lunes, 8 de noviembre de 2010

La verdad era un abismo. (Parte 2)

— Lo más probable es que pidan tres o cuatro padres voluntarios, así que habrá hueco para todos. Si viene tu exmujer, estarás más tranquilo, porque seguro que Héctor no se mete en ningún lío. Creo que ya va siendo hora de que te diviertas un poco. Y una salida, aunque sólo sea a Ibiza no te vendrá mal, nada mal.
— Yanila, no sé si te estoy entendiendo o son imaginaciones mías.
Ella tardó un poco en responder. A través del silencio se podía calibrar a la perfección la búsqueda apresurada de las palabras más adecuadas.
Álex no podía ver que en el piso de Yanila, al otro lado de Euritmia, la mujer había tensado todo su cuerpo de modo inconsciente. Tampoco podía saber que había estado viendo la misma serie que a él le estaba durmiendo, y a ella no le distraía de sus pensamientos. Desde hacía unos meses, el podólogo era alguien más, al menos en sus pensamientos, que el padre de Héctor, aquel muchacho que siempre le había parecido un tanto turbio y que le hacía la vida imposible a Lorena. Desde que Yanila se había separado de Esteban, hacer de padre y madre de una adolescente demasiado exuberante para sus quince años, le suponía una interminable serie de quebraderos de cabeza, las más de las veces originados por el miedo, por esa imaginación suya que tendía siempre a situar a su hija en los escenarios más peligrosos.
Según lo entendía Yanila, Álex era una influencia perniciosa para aquel adolescente de mirada esquiva y rostro demasiado duro. Sabía de sobra que, como en su caso, la custodia del jovencito corría a cargo de su madre, pero por las palabras de su hija, tenía clara conciencia de que aquella situación no era más que una bagatela burocrática. La realidad, según sus datos, se correspondía a otra cosa. Por lo que Lorena le contaba en minúsculas dosis de información, más bien robada, no era infrecuente que Héctor durmiera en casa de su padre y obtuviera de él toda clase de prebendas en forma de dinero, ropa y permisos excesivos a su manera de pensar para acudir a su casa a las horas más intempestivas. Por una de esas cuestiones casi inexplicables, su hija se había convertido en diana del deseo Héctor. Lorena era sistemáticamente perseguida por el adolescente que no se cansaba de ofrecerle todo tipo de regalos, con tal de que ella acabara en sus brazos.
Yanila se había trazado un plan, que comenzaba a poner en práctica en esos momentos y terminaría en la excursión de fin de curso de aquel año, cuando el cuarto de la ESO del Instituto Miguel de Cervantes de Euritmia diera por concluida la etapa de formación obligatoria de sus alumnos.
— Álex, creo que me entiendes a la perfección…
Había comenzado el juego, como ella pretendía. Quizá, a última hora, todo había sido muy precipitado, pero las lágrimas de su hija eran como una daga que se le clavaba en el corazón. No podía esperar más. No podía entender que alguien pudiera hacer daño a su hija de ese modo.
— O sea — contestó Álex —, que estás especialmente interesada en que hagamos un viaje juntos, aunque no seamos los únicos viajeros.
— Veo que has leído mis pensamientos.
Le costaba modular la voz en ese justo espacio que se queda al borde de la insinuación, pero no deja de ser una mera afirmación enunciativa. Las gotas de deseo tenían que ser tan escasas que casi no tenían que percibirse. Y ella no era una consumada actriz. A pesar de ello, intuyó que lo había escenificado bastante bien…
— Entonces — asintió él, mientras su mano iba camino de la entrepierna — haré lo posible porque la agenda quede libre mañana un par de horas…
— Si la reunión sólo durará una…
— Ya, pero no estaría de más que después tomásemos una copita en algún lugar, y ver la manera de concretar algo de lo que se diga en la reunión. Casi seguro que nos supone más lío del que parece.
— Si tú lo dices… Pero yo creo que los profesores no querrán que los padres tomemos el mando de la situación. Seguro que lo único que quieren son unos cuantos policías que les garanticen el buen comportamiento de los chavales…
— No lo termino de ver claro… Pero aún así, ¿si no te apetece tomar una copa mañana, por qué esa insistencia para que vaya a la excursión contigo…?

Continuará...

10 comentarios:

Nela dijo...

¡Que delicia leerte!, volveré porque me ha enganchado.
Besos
nela

Isolda Wagner dijo...

Ay, que se le ven las intenciones a la tal Yanira! Claro que sólo es el segundo capítulo; ya vendrán las sorpresas, que intuyo serán por lo menos de dos colores: rosa y negro.
No sé si sabes que escribes divinamente y tienes el don de dejarnos pegados a tus letras, aunque hoy por muy poco tiempo, Amando.
Besos impacientes.

Unknown dijo...

Y ahora la historia toma matices mas intrincados, al menos así me parece, pero espero el proseguir de la historia para hacerme una idea precisa, aunque presiento que Alex ya cayó en la trampa.
UN abrazo.
Leo

neko dijo...

Pues a mi me que no me gusta pensar en qué vendrá y prefiero esperar simplemente a que llegué, me está gustando y sorprendiendo.

El miercoles volveremos por aquí :)

emejota dijo...

Aquí leyendo, disfrutando y esperando el siguiente capítulo. Esto de la vida con adolescentes alrededor puede alterarnos más de lo debido. Un fuerte abrazo extendido.

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Amando!
Me ha gustado este capítulo. De momento, Yanila va consiguiendo algo. Y, ay esos quince añeros... ¡son un peligro a la vista! Bueno, esperando el siguiente. Un abrazo y ser felices.

Pilar Moreno Wallace dijo...

Me siento atraída por estos textos. Es un disfrute el leerlos.
Abrazo.

catherine dijo...

Uno que quiere ligar, una que quiere proteger a su hija de un chico maleducado. ¿A dónde vamos? a la reunión , pues ¿al bar?
Me divierto mucho, gracias Amando.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Amando,

Me gustó el primer relato y me gusta su continuación. Ya veremos qué nos deparan el resto de capítulos. Lo que escribes es la trasposición de la vida real y diaria a la categoría de lo escrito. Los personajes parecen sacados de la vida real. No me extrañaría nada que detrás de esos personajes que nos presentas hubiese toda una trama familiar auténtica.

Felicidades de todas formas y enhorabuena.

Te envío un afectuoso saludo,

Antonio

Ángeles Hernández dijo...

Me parece un poco maquiavélica la idea de Yanila, utilizando además el cebo del provocar el deseo.
Por un hijo vale todo pero no sé si acabará tomando de su propia medicina.
Hasta la próxima Á