lunes, 12 de abril de 2010

ARTE Y ARQUITECTURA EN LA SEVILLA ACTUAL


Durante nuestro viaje a Sevilla del pasado mes de febrero, en diversas ocasiones reflexioné sobre el arte, la cultura, la literatura… Deseaba compartir con ustedes algunos de estos pensamientos.
Desde que uno llega a la ciudad, se da cuenta que Sevilla respira y vive del arte y del sentido de la estética. Sorprende gratamente, por ejemplo en la zona de la Plaza de España, el buen estado de conservación de los edificios que un día sirvieron como pabellones durante la exposición iberoamericana de 1929. Y si uno se da una vuelta tranquila por sus calles se percata de que el paso del tiempo no ha sido, en general, una dramática cuchillada que ha roto o separado siglos. Por el contrario, se observa que cada época ha integrado su propia sensibilidad, o parte sustancial de ella, a las sensibilidades que tiempos pretéritos desgranaron en sus barrios y calles.

Precisaré pues tampoco conviene exagerar. Esto no pasa siempre. La barbarie también ha hecho de las suyas como en todas partes, a veces expoliando, a veces dejando pruebas de lo peor de cada generación, y la nuestra quizá no sea la que salga mejor parada.
A la vera del Puente de Triana, por citar algo, uno contempla los restos del castillo de la Inquisición, la Capilla del Carmen, conocida como el Mechero y el propio puente de Isabel II construido a mediado del siglo XIX por los ingenieros franceses Gustavo Steinacher y Fernando Bernadet, a imitación del Carrusel, uno de los puentes que cruzaba el Sena y que ya no existe; y un poco más adelante, al otro lado, frente a la calle Betis, junto al Guadalquivir, descansa el Monumento a la Tolerancia de Chillida. En estos doscientos metros escasos uno se ha dado cuenta de que la integración cultural y artística es posible cuando se trabaja con honestidad y cuando se es fiel a sí mismo pero sabiendo que somos hijos de un tiempo y progenitores del próximo.
Otra de las cosas que me llamó la atención fue comprobar que en decenas y decenas de casas aparecen homenajes en forma de placas de azulejos a personajes relacionados con algún arte o manifestación artística: cantaores, bailaores, imagineros, toreros, pintores, músicos… y escritores. No se trata de pequeños o escondidos homenajes. Por el contrario, quien no los vea es que no ha mirado a tal fachada, a tal puerta… Lo que tampoco es raro, porque estar pendiente de todo en cada momento es imposible, y más cuando todo son tantos destellos de hermosura.
Especial mención quiero hacer a la serie dedicada a Miguel de Cervantes y a sus Novelas ejemplares. Punto de la capital hispalense donde sucede algo trascendental en alguno de estos deliciosos relatos, hay una placa cerámica como la que se adjunta sita en la misma Maestranza en pleno Arenal. No sabría especificar, pero al menos me encontré con otras cuatro o cinco, sino fueron seis o siete, entre el Arenal, la zona de la Catedral y el barrio de Santa Cruz.
Siguiendo en el mismo tono, propincuo a la puerta del Palacio de Dueñas, uno de los edificios con más larga historia de la ciudad, residencia sevillana de los duques de Alba, lo que los ojos del paseante contemplan es el recuerdo a un humilde poeta, a uno de los más grandes, sin embargo, un homenaje, digo, a Antonio Machado. Después de leer la placa, y tras asomarse a las verjas de la puerta de entrada a través de las que se contempla el anchuroso patio ajardinado por el que se accede a sus edificios, se entienden mejor sus versos: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, / y un huerto claro donde madura el limonero (…)”
Se suele decir que España es un país donde enseguida se olvida a las personas que una vez fueron importantes. Se añade con cierta alegría y desparpajo que el caínismo es una de nuestras ‘señas de identidad’, como si gozáramos con la humillación de quien un día fue cumbre. Sin embargo en Sevilla, a pesar de la dualidad, más que apasionada, visceral, que se respira en casi todos los asuntos: fútbol, toros, política, cofradías de semana santa, por lo que vi, se tiende al recuerdo, se tiende a preservar vivo en la memoria (al fin y al cabo este es el recuerdo) lo que fue importante en alguna ocasión.
Quizá por ello en esta ciudad se cumpla lo que apuntaba más arriba, ese maridaje de tiempos, esa continuidad irrevocable de la vida como río que fluye.
La propia Giralda, que es la seña de identidad de la ciudad más allá de sus propios límites, es buena prueba de lo que sostengo. Con la misma tranquilidad de quien respira, se funden sin dificultad, sin complejo y con acierto lo mejor del arte árabe, con un hermosísimo gótico cristiano, en vivísima demostración de que, si las manos del artista son diversas, la piedra, la tierra y la carne humana son las mismas. Quiero decir que el sueño de aunar el pasado y el presente en un todo continuo e imparable hacia el porvenir no sólo es posible, sino que es el camino más natural.
Acaso haya más ciudades en el mundo que hayan conseguido semejante hazaña, pero como Sevilla probablemente pocas. Mirar desde el Puente de Triana al fondo, teniendo a las espaldas tanto la Torre del Oro como la vista de la Giralda, el Barco (nombre popular del edificio diseñado por Moneo que ahora pertenece y ocupa la Junta de Andalucía) y el Puente del Alamillo (ambas obras edificadas con ocasión de la Exposición Universal de 1992), prueba que en el mismo horizonte cabe todo lo que sea hermoso y sincero. En fin, que acunar en la mirada la silueta de ambas construcciones contemporáneas subido al Guadalquivir desde el Puente de Triana, sintiendo en la nuca el aliento del pasado, es revivir en la memoria los versos de Manrique dedicados a la muerte de su padre, aplicando su sentido, no a una vida particular que se extingue, sino al devenir de la propia especie. Claro que eso no es ser muy original, precisamente.

27 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

No esperaba yo este lunes un paseo por Sevilla tan hermoso y bien contado. Casi paseaba por sus calles y plazas, y me paraba en sus puentes para mirar el bonito dibujo que regalan sus construcciones en el horizonte. Creo que nos has traído su esencia, los aromas de las culturas que la besaron, y que impregna cada rincón.
Mi padre era sevillano, así que algo de lo que nos has contado corre por mis venas, cuyo torrente me hormigueaba mientras leía.
Me sorprende muy gratamente la manera en la que hablas de una tierra que te es ajena, y que no te duelan prendas por echar piropos al sur.
Buen texto Amando, bello e instructivo.
Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Mercedes:
Me gustaría ser más desprendido aún. Me gustaría sentir que nada me es ajeno del todo.
De todas maneras, un lugar lo hacen también (sobre todo) las personas que lo habitan y conocer Sevilla con quienes la hemos conocido facilita y mucho las cosas.
Soy de poco viajar, casi hay que sacarme a rastras, pero cuando salgo, disfruto, o lo procuro, porque tengo la teoría, de que todos los lugares guardan muchos tesoros, porque los seres humanos son como son en cualquier parte del mundo.

Flamenco Rojo dijo...

Este artículo dedicado a Sevilla, su Arte y su Arquitectura adquiere una mayor dimensión al venir de un segoviano como vos Amando que tanto amáis vuestra ciudad…Segovia ciudad cultural…donde su casco histórico, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, con su Acueducto, El Alcázar, la Iglesia románica de San Juan de los Caballeros o la Plaza renacentista de San Martín se convierten durante todo el año en escenario de eventos como Titirimundi el festival de teatro de títeres más importante de Europa, el festival Internacional de Música y Danza, el festival literario de Europa, La Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia…

Como sevillano me siento orgulloso de mi ciudad y como persona me siento orgulloso de tener amigos en Segovia, Susana, Javier, Marián, Amando…

Un abrazo.

Isolda Wagner dijo...

Me voy por el lado pragmático de la entrada. Anoche estaba esperando un micro, porque no sé nunca en qué día vivo y con ilusión, confieso. Cuando de pronto, veo el titular: Allenarte lo publicó primero. Chasco, ¿chasco? No, porque también lo leí primero y había visto esa fotografía que tanto le gustó al escribidor. La segunda lectura, resultó un placer por lo que representaba unir Sevilla con Alena, que bien sabe ella, que estuvo presente en todo momento.
Y firmo lo dicho por Mercedes y Flamenco Rojo.
Besos a todos.

Anónimo dijo...

Vuelvo Amando. Menuda crónica.
Ya sabía que a algunos les llegaría especialmente.
Está demostrado que sabes tocar todos los palos.

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo:
Creo que el ser humano tiene verdadera capacidad para apreciar la belleza, allá donde esté. Más aún, cuanto más se conoce es más fácil apreciar las limitaciones de uno mismo y las virtudes de los demás. Lo mismo ocurre con los lugares. Pero es que, además, uno se da cuenta de las buenas cosas que tiene donde vive, pero sabe que hay cosas maravillosas por otros lugares.
No entiendo (nunca lo he entendido), por qué querer algo suele significar no apreciar lo demás. Al revés, creo que lo verdaderamente natural en el ser humano es apreciar todo lo que hay de bueno, hermoso y noble en todo cuanto le rodea (lugares, personas, obras de arte, textos, etcétera).

Amando Carabias dijo...

Isolda:
El miércoles me comprometo a un microrelato.
Este artículo, en concreto, tenía muchas ganas de que subiera a Pavesas por lo que significa de testimonio y agradecimiento a un fin de semana que nos hicistéis pasar en esa ciudad tan maravillosa.
Tantas eran las ganas, que casi no he dejado pasar ni veinticuatro horas desde que Alena subió el número 60 de Alenarte revista.
Un beso y gracias por tu fidelidad

Amando Carabias dijo...

urbanoyhumano
¡¡¡Qué alegría me da volverte a leer aquí!!!
Muchas gracias por tus palabras. No sé si toco todos los palos, sí que sé que procuro poner mucho cariño en lo que hago. A veces resultará bien, otras no, pero en general creo que se nota.
Un beso y ánimo, todo el ánimo.

María A. dijo...

Ahora llego. Veo, escribidor, que tú también has sido atrapado por el embrujo de Sevilla. Servidora, la conoció a los 25 o 26 años. Recuerdo que mi primer día, yendo de Triana hacia Sevilla, al cruzar el puente,viendo la Torre del Oro, la Giralda, el río...tomó la decisión de que, cuando regresara a España, viviría en Sevilla...mejor dicho: en Triana. Así ocurrió. Cuando llegó el momento de incorporarme al trabajo docente, sólo pedí plaza en Sevilla y la conseguí. Me instalé desde el primer día en Triana, mi barrio...Y... con Cervantes, seguí la ruta de Rinconete y Cortadillo, como guía para conocer las calles y la ciudad. Gracias a Machado, conocí a su padre: Demófilo y a su abuelo, personajes importantes en la cultura andaluza y española. Con Cernuda, recorrí el barrio de Santa Cruz, donde sus poemas tienen un sentido especial. En la Maestranza he descubierto un arte no exento de polémica en la actualidad, pero arte...aunque hoy sea para una minoría. En Sevilla, mi admiración por Velázquez o Murillo se acrecentó. El Archivo de Indias, me unió aún más a un continente que también amo. En la antigua Fábrica de Tabacos, no sólo recordé a Bizet y me pareció ver por las esquinas a Carmen, la cigarrera. Al ser hoy la universidad, donde hice una licenciatura, fue para mí un espacio de aprendizaje y de apertura a nuevos saberes.
Los Alcázares y sus jardines, me enseñaron más y más cosas de la cultura andalusí y me hicieron ver que es mucho más lo que nos une a algunos pueblos que lo que nos separa...
En el Lope de Vega, he disfrutado con el teatro, que tanto me gusta. En el Maestranza, he llorado escuchando Nessum Dorma o Una furtiva lágrima. Por el Parque Mª Luisa he paseado de la mano de las personas que amo. En el Hospital de la Caridad, observando las obras de Valdés Leal me he dado cuenta de lo efímera que es la vida y he sentido el espíritu de Miguel de Mañara. En la Catedral, observando su retablo y rejería o escuchando música de Bach, proveniente de sus órganos, he amado más la música clásica y he admirado a los maestros artesanos. En sus plazas, sus calles he disfrutado del olor del azahar en la primavera y del bullicio de la gente. En sus bares y colmados, no sólo he calmado la sed sino que he disfrutado de momentos inolvidables con amigos/as, algunos de ellos foráneos.
No, de lo que he vivido en la Semana Santa durante años, no escribo ahora... Pese a todo lo expuesto, lo mejor de Sevilla, son sus gentes. Pero, ¿qué digo yo? ¿la gente de Sevilla? si...pero por encima de todo, la de Triana, mi barrio de alfareros, marineros,gitanos y toreros. Ahora, que temporalmente no estoy allí, quiero aún más a Sevilla, aunque, también me duele en algunas ocasiones... Perdonad por la extensión, pero a veces resulta difícil ser breve a la hora de manifestar sentimientos. Decía una spot publicitario: "Para vivir, ¡Sevilla!" Y como alguien dijo que yo era una vividora...pues sí, lo soy, entre otras cosas, porque ¡Vivo en Sevilla!. Bueno ahora no, pero me da igual, sólo es un ratito... Besos africanos.

Amando Carabias dijo...

María A:
¡AMÉN!
Y si pudiera lo escribiría con letras de oro.

javier dijo...

Queda claro que todo lo que viste en Sevilla fue de tu agrado, y que la guinda, ese fin de semana la puso el acompañamiento. Hablais de Segovia y Sevilla, dos ciudades fascinantes, en las que algunos de nosotros residimos, pero estoy de acuerdo en que no se puede negar la belleza de otros lugares por el hecho de no ser los nuestros o de no proceder de ellos.
Ah Flamenco, yo tambien me alegro de tener amigos en Sevilla. Un abrazo

Marina Filgueira dijo...

Hola: Caramba Que precioso paseo me he dado por Sevilla, de tu mano, Amando, describes todo con tanta precisión, que, es como si a tu lado fuera yo. Gracias hombre de dios, es un deleite leer lo que escribes. Tambien Pepe Gonce, me ha enviado en una ocasión, un precioso video- de Sevilla- con lo más emblemático- !Que me dejó prendada! De esa bella ciuda. Gracias. Un abrazo. Ser felices.

Amando Carabias dijo...

Javier:
Estoy convencido de una cosa, y cada día que pasa más me reafirmo en esta convicción: los lugares los hacen las gentes. Y la suerte es la que tenemos algunos, contar con buenos amigos en algunos lugares que, por gracias a ellos también los sentimos como nuestros.

Amando Carabias dijo...

Marina Fligueira:
Muchas gracias por tus palabras.
Es lo que intentaba, transmitir al menos una milésima de lo mucho y bueno que pudimos gozar aquel fin de semana.

Isolda Wagner dijo...

María A, la vividora, tienes el don de emocionar. Y no digo más, que todo sobra.
Javier, espero conocerte en septiembre.
Marina, fíjate, de norte a sur, de este a oeste y allende los mares incluso. Y ahí estamos.
Bussa, besos y bicos.

Amando Carabias dijo...

María A:
Ahora recuperado de la emoción que han suscitado tus palabras te contesto como te mereces.
Estoy escuchando música de órgano de Bach. No, no estamos en la Catedral de Sevilla, ni en la iglesia de El Salvador, pero ayuda a centrarme.
Si Marián y yo hemos sentido el embrujo de Sevilla, ha sido porque la ciudad lo tiene, a qué negarlo, porque es como si la vida se hiciera aire, por así decir. Pero lo más importante, como vengo diciendo en cada comentario, es el grupo de personas que paseamos por sus calles, que visitamos sus templos, que bebimos su vino, que sentimos el viento de Huelva en aquella terraza del hotel frente a la Giralda, mientras el sol, como una vela dorada, acariciaba las nubes.
Pero hay otro elemento en todo esto. No sé cómo conociste Sevilla, pero no es lo mismo conocer un lugar con un plano en la mano, que tomados de la mano por gentes que tanto la quieren y tan bien la conocen. Escuchar de vuestros labios esta historia, aquella anécdota, aquel detalle, esa explicación sobre aquel personaje que pasa... No, no es lo mismo. Es como si te sumergieras directamente en las venas que dan vida a una urbe en apariencia ajena a ti, como si te empaparas de una esencia que el puro visitante no puede captar...
Creo que a eso, desde siempre, desde que el mundo es mundo, se le llama hospitalidad, y a lo que vivimos por la calle Betis o la plaza del Altozano o la Calle Castilla, o San Jacinto o la Ronda de Triana o su Puente, o el Arenal, o el barrio de Santa Cruz, o la Avenida de la Constitución, o en la Calle San Francisco, o en la calle Sierpes o en La Campana, se le llama HOSPITALIDAD.
Sólo así se puede sentir la emoción de una ciudad, a través de la emoción de sus gentes. Y de eso nos llevamos a raudales.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
Tranquila, que esta vez no se escapa.

Alena.Collar dijo...

Le tengo mucho cariño a este artículo que nos regaló Amando para Alenarte. Cuando lo estaba subiendo, me daba la sensación de que, al estar en la Revista, yo también había estado allí...
A veces las "directoras de revistas" también tenemos nuestro corazoncito...

Amando Carabias dijo...

Alena Collar
No conozco a muchas directoras de revistas, pero como todas las directoras de revista tengan tu corazón, será facilísimo trabajar con ellas.
Este artículo nació del corazón, como no podía ser de otra manera dadas las circunstancias que rodearon el viaje, pero desde que María A y Flamenco nos enseñaron una de las placas que en la misma Maestranza recuerda a Rinconete y Cortadillo (y eso fue la primera mañana) supe que tenía que escribir sobre ello en Alenarte. Y eso que se me escaparon Cernuda y John Blanco White..., a pesar del hermoso callejeo por el barrio de Santa Cruz.

Maria Sangüesa dijo...

Bueno, lo he leído dos veces. La segunda con el suplemento de María A.,me habéis hecho revivir todo aquello...no me extraña que Alena sintiera que también había estado allí cuando lo subió para Alenarte. Habéis dicho tantas cosas hermosas que tan sólo me queda sumarme a los demás comentarios y añadir a los Flamencos y a Isolda (y también a Beatriz), que me ha entrado una morriña enorme.
No conozco a Javier, pero tiene razón en que hay otras ciudades fascinantes... aunque Sevilla tiene un duende especial y me siento muy feliz al pensar en los amigos que tengo allá, los nacidos y los foráneos... me parece que tendríamos que nombrar a Amando nuestro cronista oficial y descubrir, acompañados de su mirada literaria, otros rincones del mundo, para poder saborearlos después con las mismas ganas que estamos disfrutando esta crónica de Sevilla. Un abrazo.

María A. dijo...

Apoyo la propuesta de María Sanguesa, amigos. La Paloma Blanca y su medina; Xaouen; Oued Laou...y Barrak os convocan para el próximo año. Abrazos africanos.

Amando Carabias dijo...

María Sangüesa:
Como ya se ha observado en este blog, una de las cosas que me gusta de viajar es contarlo después, aunque a veces me lleve mucho tiempo... y mucho espacio. :).
Parodiando a García Márquez, "Viajar para contarlo".
Siento cuando lo hago que lo revivo, y procuro que también sirva para revivirlo con posterioridad, a modo de torpe álbum de fotos que ayude a retener en la memoria estos momentos.
En determinados casos, como éste del que hablamos, es más fácil puesto que todo se une para el disfrute. Incluso diría, que mis palabras, ni por asomo, hacen justicia a lo realmente sucedido.

Amando Carabias dijo...

María A:
Que los sueños y el tiempo acunen tus deseos para que se puedan hacer carne en los corazones.

Ventana indiscreta dijo...

Quizás se echen de menos este tipo de observaciones en las guías turísticas. Esa subjetividad que comporta emoción. la mayor prte de las guías son muy asépticas, con asideros muy ténues.
Amando, anímate, en serio. ¿Dirías algo subjetivo de la Segovia gastronómica sin pasar por Duque y Cándido, por ejemplo?

Amando Carabias dijo...

Ventana...
De la Segovia gastronómica, como de todo Segovia, no puedo decir nada que no sea subjetivo, porque soy en la medida que he sido siempre en esta ciudad...
Pero lo más difícil de todo es no nombrar a Cándido y Duque, y mi apellido me delata, a mucha honra.
Mi padre trabajó más de cuarenta años (primero en la cocina y luego en la sala) en Cándido, cuando aún trinchar un cochinillo con el borde de un plato inservible no había sido un accidente que nos llenó de turistas la ciudad. Y mi tío Pedro ha sido varias décadas jefe de cocina de Duque, como bien saben cuantos veían un, dos, tres...
En fin....
En lo que soy más subjetivo es en la Segovia gastrónomica.

catherine dijo...

Aunque tenga al hijo y al nieto en casa quiero decir rápido que no hay nada mejor que visitar una ciudad con gente que la ama y conoce todos sus rincones y callejones, su historia, sus historias. Fue el caso en septiembre en Segovia y Tortosa, varias veces en París y en Barcelona. Tengo buenos recuerdos de Sevilla, quería quedarme en Santa Cruz cuando Sarkozy fuera elegido, Amando comparte con nosotros su fin de semana memorable y me da ganas de volver a Andalucía y ver en Sevilla todo lo que nos perdimos.
Y tenemos cada uno que convencer al escribidor para que viaje para contarnos lo que vea con su mirada hipermetropa en las ciudades de sus amigos. Buena idea.

Amando Carabias dijo...

Catherine:
El problema de los viajes se llama tiempo y se llama dinero, pero todo se andará. Seguro.
La verdad es que vuestros viajes a Segovia (el tuyo, el de Isolda y el de Flamenco) fueron dos magníficas experiencias.
Cuando he tenido que hacer de anfitrión, he disfrutado mucho más de esta ciudad, y he aprendido un montón.