viernes, 4 de junio de 2010

La ventana. 2




Después de varios minutos de contemplación, como si mi voluntad hubiera sido atrapada por la luz, vislumbré una sombra que se movía tras ella. Mejor dicho, intuí un cuerpo ensombrecido que se situaba tras ella. La silueta, sin duda, pertenecía a una mujer, pero sería inútil buscar algún elemento más que la definiera; sólo era una silueta femenina oscurecida tras la luminosidad azulina de la estancia. No había nada de especial o misterioso o extraño en que una mujer habitara aquella vivienda. Aquel contorno inició una serie oscilaciones sinuosas con los brazos y el cuello, muy parecidas a los movimientos de ciertas danzas orientales. El perfil brumoso de la supuesta danzarina adquirió la ondulación propia de los cuerpos más flexibles, parecía una sombra más etérea, como si sólo fuera eso: una oscurecida proyección con vida propia. De pronto, y sin comprender por qué, desapareció de mi campo visual sin haber podido adivinar yo el modo en que lo hizo.
Abajo, en el portal de aquella vivienda, la número veinticinco de la calle Ángel de Saavedra, alguien, otra mujer, esta vez perfectamente visible, morena, de unos cuarenta años, no muy alta y bien vestida, llamaba al portero automático de la casa. Intuí que subiría al piso al que pertenecía la ventana que me tenía atrapado en la observación. No sé por qué llegué a tal conclusión. Obviamente, no había razones objetivas suficientes que me condujeran a tal solución. Sí podía excluir la posibilidad de que la dama fuese vecina del inmueble, puesto que de haberlo sido lo más probable es que no hubiera llamado al portero; pero de ahí a suponer que su destino era precisamente el lugar del que manaba aquel claror, era avanzar demasiado. Pero, como suele decirse, el pensamiento es libre y la mayoría de las veces nos lleva por vericuetos que a nosotros mismos nos parecen extraídos de lugares desconocidos.
En fin, que le abrieron la puerta, y que tras unos pocos instantes, creo que no más de un minuto, el perfil de la mujer volvió a aparecer ante mi vista, tal y como supuse al verla timbrar el portero. La otra silueta femenil, la que había visto ejecutar aquellos sinuosos movimientos, recogió el abrigo y volvió a desaparecer de mi vista. Se sentaron, o ese imaginé, pues, de pronto, sólo vi la mitad de dos troncos, y dos cabezas enfrentadas y ligeramente inclinadas. Hacia donde dirigían el torso era la zona de la que parecía manar la luminosidad azulada.
Durante casi media hora, no sucedió nada, quiero decir, no pude saber qué sucedía allí dentro, salvo esporádicos movimientos de las cabezas que se levantaban, como si se mirasen a la cara, probablemente para decirse algo, y luego volvían a inclinar la cabeza. Tras ese tiempo, la visitante se levantó. Se levantó la nueva inquilina del piso, le acercó el abrigo, y, medio minuto más tarde, volví a ver a la mujer morena de unos cuarenta años y bien vestida cuando reapareció en la acera de la calle, después de cruzar el portal. No sé por qué alzó el rostro y se enfrentó con mis ojos. Observé que me quiso sonreír, pero lo único que consiguió fue que su rostro lagrimeado adquiriese una mueca especial, un gesto extraño que no se sabía si era burlón o trágico.
Aquellas lágrimas, aún más que todo lo anterior, aguijonearon mi curiosidad como si hubieran sido estribos clavándose en mis ijares. Decidí que aquél sería mi observatorio en las próximas horas. Debía averiguar todo lo que fuera capaz acerca de aquella vivienda de la que nacía el resplandor opalescente. Para hacer más cómodo, y algo más discreto, mi espionaje, me fui a por una silla y a por un libro, simulando que estaba leyendo o pensaba leer ante la ventana.
Durante más de una hora, no sucedió nada. La luz permanecía resplandeciente junto a la ventana. Y por lo que deduje, en la habitación no había nadie. Ni siquiera la sombra femenina que había despertado mi curiosidad. Empecé a temerme que aquella era una de mis muchas fantasías irrelevantes, que no conducían a ninguna parte, sino a distraer el paso del tiempo que se me hacía largo y tortuoso. Vivía los segundos como un verdadero suplicio, como una agonía que no tenía final.
A modo de respuesta, el resplandor azul continuaba titilando.
Cuando ya desesperaba de que allí fuera a ocurrir alguna cosa más, volví a ver a otra mujer, en este caso bastante mayor que llamaba al portero.
Sentí el torrente de adrenalina fluyendo por mi venero a inusitada velocidad, al menos para mí. En un par de minutos aquella mujer estaba en un asiento dándome la espalda. Frente a mí se situaba la otra mujer, que había reaparecido acompañando a la anciana. Sucedió más o menos lo mismo que durante la anterior visita. En esta ocasión el tiempo que estuvieron con la mirada supuestamente dirigida hacia la fuente de la que nacía la luz azul, fue algo menos.
Cuando la viejecilla salió del portal, no miró a mi ventana, pero aún así vislumbré que la cara mostraba un satisfactorio gesto sonriente, como si la luz del mediodía bailara en sus pupilas.

Continuará...

44 comentarios:

Odiseo de Saturnalia dijo...

Me está encantando tu indiscreta historia...

Me da un escalofrío cuando veo a alguien acercarse llorando, en la calle, y se pierde sin rumbo. Sus lágrimas me oxidan el alma...

Amando Carabias dijo...

Odiseo de Saturnalia:
Muchas gracias por tus palabras.
Cuando veo a alguien llorar, tampoco sé actuar muy bien, con naturalidad. No sé. Me parece algo tan íntimo.
A tu última frase, yo la defino como una gran metáfora.

Maria Sangüesa dijo...

Esa extraña luz que ilumina, con lágrimas o sonrisas, a quien acude a su proximidad ya nos está despertando la curiosidad más intensa a quienes contemplamos cómo se acercan los personajes, hasta ahora femeninos, a la extraña vivienda que miramos desde los indiscretos ojos del narrador. Un abrazo.

Fiaris dijo...

Bueno,bueno esta vez encontré la historia empezando y parece que se las trae,un abrazo amigo a esperar

Amando Carabias dijo...

María Sangüesa:
Pues sí, aquí estamos contemplando este proceso.
¿Dónde nos va a llevar?
Creo que no tardaremos esta vez mucho tiempo. Acaso cuatro entregas más. Cinco como mucho.

Amando Carabias dijo...

fiaris alfabeta:
O se las lleva, ya veremos. Un beso.

Mercedes Pinto dijo...

Ya veo que has vuelto a los relatos por entregas, me parece perfecto, "La carta" me dejó muy buen sabor de boca. En este parece que el protagonista es un voyeur que ha quedado atrapado por los misteriosos hechos que transcurren tras la ventana que queda justo enfrente de la suya: una mujer que después de una extraña danza recibe dos visitas, una sale llorando y otra sonriendo...
Ya me tienes enganchada, así que estaré muy pendiente del próximo capítulo.
Un abrazo.

Isolda Wagner dijo...

Estoy contigo, la frase del día hoy, se la lleva Odiseo. Tristísima metáfora.
¿Qué tenemos? tal vez alguien que ha desaparecido. La dueña de la casa recuerda sus abrazos en ese baile insinuante que ve el narrador. Esa luz, pudiera ser una vela para atraerlo de nuevo, a través de la segunda mujer, que parece no sufrir del mismo modo, más bien se siente satisfecha.
Cuatro o cinco capítulos, perfecto, la impaciencia me puede.
Gracias por espiar a la vecina de enfrente.
Besos marítimos.

Evaasecas dijo...

Vaya, no puedo imaginarme por dónde nos llevará la historia, desde luego sabes como crear misterio. Muy interesante y repito, misterioso. Ya nos tienes pendientes de la continuación. Un saludo.

Marina Filgueira dijo...

Ay Amando: Empieza la intriga, Ya me parece este relato, algo así como... la ventana indiscreta, La película aquella dirigida por Alfrd Hitchcoctr y protagonizada por el simpático James Stewart y la preciosa Gace Kelliy, entre otros. Me encantó esa peli. Un beso y se feli. Y

neko dijo...

Este relato saca el vouyeur que llevo dentro, me dan ganas de observar mas por la ventana a ver si yo tambien capto algo interesante :)

Queremos mas!

Gaspard P.-A. dijo...

Me sigue gustando. La indefinición como base para la intriga. ¿Burlón o trágico el gesto de la primera mujer? Tal vez le habían contado un chiste. De momento, todas son mujeres.

P.S.: Me parece que sobra el "que" de la segunda frase del penúltimo párrafo.

Amando Carabias dijo...

Mercedes:
Los relatos por entregas son una de las secciones más habituales de esta casa. La verdad es que no puedo estar mucho tiempo sin ellos.
Esta vez, a diferencia de la carta, la espera no será tan larga. Volvemos a las dimensiones habituales.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
Todavía es un poco temprano para decir nada, si te acercas o te alejas. Pero es evidente que pudiera ser todo lo que supones. O quizá no.

Amando Carabias dijo...

Evaasecas:
Me alegra que te guste. En este caso espero que también lo consiga hasta el final.

Amando Carabias dijo...

Marina Fligueira:
Eso parece... de momento. Sé tú también feliz.

Amando Carabias dijo...

neko:
¿Has descubierto algo...? No te olvides de contarlo, cualquier cosa nos sirve. :-)
Muchas gracias por el interés

Amando Carabias dijo...

Gaspard:
Muchas gracias por la indicación. Tenías razón y creo que ya está corregido.
Es un placer que te guste, espero que se mantenga tu interés hasta el final.

Verónica O.M. dijo...

Muy interesante y mosqueante, esta vecina me parece ¡muy extraña! y me pregunto que es lo que ocurre en esa vivenda?
A veces tenemos expectadores, y nosostros ¡sin saberlo!
Un abrazooo

catherine dijo...

Azul es la luz de la bola de cristal de la vecina que baila. Voyeur y voyance (videncia)? Me viene a la mente esta hipotesis por la similitud de las dos palabras en francés, ver el pasado o el futuro y llorar o reìrse. Vienen mujeres porque se dice que son màs credulas, aunque se dice también que muchos polìticos consultan a SU vidente.

Alena. Collar dijo...

¿ Y qué buscaremos para que no se nos "oxide el alma"?...

Ángeles Hernández dijo...

A parte de estar encantada por la esperada continuación de la ventana, estoy encantada por lo que en ella se relata y que a mí me recuerda, o más bien me hace intuir una explicación. Una más, como la que cada uno vaya sintiendo con esta lectura, diferente y casi siempre relacionada con expectativas, vivencias, momento presente etc.

Si yo fuera el "voyeur ventanero" habría supuesto que se trataba de la vivienda de una "pitonisa". Una mujer que conoce las danzas orientales, que quizás las utilice como inspiración, terapia, relajación...que se ilumina con velas o con algún tipo de luz especial para ejercer su oficio
( no sabemos como huele la casa, no llegan los aromas hasta los ojos del protagonista, pero anticipo incienso, sándalo, jazmín...)

Las dos visitantes, dos mujeres, han ido a la casa de la ventana para hacer uso de los servicios que su moradora ofrece: sanación, relajación, aunque me inclino más por el arte ( o la superstición ) de la adivinación. (sentadas frente a frente, con el tarot entre ambas -no me atrevo a nombrar una bola de cristal que explicaría la luz- durante una media hora, asintiendo o preguntando con la cabeza... )

También la manera de salir de las visitantes me ha ayudado en la elaboración de mi teoría. A la primera no le han dado muy buenas noticias, algo inquietante le acaban de comunicar, algo que incluso encuentra dificultades para expresar en su rostro.
La anciana ha tenido más suerte.La adivina ha encontrado la respuesta que ella deseaba escuchar y no es de extrañar que sonría plácida y felizmente.
...............................

Este observador es una joya. Si alguna vez consiguiera detenerme como él para contemplar lo que me rodea, quizás podría conseguir que mi vacía inspiración se poblase. Un poquito al menos.

Ángeles Hernández dijo...

Verónica, me encanta tu asociación de palabras: voyeur/vidente.

Seguramente algo así ha funcionado en mi subconsciente para llegar a la misma conclusión que tú.
Me preguto ¿por qué si la palabra "vidente" es la más haitual yo he usado "pitonisa", de Pitia, pitón, la serpiente, la tierra, la délfica?.

Chi lo sa.

Amando Carabias dijo...

Verónica:
Es lo que tienen las calles estrechas, los vecinos aburridos, las luces extrañas...
Muchas veces he pensado que los seres humanos se dividen en dos grupos los espectadores y los actores. Unas veces unos miran a los que actúan, y otras veces es al revés.

Amando Carabias dijo...

Catherine:
¿Por qué una bola de cristal? ¿POr qué no? Al final puede resultar todo un relato sobre la vista: el presente, el pasado, el futuro...

Amando Carabias dijo...

Ángeles Hernández (I y II):
Sobre tu interpretación de tu lectura, coincidente con la de Catherine, poco o nada que decir. Me impresiona que de mis palabras puedas sacar tantísimas conclusiones. No sé si tu inspiración es o no es abundante, seguro que mayor de lo que te piensas, pero tu capacidad de análisis es rigurosa.
Quizá si utilizaste pitonisa, en vez de vidente, la cosa tenga que ver con ese movimiento o danza de la mujer.
Veremos en qué queda todo esto.
Un beso y muchísimas gracias por tu esfuerzo y generosidad. La verdad es que impresiona esta dedicación.

Amando Carabias dijo...

Alena Collar:
Supongo que una sonrisa, supongo que una mano tendida, supongo que una palabra de ánimo, supongo que un abrazo de perdón después de un error... Todo eso puede ser pàra el alma como el aceite es para el hierro... Y yo puedo dar fe que lo haces estupendamente.
Un bestoón, Amiga...

Ángeles Hernández dijo...

Fé de erratas:

He confundido el nombre de Catherine con el de Verónica.
Lo siento, como no os conozco lomismo me da un nombre que otro. a ver si poco a poco voy centrándome.

Un saludo.

Isolda Wagner dijo...

Alena, no tenemos mucho buscar, tenemos la enormr suerte de tenerlo muy cerca. Fíjate que me quedé con el comentario de Saturnalia, y ahora tengo que quedarme también con el tuyo.
Y usted perdone, Amando.
Besos a los dos.

catherine dijo...

Àngeles, no me importa la confusiòn.
Sì que los comentarios de Saturnalia y Alena son joyas, estoy de acuerdo contigo, Isolda, en este punto y en decir que tenemos a uno que sabe desoxidarnos las almas.

Paloma Corrales dijo...

Ya me has atrapado. Tienes una forma de narrar que crea adicción.

Reconozco que he pensado en una pitonisa o una vidente y no creo ser la primera que se ha dejado llevar por esta impresión (es lo que tiene llegar tarde, ay, el tiempo). No haré conjeturas de momento.

Un abrazo para ti que seduces con tus letras.

Ana J. dijo...

Este relato nos va convirtiendo en voyeurs cómplices, intentando encontrar las claves de esas siluetas que se miran bajo la luz azulada.
La idea de que sea una vidente no solo parece plausible si no que es muy atractiva. ¿Qué secretos guardará esa mujer, que conoce el futuro y, muy probablemente, el pasado de las que se sientan frente a ella?
Me está enganchando. Genial.

Amando Carabias dijo...

Paloma Corrales:
Estoy encantadísimo de tenerte entre los lectores de este relato.
Tu mirada es especialmente honda siempre.
Un beso.

Amando Carabias dijo...

Ana J:
Está claro que todos somos un poco (o mucho) mirones, que nos encanta conocer lo que ocurre a nuestro alrededor. Somos curiosos por naturaleza. Creo que es la base de la literatura: reposnder a la necesidad de saber que tenemos, intentar saciar la curiosidad.
Por lo que observo, a muchos, además, nos puede eso de ser videntes.

Marian Raméntol dijo...

Y sigue la intriga azulada, esperaré ansiosa la próxima entrega.

Abrazos
Marian

Errata y errata dijo...

Precioso y además Felíz Cumpleaños !

Amando Carabias dijo...

Marian Ramentol
Aquí me hago eco también de tu lectura de la primera entrega. Muchas gracias por tus palabras. Se resolverá el misterio azul

Amando Carabias dijo...

Maia:
Muchas gracias por el recuerdo y porque te guste. Un año más cumplido, otro que se abre.

Abuela Ciber dijo...

Aqui quedo a la espera.....

Te dejo mis deseos de buena semana

Cariños

Gaspard dijo...

Vuelvo del tenis con victoria española y me entero de que cumples años. ¡Felicidades!

Decías el otro día que te interesaba saber qué le ocurrió a Mankell.'EL PAÍS' publica hoy su "diario de abordo". Tras leerlo, he de decir que prefiero sus novelas a sus panfletos.

Flamenco Rojo dijo...

Hay que ver lo entretenido y diverso que puede ser el mundo a través de una ventana…si te lo cuenta el escribidor, claro. Yo creo que todos llevamos un mirón dentro…y ojito con contentarse con observar la vida de los demás desde lejos y evitar examinar la nuestra.

Abrazos.

Amando Carabias dijo...

Abuela Ciber:
Que la semana te sea propicia a ti también.

Amando Carabias dijo...

Gaspard:
Muchas gracias. Efectivamente victoria de Rafa Nadal, a quien no pude ver, pues estuve de celebración
En cuanto que tenga un hueco me leo lo de Mankell.

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo:
Realmente importante lo que dices. Al menos bajo mi criterio.
Es lo que ya se decía, ¿no?: Veis la paja en ojo ajeno, y no la viga en el vuestro.