lunes, 23 de agosto de 2010

Tribulaciones de un escribidor al amanecer.

Amanece con la frescura de las cosas recién estrenadas.
Aunque parezca un poco contradictorio, como respuesta a esa sensación, desde pequeño me he planteado una duda: ¿será que durante la noche, todo y todos desaparecemos y unos minutos antes de que la luz del día revista con su color a todas las cosas, éstas regresan como nuevas con nosotros dentro?
Cuando tuve edad y ganas (pronto se me acabaron las ganas) transité los territorios de la noche y descubrí que no era así. Que era imposible que fuera así, porque, a pesar de la oscuridad, nada huye durante las madrugadas de estrellas insomnes y deseos como brasas. Sigo creyendo, no obstante, que existe alguna clase de brigada de limpieza encargada de conseguir que durante la alborada el planeta parezca un regalo por descubrir.
No me refiero al cuerpo de barrenderos de la ciudad que, precisamente al amanecer, y un poco antes y un poco después, despliegan sus trebejos para que la ciudad aparezca bruñida a la vista de los segundos madrugadores. (Los primeros contemplamos el proceso de su laboriosidad poco reconocida y apreciada, e incluso tenemos que evitar los charcos que se forman tras el baldeo de las calles principales, no por culpa del agua, sino de un pavimento que no está siempre en condiciones). Y no me refiero a estos abnegados trabajadores, porque no pienso en el empedrado cuando afirmo que amanece todo renovado a mi mirada. Quizá hable del halo que desprenden las cosas.
No quiero avanzar por jardines complicados, pero tengo la intuición de que ciertas criaturas invisibles (y aquí que cada uno establezca su identidad, descripción y capacidades) más que limpiar o bruñir la atmósfera, los edificios, los árboles, las plantas, los jardines, inyectan en sus alveolos y pulmones las dosis adecuadas de vida nueva.
Quizá tampoco sea así del todo, quizá haya otra explicación, pero en el fondo no me interesa. Más bien me interesa continuar con el proceso de investigación.
Tiene que haber un instante, justo en el quicio postrer de la madrugada, en que uno pueda ser consciente de ese milagro. Sólo se trata de seguir ajustando mi reloj. Esta mañana creo que he percibido la última risa de una de esas criaturas, justo antes de escabullirse de mi mirada excesivamente curiosa, pero aún lenta.
Cualquier amanecer descubriré el misterio y vendré y se lo contaré.
Sólo se trata de madrugar lo suficiente, tras haber dormido lo necesario.

23 comentarios:

Fernando dijo...

Amigo Amando: estoy reponiéndome estos días de mi accidente en casa de una de mis hijas, obligado a no hacer absolutamente nada. Como soy un desobediente nato, he qprovecgado un momento para usar el pc de una nieta y ¿qué leer?, pues algo de Amando Carabias, claro. Y así lo he hecho. Me gusta cómo escribes y tus pensamientos. Relatar tus ideas con esa claridad y buen idioma, no es nada fácil. Seguiré burlandola vigilancia de mi familia para seguir leyéndote. Un abrazo.

José María Alloza dijo...

A los madrugadores el mundo pertenece, dicen. Lo cual no impide buscar respuestas donde, tal vez, no hay preguntas, o al revés…
Sea cual sea, si estrenar amaneceres de criaturas invisibles, nos lleva a poder leer líneas como estas: ¡viva las madrugadas de verano! ¿En invierno también hay criaturas invisibles?
Un abrazo.

Isolda Wagner dijo...

Amando, qué entrada tan hermosa. Te cuento que creo haber descubierto quién se ocupa de que tengamos el aire renovado cada mañana; que un día salga el sol y al otro llueva... El cielo tiene un color diferente en cada ocasión; incluso el astro, o su atisbo, sale unos pocos centímetros más allá. Nada es igual, siempre se respira un día distinto, recién barrido y regado.
No lo creerás, pero desde que lo sentí, nadie me hará dudar: en pleno sueño, inexorablemete el viento o sus acólitos, se empeñan en despertarme; entonces ya sé, que sólo cabe esperar a que amaine y entonces asomarme y comprobar el cielo listo para absorberlo durante veinticuatro horas. Es él, seguro, Eolo, que se rinde en cuanto ve la luz y deja todo colocado como le pilla, a su antojo.
Al menos es lo que vivo aquí en el sur.
Besos.

PS. ¡Fernando sigue haciendo trampas!

Maria Sangüesa dijo...

Duendes, hadas o ángeles... ya nos contarás cualquiera de estos días en los que madrugues lo necesario... de momento, tenemos bastante con tu hermosa e impecable entrada. Qué gran placer leerte. Muchos besos.

Amando Carabias dijo...

Ten cuidado, Fernando, que los detectives usan de las armas más sofisticadas para descubrir a quien delinque... Qué ilusión me hace este comentario tuyo. Un abrazo y que siga la mejoría...

En invierno, Amadeus deben existir, sí, y toman el color del cristal helado, pero lo tienen más difícil pues la hora de la amanecida es más tardía y cuentan con la posibilidad de que más ojos avizoren su presencia.

Bueno, bueno, Isolda, ya tenemos al primer candidato. Nada menos que Eolo. No está mal. Casi seguro que sí... Ahora que lo dices, procuraré concertar con él alguna entrevista.
Gracias por tu valoración.

Bienvenida, María, supongo que de vuelta. Muchas gracias por tus palabras. A ver si es posible que encuentre alguno de los ayudantes que Eolo utilice.

emejota dijo...

Respondería que es la nueva luz de cada presente que nos penetra tras un merecido descanso y un atrevido madrugón. Un abrazo.

neko dijo...

Yo tengo la certeza de que hay algo que limpia no solo el exterior, sino también el interior de las personas mientras duermen, cómo comprender si no lo distinto que se ve el mundo iluminado por los primeros rayos que anuncian el día, o como es posible despertar con la mente libre de errores y pesares y afrontar con optimismo el presente.

Flamenco Rojo dijo...

A quien madruga Dios ayuda…Eso dijo el que se encontró la cartera, pero más madrugó el que la perdió. También hay quien dice que quien madruga se encuentra todo cerrado…Y ahora quedamos esperando que descubras ese misterio cualquier amanecer y nos lo cuentes.

Un abrazo.

la voz dormid@ dijo...

A mi me encanta madrugar en el amanecer , ese silencio que me inspira paz.

Te he encontrado por casualidad, he empezado ahora en el mundillo del blog y me quedo en tu casa y volveré ahora ya estoy intrigada cuando descubras ese misterio quiero enterarme.

Un saludo!!

Fiaris dijo...

Ya nos contarás cuando lo descubras me interesa mucho ,a pesar de mi edad,amo a los duendes y estoy segura que andan en las noches.
Amigo no te extrañe si algun día de estos no te visito a partir de pasado mañana tendre uno de mis mas queridos tesoros por un mes en mi hogar,viene mi nieta (17 años)desde Islas Canarias a pasar un mes a Uruguay¡imaginate!!!2 años y medio sin abrazarla,mi tiempo será de ella y tendré un poco abandonada la P.C.,a pesar que soy muy noctámbula y alguna noche andaré aqui y quien te dice no descubra yo primero que tu el misterio,un abrazo amigo grande para que dure unos días.

mateosantamarta dijo...

Todo está dentro de uno mismo. Si la noche es buena el día es nuevo.
Dice Isolda que es Eolo quien limpia y recoloca las cosas en el día nuevo: pero yo creo que se conjuran todos los dioses y diosas.
Aún así el día amanece una vez para cada ser vivo que experimenta ese fenómeno inexplicable -más mágico, si cabe, en un pueblo de estepa de amaneceres espectaculares-.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Me toca aplaudirte y lo hago con ganas, decirte que me ha gustado sería demasiado poco. Serà porque hace muchos años, en un lugar de mi isla, creo de haber encontrado una de esas criaturas, que de vez en cuando se hace presente en mis cuentos.
Espero que tú lo puedas encontrar, aunque no siempre nos queda la certeza de haberlo hecho, el día que lo encuentres algo dentro de ti cambia y lo hace para siempre.
Ha sido un lujo leer esta entrada Amando.
Enhorabuena.

PS. si quieres leer mi cuento dìmelo que te mando el enlace por correo.

Amando Carabias dijo...

Una ves los madrugones fueron atrevidos, emejota, hoy son obligatorios y creo que como dice el refrán de la necesidad he hecho virtud... Aunque quizá tampoco sea tanto madrugar levantarse poco antes de las siete de la mañana.

Pues es verdad, Flamenco, y es una de las cosas hermosas, ver cómo la ciudad se abre, es como si despertaran poco a poco sus ojos, todos sus ojos.

Pluma Roja, bienevenida a este rincón que también es un poco tuyo.
Si algún día descubro este misterio es probable que lo publique, aunque quizá me lo prohiban, quién sabe.

Olvídate, fiaris de PC, blogs, y otras cuestiones similares. Lo importante es tu nieta que tiene la misma edad que mi hija menor.

Sabio lo que dices, mateosantamarta, y es absolutamente cierto. ¿Y ese profundo descanso no será otra parte de ese misterio? ¿Estamos del todo cuando dormimos?
Variando de perspectiva un poco tu propuesta, yo diría que ojalá todos los dioses se conjuraran no sólo para regalarnos los amaneceres, sino para renovar la humanidad, pero esto a lo mejor, ni los dioses lo pueden conseguir.

Me acabas de dar toda la envidia del mundo Leonel. ¿Qué fue, cómo fue, dónde fue, cuándo fue...?
Claro que me interesa, por supuesto que me interesa.
Gracias.

Amando Carabias dijo...

Horror, neko me he saltado tu comentario. Perdón, perdón...
Justamente a esa limpieza interior es a la que me refería en una de mis anteriores contestaciones.
¿Hasta que punto estamos del todo mientras dormimos?
Otro misterio.

Amando Carabias dijo...

Leonel ha cumplido su palabra.
Por si alguno lo desea desde aquí se lee el relato al que se refería, "La carta". Es breve y fue publicado en junio pasado, si no me equivoco.
Que os guste como a mi me ha gustado.

Merche dijo...

Tu relato me ha recordado a la noche de los Reyes Magos, en la que por muy atento que estuvieras, por muy temprano que te levantaras, jamás eras capaz de ver a estos seres maravillosos que habían entrado por la chimenea (¿qué chimenea, ¡en mi casa no había chimenea !) dejando la casa repleta de sueños materializados. No había quien los viera, pero nunca fallaban .


Un beso.

Amando Carabias dijo...

Querida Jasonia, como bien sabes los más veteranos lectores de este lugar, precisamente la noche a la que te refieres, es una de las que me gustan y no pierdo la oportunidad de cumplir con ese deseo al que te refieres, y que todos llevamos en el corazón.
Por si la quieres leer aquí la enlazo.

neko dijo...

buahh si es que no soy nadie! :P

Mientras dormimos somos y no somos, como explicar... yo siempre digo que llevo una vida paralela en mi interior, como un mundo al otro lado del espejo.
¿Hasta qué punto podemos decir que esa vida es menos vida?

Beatriz Ruiz dijo...

Estaré encantada de seguir aquí sentada cuando consigas resolver la duda...

Besitos...

Amando Carabias dijo...

¿Algo así,neko, como Alicia y su maravilloso país...?
Cada día estoy más convencido, es algo que todos hemos experimentado que el descanso cuanto más profundo es, más favorece a la persona. Algo así ya se comentó ayer. ¿Y eso sólo será por el descanso físico y mental o habrá algo más, algo que se nos escape?

¡¡¡¡Bienvenida, Beatriz!!!!
Es una suerte que estés ahí esperando, porque seguiré buscando la respuesta.
Un besazo.

Verónica O.M. dijo...

¡Que bonito lo has contado! la vida es un misterio, y cada un@ le ponemos la fantasía que queremos.
Si observaramos más, seguro que tendríamos respuesta a todas las preguntas.
Buenas noches Amando
Un abrazo

Marina Filgueira dijo...

En primer lugar, felicedades por esta entra más que excelente en cada renglón escrito. Cuando el descanso de la noche es placido, también es mágico el depertar con la primera luz del alba. Es un privilegio que nos concede- el Dios del universo el nos regala el misterio de cada amanecer.
un besito. Ser felicez

Amando Carabias dijo...

Marina:
Creo que tienes razón y creo que valoramos en poco las pequeñas cosas que la vida nos ofrece como remedio para nuestra existencia. Una de ellas el descanso nocturno. Sólo cuando no lo gozamos, nos damos cuenta de su importancia.