Retrato del poeta arevalense Eulogio Florentino Sanz.
Tomado de Internet
vencida de la edad sentí mi espada.
Hoy hemos estado en Arévalo. Marián no conocía el casco viejo de esta ciudad del mudéjar, que yo conocía muy poco. (Antes de que nadie empiece a chillarme y diga que Arévalo está a sesenta kilómetros de Segovia por buena carretera, para quien no lo sepa, hasta que mi hermano mediano no obtuvo el permiso de conducir, en casa no hubo coche, y a estas alturas de mi existencia ni tengo carné, ni tengo coche, ni ganas… Y si ahora salgo más, a Marián se lo debo, pues de lo contrario… Sé que no es una explicación suficiente, pero es una explicación).
Ahora diréis que os voy a hablar de Arévalo.
Lo merece, pues es un hermoso pueblo en donde el mudéjar se hace espléndido, con su castillo, que sestea sobre las aguas del Adaja, cerrado al público por misteriosas cuestiones administrativas; es una hermosa ciudad donde la hondura de Castilla dormita sobre los recuerdos de un pasado que quiso ser glorioso y ha tornado su fama en vuelo de cigüeña, avión o vencejo. Las piedras, sólo quedan las piedras como testimonio de una época que fue hermosa, y que se hermosea quizá más con el paso del tiempo. La elevación del mudéjar a la categoría de estilo arquitectónico indica (que me perdonen los sabios del arte) que la imbricación de la cultura musulmana en pleno territorio cristiano fue mayor de lo que acaso se sospecha. Esta zona de Castilla: Arévalo, Cuéllar, Coca, Medina del Campo, Tordesillas, Rueda, Olmedo… es como una hermosa plantación de románico mudéjar. Imaginar expertos capataces o maestros albañiles descendientes de los musulmanes erigiendo iglesias y palacios no es sólo complicado, sino conveniente. Quizá así nos acerquemos al verdadero palpitar de estas tierras durante el reinado de los Trastámara…
Pero quería hablar de otra cosa, de algo mucho más doloroso, al menos más doloroso para mi corazón…, aunque quizá, hable de lo mismo sin saberlo.
Quizá haya sido la tormenta que se ha fraguando en las tres o cuatro horas más verticales de la jornada. La brisa se ha tornado en sustancia casi viscosa y las nubes crecían y se robustecían como una amenaza.
Tras cruzar el la Puerta de Alcocer, el único arco de la muralla que da acceso a la Plaza del Real, donde está el Ayuntamiento, en el rincón de la derecha, se ve una casa en ruinas, mejor dicho sólo se ve la fachada de lo que fue un edificio, y sobre ella una placa dedicada al poeta más ilustre de entre los arevalenses según se dice allí mismo: Eulogio Florentino Sanz.
De inmediato se me ha venido el alma a los pies, primero porque de este hombre no había oído hablar. Y segundo, porque la imagen era demasiado precisa... , más que una metáfora, una evidencia.
Ahora, tras consultar (http://es.wikipedia.org/wiki/Eulogio_Florentino_Sanz), descubro entre otras cosas que su traducción de parte de la obra de Heine fue determinante para la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer y de Rosalía de Castro. Su vida, como descubriréis en ese enlace, es una perla del Romanticismo y parece el paradigma de lo que hoy día pensamos que fue un escritor romántico. Pero estas cosas las desconocía esta tarde, cuando contemplaba la ruina desoladora en la esquina de la plaza solitaria, cuando la tormenta crecía como una amenaza.
No sé si está escrito en esa lápida o en el busto que han erigido en esa misma plaza con su efigie (por cierto, enfrentado al de otro ilustre escritor arevalense: Emilio Romero, el famoso periodista y novelista), pero la obra principal de este poeta fue una obra de teatro llamada Francisco de Quevedo. De inmediato, por tanto, la imagen del muro de la que fue la casa donde nació, me ha traído a la cabeza el famoso soneto del poeta del Siglo de Oro:
Ahora diréis que os voy a hablar de Arévalo.
Lo merece, pues es un hermoso pueblo en donde el mudéjar se hace espléndido, con su castillo, que sestea sobre las aguas del Adaja, cerrado al público por misteriosas cuestiones administrativas; es una hermosa ciudad donde la hondura de Castilla dormita sobre los recuerdos de un pasado que quiso ser glorioso y ha tornado su fama en vuelo de cigüeña, avión o vencejo. Las piedras, sólo quedan las piedras como testimonio de una época que fue hermosa, y que se hermosea quizá más con el paso del tiempo. La elevación del mudéjar a la categoría de estilo arquitectónico indica (que me perdonen los sabios del arte) que la imbricación de la cultura musulmana en pleno territorio cristiano fue mayor de lo que acaso se sospecha. Esta zona de Castilla: Arévalo, Cuéllar, Coca, Medina del Campo, Tordesillas, Rueda, Olmedo… es como una hermosa plantación de románico mudéjar. Imaginar expertos capataces o maestros albañiles descendientes de los musulmanes erigiendo iglesias y palacios no es sólo complicado, sino conveniente. Quizá así nos acerquemos al verdadero palpitar de estas tierras durante el reinado de los Trastámara…
Pero quería hablar de otra cosa, de algo mucho más doloroso, al menos más doloroso para mi corazón…, aunque quizá, hable de lo mismo sin saberlo.
Quizá haya sido la tormenta que se ha fraguando en las tres o cuatro horas más verticales de la jornada. La brisa se ha tornado en sustancia casi viscosa y las nubes crecían y se robustecían como una amenaza.
Tras cruzar el la Puerta de Alcocer, el único arco de la muralla que da acceso a la Plaza del Real, donde está el Ayuntamiento, en el rincón de la derecha, se ve una casa en ruinas, mejor dicho sólo se ve la fachada de lo que fue un edificio, y sobre ella una placa dedicada al poeta más ilustre de entre los arevalenses según se dice allí mismo: Eulogio Florentino Sanz.
De inmediato se me ha venido el alma a los pies, primero porque de este hombre no había oído hablar. Y segundo, porque la imagen era demasiado precisa... , más que una metáfora, una evidencia.
Ahora, tras consultar (http://es.wikipedia.org/wiki/Eulogio_Florentino_Sanz), descubro entre otras cosas que su traducción de parte de la obra de Heine fue determinante para la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer y de Rosalía de Castro. Su vida, como descubriréis en ese enlace, es una perla del Romanticismo y parece el paradigma de lo que hoy día pensamos que fue un escritor romántico. Pero estas cosas las desconocía esta tarde, cuando contemplaba la ruina desoladora en la esquina de la plaza solitaria, cuando la tormenta crecía como una amenaza.
No sé si está escrito en esa lápida o en el busto que han erigido en esa misma plaza con su efigie (por cierto, enfrentado al de otro ilustre escritor arevalense: Emilio Romero, el famoso periodista y novelista), pero la obra principal de este poeta fue una obra de teatro llamada Francisco de Quevedo. De inmediato, por tanto, la imagen del muro de la que fue la casa donde nació, me ha traído a la cabeza el famoso soneto del poeta del Siglo de Oro:
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;
vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
26 comentarios:
Amando...¿recuerdas el poema de Cernuda, "Las ruinas", en "Como quien espera el alba"?
(...)
"Esto es el hombre. Mira
la avenida de tumbas y cipreses, y las calles
llevando al corazón de la gran plaza
abierta a un horizonte de colinas: todo está igual, aunque una sombra sea
de lo que fue hace siglos, mas sin gente.
(...)
Tan sólo ellos no están. Este silencio
parece que aguarda la vuelta de sus vidas.
Mas los hombres, hechos de esa materia fragmentaria
con que se nutre el tiempo,
ellos en cuya muerte lo eterno se concibe,
como en el fruto el hueso encierran muerte.
(...)
Yo no te envidio, Dios; déjame a solas
con mis obras humanas que no duran:
el afán de llenar lo que es efímero
de eternidad, vale tu omnipotencia.
(...)
Sagrada y misteriosa cae la noche,
dulce como una mano amiga que acaricia,
y en su pecho, donde tal ahora yo, otros un día
descansaron la frente, me reclino
a contemplar sereno el campo y las ruinas.
Has emocionado la parte castellana que tengo de corazón. Y con los versos de Quevedo me has traído toda la reciedumbre de esa adustez que esconde austeridad y ternura, y patria olvidada. Yo me entiendo: hace algún tiempo estuve por la zona de Ávila, viendo románico; era como si el tiempo, el amor, el olvido y la muerte hablaran en esas piedras antiguas.
"miré los muros de la patria mía..."
Exacto.Se nos llena la boca de patria, y un Poeta solo tiene una placa en ruinas...pero eso sí, adoramos dioses que no son nuestros.
Ferran: El tiempo que se nos va, cuando uno tiene conciencia de que el tiempo es el único recipiente de que dispone. El tiempo insoslayable y al mismo tiempo inalcanzable. Escribimos o decimos presente, y mientas concluimos el último trazo de la palabras, mientras vuela fuera de nuestros labios la e que sonríe, ya es pasado, ya no existe, salvo en la memoria. Y nos empeñamos en dotar de eternidad, a lo que en sí mismo es fugaz. Pervivir más allá del tiempo es nuestro deseo (imposible) y sin embargo en cuanto que desaparece de nosotros semejante afán, algo parecido a la inutilidad o a la desidia ocupa nuestras manos, de pronto indolentes.
Extaña lucha, extraña condición las que tenemos los humanos.
Alena: Siempre he sostenido que la única posibilidad de que el árbol crezca cada primavera y cada primavera se haga un poco más frondoso, robusto y fructífero, es que sus raíces excarven la tierra un poco más y se ahonden en su entraña con más fuerza. Siempre he creído que el futuro humano está en lo universal, en la mixtura, en que la mirada del alma escrute todos los horizontes. Pero, me parece, para que eso sea posible sólo se puede hacer desde el conocimiento certero de quién es uno, de dónde viene... Aunque algunas veces tal conocimiento sea un paseo por cementerios ruinosos.
Alena:
Es una extraña impresión la que causa sentirse cerca de esas piedras que de pronto convierten la idea de un país, de una tradición, en algo sólido, en testimonio aunque sea ruinoso. Aunque quizás su condición de ruina es su condición de pasado. Yo prefiero pensar en una edad que se alimenta, como la de los individuos. Y, como sabes, en estos tiempos, lo de la patria anda quebradizo. La patria en el sentido en que hablaron de España los republicanos regeneracionistas, la izquierda reformista de los años de Ortega y de Azaña, e incluso la izquierda revolucionaria, cuando los libertarios hablaban de una guerra de liberación nacional, como lo hicieron los comunistas...
Como comprenderás, ese sentimiento común, que se alimenta recorriendo el románico de la zona norte de Cataluña, o los monasterios de Poblet y Santes Creus, es algo difícil de expresar sin que surja polémica indeseable: no por polémica, sino porque lo es en su sentido literal: un juego de rol de combatientes de certezas absolutas arrojándose los trastros verbales a la cabeza (y, a veces, los no verbales). A mí, personalmente, hijo y nieto de pescadores de Rosas y de clase media manchega, el mestizaje y la inteligencia y el sentido común no me permiten dejar esa emoción en manos de la derecha, como si sólo ella tuviera raíces en una idea de España. Faltaría más...Como me echo al cuello de quien, desde la ignorancia y sin saber a qué hace el juego, se permite determinadas expresiones sobre Cataluña.
Es un lujo leerte hoy has estado magnífico pero también es un lujo leeros comentaristas, como estoy lejos de mi biblioteca sin altillo no puedo contribuir con un poema que me ronda pero...
Tienes razón Amando hay que ahondar en nuestra esencia y cuando lo haces te sale lo mejor el desgarro ante los cementerios ruinosos, lo castellano que cuando es es plural, es el mismo que sientes ante los árboles cortados la noche de San Juan lo humano y su parte oscura, desgarro ante un presente sin futuro si no miramos la parte luminosa del humano de la que forma parte tu Pavesas, tú
y tus contertulios y los millares de esfuerzos, pasos de hormiga, que se hacen en este momento.
Ferran: A eso me refería yo, a que ciertos conceptos no son, no deben ser, manipulados y tenidos por sagrados sólo desde cierto ámbito. Siento, efectivamente, que esas piedras, ese humilde ladrillo mudéjar que se levanta ágil y esbelto hacia el cielo hondo de Castilla, es un buen manantial donde abrevar para reponer fuerzas y aclarar confusiones, los ruidos calamitosos de un presente estruendoso y demasiado veloz.
Necesitamos las raíces, para pervivir, pero no para estancarnos, sino para crecer hacia lo alto, sobre el viento donde las fronteras dejan de ser aduanas.
Maririu: Sí quizá en el fondo sea lo mismo. Una mirada que se duele y queda llagada por la indiferencia de los humanos ante las cosas que importan.
A lo mejor soy yo el extraño, y me importan cosas inútiles que no sirven para nada. Para qué sirve un árbol, para qué sirven unos versos (quizá no muy buenos) del mejor poeta de Arévalo... Mejor dejemos que la sensación de dejadez lo invada todo.
Pues no, me niego a ello y por eso lo traigo aquí: porque los árboles son fundamentales para que esta esfera de sílice no sea un cementrio que gire alrededor del sol, porque el mejor poeta de Arévalo, necesitaría algo más que un busto y una fachada ruinosa en su localidad. Porque la memoria de los maestros albañiles árabes que levantaron ese magnífico mudéjar, es el mejor testimonio de que los avances no se deben sólo a unos, sino que todos colaboran.
Tendríamos que aprender a mirar en las piedras, tendríamos que sabar leer algunos textos que se yerguen sobre nuetras plazas y nuestras calles.
Querido Amando:(comienzo epistolar)
Yo no te olvido. Siento tanto no poder leerte..En fin. "Eventos"(palabro hórrido dónde los haya) familiares me lo han impedido. Vengo corriendo a dejarte a ti y a todos un beso aéreo, que mañana será acuático.
Pilar que no os olvida.
Amando la indiferencia de ciertos humanos, no de todos, yo no soy indiferente ni a la Historia, la verdadera no la "gran reconquista" sino la España de las tres culturas, me estremció Castilla "humilde como el sueño de un bendito"
y me estrenece la mente asalvajada de nuestros jóvenes y menos jóvenes europeos que se creen dioses porque tienen un mando en las manos pero éste es un estremecimiento de horror.
Y luchar por una educación de toda la sociedad es decir compartida y ni reservada a la escuela sigue siendo mi propósito.
Pilar: Lo primero de todo, para que nuestros amigos nos entiendan algo mejor, habría que comentar (lo debería haber hecho servidos y no lo ha hecho), hoy es fiesta en Segovia, el día de la fiiesta, el día en que Segovia celebra a San Pedro que, aunque no sea su patrón, es el día que se escogió, como en Burgos, León, Zamora y tantísimos pueblecitos de pescadores o no, como día en que se detenía el laboreo cotidiano para que al son de dulzaina y tamboril celebrar la pura alegría de la vida.
Así que espero que en esta jornada resuelvas esos asuntos familiares que te tienen ocupada.
Un beso.
Mariá: De nuevo, y también por esta cuestión de hoy, la educación vuelve a salir a la palestra. Está claro que de la educación depende (siempre ha dependido) el rumbo de este planeta.
Sí, es menester, que alguien investigue a fondo sobre aquella España de las tres o de las cientos de culturas que supieron convivir y supieron aportarse mutuamente.
no tengo un sentimiento de muerte ante ruinas, por tanto que sean ruinas polidas por el paso del tiempo. Me cuentan la historia de mi pais, de mi familia, un modo de vivir en una epoca determinada y encontrar una inscripcion en una pared es como encontrar un mensaje que me esperaba a mi sola.
Me intereso en la presencia de los arabes y los judios en Espana, en la conviviencia que existio hace siglos, con la mezcla de culturas muy rica.
Voy a sonar despertada en este tiempo de paz y las imagenes que me procura tu texto.
Un beso. catherine.
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso..., yo no sé
que te diera por un beso.
Gustavo Adolfo Becquer
Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuando y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,
y aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño.
Rosalía de Castro
Homenaje al poeta arevalense Eulogio Florentino Sanz de un amigo de Amando Carabias.
Un abrazo serrano.
Amando, además de la historia que nos cuentas y que supongo a todos nos ha encogido el corazón, por la tragedia del olvido, paso a comentar tu respuesta primera a Ferran. No se si eres consciente de lo que has escrito. Creo que es la mejor definición de tiempo que he leído, seguro la más poética.
De Quevedo, no añado nada que no sepais, para mí es el poeta del Siglo de Oro por excelencia.
María A., estoy totalmente de acuerdo con tus palabras, mil besos salinos para tí.
Por una vez, quiero ser optimista, porque voy viendo cómo se rescatan fachadas, se cuidan las excavaciones, se limpian muros y se rinde un pequeñísimo homenaje a lo que fuímos, que fuímos tantos y tan diversos. Y en la España de la que habla Ferran, existen cientos de lugares que nos sitúan en una época. Imaginaos vivir en Toledo, cuando el Greco, o en Cáceres, o en Córdoba la judía o Granada la musulmana y Ampurias romana y griega, todas una, compendio de lo que somos.
Los lugares son las personas, son, quienes los han habitado. Recuerdo con una enorme congoja, un viaje a Madrid, cuando ya vivía en el sur y mis padres habían vuelto a Barcelona. No se me olvidará jamás, entrando por Legazpi, como antiguamente, empecé a llorar desconsoladamente, porque ya no tenía un hogar al que ir, de hecho íbamos a un hotel. Aquello me dolió mucho.
Pepe, gracias por tu post, siempre tienes las palabras acertadas. Eres un monstruo.
Besos a todos desde los muros de la patria mía.
PD. Ferrán, ya tengo los textos, que me mando Amando, necesitaré tiempo, pero te lo agradezco mucho. Eres un saco de sabiduría. (Tendríamos que hablar de Rosas)
Pepe Gónce: Aunque me digas, tú si qué eres más feo, Isolda tiene razón, eres un monstruo.
Gracias por traernos lo evidente.
Un abrazo.
Y descansa...
Catherine: Ah las prisas... Me he saltado el orden. Perdona, amiga. Quizá tu mirada sea la más sana, la que mejor sirmve. Acostumbrarnos más que a ver el desastre, a comprobar que el tiempo ha dejado huella. Es lo mismo, quizá que los álbumes de fotos. Podemos quedarnos en la lágrima y perdernos en ella, o podemos decir: ahí está, míralo, ¿recuerdas cuando vino a casa y nos trajo aquél regalo...? ¿Recuerdas qué bien nos lo pasamos en esta boda...?
Es una buena idea, Catherine
Isolda: Creo que me doy cuenta, sí. El tema del tiempo es algo que me preocupa (en el sentido de ocupación, no de problema, entendámonos) desde que empecé a escribir. Es uno de mis temas recurrentes. Y he reflexionado mucho sobre el asunto.
(Además, esta mañana, festivo, con la freca los engranajes neuronales andaban bien engrasados...).
¡Qué va, Isolda...! Los sabios son Chéjov, y McCullers, y Maupassant...Ante cualquier cosa que digan los que saben, además, sobre ellos, uno es muuuuuy pequeñito. Pero es un placer compartir con algunos amigos estas cosas y me llena de alegría que te gusten, que te muestren algún detalle especial de una obra...
´Preciosa, Amando, como se ha dicho, la reflexión sobre el tiempo. Recuerdo que en "El carro de la leche ya no para aquí", de T,Williams (en España, con imaginación, lo tradujeron como Boom, la mujer maldita...!) Elizabeth Taylor decía: "¿ves, cualquier cosa que quieras atrapar es pasado. Estas cosas que estoy diciendo ya lo son. Dices una palabra y desaparece, no existe en presente." Y lo decía O'Neill: "no hay futuro ni presente, sólo el pasado sonando, terco, inmutable, ante nosotros...". El tiempo es el gran tema de toda la poesía, de toda la literatura...Los cien años de soledad, la eternidad que están dispuestos a vivir los protagonistas de "El amor en los tiempos del cólera", el tiempo desalmado que sabe que le queda al protagonista del cuento de García Márquez, "Muerte constante más allá del amor"...El tiempo pensado por Eliot en Four Quartets de forma insuperable, recordando el tiempo del Eclesiastés:
"En mi principio está mi fin. En sucesión
las casas caen y se levantan, se extienden,
se las retira, se las destruye, se las restaura o en su lugar
hay un campo abierto, una fábrica, una circunvalación.
Vieja piedra para edificio nuevo, vieja madera para hogueras nuevas,
viejas hogueras para ceniza, y ceniza para la tierra que ya es carne, pieles y heces,
hueso de hombre y animal, tallo y hoja de maíz.
Las casas viven y mueren; hay un tiempo para construir
y un tiempo para vivir y para engendrar
y un tiempo para que el viento rompa el cristal desprendido
y agite las tablas donde trota el ratón de campo
y agite el tapiz hendido con un lema silencioso."
Ferran, con tu consitimiento, me interesaria que Amando me mande a mi también lo que escribiste a proposito de La Femme de Paul.
El Eclesiastés es una maravilla, toda la vida se encuentra en el texto. Creo que Joan Baez lo canto . Lo lei en parte cuando el aniversario de la desaparicion seguida de su suicidio de mi cunada; hay un tiempo para cada cosa.
Hablando de palabras raras me acuerdo la que te escribi, Amando, el otro dia: meridiana, méridienne en francés que tiene el mismo doble sentido el los dos idiomas. Hay un retrato de Madame Récamier en su meridiana, de quien? te lo diré si te interesa cuando lo haya buscado. Lo utilicé para no repetar siesta; es que hago unos esfuerzos de estilo aunque no sea siempre evidente.
Besos a todos. Catherine.
Ferran, con el permiso de Amando te quería decir que es un verdadero lujo leerte a diario.
Y ahora directo al sobre me voy.
Un abrazo fresquito desde la Sierra de Cádiz.
Ferran: Vamos a ver, por una vez discrepo o te matizo. Si los autores son sabios, cosa que no dudo, también hace falta sabiduría para explicarlo cómo tú lo explicas. Como bien sabes, pues lo hemos comentado, me he leído todos esos con textos y sé de lo que hablo. Además, te dije lo que opinaba sobre lo conveniente que me parecía su publicación. Ni siquiera sabía que uno de ellos había parecido en la Revista de Occidente.
Respecto del tiempo, sé que no soy original. Probablemente sea el gran tema del ser humano, pues sentimos que se nos escapa y es la única medida humana que existe, más aún que la distancia o el peso o el volumen... El tiempo casi seguro que es lo primero que percibimos al nacer...
Catherine: Si yo supiera dónde mandártelos... Mi mail está puesto en la columna de la derecha, bajo el epígrafe BUZÓN PRIVADO.
Pepe Gónce: Y sin mi permiso también es una gozada leerle... je, je...
Felices sueños... a todos.
Me gusta Castilla... claro que sí... soy castellana de nacimiento... pero tenemos tantos rincones que descubrir...y no sólo en nuestro país!!!...
Besitos desde Tenerife...
Beatriz: Lo conseguiste. Has llegado a ultimar el recorrido. Claro que tenemos tantos rincones que descubrir. El mundo entero, quizá.
Un beso
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