viernes, 12 de noviembre de 2010

La verdad era un abismo. (Parte 4)

 Después de colgar el teléfono, Álex apagó el televisor que había seguido emitiendo imágenes estúpidas durante toda la conversación, y levantó el libro del suelo, El perfume. ‘¿Qué habrán visto tantas personas en esta historia?’ La pregunta le perseguía como una sombra maligna, desde casi la mitad del libro. A él le estaba aburriendo como hacía mucho tiempo no le aburría un libro. Por mucho que quisiera buscar algún aliciente en el comportamiento sanguinario del protagonista, no lograba que la trama llegase a mantenerle con la atención despierta. Era repulsivo elaborar fragancias con restos animales y humanos. Contra esa sensación no podía. Sin embargo tenía la costumbre de acabar todos los libros que empezaba. Quizá por inercia, quizá por cabezotonería, quizá por orgullo...
Pero en esta ocasión, poco le duró este pensamiento. Su cabeza no estaba en la novela, sino en la voz de Yanila, que seguía zumbando en sus tímpanos, como una campanilla en día de fiesta. Después de muchos meses había hecho una conquista. ‘Bueno’, reconoció con la excitación a punto de desbocarse, ‘en realidad ha sido ella la que me ha echado el lazo…’
Por un instante un pensamiento oscuro fue capaz de amainar su erección, pero se encogió de hombros. ‘Los tiempos cambian’, se dijo con media sonrisa, ‘Y no es mala cosa que ellas tomen estas iniciativas. Mejor aprovechar las cosas cuando vienen bien dadas’.
Yanila, después de asomarse a la habitación de Lorena que, para variar, andaba tras la pantalla del ordenador, probablemente chateando con sus amigas, se dirigió hacia el dormitorio. No sería capaz de dormir. Tendría que tener más cuidado en los próximos meses. Debería encontrar el ritmo justo, la velocidad adecuada. No se podía precipitar, pero tenía que darle algo a Álex. Los hombres, y menos los que ya tienen experiencia, no se conforman con romanticismos. Tendría que organizar bien las cosas. Además, quizá convendría que se informara con más precisión sobre la verdadera influencia que Álex ejercía en su hijo. Todavía tenía esa duda en la cabeza, todavía esa información era una sombra que atenuaba lo que su hija le había contado tantas veces sobre Héctor.
Casi cuando estaba a punto de meterse en la cama, tuvo que volver sobre sus pasos. Allí, de repente, golpeando en sus tímpanos, estaban nuevamente las lágrimas de su hija. No hizo falta abrir la puerta para escucharlas, eran como lluvia fina. A pesar de que estaban ahogadas, para evitar que el llanto fuera muy escandaloso, no podía silenciarlas del todo.
— ¿Qué ocurre, Lorena?
Para su sorpresa, Lorena miró desafiante, todavía con los ojos repletos de lágrimas, que más bien parecían vidrios rotos.
— ¿Mamá, cuántas veces te he dicho que llames antes de entrar en la habitación…?
— No seas tan arisca con tu madre, hija. Sólo he entrado porque he oído que llorabas y ya sabes que lo que más me duele en el mundo es verte sufrir, es ver que no eres feliz… No sabes lo que sería capaz de hacer contra quien te haga daño
En el alma de Yanila las lágrimas de su hija representaban un juguete roto, mejor dicho, asesinado… Pero no se dio cuenta del escalofrío que recorrió la columna vertebral de Lorena.
— Anda que no eres exagerada, mami... Tranquila... No pasa nada, de verdad, malos rollos de amigas.
— ¿De amigas…?
La mirada de la adolescente se hizo más dura, casi metálica, mineral casi…
— Pues sí, claro, de amigas… ¿Qué has pensado…? Joder, mamá, siempre estás con tus neuras…
— ¡Lorena, no consiento que hables así a tu madre…!
— Pero reconoce que eres desesperante. Pareces neurótica. Todo el día viendo fantasmas. ¡Que no estoy metida en ningún rollo raro, coño!
— Vale, vale… ¿Se puede saber qué te cuesta hablar bien? No sé si sabes que no soy una de tus amiguitas, soy tu madre… Si tu abuelo levantara la cabeza…
— Ya estamos… A ver cuándo te enteras que estamos en otros tiempos, no el Pleistoceno…
— Habrase visto esta mocosa, para una cosa que sabe de historia y como se la restriega a su madre por las narices…
Pero mientras se daba la vuelta y cerraba la puerta, sonreía... Sonreía, cómplice y aliviada. Las cosas entre amigas nunca eran problema, por el contrario, eran lo que siempre habían sido.
Al cerrar la puerta, Lorena volvió a abrir la ventana del ordenador que había minimizado, justo cuando su madre había abierto la puerta. Desde hacía unos cuantos meses, había realizado una sutil variación e la disposición de su dormitorio. Con la excusa de una mejor iluminación, razón suficiente para que su madre no entrase en más detalles, había modificado la posición del ordenador, de tal modo que la pantalla no se veía desde la puerta. Así su madre no podría averiguar en qué estaba en cada momento. Aún así, cuando ella aparecía por allí, tomaba precauciones.

Continuará

10 comentarios:

Unknown dijo...

La trama se enriquece, Alex sigue cayendo en la trampa, Yamila, que continúa a ver peligros para su hija quien sabe donde, y Lorena adolescente rebelde que oculta no solo el motivo de sus lágrimas sino que responde en mal modo a la madre, ahora mismo no veo la hora que llegue la quinta parte, Amando, de verdad temo que quedaré con la boca abierta con la última parte... lo has cortado justo en el momento que esperaba un indicio para ver el desenlace.
A propósito de "Perfume" pensaba ser el único que se aburrió a mitad del libro y que nunca ha logrado ver hasta el final la película.
Esperando el próximo te saludo, Amando.
Un abrazo.
Leo

catherine dijo...

A mí me gustó mucho el Perfume y el Contrabajo también.
Genial el diálogo con la hija. Aprendo, aprendo cada vez más.

María dijo...

Amando, gracias por la bienvenida.

Creo que Yanila, tal vez se está precipitando, la confianza ciega, que tiene en su hija, no la deja ver más allá.

Espero impaciente el desenlace, e imagino sorpresas.

Besicos.

Flamenco Rojo dijo...

A veces ocurre, un árbol no deja ver el bosque…Esa es la impresión que tengo con Yanila. A ver cómo nos resuelves la trama…no tengo duda que nos sorprenderás.

Un abrazo.

Isolda Wagner dijo...

Me huelo, guiño al Perfume que a mí me gustó mucho, que hay bastante más de lo que no vemos. Lo de Lorena minimizando su ordenador, da mala espina, pero creo que los tiros van por otro lado y como siempre nos vamos a llevar un sorpresón. Y si no al tiempo.
Besos del perfume que te guste.

neko dijo...

No sabes lo que me va a costar esperar al lunes!! :P

Abuela Ciber dijo...

Aqui quedo espectante.

Que estará haciendo esa niña con ocultamientos y lágrimas por sentires???

Cariño y deseos de buen fin de semana!!!!!

Odiseo de Saturnalia dijo...

Abismo había desde que no pude venir por aquí... me pongo al día, y te cuento.

Marina Filgueira dijo...

Esta historia va escalando peldaños a grandes pasos, cada capítulo me gusta más. Álex también va picando en el “sabroso guiso” que Yanila la prepara.
Caramba con la adolescente sediciosa… abundan así, como ella en nuestros días. Un abrazo y ser felices.

Ángeles Hernández dijo...

Estupendo Amando:
1)Alex me parece bastante petulante"que actúen ellas", ya lanzó el lazo, etc.
A mí "el perfume" (libro, no quise ver la peli) me gustó muchísimo. Estoy con Isolda en la idea del guiño y de que quizás sea el olor parte de la clave para desentrañar algunas contradicciones.
2)Yanila demasiado cerebral: "Hay que dar algo.."en su conquista premeditada y utilitaria y un poco conformista con las explicaciones de su hija. Su olfato de madre le dice que algo va mal y en vez de guiarse por él se da por satisfecha muy pronto; parece que le molesta más que la niña sea maleducada que su llanto.
3)La niña normal. Una adolescente siempre intenta ir a lo suyo, en parte por asegurar su intimidad y también por vergüenza, miedo...

Un abrazo Á