Andamana,
la reina mala. Marcos Alonso Hernández
1ª edición Bubok Publishing SL 2012
1ª edición Bubok Publishing SL 2012
Para adquirir la novela, AQUÍ
Est es su blog: "Tintaentrepapeles"
Al fondo el ansia de poder
Marcos Alonso Hernández |
¿Qué existe tras el ansia de poder que movió, mueve y moverá el corazón y la voluntad de tantos seres humanos a lo largo de la historia? Explorar
una respuesta a esta pregunta —u otra similar— es el principal asunto que trata
Marcos Alonso Hernández (Carrizal de Ingenio, Gran Canaria, 1963) en su primera novela individual: Andamana, la reina mala.
Para quienes desconocemos
la tradición canaria, conviene decir que Andamana fue un personaje histórico de
importancia para conseguir la unidad de los diez cantones en que se dividía la
isla Canaria bajo su dominio y el de su marido, el valeroso guerrero Gumidafe. (Aquí podéis leer una breve referencia sobre el personaje)
Sin embargo, la
novela escrita por Marcos —como afirma su contraportada— no es una novela histórica
en sentido estricto, sino una ficción que recrea mitos, hechos, personajes y
lugares de Canarias, aunque perfectamente exportables a cualquier cultura, época
o continente, porque las ideas, ambiciones, sentimientos y miedos que atesoran
los personajes son similares a los de cualquier ser humano de cualquier tiempo
y lugar, sobre todo si atesoran cierta cuota de poder.
Notas sobre el estilo
Marcos Alonso
consigue con extraña habilidad que el lector se olvide de que la trama que se
construye ante sus ojos la protagonizan personajes del siglo XV, aunque tampoco
lo oculta. Para ello utiliza una técnica sorprendente —más en un profesor de
historia—. En el prefacio, y después de una intensa, lírica y hermosa descripción
de la isla, leemos estas palabras, que podrían servir como advertencia, para lo
que más tarde nos encontraremos:
(…) y desde entones como un torbellino, el tiempo se precipitó de tal manera que a medida que se adentraba en el océano parecía detenerse y retrasarse como las mareas. A veces se vuelve impreciso como si todo fuese lo mismo y se repitiese eternamente, aunque con otras formas (…)
En los primeros
capítulos, aunque algunos detalles se repiten a lo largo del relato, junto con
costumbres o hechos correspondientes a el inicio del Renacimiento e incluso a tradiciones
propias de los nativos de las islas en tiempos previos a la conquista española,
nos encontramos con móviles que suenan, periódicos, ordenadores, vestimenta
actual, una huelga general, probablemente alguna caricatura de algún político local,
un breve homenaje a Tonono —uno de los grandes futbolistas canarios de todos
los tiempos—, … Estos anacronismos —que rechinarán a los puristas del género—,
a mi entender, son un acierto del autor porque sirven para que el lector se
sienta más próximo al relato y, sobre todo, subrayan lo que apuntaba
anteriormente: ciertos modos de actuar no son exclusivos de épocas pretéritas.
![]() |
Portada de la novela |
Al leer una
novela histórica, tendemos a ubicar todo lo que en ella sucede en el pasado al
que nos ha conducido el autor, sin que nada afecte a nuestro presente. En este
caso, el escritor pretende lo contrario, busca que el lector se sienta próximo
el relato, porque lo que allí y entonces sucedió, no es tan distinto de lo que
sucedió, sucede y sucederá en cualquier instante…
Estremecedor, por ejemplo, es el fragmento en que se relata una lapidación a un joven ante el llanto desesperado de su madre. Sin embargo, el lector no encontrará sombra del delito por el que es ajusticiado. Tal ausencia es la gran denuncia, lo que sitúa en la categoría de crimen abyecto la ejecución de un reo, de cualquier reo, de cualquier época, incluso la nuestra, en que la pena de muerte existe en muchos códigos penales, incluido el de una democracia muy avanzada, según se predica. Algunos de los conflictos que plantea la novela —que serán telón de fondo del ánimo del lector hasta el fin de la historia, aunque apenas se vuelva sobre ellos— son los conflictos sociales que vivimos en España. En concreto el descontento infinito que los maestros de nuestro país sienten con toda razón, toma carta de naturaleza en uno de los capítulos iniciales de la novela. Marcos Alonso —docente él mismo— no duda en atribuir a quienes tienen la tarea de enseñar la clave que solucionará el futuro:
Estremecedor, por ejemplo, es el fragmento en que se relata una lapidación a un joven ante el llanto desesperado de su madre. Sin embargo, el lector no encontrará sombra del delito por el que es ajusticiado. Tal ausencia es la gran denuncia, lo que sitúa en la categoría de crimen abyecto la ejecución de un reo, de cualquier reo, de cualquier época, incluso la nuestra, en que la pena de muerte existe en muchos códigos penales, incluido el de una democracia muy avanzada, según se predica. Algunos de los conflictos que plantea la novela —que serán telón de fondo del ánimo del lector hasta el fin de la historia, aunque apenas se vuelva sobre ellos— son los conflictos sociales que vivimos en España. En concreto el descontento infinito que los maestros de nuestro país sienten con toda razón, toma carta de naturaleza en uno de los capítulos iniciales de la novela. Marcos Alonso —docente él mismo— no duda en atribuir a quienes tienen la tarea de enseñar la clave que solucionará el futuro:
—No habrá que pedir, al contrario tendremos que dar. En realidad la solución al primer problema está en el segundo problema: los maestros (…) son ellos los que enseñan a pescar y a cultivar; los que pueden conseguir que nuestros instrumentos y producciones sean mejores. Son ellos los que arrojan luz para que nuestros ojos puedan ver. Sin ellos no distinguiremos el camino y nos perderíamos. Pero si la luz no se alimenta con buena leña, ni se protege del fuerte viento, terminará extinguiéndose (…)
Otra de las
señales del estilo de Marcos Alonso que brilla en esta narración y que no
sorprende a quienes más conocemos su obra, es la ironía y el fino sentido del
humor. En el caso de Andamana, la reina
mala esta herramienta se usa de manera mordaz sobre todo en la primera
parte. A medida que el drama crece en intensidad, tal cualidad —aunque no desaparece
del todo— se dosifica y empalidece. En un momento de la novela, cuando los
personajes ya son arquetipos de seres humanos intemporales, la fuerza de la
historia abarca al autor que no puede o no quiere sustraerse al empuje del
argumento que se ramifica en los distintos individuos a medida que estos cobran
autonomía y solidez.
El estilo de Alonso, además, se caracteriza por momentos de hondo lirismo que descubren al poeta que también esculpe su sensibilidad, y por descripciones precisas que sirven para que el lector adivine un hondo amante de Gran Canaria, de sus paisajes, de sus costumbres: mar, montaña, bosques misteriosos, el territorio abrupto pero dotado de una hermosura que difícilmente se encontrará en cualquier otra parte del mundo, los amaneceres, los ocasos, las noches, las nieblas, la lluvia… Nada escapa a la capacidad de observación y evocación del autor
El argumento y los personajes
La trama, en
apariencia, es sencilla: Andamana, hija del Gran Mencey, ha de demostrar su
legitimidad de la que hay serias dudas, para aspirar a suceder a su padre. Para
ello idea un plan complejo que le asegurará el control de la Isla en persona o
en diferido a través de su hijo Artemi —que también existió—, a quien ha
elegido como su sucesor, frente a su hermano mellizo Taré, quien —según desveló
el oráculo— será rey del mar. Para que este plan triunfe, contará con el apoyo
y la voluntad de los achicaxnas (la mano de obra, los parias, la clase baja, el
proletariado, los siervos de los señores feudales); pero no diré cómo logra
este apoyo, porque a partir de aquí se desarrolla una intriga que se complica
línea a línea y no deja de asombrar al lector con continuas vueltas de tuerca
hasta llegar a las grandes sorpresas finales que, sin embargo, son las que
acaban de situar todas las piezas del puzzle en su lugar. Así, la resolución de
la trama es lógica y brillante. El lector no puede sentirse engañado por
argucias de autor, puesto que cada supuesta sorpresa final se ha advertido
previamente con sutiles avisos o pistas distribuidas y dosificadas
adecuadamente por el texto.
La estructura formal
de la novela es lineal, aunque —como acabo de señalar— se bifurca entre los
personajes principales: Andamana, Gumidafe, Artemi y Taré.
En sus manos
los protagonistas se convierten en tipos llenos de matices lo que les dota de
enorme verosimilitud. En este caso, y a pesar del título en que parece advertirnos de que hay que ir contra ella por su maldad, Andamana es un retrato prodigioso,
poliédrico, hondo, lleno de vericuetos que la convierten en alguien por quien
el lector se siente atraído. Pero no es el único caso, todos los personajes
importantes de la trama y alguno de los que en el cine adoptarían el papel de
actores de reparto, parecen personas con quienes podríamos cruzarnos en
cualquier momento de nuestra vida. Incluso los antagonistas de Andamala tienen ángulos
de luz que evitan en el lector caer en la habitual dicotomía narrativa entre buenos
y malos. ¿Es mejor Taré que Windlord? Sí. No. ¿Por qué? ¿Puede Artemi actuar de
un modo diferente a como lo hace? Quizá sí, pero cualquiera que lea la obra
determinará que si hubiera tomado otras decisiones que las que toma habría ido
muy en contra de sí mismo… Podría formular preguntas similares respecto del
resto de personajes, pero si lo hiciera daría excesivas pistas sobre el
desarrollo de la obra, cosa que no haré.
Conclusión
Andamana,
hermosa mujer cuyo rostro siempre va cubierto por un antifaz que oculta los
desperfectos de su cara tras un incendio cuando era una niña, es el retrato de
la ambición, de la sed de poder por encima de todo y de todos a quienes utiliza
a su antojo y como meros instrumentos para alcanzar sus fines. (¿Será su máscara
una metáfora del corazón de los ambiciosos?). No es el único personaje, como ya
he escrito, cuya vida se rige por esta cuestión, pero es que Andamana, además,
tiene otra característica: bajo tal sed de poder, vive una mujer cuyos
sentimientos y pasiones (incluidos amor y ternura) no distan en nada de los
sentimientos y pasiones de cualquier humano. Vivir atrapado en tal contradicción
tiene que ser complicado, y Marcos Alonso sale airoso de esta complejidad,
logrando un retrato equilibrado, atractivo y que no deja indiferente al lector.
En fin, Andamana, la reina mala es una ficción
que, partiendo de hechos y personajes históricos, pretende diseccionar los
mecanismos de la sed de poder que atrapa a muchos individuos y analizar las
consecuencias a donde puede llevarlos, y lo hace demostrando que narrar es más
que una mera pasión de aficionado, como, por otra parte, ya sabemos quienes leemos sus textos desde hace algunos años.