Quizá es que la eternidad son ilimitadas sucesiones de fugacidades…
De la catedral.
¿De la catedral por el lado opuesto…?
De mi campana de silencio, si lo prefieres.
No entiendo nada. ¿No ves allá la Esbelta Dorada? Tú llegas del Solanar
Pues eso, de mi catedral.
Cada día estás peor, Escribidor. Cada día te resbalan más los peces dentro de la cabeza.
Hacía aire, hacía sol, pero el calor no apretaba. Buen día para pasearse por allí, para que las piernas hagan algo de ejercicio y para rescatar la proporción de las cosas.
¿Qué…? ¿La proporción de las cosas…? A ti te ha afectado el sol en la cabeza…
Mientras paseaba, mientras la ciudad desaparecía, mientras entraba en la entraña de la campana, parecía que me achicaba, como si al avanzar por trochas y senderos descubriera que nada de lo que hago tuviera importancia… ¿Para qué mis palabras en medio de esas laderas como gigantescos arcos ojivales? ¿Para qué muelo mis neuronas mientras busco un reflejo que explique la belleza de esas florecillas como pedacitos de estrellas? ¿Para qué indago en los aromas del tomillo o del espliego si es imposible definirlos, aunque diga que huelen a Corpus y a zapato de charol recién estrenado?
Lo que necesitas es olvidarte de tantas rarezas durante unos días, luego, bien descansadito, verás las cosas de otro modo. Sí, un descansito te vendría de perlas…
Creo que no me explico… Veamos… Te quiero decir que doy demasiada importancia a mis cosas, y mis cosas no son nada, son migajillas esparcidas en una selva repleta de Acontecimientos Muy Importantes, Importantísimos, con Mayúsculas.
Pues no te entiendo muy bien aún... ¿O sea que has decidido que como lo que cuentas son estupideces o nimiedades, dejarás de contarlas?
Pues a veces lo pienso, no creas, pero he comprobado que eso es una pose falsísima e inútil. Como si dejara de respirar. Lo que digo es que me he dado cuenta de que lo que hago tiene la dimensión que tiene: una migajilla, una larva de mosca, la huella de un pétalo, la sombra de un suspiro. Y no pasa nada por eso. El mundo seguirá, porque hay algo más grande e intangible que a todo acoge y que a todo empequeñece…Espera, aún no digas nada, escucha… Cuando estaba en la parte del mediodía del Solanar, donde el sendero está aún cubierto de hierba como tapiz recién pintado, cada mirada me recordaba a esa fuerza poderosísima: la vegetación, las lomas de las laderas como vientre de mujer, las montañas que azuleaban en el horizonte, el valle tan hondo por donde se presumía un río, diferentes silbos y cantos de pájaros, mariposas de todos los colores, flores como si el arco iris se hubiera hecho reptil que sonríe… El viento poniente, que sólo acercaba de la ciudad una campanada… u otra... u otra…, despeinaba las rocas y los tallos y los arbustos y a las cigüeñas... Y el sol sonreía tranquilo, a su ritmo, sin prisa, como si estuviera tan a gusto entre nosotros…Todo era importante, pero nada era trascendental. Salvo el sol y las montañas, el viento y las laderas, todos éramos tan fugaces…
¿Entonces, para qué hacer nada?
Espera, te digo, espera... Al mismo tiempo, me percataba que sin estas fugacidades algo fallaría. Si la mariposa del color del león no se hubiera posado sobre la flor, sobre ésa precisamente, algo se habría resquebrajado en este equilibrio de cristal.
¿Eso hubiera sido trascendente?
Ahí está la cuestión… No sabemos apreciar porque nuestra mirada es escueta y superficial, tan ignorante aún... Pero el viento que todo lo besa y el sol que todo lo deletrea se darían cuenta de su ausencia…
¿Pero si es fugaz, qué importa una mariposa más o menos o esta flor o aquélla…?
Quizá es que la eternidad son ilimitadas sucesiones de fugacidades…
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Esta música se debe a la indicación de Adrián Dorado que ha dejado en su comentario
17 comentarios:
Bravo, Amando,en ese camino veníamos y lo has decrito con una ternura y capacidad que me apabulla.
Eso abramos todas las puertas que podamos, desbrocemos el camino....
la eternidad o trascendencia no ubica en el no tiempo y allí, no importa lo que dure se percibe lo imanente, sobretodo en la naturaleza...allí esta presente algo muy grande.
De cualquier manera si sabemos filtrar lo que no nos guste delos nombres o conceptos diría, si me permiten, que sería dable ( aunque fuera por mera curiosidad)escuchar el tema deGilberto Gil que propongo...
Arbazos
Adrián
PD:supongo que se entiende el portugués sino lo traduzco.
ADRIÁN::Gracias mil, de nuevo a esta aportación, en este caso sonora al blog... Si un día algunos de estos textos Escritos desde Euritmia pasaran al papel, la verdadera lástima será que se pierdan estos sonidos... ¿Alguien podría inventar el papel sonoro, por favor?
Me gusta tu reflexión sobre lo efírmero ( fugaz, le llamas ) y lo banal. Nos pasamos la vida inmersos en asuntos trascendentes y nos olvidamos de lo imprescindible, que son precisamente esas "nimiedades" que adornar este camino sinuoso que es la vida y que yo creo que no es más que lo que le de sentido a la vida misma. La mariposa con color de león es más importante que un acta notarial, y la sensación del viento suave en la cara en un día soleado tiene más valor que un premio de la bonotolo.Quízá sea visionaria, pero por ahí van mis prioridades.
Tu no eres hipermétrome, brujillo,que me voy dando cuenta de que vas por ahí con ojos facetados, bebiéndote la vida a morro.
Y no tengo cámara, ni te espío. Realmente te he visto muy poco, te conozco muy poco. Pero la idea que tengo tuya a día de hoy es la de un hombre cabal, pero loco, melancólico, pero feliz, quizá despistado, estudiante eterno, algo hechicero, irónico, lacónico, y creo que acierto si digo que muy, muy divertido.
Y !por Dios ! mil gracias por añadir mi retrato a tus históricos. No sabes la ilusión que me hace y cómo me ha emocionado.
Lo de dar en la diana es fácil, soy una luchadora permanente, me identifico con Artemisa, aunque, desgraciadamente, me falte el toque de divinidad.
Por cierto, el diálogo, un tanto sideral del principio del texto me tiene encandilada.
Besos abisales
Desde mi Pecera.
Lo sonoro permanecerá en nuestros oídos... no tienes de qué preocuparte, mi amigo Amando...
Y vosotros dos, Adrian y Amando en mi corazón... ya siempre...
Es precioso ese canto a la naturaleza que nos has regalado hoy...
Y sí... somos bastante efímeros... y estamos compuestos de pequeñas cosas... de grandes entusiasmos... y sobre todo, creo, que personas, esas personas que cuentan... esos humanos que nos ayudan a despertar los sentidos...
Y sigo escuchando...
Un gran beso con todo mi cariño desde Tenerife.
" la eternidad es muy larga sobre todo al fin" Woody Allen
debe ser porque las fugacidades habrán desaprecido.
Yo estoy por las pequeñas cosas que ayudan a soportar las fundamentales.
Maririu
PILAR: Se trata de esto a mi modo de ver, de lo que decía de encontrar la proporcionalidad de las cosas, de situar lo que hacemos en el contexto de la finitud, y al mismo tiempo del equilibrio. Aquello que a veces se dice de que nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios.
Algo así.
No dudes que mi mirada es hipermétrope, no lo dudes. Pero, creo que lo dije en otra parte, como lo sé y como aprendí que esta deficiencia también trasciende a mi alma, me esfuerzo cada día. Lo malo es que aunque las gafas para los ojos de la cara nunca se me olvidan, algunos días las otras me las dejo olvidadas en alguna parte.
Y garantizo que una de las mejores terapias que he econtrado para combatir este defecto es la escritura, sobre todo la escritura del diario, ya que me obliga a fijarme en lo que está a mi lado...
BEATRIZ: Eso me faltaba, eso que señalas: los demás como elementos constitutivos de nuestro propio ser. Ellos, los que nos completan, los que nos llenan, los que nos acarician, los que nos señalan, los que nos critican, los que nos duelen, ellos son los que de más eternidad dotan nuestras fugacidad.
Un beso.
MARIRIU: Me da la impresión que sin las cosas más pequeñas, serían insoportables las otras. De algún modo es lo que quería decir. Más aún, quería decir que a veces nos equivocamos que lo nuestro es immportantísimo, cuando sólo es lo que es...
Quizá la eternidad sea una sucesión de fugacidades...maravilloso cierre para un texto magnífico. Me voy ahora mismo a reflexionar sobre lo que he leído Y a volver a escuchar la sugerencia musical de Adrián, que me ha dejado emocionalmente revuelta. Un beso.
Amando, qué lectura tan preciosa, nos regalas hoy. Me hubiera gustado ser la sombra que te acompañara en ese paseo.
Bueno en realidad, la sombra de Pilar, que parece se anticipó a ese paseo. Una bruja en una pecera, que se explica de maravilla.
Hoy los besos, son para todos, como siempre, pero en especial a Pilar, para Adrián por lo que aporta y como no, para tí.
MARÍA SANGÜESA: La sugerencia musical de nuestro amigo, desde luego más que un colofón es un compendio, y tiene de algún modo, esa reminisciencias a los profetas poetas que escribieron en el Antiguo Testamento, hoy tan desprestigiado: Si quisiera hablar con Dios apagaría la luz, si quisiera hablar con Dios, acallaría la voz, creo que dicen un par de versos.
ISOLDA: No sé si merezco estas palabras, pero las acepto, claro, sobre todo porque de ellas se desprende mucho cariño, y eso es lo que más importa.
Me ha gustado mucho. Todo. El planteamiento. La claridad de la expresión. El misterio de los diálogos. La sinceridad evidente de lo relatado. En cuanto al meollo de la cuestión es demasiado meollo como para que yo pueda dar una opinión por qué ni siquiera yo la tengo clara; y aunque así fuera sólo sería la mía. Pero se intuyen en tu texto varios caminos... Normal a todos los humanos se nos abren caminos todos los días cuando damos un paso y luego otro y otro.
Muy bien
PARA TODOS:: Nuestro amigo Adrián acaba de postear su entrada de hoy en la que incluye un enlace a ésta. Cosa que, además de agradecerle profundísimamente, no merezco. Pero ya está hecho.
En fin, además, ha subido la traducción de la letra de la canción, cosa que aprovecho para que visitéis su entrada pinchando con el ratón aquí
MARIANO:Bienvenido a esta tu casa, y me alegra profundamente que te haya gustado tanto el texto.
Las opinioes de cada uno son las que aquí ponemos. Nadie, que yo sepa -y no quiero entrar en honduras- tiene la verdad absoluta.
A mi modo de ver, la duda es la verdadera medida de lo humano. No quiero decir que se dude de todo, pero ante el misterio la seguridad absoluta parece una contradicción.
Abrazos
Hola, ¿que decir a estas alturas? O afino mucho o no aportaría nada nuevo.
Muy bueno Amando.
Magistral Adrián.
Pilar, magnífica visión de Amando.
¡Ofú, que calor hace en Sevilla!
PEPE GONCE:Hay personas que con su sola presencia dicen mucho y con su alegría y optimismo a todos nos levantan.
Gracias.
¡Una cerveza, quillo!
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