Dejo que mis dedos fluyan al ritmo del piano: gotas de agua que acarician el alma tras una jornada tranquila y lenta. Me fijo en el devenir de los sonidos como surtidor de fuente, me doy cuenta de la inmensidad de los matices, del incontable número de notas que se asoman a los oídos al mismo tiempo. Mis torpes dedos emulan su movimiento frenético sobre este teclado negro y siempre avanzo mucho más despacio. La versión que escucho es intensa. Dejo que cada palabra ocupe un lugar en el espacio y me intento olvidar de todo.
Sólo quiero sumergirme en la melodía que me envuelve.
Intento deshacerme de las inevitables comparaciones que tienen que ver con lunas y lágrimas, con melancolías y soledades, con penas y reflexiones. Intento que la música pura avance por las neuronas, avance vacía de contenido, sin significado… Intento vaciarme de la semántica preconcebida, intento ser sólo escuchante sin perjuicios, como si acabara de nacer, como si fuera un niño sin conciencia maleada, como si fuera un bebé cuyo cerebro deglute por primera vez estos sonidos de cristal, como si fuera una página sin versos... Vana pretensión.
Cierro los ojos.
Dejo que la luz que aflora de la imaginación ocupe un lugar junto al sonido. Percibo colores claros e intensos, y más que tristeza, siento alivio y relajación, como un masaje sobre el alma. Una sonrisa se asoma frente a mí, una carrera de pasos veloces y esquivos, el vuelo de la linterna de una libélula, una flor que se convierte en hada del asfalto.
¿Dónde está la supuesta tristeza de esta música?
Los dedos continúan tecleando a un ritmo casi parecido al que percuten las teclas del piano, pero mis frases no tienen el son que atesora la música del polaco. Me siento tan a gusto en esta piscina de colores que no saldría de ella en horas o en días, aunque la piel se convirtiera en un tirabuzón de viento.
En estos pocos minutos el descanso es casi total, una relajación absoluta me invade, diría que me duermo, mientras los brazos de la melodía me acunan... Sé que no duermo, pues escribo; pero al menos me ausento, como si el cuerpo fuera intangible, y me zambullera con los ojos cerrados en la melodía como el mar…
Ahora dejadme dormir, dejadme soñar…
Sólo quiero sumergirme en la melodía que me envuelve.
Intento deshacerme de las inevitables comparaciones que tienen que ver con lunas y lágrimas, con melancolías y soledades, con penas y reflexiones. Intento que la música pura avance por las neuronas, avance vacía de contenido, sin significado… Intento vaciarme de la semántica preconcebida, intento ser sólo escuchante sin perjuicios, como si acabara de nacer, como si fuera un niño sin conciencia maleada, como si fuera un bebé cuyo cerebro deglute por primera vez estos sonidos de cristal, como si fuera una página sin versos... Vana pretensión.
Cierro los ojos.
Dejo que la luz que aflora de la imaginación ocupe un lugar junto al sonido. Percibo colores claros e intensos, y más que tristeza, siento alivio y relajación, como un masaje sobre el alma. Una sonrisa se asoma frente a mí, una carrera de pasos veloces y esquivos, el vuelo de la linterna de una libélula, una flor que se convierte en hada del asfalto.
¿Dónde está la supuesta tristeza de esta música?
Los dedos continúan tecleando a un ritmo casi parecido al que percuten las teclas del piano, pero mis frases no tienen el son que atesora la música del polaco. Me siento tan a gusto en esta piscina de colores que no saldría de ella en horas o en días, aunque la piel se convirtiera en un tirabuzón de viento.
En estos pocos minutos el descanso es casi total, una relajación absoluta me invade, diría que me duermo, mientras los brazos de la melodía me acunan... Sé que no duermo, pues escribo; pero al menos me ausento, como si el cuerpo fuera intangible, y me zambullera con los ojos cerrados en la melodía como el mar…
Ahora dejadme dormir, dejadme soñar…
Afuera pasan cosas, sí, lo sé, no soy ajeno a ellas, pero dejad que me vaya con esta luz de sonidos que me envuelve, dejad que me evapore en el pentagrama invisible, dejad que ausculte el viento de la noche, dejad que sea fragancia de flores nocturnas…
No, no me retiro. No, no abandono, son sólo unos momentos, unas horas, quizá, en que cada músculo abandona tanta tensión, en que el cuello no parece un leño de árbol, en que la sien izquierda no se encrespa como si un ejército de golpes se hubiera encaprichado de su superficie…
17 comentarios:
Te dejo dormir y soñar, como pedías; estoy escribiendo este texto y observo también, que mis dedos tratan de acomodarse al ritmo de las notas del piano que me invaden y siento igualmente que me diluyo entre todas esas sensaciones que percibo a través de tus palabras.
No creo haber leído nada parecido a esta interpretación de otra interpretación magistral.
Besos para soñar con música celestial.
Chopin, un inconfundible estilo, una clara tendencia al ornamento, a la variación y a la forma libre, su virtuosismo como pianista y maestría en la improvisación nos recuerda a algún amigo escribidor.
Amando cada palabra tuya escrita se asemeja a las corcheas, a las fusas, a las garrapateas de las partituras de Chopin. Enhorabuena escribidor.
Abrazos fuertes.
Un texto bordado, yo que no se habla de música (pienso que no entiendo) nunca veo lunas ni amores ni nada concreto me he dejado llevar por tu texto con un gusto...
Maririu
Hola Amando (otra vez)
Ahora sí que vengo del mar, me llené de vida y color (como el albúm antiguo de cuando pequeños...¿te acuerdas?), estiré las escamas de mi cola, escuché la música de las olas y me empapé de sol. Parece mentira, el frío que hace en Segovia, que ayer estaba yo por la Barceloneta con el ombligo al aire y hoy...!pero cómo es Segovia! ( y no quiero hacer analogías con el carácter segoviano y el gélido aguacero que está cayendo...eh?)
El Mediterráneo es único. Barcelona me enamoró, la gente me sorprendió( gratamente ) y el bullicio de la ciudad nos envolvió con su murmullo multicultural. No creo que exista en el mundo una sitio más singular!Qué gran elección hicimos cuando decidimos ir para allá!
Yo vuelvo y tu blog sigue aquí. Eso me recuerda que cuando se viaja siempre acaba uno añorando su casa. Y, por si fuera poco me encuentro con Chopin. Y el Nocturno más dulce que tiene. Es es más de lo que uno puede pedir, pues te confesaré que tengo una amiga que tocaba este nocturno y desde su casa de Castropol, dónde veraneo con mi familia, veíamos la Ría del Eo desde un enorme ventanal unas cuantas amigas, por aquel entonces adolescentes, mientras ella tocaba. Y es una melodía que siempre me ha recordado el mar, los veleros y el color azul, verde y dorado que suele tener el agua a esa hora melancólica de las puestas de sol.
Veo que eres un soñador. Yo también lo soy. Te dejo soñar, poeta...y que seas con lunas, con flores, con besos...
... submarinos.
Desde mi Pecera.
Maripi, es que Barcelona es Barcelona, no creo que haya ciudad igual en España, la admiro sin conocerla porque tengo sus encantos fotografiados en la cabeza. También tengo una promesa para cuando acabe el verano.
Amén de todo lo demás, que ha sido mucho: comida excelente, calor, juerga y chascarrillos. Algunos no tienen desperdicio, ni solución con los años.
Los demás nos hemos quedado en esta fría Euritmia de fin de semana, desapacible y poco acogedora, aunque esos cielos morados de tormenta no se ven todos los´días, y que pudimos disfrutarlos el pasado viernes.
Amando, qué preciosidad de texto y mejor acompañado. Sólo hay que leer a la vez, ni siquiera cerrar los ojos, sólo dejarte envolver.
Y eso que no es Bach...
Besos escribidor
!Hola Gus!
Ya sabes lo que te dije cuando hablé contigo desde El Raval : que allí faltabas tú.Y lo reitero.Habría sido una sorpresa que hubieras aparecido por el hotel sin avisar (sobre todo para quién tu sabes).Me habría encantado.
Yo tampoco conocía la ciudad, pero creo que se queda corta en las fotos porque lo más alucinante es el ambiente, la mezcla, la diversidad...uff...es mucho.
De la situación meteorológica que estamos atravesando mejor ni hablar, que esto ya parece una plaga de las de Dios para los egipcios.
Ferrán...acabo de leer tu recuerdo hacia mí del otró día. Muchas gracias, y... ¿vives en Barcelona ?
Beatriz, te mandé un mail. Un beso.
Amando, seguro que te hace gracia saber que el grupo entero se hizo pasar por médicos psiquiatras que estaban en la ciudad asistiendo a un Congreso. No veas el juego que dio el tema.
Besos submarinos
Desde mi Pecera.
Dejarse llevar por la música, volar con ella, sentirla...imposible dejar de pensar, pero el pensamiento toma su propio vuelo y se torna hermoso, profundamente bello, como las palabras con las que has sabido acompañar la música. Gracias.
ISOLDA: Una de las frustraciones de mi vida que, además no tiene remedio, es la música, porque uno tiene muy malas cualidades para ejecutarla; mejor dicho, yo sí que la ejecutaría, pero del todo... Ahora lo que nadie me quita es disfrutar de ella. Aunque no llegue a los que otros saben, sí me dejo sugerir por ella... Y a veces se producen pequeños milagros, como el de anoche.
Un beso, que llegará rápido al sur, porque te lo envío a lomos de este vendaval helado que nos protege del calor... ¡Qué frío!
PEPE GONCE: Comparar mis palabras con las notas de Chopin es mucho comparar, ya me guastaría a mí. En fin, muchas gracias.
PILAR: Me encanta que os lo hayáis pasado así de bien, me encanta que te encante Barcelona, me encanta que te encante el Mediterráneo, me encanta que os hayais hecho pasar por psiquiatras, seguro que más de uno o una hubiera podido dar alguna conferencia, me encanta que esta música haya hecho que explotaran estos maravillosos recuerdos asturianos asturianos.
De lo que no nos gusta sobre todo en junio como vendavales, fríos y aguas, mejor no hablemos que no va a querer venir a vernos ni en verano. ¡Qué año!
SUSANA: Estos milagros sólo suceden muy de vez en cuando. Y sí aquellos cielos del viernes, creo que ni Tiziano los habría podido copiar...
MARIRIU: He saltado el orden otra vez. Ya me pasó el otro día. Lo siento...
Lo de sentir tal o cual cosa con una melodía, la verdad es que es complicado. Lo que pasa que algunas, como los nocturnos de Chopin, yo creo que por los títulos, han adqurido una fama... Es igual que con la pintura, sobre todo la abstracta. Las interpretaciones son múltiples y a algunos nos haría falta una vida para llegar a alguna interpretación.
Desde este punto de vista, la música me parece (de siempre) el arte más puro de todos, porque se dirige desde un corazón a otro corazón. Se habla de tonos menores para hablar de melancolías, pero es lo mismo, creo yo, que sucede con los colores fríos y los cálidos. Supongo que funcionará, no digo yo que no, pero lo que importa es el momento en que te llegan, lo que a ti te dicen... Más aún, no siempre nos dicen lo mismo.
Un beso.
MARIA SANGÜESA: Es curioso y es verdad lo que dices. Mientras escrbía me iba relajando, y a medida que me relajaba, me daba cuenta de que la música era un trampolín, una plataforma que empujaba o aupaba a mis pensamientos.
Un beso.
Que relaxxx. Leer tu entrada cumple la misma función que el Nocturno de Chopín, se queda uno de un relajado. ¿Es triste?, yo tampoco veo la tristeza en esta composición. Un detalle curioso, al menos para mí, he empleado en la lectura el mismo tiempo de duración de la música.
Como te dije el otro día, me gusta toda la música, y ahora tengo que hacer unas cosillas, me bajo al garaje a escuchar un poquito de heavy para cogerlo con ganas.
JAVIER: Si lo que tenías que hacer lo has hecho a ritmo de heavy, seguro que ya has acabado, después de una hora, pero estarás agotado y sudando.
...touché!
cierro los ojos y alli estoy en ese barrio de euritmia que tiene playa, la mar bella, si el poblenou, la plaza prim, el taulat...besossss
CHUS: Esto va a ser más complicado. Habrá que pensarlo de todas maneras.
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