lunes, 17 de mayo de 2010

María Sangüesa: "La piel del viento"


Portada del libro de la que es autor Adrián Luciague


Si pincháis sobre la imagen se accede al Vuelo de Hécate, blog de María Sangüesa.
Para adquirir el libro os podéis poner en contacto con la Librería La Clandestina.
He dicho en varias ocasiones que escribir la reseña de un libro me parece una tarea complicadísima. No sé hacerlo. Hacerlo de un libro de poesía todavía me parece más complejo. Y si se trata de una amiga, ya la cosa se complica hasta extremos indecibles.
Pero después de la lectura de La piel de viento, el corazón sólo me empuja a publicar las palabras que emergen como un geiser.
Casi todos sabéis que en muchas ocasiones escribo con música de fondo, melodías que ayudan a centrarme en el asunto que me ocupa, cuando lo externo a mi cerebro es demasiado ruidoso.
Hoy, ahora, escucho música de Mozart, y he elegido al salzburgués, porque creo que le va como anillo al dedo a los poemas de María Sangüesa en general, y a este libro en particular.
En apariencia, como la música que escucho ahora, los versos de nuestra contertulia son sencillos, de ritmo fácil y cierta musicalidad muchas veces marcada por la asonancia de sus versos. Pero esa careta, más bien es un pequeño disfraz para que el lector no huya antes de tiempo. Sus palabras llevan a un hondo sentimiento en el que cierta dosis de dolor y de melancolía abundan más de lo que a simple vista y en una lectura rápida parece.
Es como este solo de violín que ahora canta en mis oídos. Dentro del primer movimiento del concierto número cinco de violín, un allegro en apariencia desenfadado de Mozart, este instrumento de pronto se alza por encima de la orquesta y revela, sin perder la sonrisa, una honda pena, un cierto dolor que subyace en sus entrañas.
Leemos muy deprisa. Escuchamos muy deprisa. Vivimos muy deprisa.
Demasiado.
La poesía, en especial, requiere de un tiempo sosegado. Creo, o creía, que este formato blog, en el que María nos regala casi a diario poemas de su autoría o de otros poetas, es adecuado para la poesía, puesto que su extensión (en principio no muy grande), ayuda al habitual lector de internet. Pero a medida que pasan los meses, ya no estoy tan seguro, porque nadie habla de la profundidad.
La extensión de un poema, y los de María no son precisamente una excepción, no se mide únicamente por el número de sus versos, ni siquiera por el número de sílabas de sus versos. Hay otra dimensión, quizá similar a la música, que más bien los emparenta con las raíces de los árboles o con las ramas que se aúpan hacia la cresta del viento. Es decir, su profundidad. Esa carga de hondura que tiene que terminar por abatir las primeras barreras de nuestro entendimiento para acomodarse en otros aposentos de nuestro interior, y la profundidad es un tipo de dimensión, que también implica invertir tiempo, unos minutos que en muchas ocasiones no se invierten.
Los poemas de La piel del viento, son, formalmente, de estructura sencilla, con versos no muy largos, limpios y claros. Versos donde el artificio se le deja, si acaso, al lector. La escritura de María, como su voz, es limpia, es de cristal. No hay mucho que indagar para llegar al fondo del poema…, o eso parece. Son como los manantiales de alta montaña. Esos lagos al que si uno se asoma, sin ningún esfuerzo, ve a los pececillos crecer. Abro al azar el volumen que nos regaló y dedicó en Sevilla y leo del poema titulado Lilith:
Negado el paraíso, rechazada / por no querer ser alguien sometido/ e izar mi voz al viento y al destino…
Y de pronto estos tres versos cobran una contundencia como de estatua de bronce, y más en estos tiempos que están corriendo por la piel de España. Y es que, por una de esas casualidades del destino, acabo de toparme con tres endecasílabos que definen muy bien a esta persona.
No sólo nos dicen de la poeta María Sangüesa, sino que nos susurran del modo en que María Sangüesa mujer de carne y hueso entiende la vida. Y aquí en medio de esa apariencia de tranquila belleza, de sosegada existencia uno descubre a una rebelde que se revela sin prisas, pero con determinación.
La piel del viento, formalmente, está dividido en dos partes. La primera, habla, por resumir mucho, del tiempo y la libertad, de cierta rebeldía, de ciertas posiciones ante la vida que quedarían sintetizadas en los versos entresacados más arriba.
En la segunda parte descubrimos ese rumor dolorido y melancólico, más íntimo, al que también me he referido. Esas heridas del amor, de la vida, que han dejado su cicatriz sobre esa piel del viento que acaricia su rostro y remueve su cabello, como si éste jugase con él:
Amor, estoy cansada ya del juego,/ el adiós me araña en la garganta.
Como las anteriores reseñas que he hecho de un libro en este espacio (Estampaciones de Alena Collar y La última vuelta del scaife de Mercedes Pinto) no pretendo un análisis exhaustivo y literario de la obra. Otros tienen muchísima más capacidad que yo para este menester, sólo pretendo dejar mi huella de lector, en los tres casos derrotado de antemano por el corazón. Y lo quiero hacer porque este libro merece la pena ser leído y degustado. Despacio, bien despacio, justo al contrario que se degustan hoy las cosas, incluso la literatura, la poesía incluso. Sin preocuparse por llegar a su final, sin preocuparse porque caiga la luz de la tarde.
Si es necesario, pongamos un marcapáginas y cerrémoslo. Tomemos de la mano a quien nos ama, y vayamos a pasear. No importa. Mañana seguirán los versos esperando pacientes para llegarnos bien adentro y decirnos algo, susurrarnos algo tan esencial para la vida como el llanto de un violín en un concierto compuesto por Mozart, o unos versos:
lograré enterrar tu nombre en un poema/ y allí esculpido, en viento sobre losas,/ reposará en sepulcro de dolores.

25 comentarios:

Paloma Corrales dijo...

Magnífica tu reseña, de verdad. Voy volando a visitar el blog de María, has hecho crecer en mí la necesidad de leerla, y lo haré reposando cada verso, siguiendo tus indicaciones.

Un abrazo.

Maria Sangüesa dijo...

Amando, mi querido amigo, me has dejado inmersa en una emoción, tan honda, que no sé cómo voy a salir de ella... qué hermoso todo cuanto dices de mis poemas, de mi libro... sólo acierto a decirte GRACIAS, MUCHAS GRACIAS. Un abrazo muy fuerte, mi amistad y mi cariño.

Fiaris dijo...

pues a visitar a María ,buena reseña,un abrazo buen comienzo de semana

Maia dijo...

Adoro las mujeres con coraje para contar sus verdades, para arriesgarse a decir lo que sienten en cualquiera de sus formas. Adoro los hombres que tienen el don de comprenderlo. Los sigo. Un gran abrazo,

Anónimo dijo...

Felicidades a la homenajeada.
Por el libro, por supuesto. Y por el homenaje de Amando siempre poniendo todo el asador en el fuego, dedicándole tiempo.

Flamenco Rojo dijo...

María poeta, María sensibilidad, María afectiva, María amiga…Cuantas palabras pueden acompañar a María y todas buenas. Como tú Amando también me encuentro entre los afortunados de tener el libro La Piel del Viento y dedicado por María. Ya que Amando ha extraído varios fragmentos de poesías del libro, opto para aquellos amigos, que por distancias u otro cualquier motivo, no puedan hacerse con el libro, copiar el comentario, que magistralmente, Antonio Ruiz Pascual hace sobre la poesía de María:
“La poesía de María Sangüesa tiene un universo propio, gira en torno suyo, envuelta en una espiral formada por una estructura temporal entre el dolor y el amor. Es una mujer de hoy, rebelde, existencial, con un vocabulario inmerso en el desgarro que se alza entre el canto y la queja, que se rebela contra el implacable destino, en la tormenta del alma que va chocando contra los rompeolas, con una íntima afirmación a la esperanza para tratar de vencer el territorio hosco del desencanto. Las hondas reflexiones son renovadas sin llegar al naufragio, allí donde el desamor es doloroso pero aceptado, extinguido y apagado. La tensión poética la persigue en cada verso, con un dominio del oficio poético que habla de su madurez, desde donde vislumbra la tristeza y va fluyendo la poesía, que persiste creadora, con coraje, lúcida, avanzando tenaz hacia esa dignidad rebelde, asumiéndose heroica y libre en cada golpe, haciendo tañer las campanas, reparar el dolor hasta la última gota de sangre y renacer como Ave Fénix en el silencio del crepúsculo, para volver con el tambor de guerra donde la piel al sol es limpia, desnuda y salvaje.”

Besos y abrazos a mogollón.

Amando Carabias dijo...

Paloma Corrales:
Muchas gracias por tus palabras. Espero que el descubrimiento de la poesía de María, sea para ti, también poeta grande como cualquiera puede descubrir asomándose a tu ALCOBA PARALELA donde los versos también son buen alimento para el espíritu.

Amando Carabias dijo...

María Sangüesa:
Como acabo de escribir en tu rincón, no tiene importancia, sino que es de justicia

Amando Carabias dijo...

fiaris alfabeta:
Veo que la visita ha sido enriquecedora y te ha animado a quedarte entre sus amigos.
Ya verás como el café que se sirve es delicioso.

Amando Carabias dijo...

Mujerqe:
No soy de los que cree que las diferencias que existen entre hombres y mujeres puedan incluir los valores esenciales de lo humano...

Amando Carabias dijo...

urbanoyhumano:
Los merecimientos de la homenajeada son bien merecidos. El trabajo del escribidor se ha demorado en exceso en el tiempo. :(

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo:
Sigo admirando tu trabajo,porque más que comentario es trabajo, amigo.
Utilicé, obviamente, como andariveles de mi lectura de los poemas de este libro, no sólo la contraportada escrita por Antonio Ruiz Pascual, al igual que los maravillosos prólogo y epílogo.

Pero lo mejor de todo, es que ambos contamos con María entre el grupo de los amigos.

Mercedes Pinto dijo...

De la mano de Isolda, descubrí hace poco el blog de María Sangüesa y me sorprendió gratamente. Confieso no ser muy aficionada a la poesía, pero ella me ha reconciliado con este bello y complicadísimo arte. Lo mejor de sus letras es que están llenas de sensibilidad sin haber perdido la claridad. Toda su obra es clara porque sabe lo que siente y lo que quiere trasmitir, como los grandes. Seguiré leyéndola, pausadamente, dándome mi tiempo, y creo que pronto tendré su libro en mis manos y podré degustarlo a placer.
Una reseña fantástica Amando, creo que has dibujado muy bien la obra de María.
Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Mercedes:
Incides en algo que determina y explica muy bien los textos de María: sensibilidad y claridad y hondura.
Gracias por tus palabras.

Isolda Wagner dijo...

...poemas de viento en la piel, de dolor sin amargura, de fuerza para rehacerse y seguir caminando por esta maravillosa aventura que llamamos vida. Septiembre de 2009.

Quizá no te acuerdes María, pero eso fué lo que escribiste en el libro que me regalaste, además de nuestra amistad y tu cariño.

Recordais lo que escribimos ayer, sobre afrontar otra semana? Estoy segura de que para María ha empezado mejor que la anterior, hoy gracias a Amando, pero todos somos él, en este momento.
Besos siempre.
Era obligado dejar el mismo cometario en ambos blogs.
Besos escribidor.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
¡Qué interesante apreciación la que nos regalas! ¡Qué bien se ve que te has leído el libro de María!
Dolor sin amargura. Esta es otra clave de esta obra.
Y esto la hace más grande. Porque quienes sabemos más, también sabemos de los avatares personales de esta mujer, y que motivos tendría para lo contrario.
Gracias por dejar el mismo comentario en ambos rincones. Hoy que estamos más unidos es hermoso que vosotros también lo estéis con nosotros.

María A. dijo...

Yo también tengo la fortuna de poseer el libro de María dedicado. Un tesoro que quiero tomar como los buenos manjares, poquito a poco, paladeando...degustando. Por ello, está guardado, para disfrutarlo en su momento, cuando el estío y el susurro de las olas del Cantábrico me acompañen. Ahora, con la vorágine, sería imposible... Estoy segura que es tan bueno como su autora. Abrazos africanos.

Amando Carabias dijo...

María A:
Estoy seguro de que alguien con tu sensibilidad lo disfrutará, paladeándolo con esa lentitud y en lugar tan maravilloso

Verónica O.M. dijo...

Me han encantado esta entrada, por lo bien que has explicado, sin duda visitaré su blog.
La persona que escribe poesía, deja en ella su alma, su corazón y también su cabeza, sentimientos que han ido madurando y por lo tanto que han ido enriqueciendo como seres humanos y a través de ella se ve esa evolución experimentada. La persona que escribe poesía vive las cosas mas intensamente lo bueno, lo malo y hasta lo regular. De cualquier cosa se hace un castillo en el aire, te sientes felicísima o puedes sentirte la mas desgraciada de encima de la faz de la tierra.
Buenas noches amigo
Un abrazooo

catherine dijo...

Amando ya lo sabes que tengo problemas con la poesía y aun más en castellano. Con tu reseña y los versos que citas has logrado que me vaya a dar un vistazo en el blog de María, a hojear unos poemas. Y me gustó su manera de superar los obstáculos del camino, me gustó que unos versos se vuelvan letra de una canción. Volveré a su sitio despacito y con un marcapáginas virtual porque a pesar de mi ignorancia en cuanto a la poesía sé que lo peor es querer leerlo de un tirón.
Gracias Amando. Enhorabuena María.

Amando Carabias dijo...

catherine:
Es un buen sitio al que vas para degustar del buen español, poquito a poco, poquito a poco.

Amando Carabias dijo...

Verónica:
Glubbsss.... Menos mal que me has escrito, y me has recordado que no te había contestado, y sin embargo a catherine sí... ¿Qué ha pasado?
Vaya un despiste... Es que ni me he dado cuenta. Y fíjate que como te he dicho, sabía perfectamente que me faltaba tu respuesta, pero no me he dado cuenta que habías escrito antes que mi última intervención.
Te pido disculpas nuevamente, y espero que no me lo tomes en cuenta.
Me acabo de conectar, como quien dice, y esta mañana, la verdad es que ha sido complicada.
En absoluto ha habido intención, y menos con estas palabras tan certeras y entrañables que has colocado.
Tienes razón, Verónica quienes escribimos poesía, vivimos con una especial sensibilidad la existencia, como si la luz fuera más intensa, la oscuridad más densa, el frío más helador, las lágrimas más dolorosas, las alegrías más profundas.
Me parece que ocurre en general con todos quienes estamos cerca del gremio artísitico.
Aunque algunas veces me acusan de no sentir y padecer, es simplemente que me callo, que no digo nada, que mi forma de expresarme es a través de la palabra escrita.
Supongo que a ti te pasa por el estilo, que se tratará de una experiencia compartida.
Desde luego a María Sangüesa, le ocurre y este libro que hoy comentamos es una prueba de ello.
Un beso, y lamento, de verdad este despiste. Espero de todo corazón que no me lo tengas en cuenta y te agradezco esa forma de ser tan sencilla y directa que me ha sacado del error.
Creo que es una magnífica forma de evitar malos entendidos de larga duración.
Todos tienen acceso a mi mail, y como tú has hecho, con escribirme es suficiente.
Me duelen más los malos entendidos de larga duración, que no pedir disculpas y reconocer los errores.
Mil gracias, perdón y un beso.

Odiseo de Saturnalia dijo...

Debes cuidar tus reseñas, porque no hacen más incitar a la lectura.

Leeré esos poemas... lo apunto.

Amando Carabias dijo...

Odiseo de Saturnalia:
Pues a lo mejor tienes razón, jeje...
En serio, he planeado obligarme a la lectura con la excusa de estas reseñas.
Y primero de todo me apetece conocer a los amigos, y dejar aquí el rastro de sus letras...
Otros ya tienen altavoces potentes, escenarios magníficos...
Y no me gustaría hacer el caldo gordo a los de siempre, sin primero haber saldado deudas con otros. Lo haré modestamente y poco a poco, pero con la misma decisión. Ya están en la lista Alena Collar, Mercedes Pinto, María Sangüesa. Seguiré si sé con otros, aunque soy lento.

Beatriz Ruiz dijo...

Solo diré que ese libro y a su autora todavía más... los tengo en mi corazón...