lunes, 31 de diciembre de 2012

31 de diciembre de 2012


Si nuestras vidas son cauces de agua que conducen a otro cauce donde desapareceremos, si nuestro respirar dejará de preocuparnos algún día, si tanto afán que ahora nos agota y nos ilusiona, o nos agota y nos entristece será objeto del olvido, si nuestros sueños acabarán con nuestro postrer parpadeo… ¿Por qué, entonces, dilapidar el tiempo y el anhelo en aquello que nos duele o desconsuela? ¿Por qué no vivir los instantes que nos son dados buscando amaneceres, en vez de habitar en lo más oscuro de la noche? ¿Por qué el inútil afán en lo que divide, separa, enfrenta, hiere y mata, si la vida siempre acaba con un homicidio sin condena?
Ha amanecido gris, ha amanecido frío, ha amanecido un treinta y uno de diciembre. Sin embargo, la luz —que nunca es infiel a sí misma ni a su cita— todo lo almidona con su gesto y sus dedos. A la luz no le importa la mañana grisácea, a la luz le importa cumplir con su tarea.
Ahora mismo, casi sobre la esquina derecha de este ventanal, me distrae la visión de un globo que se camufla entre alguna nubecilla. Un globo de colores vivos y felices, distribuidos en bandas verticales. Supongo que sobre su cesta viajarán turistas que han decidido acabar el año contemplando la belleza de esta ciudad desde una altura inusual.
Quizá fuera menester ese tipo de mirada sobre nuestra vida, sobre nuestras vidas. Quizá con tal perspectiva se difuminen las grietas, las goteras, los desconchones, las cicatrices, las arrugas, las manchas, los baches. Quizá con tal perspectiva resalte más lo que de bello, bueno, bondadoso, noble y agradable atesoran la silueta de cuantos caminan a nuestra vera… incluso nuestra propia silueta.

A LOS LECTORES DE ESTE BLOG OS DESEO 
UN FELICÍSIMO 2013

martes, 25 de diciembre de 2012

Huele a turrón, a mazapán y a llanto...




Huele a turrón, a mazapán y a llanto,
a sonrisas de lata y acuarela
que cualquier lágrima evapora;
saben los días a sonrisa y miel,
inútil sordina de tristeza y gemidos.
Huele a bombillas temblorosas,
color sin voz y sin aliento,
que apenas esconden heridas.
Como en los diecisiete otoños previos
he buscado afanoso mi relato,
pero este 2012
han encallado ideas, tiempo y manos,
como si una tormenta inesperada
hubiera desgarrado mi velamen,
o hubiera derribado el aparejo
dejándome varado a algunas millas
del muelle al que aproé mi corazón,
cuando el amanecer vistió de escarcha
una mañana del otoño.
                                      *
¿Qué borrasca ha desarbolado
mi barca de diciembre
si en otros dos o tres periplos otoñales
había atravesado peligrosos tornados
que me tuvieron cerca del naufragio…?
Recuerdo
aquella muerte inesperada,
tanto dolor absurdo de homicidio
por más que la estadística
lo incluya en otra parte de su frigorífico:
risa decapitada, navajazo de luz
buceando en su trigal de sangre.
Recuerdo
el año que entendí
que las cálidas mantas para invierno
con que algunos revisten sus palabras,
son sólo ascuas que abrasan y destruyen
a quien se torna oveja díscola,
se aleja del rebaño hollando otros senderos.
Recuerdo
reyertas con la duda,
esa feroz batalla con el ángel,
cubierto de sudor y miedo
cuando el abismo roza el vértigo
de tanto amanecer de hielo
que deja yerto el corazón antiguo,
al que después se mira,
igual que las serpientes miran
a su marchita piel abandonada…
Sin embargo, cada año,
incluso con dolor, batalla y muerte,
atracaba en el puerto.
Mi corazón sabía,
—como lo sabe un niño—,
que no había alcanzado el muelle
por mi pericia discutible,
sino que otro más fuerte que yo
y que las turbulencias,
encendió amaneceres donde sólo brillaban
ojos de peces abisales.
En la borrasca
llegaban sus caricias invisibles:
un mensaje cifrado en un paseo,
palabras que saltaban hacía mí
abandonando el texto de sus sueños,
aromas procedentes del pasado
que embocaban sus risas en mis sienes,
melodías que hablaban sin secretos
como si uno entendiera un sol menor
cuando contesta a un fa desprotegido…
La luz se amontonaba a tiempo,
como se agrupa el grano después de la cosecha,
y al fin, no sé,
mis dedos encontraban el sendero…
*
Es Navidad,
y si no sé pintar en una historia
un horizonte envuelto en luz
—aunque sea luz tenue—,
si no soy capaz de encontrar
en el gusano
el vuelo de la mariposa
¿quién me otorga el derecho de escribirla
en estos días de ilusión y paz?
Es Navidad,
y a pesar del sabor a mazapán en llanto,
y a pesar de las risas enlatadas,
y a pesar del aroma de bombillas en lágrimas,
y aunque el dolor del mundo late
como herida sin dique que contenga
la inundación de sangre,
Esperanza no puede ser
palabra hueca,
un joyero vacío y desahuciado,
sino el afán que impulse nuestras manos
y mitigue el cansancio
y aplaque la tristeza e impulse nuestros pasos
y tornee horizontes con sus labios sonrientes.
Es Navidad,
y en medio de la noche más oscura y más fría,
la Luz y la Palabra se hacen carne:
frágil niño temblando en un pesebre,
su madre lo amamanta,
y luego duerme…
Es Navidad,
brindemos esperanza
cuando aún los gorriones no han llegado
y el velo de un lucero
envuelve con su gasa nuestra albada.
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FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS LECTORES DE ESTE BLOG. ES UN HONOR CONTAR CON TODOS VOSOTROS.



(Belén de la Diputación de Segovia. Detalle.
Foto Javier Gil)

jueves, 20 de diciembre de 2012

Emmanuel

Mi buen amigo Pepe Castrillo Bernal, ha remitido como felicitación navideña el enlace a un vídeo.
Avisa Pepe en sus palabras que es un vídeo impresionante, digno de no perderse ni un sólo instante de los diez minutos que dura.
Y tiene razón.

Durante estos días he tenido dudas acerca de cómo este blog aparecería durante estas fiestas.
Atravesamos dificultades, y el túnel sin luz parece que nunca va a acabar...
Pero.
La solución ha venido gracias a quien empezó su carrera en Radio Segovia, continuó dirigiendo radio Palencia, para pasar a Radio Málaga y concluir como director de la Cadena Ser en Castilla y León.

Pepe: mi agradecimiento más sincero por acordarte de mí.



lunes, 17 de diciembre de 2012

Euritmia en la red: Cuentos de Navidad


Queridos amigos y lectores:
Como sabéis muchos de vosotros —aunque quizá alguno no lo sepa aún— desde 1995 tengo la costumbre de felicitar a familiares y amigos estos días con un cuento cuyo fondo es la Navidad.
Este año, que hubiera sido el décimo octavo relato, ha sido imposible. Las musas no me han visitado. He comenzado —si no me equivoco— hasta cinco cuentos, pero ninguno me ha satisfecho.
Podría haber varias causas para ello, pero lo más probable es que, simplemente, después de 17 cuentos haya concluido este periplo. No conviene repetirse más allá de lo necesario, y creo que ya me repetía.
El caso es que ya hace un par de años o tres empecé a barruntar esta posibilidad y acaricié la posibilidad de editar en papel estos relatos agrupándolos en un libro cuyo título es “Tiempo de Navidad”. Como colofón a esta edición, mi idea era que los hipotéticos beneficios se destinases a los Hermanos de la Cruz Blanca, muy queridos en Segovia por su impagable labor con enfermos mentales severos que llevan con total abnegación.
No fue posible. La iniciativa fue desestimada —vía callada por respuesta— indicando, quizá, la baja calidad de los textos o su nulo interés dados los tiempos que corren.
Sea como fuere, y dado que este año no existe relato, he decidido publicar todos y cada uno de los relatos, precedidos de un prólogo en el blog “Euritmia en la red”, blog que tengo abandonado desde que terminé de publicar allá mi novela “Fin de trayecto”.
A partir de mañana día 18 y hasta el día 4 de enero, Euritmia en la red se convertirá en un pequeño rincón para la Navidad. Allí irán apareciendo (ya están programadas las dieciocho entradas) el prólogo y cada cuento.
Excepto el primero y el último (que algunos ya conoceréis pues se publicó aquí mismo el año pasado) todos los demás son muchísimo más extensos que las entradas más extensas de cualquier blog. Esto es un aviso para navegantes. Incluso el primero y el último, son entradas muy largas para lo habitual.
Si alguno desea tener el conjunto del texto sin necesidad de moverse por el blog, sólo es necesario que se ponga en contacto conmigo a través del correo electrónico y muy gustoso —y agradecido— le enviaré la versión en libro (tamaño DIN A-4) en un documento pdf.
Me hubiera encantado poder hacer algo más, aunque hubiera sido una autoedición y poder regalar el ejemplar, pero las cosas están como están.
Espero que sea de vuestro agrado.