miércoles, 20 de octubre de 2010

Lapicero sobre pupitre.

Imagen tomada de Internet



Hay un lapicero sobre un pupitre de madera desgastada. Un lapicero que aún conserva las huellas digitales de un niño. Un niño que dejó de serlo hace tanto tiempo… Pero el lapicero continúa sobre la mesa, imperturbable, como si fuera un viaje hacia el pasado. Su presencia es el atisbo de un tiempo estático, bendecido por la quietud. Parece la referencia sobre la que gira nuestro paso por la superficie del planeta. El niño volverá un día, revestido de otra mirada, y le parecerá todo pequeño, de proporciones raquíticas, y no reconocerá ni el pupitre ni el lapicero, quizá tampoco se reconozca a sí mismo.
No somos el que fuimos, y lo malo no es saberlo, lo malo es que pretendemos olvidarlo.

A veces me surgen textos de este tipo, tan extraños, que me sorprenden a mí mismo y me llenan de estupor. Algo parecido a una sorpresa recóndita, inesperada.
Ahora comprendo que no sé escribir. Que no sé por qué empleo tanto tiempo en ordenar ideas o desordenar palabras. Le gustaría a uno volver la vista atrás y simplemente aterrizar sobre el recuerdo, y llenarse las manos con sus viejos aromas y volver ante el papel y arrojarlo, como si espolvoreara lluvia del ayer.
Pero no sé escribir.
He llegado a esa conclusión esta noche, u otra, cualquier otra madrugada. Tengo la impresión de que cuando duermo, padezco insomnio, aunque mi cuerpo no se entere.
Casi nunca me entero de nada.
Tendría que ser valiente conmigo mismo. Tendría que apurar los últimos posos de esta verdad, tan amarga, tan dolorosa. Trazo palabras, muchas palabras. Es verdad. Sin embargo no son nada. Trazo palabras pero son moléculas de la nada. Pretendo ser indulgente conmigo mismo, pero es inútil. Es como pretender atrapar el perfume del viento en una botella vacía.

Lo más sensato sería abandonarlo todo.
Cerrar una puerta y luego otra y después otra y por fin la última. Con fecha de caducidad, como los yogures o las hojas de los castaños.

Y volver al silencio.
Volver a ser viajero de las palabras. Tan sólo sirvo para admirar la belleza que los otros trazan. Siempre tan hermosa.
Lo malo es que me va a doler tanto que quizá prefiera la gangrena, ahogarme en mi propia sangre, engañarme, en la perpetua mentira de mi vida. Jugar el juego al que jugaba aquel niño del pupitre, cuando le preguntaban, '¿Qué vas a ser de mayor?' Y no contestaba. Miraba al lapicero sobre el pupitre y pensaba que quisiera ser constructor de sueños.
Son cosas que suceden y no conviene, tampoco, darle demasiada importancia.

22 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Amando, querido, que no le demos importancia dices... ¿a eso le llamas tú desordenar palabras?

Admito que el primer texto, hermosísimo, te sorprenda a ti mismo. Y eso que dudo mucho que pretendas olvidar el niño que fuíste y la ilusión por llenar el mundo de palabras.
Ya sabes que cuando algo me llega, como ese grito que se refleja en la segunda parte, necesito tiempo para rumiarlo y probablemente servirá para regañarte mañana.
En este momento me lo llevo conmigo una vez más y quédate con los besos que te dejo.

Unknown dijo...

Pues yo no estoy de acuerdo con tu tu pesadilla, porque si dejaras de escribir nos perderíamos tu talento, haz como si no te hubieses enterado de nada, que este mal sueno no existió nunca, porque sabes escribir, al punto que me dejas siempre enredado en tus palabras y con ganas de caer más profundo en ellas.
Me ha gustado tu relato, Amando.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Leo

catherine dijo...

No conviene darle demasiada importancia a esta idea que nos cuentas hoy.Cualquier de nosotros tiene ideas parecidas de vez en cuando. Constructor de sueños creo que lo eres y a menudo te dijiste que todavía queda en tí algo del niño que fuiste.
Y para terminar riendonos, Amando no eres ni un yogur, ni una hoja de castaño.
Hermosa la primera parte de tu texto, nos das ilusión escribidor, y yo te mando un beso.

Fernando dijo...

Amando, amigo, tu mirada retrospectiva al pupitre y a tu lápiz me ha impactado mucho. Yo aprendí a escribir también con lápiz y después con plumilla y tinta. ¡Cuántos borrones, qué trabajo más difícil! Pero luego, la compensación de las palabras, la plasmación de las ideas y, al final, escritos tan llenos de contenido como los que tú haces. Cuando empiezas a escribir, estás empezando a abrir la puerta a tus ideas. Es en ese momento cuando la inspiración te inunda y escribes textos, que parecen inconexos, pero que al final tienen todo el sentido deseado. Sigue escribiendo tan bien, Amando, que necesitamos tu talento escrito y no volátil. Un fuerte abrazo.

Mercedes Pinto dijo...

Al igual que le ocurre a Isolda, he necesitado pararme un poco después de leerte. Te diría tantas cosas... La mayoría buenas; pero esto no es consuelo para el guerrero que vuelve de una y otra derrota; tú sabes muy bien que sé de lo que hablo y cómo te entiendo. Te diré que de lo poco que he aprendido en esta vida me quedo con una frase que para mí es todo lo que necesito para seguir adelante: "No hay espectáculo más bello que un hombre luchando contra la adversidad". No sé por qué escribes tú, ni siquiera si, como yo, has encontrado la respuesta; yo sólo sé que necesito escribir, porque me he dado cuenta de que el único que me entiende, con toda la profundidad que exijo, es el papel, y que la tinta que derramo en él lo convierte en el único espejo donde gozo mirándome, aunque después, cuando se asoman otros, vean algo muy distinto. ¿Y qué?, a mí me gusta la imagen que veo en él. Con eso me basta.
No sabes cómo te entiendo, porque ya pasé por ese sarampión. Si te consuela, te diré que he oído a maestros decir que este "sarampión" es necesario para que la pluma madure.
Sea como fuere, ¡¿qué más da?!, escribimos porque necesitamos salir de ese laberinto que recorre nuestras vísceras y no encontramos una manera mejor.
Seguirás escribiendo, ya lo verás.
Un abrazo, compañero en la adversidad literaria.

Paloma Corrales dijo...

"Es necesario ser humilde para aprender" ¿te suena? está al principio de tu página... pues efectivamente, sigue pensando que no sabes escribir y sigue creciendo como escritor (de otra forma sería imposible), pero déjanos a nosotros, los que te leemos, que hagamos ese juicio de valor (nos corresponde por derecho), y sí, yo lo afirmo sin titubeos.


Un beso.


Ps. El relato es meláncolicamente precioso, esos viajes a la infancia casi siempre lo son.

emejota dijo...

Absolutamente de acuerdo con los anteriores comentaristas, y en plan egoista, necesitamos ser felices leyendo tus hermosos pensamientos transformados en letras, palabras, frases, párrafos, y para qué seguir. Ya ves puro egoísmo.
Ten por seguro que te comprendo no sabes hasta que punto, es un sentimiento compartido y quizá mas ampliamente de lo que creamos, pero pocos tienen la gallardía de reconocerlo, asumirlo y seguir hacia adelante. Tu si. Un fuerte abrazo extendido.

Flamenco Rojo dijo...

Amando, sabes que en muchas ocasiones te hemos aconsejado que no contestarás a cada comentario que te hacemos en los blogs donde participas como escribidor, que eso te llevaba mucho tiempo, tiempo que los que te conocemos sabemos que no tienes…Como propietario del blog haces lo que crees que debes hacer y pasando de lo que te hemos recomendado en varias ocasiones, has seguido contestando uno a uno cada comentario que aparece en Pavesas…en Euritmia en la red…en 7 plumas…en La Esfera Cultural…Pero hoy espero con expectación tu contestación a este…Para que me digas que el texto es sólo es un relato, que no es una reflexión personal de algo que te esté pasando por la cabeza. Y como dice Fernando, sigue escribiendo tan bien…necesitamos tu talento escrito…

Un fuerte abrazo.

Evaasecas dijo...

un lapicero...


máquina de escribir...


teclado


Si, mejor no hacer mucho caso...
Abrazos.

Verónica O.M. dijo...

Me ha gustado el relato, Amando y pienso que eres demasiado crítico contigo mismo, a la vez que muy humilde, y eso para mi forma de entender es muy bueno, y dice mucho en tu favor.
Y sin duda eres más benevolente con otros, de lo que eres para ti mismo, yo eso lo entiendo, ya que a mi me pasa exactamente lo mismo.
Sigue escribiendo, que es para lo que naciste, claro está que para otras muchas más cosas.
Pero el amor por las letras, y la dedicación, se te nota en cada palabra que escribes.
No nos abandones, tienes muchísimo que ofrecer, más de lo que tu te imaginas.
Feliz noche amigo
Abrazos

Isolda Wagner dijo...

Creo que no te voy a regañar, Evaasecas lo ha dicho todo por nosotros. Escucha, escucha...
Un beso Eva y otro para ti.

ARO dijo...

Sí sabes escribir. No peques de falsa modestia. Sabes escribir y muy bien, al menos a mí me ha encantado esta texto.

José María Alloza dijo...

¡Joder! (con perdón de la asistencia) Pues si tú no sabes escribir… Me apunto al comentario de Paloma, así, subrayado.
Un abrazo.

Pd Te diré que aunque sé –más o menos- porque empecé a escribir, a veces me pregunto por qué continúo, pero finalmente me hace más bien que mal; Alors qu’importe…

Merche dijo...

Ja ! Ahora comprendo todo. Bueno, un mal día lo tiene cualquiera,¡ hasta los grandes! y es que las Musas no siempre están de nuestro lado.Si te pasas por mi blog verás que las mías también están rebeldes.

Besos.

mateosantamarta dijo...

Te diré algo, aunque haya venido tarde: yo tampoco sé pintar y a veces no pinto por eso: pero a veces viene alguien, alguien que pinta por mí y no está del todo mal.
Un abrazo.
Un camino sin baches, ni curvas termina aburriendo...un bache despierta.

Ángeles Hernández dijo...

LLego tarde:

Tú ayer no sabías escribir y yo hoy no sé casi ni hablar, mucho menos moverme, viajar, o poner una letra detrás de otra (eso sería para nota)

Si supieras como te comprendo...(el resto de comentaristas me asesina). Cuando uno da tanto como tú das, puede llegar a distorsionar la realidad, aunque ¿qué es verdaderamente la realidad?, ¿Qué es escribir para ti?.
*********

El pupitre es muy parecido al de mi escuela, de dos en dos y de madera. Si supieras como te comprendo...

Un abrazo (que ni siquiera sé si sabré dar) de Á.

Marina Filgueira dijo...

Hola: mi muy apreciable amigo, nunca- ¡nunca me digas a dios, que es una palabra trite! Este blog es, como el amor que se quiere, ¡y-del- que nunca, puede una despedirse! ¡Adelante Escribidor! He aprendido y qiero seguir aprendiendo con tigo, mientyras que, ¡Dios me de sentido! Si algún día ves que me falla ámelo saber por favor.
Despues de leer Todos los comentarios... Creo que es acertado lo que escribe Flamenco Rojo, sin demerecer las opiniones y consejos todos los demás.

Un abrazo y felicidades por el relato del lapicero que me encantó

neko dijo...

Deberías escribir no porque haya nadie esperando que lo hagas, sino porque algo dentro de ti te pide a gritos que lo hagas.

A veces se necesita un descanso en todo, y tener la legión de seguidores que tienes supongo que no hace mas fácil el que te sientas totalmente libre de escribir. Escribe siempre para ti, no para el resto, como y cuando quieras y lo disfrutaremos tanto como tu lo hiciste escribiendo.

Un saludete, y arriba ese ánimo. Que mas quisiera yo que se me diera "tan mal" como a ti :)

Amando Carabias dijo...

Amadeus:
La verdad es que das un argumento bastante más que sólido para continuar en la brecha. Al final, se trata de uno mismo, sí, de buscar la salud y el equilibrio.
Muchas gracias por tus ánimos.

Amando Carabias dijo...

Jasonia:
De arriba a abajo, a veces se lee peor de de abajo arriba... Son las cosas extrañas de la informática y de los blogs, jeje...
En un rato me paso por tu blog, grarantizado.
De todos modos, creo que de las musas no he hablado. Las musas están, siempre están. Lo que ocurre es que algunas veces fallan nuestros ojos.

Amando Carabias dijo...

Ángeles:
Si me has comprendido, y veo que los has hecho, entonces sabes a qué me refiero y también sabes que hay algo muy cierto en lo que digo, y ese algo, además es también pasajero.
Pero a pesar de todo, te digo que sabes abrazar e incluso sin brazos lo haces estupendamente.

Amando Carabias dijo...

neko:
Si por eso escribo, exactamente por eso. Es que no sé hacer otra cosa un poco menos mal. Pero el tema se empieza a complicar después.
Con la perspicacia de una mente "técnica" apuntas hacia una parte del problema.
Y eres la segunda persona que en el mismo día me dice lo mismo.
Y la x que en los últimos días me comenta algo similar...
Pero no es tan fácil...
Aunque intento haceros caso.