domingo, 31 de octubre de 2010

Intuición.


Imagen tomada de internet


Viene aterido por la aspereza de la tarde. Llega empapado por la lluvia racheada, ante la que su paraguas ha actuado como estorbo y no como escudo. Intuye que el teléfono va a sonar, pero llegará tarde. No alzará en un primer momento el auricular, ni va oír al otro lado su voz de seda cálida, ahora muy asustada y dolorida. Sus piernas, cansadas después de una inútil caminata, no responden con la celeridad que le reclama el corazón que, antes que sus oídos, ha escuchado los dedos de ella a cientos de kilómetros tecleando los dígitos del número que conoce de memoria desde hace unos meses. Al abrir el portal, ha tardado unos segundos más de lo necesario, porque uno de los extremos de la arandela donde apresa sus llaves ha ensartado un hilo suelto de su chaqueta que hace tiempo debería haber arrojado a la basura. Aunque sus latidos y una extraña sensación de vacío le acucian, ha subido con morosidad los escalones que separan la entrada del edificio de la puerta de su vivienda, hoy silenciosa como un mausoleo. Quizá a un rincón lejano su cerebro haya llegado el eco tenue del último timbrazo, pero ha pensado que sonaba en otro domicilio, o que eran imaginaciones, aunque algo le decía que el sonido agudo había jugado como una pelota con las paredes del salón. Después de entrar, y mientras contempla con recelo el silencio que sucede al reverbero, recuerda que ha olvidado el móvil. Tres llamadas perdidas gritan una impaciencia desmesurada. Algo se resquebraja en su conciencia. Responde y nadie contesta. Con más nervios de los que desea reconocer, ahora es él quien teclea el número de ella que desde hace unos meses han memorizado sus dedos, del mismo modo que memorizaron el paisaje de su piel. Un zumbido lejano de tonos largos y rítmicos martillea su cerebro. Aún no sabe que ella ya no puede escuchar su impaciencia.

Safe Creative #1101208302800

18 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Intuición y desencuentro. Como siempre mantienes al lector con el alma en vilo hasta el final. Lo mejor, sin duda, tu manera de escribir, cuidada, precisa, que se recrea en los detalles que te son tan propios. Un disfrute para todos nosotros.
Maravilloso micro, Amando.
Todos los besos.

emejota dijo...

Que bueno, en cada entrada te
creces. Un fuerte abrazo extensivo.

Fernando dijo...

Una idea metafórica de gran categoría,el hilo suelto de la chaqueta. Con qué pequeña idea se puede casi precindir del resto del relato. La distancia, al abandono, la renuncia, el desasosiego, prendidos en un hilo suelto de la chaquete. ¡Magnífico!

Ángeles Hernández dijo...

Qué desasosiego deja en el alma del lector, esa mala suerte del azar que quiebra el deseo de comunicación de él y de ella.

Y al fin nos enteramos de que ella ya no puede escuchar su impaciencia: No sabemos por qué pero intuímos que algo grave e irreversible ha ocurrido.

Qué bien lo cuentas Amando. Leyéndote, además de disfrutar, quizás consiga ir aprendiendo sobre el arte de escribir.

Un abrazo Á.

Verónica O.M. dijo...

Bonito relato Amando, y aunque parezca repetitiva te diré parecido a Isolda, que me has dejado con el alma en vilo.
Parecía como si me estuviera pasando a mi, y tenía el corazón como encogido....
Buenas noches
Abrazos amigo

Unknown dijo...

Coincido con Isolda, amigo mío, atrapas la atención con la primera palabra y no logro quitar los ojos del relato por nada del mundo. He corrido los escalones junto al protagonista y cada timbrazo que martilló su cerebro y he terminado ansioso por saber donde está.
Optimo micro, Amando.
Un abrazo.
Leo

Paloma Corrales dijo...

Un micro que se impone con la fuerza de los mínimos detalles, que al final resultan vitales.

Atrapa y arrastra, Amando, muy bueno.

Un beso.

Flamenco Rojo dijo...

Simplemente te diré Amando, que es una pena que sea un micro…Nos quedamos con la intuición y con las ganas de un par de renglones más…pero un micro debe ser así, que cada uno le pongamos el final que nos apetezca.

Un abrazo.

Mercedes Pinto dijo...

Aunque me prometo a mí misma mil veces no pensar más en el "qué pasará cuando...", no puedo evitarlo. Tu relato ha vuelto a hacerlo y se me ha encogido el corazón viviendo esta escena del momento que probablemente llegará. Debe ser porque has puesto en ella los detalles evocadores y precisos para que, a pesar de ser un micro, cuente toda una historia.
Tú dices que eres un escribidor, pero tienes la habilidad y la intuición de todo un escritor.
Un abrazo.

mateosantamarta dijo...

Me suena familiar esta indecisión. este miedo...y lo tardío de la respuesta.
Un abrazo.

Alena.Collar dijo...

Muy interesante el relato. Y adquiere mucho mayor interés precisamente por su ambigüedad final.
Bien llevado y bien resuelto.

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Amando! No me gusta repetir lo que dicen los demás, tan acertadamente. ¡Pero me ha llagado al fondo del corazón... cierta inquietud! Algo se resquebraja en su conciencia. Responde y nadie contesta. Ya da que pensar que algo se quiebra en la distancia. Para mí es un relato superinteresante y hermoso con esas frases poéticas propias de ti, que envuelven maravillosamente tus relatos. ¡Quizá no me explique bien, pero lo hago lo mejor que sé! Un puñado de besos para todos vosotros/as. Ser felices.

lammermoor dijo...

¡Qué sensación de desazón nos provocas!

Merche dijo...

y uno queda con el alma en vilo, escuchando ese zumbido lejano... uff...

catherine dijo...

Otro microrelato muy bueno, y nos quedamos sin saber porque "ella ya no puede escuchar", y subrayo la expresión que me gusta, "escuchar su impaciencia".

Abuela Ciber dijo...

Me encanto, en vilo hasta las ultimas palabras!!!!

Te dejo carinos y deseos de buena semana

"Los buenos momentos se convierten en buenos recuerdos.
Los malos momentos en buenas lecciones."

Amando Carabias dijo...

En este lugar no se aceptan anónimos y menos que ponen a caldo a terceras personas que no tienen posibilidad de defenderse.
No se admite a personas que tiran la piedra y esconden la mano. Quien así actúa conmigo es que no me conoce nada

neko dijo...

Me faltan palabras muchas veces para decir lo que veo, lo que siento o leo, así que no tengo demasiado que decir. ¿Vale decir que me gusta?