viernes, 19 de marzo de 2010

LA CARTA. Parte novena.



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Después de aquella cita concluida en fiasco y casi ultraje, durante unas semanas no le resultó fácil continuar en clase como si no hubiera sucedido nada. Notaba que las miradas de los compañeros acentuaban las burlas sobre él. Tenía la certeza de que la pequeña aventura era de dominio público, debido al interés desmedido que Eladio ponía en mofarse en público de su persona, afán que acrecía cuando los espectadores eran los propios alumnos.
Otra vez fue la dedicación al estudio lo que le salvó de aquel nuevo revés que, por otra parte, tuvo el efecto contraproducente de volverle aún más callado y retraído. Su capacidad de concentración ante los libros aumentó exactamente en la misma proporción en que se le veía menos integrado en el grupo. Huía, siempre que le era posible, de cualquier actividad extraescolar, salvo aquellas que tuvieran que ver directísimamente con la parte académica.
Que Eladio odiaba a Luis era un hecho. Que Luis no soportaba a Eladio era una consecuencia lógica de lo anterior; pero lo que peor llevaba Luis no era el odio en sí mismo, sino desconocer las razones que lo habían desatado y que le convertían en diana apetecible para cualquier pulla del heredero de La Florida.
Eladio presumía a manos llenas de la bonanza económica de la fábrica de su padre y aplicaba el éxito empresarial paterno para obtener ventajas individuales, sobre todo las extraescolares. Nunca fue buen alumno, ni se encontró materia académica en que su nombre descollara o, al menos figurara en el grupo de los que sobresalían bien por la actitud, bien por la aptitud, bien por los resultados. No desarrolló un expediente brillante, incluso Luis sabía que estuvo próximo a ser lamentable, justo al final del COU.
Eladio era el ingrediente de todas las salsas, excepto de las que tenían que ver con los estudios. Esa mayoría silenciosa que siempre se mantiene al margen de cualquier acontecimiento, opinaba, si el hijo del industrial no escuchaba, que la razón del odio hacia el Empollón (el mote ya no se cayó de ninguna boca durante el bachillerato y el COU), se debía a que Luis superaba a Eladio en los estudios. Sin embargo, otros, un poco más observadores o reflexivos, no estaban de acuerdo en tal apreciación, pues no sólo Luis era mejor que Eladio en resultados académicos, sino que casi todos los compañeros le superaban en casi todas las asignaturas y frente a ellos no mostraba animosidad alguna.
Eladio había heredado de su padre la madera de emprendedor, la capacidad de iniciativa y en cuanto podía, lideraba cualquier ocurrencia que resultara del agrado de la mayoría, y tampoco le importaba poner dinero para que cualquier proyecto saliera adelante. Es más, se diría que lo hacía con gusto, que encontraba en ese gesto un placer especial. Ese gusto por la ostentación que a muchos lleva a la ruina. De ese modo nada o casi nada se le resistía. Daba la impresión de que todo lo que se propusiera acabaría por conseguirlo.
Cuando se acababa el COU, Eladio anunció que no se presentaría a la temida y odiada Selectividad. Para dirigir la empresa de su padre, que era el futuro que le esperaba en un plazo prudente (salvo intervención nunca prevista ni deseada de la muerte), no le hacía falta obtener ningún título, así que para él la época del suplicio estudiantil concluía cuando acabase COU. Muchos, incluyendo Luis, pensaron que el aprobado final de Eladio fue un regalo del claustro de profesores al enterarse de que no continuaría estudiando. Otros, peor pensados y sin pruebas palpables, salvo el rumor de un rumor, añadieron que hubo varios sobres con muchos billetes en su interior dentro de unos cuantos buzones de las viviendas de los profesores. En el sobre, además del dinero, descansaba una tarjeta de visita donde se leía el nombre del padre de la criatura.
¿Simples habladurías de envidiosos o calumniadores profesionales?
El dato de la tarjeta de visita no pasó desapercibido a Luis que llegó a la conclusión de que si alguien conocía semejante detalle, es porque había recibido noticias fidedignas sobre la cuestión. Era difícil sospechar que la imaginación juvenil edificase una historia ficticia incorporando un dato que le otorgaba tanta verosimilitud. Si se aportaba tal detalle, es que la cartulina existía. Y si ésta existía, existiría el dinero.
Acabada la Selectividad, en silencio, y sin que su madre se enterase de nada, se dedicó a investigar. Preguntó primero a quien había escuchado decir lo de la tarjeta, quien le remitió a otro joven que, a su vez, había oído la historia de labios de otro cuyo padre tenía un bar donde solía tomar café un profesor del instituto. Según la versión del compañero de quien partió el rumor, este profesor, una de las últimas tardes del curso, cuando a penas quedaban por corregir un par de exámenes, acudió al bar junto a otros compañeros. Como suele ocurrir entre profesores, continuaron hablando sobre su trabajo, las calificaciones, los alumnos, hasta que uno, como quien se libera de un fardo muy pesado, contó lo del sobre, los billetes y la tarjeta de visita. Según le comentó este compañero a Luis, su padre le dijo que el resto de colegas del profesor se miró en silencio. Después de un largo rato, otro confirmó lo mismo, detalle por detalle: el sobre, su color, el número de billetes, la tarjeta de visita. Por fin, y de uno en uno, todos admitieron haberse encontrado dentro del buzón de su casa con el mismo regalo que ninguno rechazó. La conclusión era obvia. El padre de Eladio había disparado por elevación, y para evitar problemas pagó a todos los profesores el aprobado de su hijo, sin entrar en disquisiciones acerca de las probabilidades reales que su vástago tenía para alcanzar el anhelado cinco. Quizá usó la misma vara de medir, porque intuyó que su unigénito suspendería casi todas las asignaturas, o porque desconocía qué materias podría aprobar, o para evitar que alguno de los no pagados por él tuviera la tentación de indignarse en exceso y hacer pública la compra del resto de voluntades. Con que sólo uno fuera capaz de denunciarlo, se descubriría que todos estaban untados. Jugaba con la debilidad y la ambición humanas y, como tantas veces sucede, el juego le salió bien.
Después de aquella conversación, Luis decidió que estudiaría Derecho. Aunque más bien habría que decir que la noticia de semejantes hechos fue el empujón que le hacía falta para hacer efectiva la pretensión. Desde que empezó el curso, sabía que tenía que afrontar la elección que determinaría su futuro profesional.
Había pensado que su tránsito por las aulas concluiría después de junio, pues la situación económica de su casa no era la más adecuada para embarcarse en una carrera universitaria, pero una conversación con su madre le hizo cambiar de opinión. En esta ocasión fue Laura Enciso quien preguntó como quien ara la tierra.
— ¿Luis, has pensado ya qué vas a estudiar cuando acabes COU?
Él levantó la mirada de sus apuntes de filosofía y escrutó el rostro de su madre entre agradecido y sorprendido. No le atraía demasiado el mundo laboral, pues pensaba con absoluta sinceridad que su verdadera vocación era estar entre libros. Ojalá hubiera existido la profesión de estudiante, ganarse la vida aprendiendo, atesorando cada día un conocimiento nuevo que le ayudara a comprender mejor el mundo, los seres humanos y sus circunstancias. Pero sabía que tal sueño era imposible. Había barajado diversas opciones, trabajos que no exigían especialización y que le permitiesen pagarse los estudios universitarios a través de la UNED. En realidad no había nada concreto en su pensamiento. Durante el verano se dedicaría a ello.
— La verdad es que había pensado dejar de estudiar. — Siguió con la mirada la evolución del gesto materno y continuó con su explicación. — Me parece que no podemos afrontar los gastos de una carrera.
Ella le miró con una ternura un poco antigua que Luis casi no recordaba. Una ternura que le conducía a los tiempos felices de antaño, tan antiguos que le parecían prehistóricos.
— Hijo, con unas notas como las tuyas, y en nuestra situación, seguro que tienes derecho a alguna beca.
Mientras se secaba, casi con furia, todavía envuelto en el vapor de agua que adensaba la atmósfera del baño, recordó que aquella frase fue como si le hubieran abierto un horizonte. No se le había ocurrido tal posibilidad. Su ceguera respecto de las cosas del mundo era de tal magnitud que no había caído en la cuenta de lo obvio.
A partir de ese momento comenzó a barajar varias hipótesis, todas relacionadas con el mundo de los libros, de las letras, del conocimiento, casi seguro de que acabaría en el mundo de la docencia. Pero en todas ellas la posibilidad de estudiar Derecho estaba presente. En su ánimo se movían, como en un desfile de modelos, opciones tan dispares como la filosofía, la filología, la historia, el derecho… Y así anduvo durante todo el curso.
Hasta que aquella anécdota de lo sucedido con Eladio, se tornó en llave que abrió la puerta. Se dio cuenta, quizá de modo romántico, que sólo desde el ejercicio del Derecho, podría luchar contra las injusticias y contra las ilegalidades. Era algo vago, inconcreto, como una masa amorfa que aún no era capaz de definir, pero percibía que estaba en su interior. Se sabía hombre ajeno a la acción, que sus virtudes pasaban por el silencio y el estudio, y además sabía que no convivía bien con las arbitrariedades, los abusos, la imposición de la voluntad a través de su compra o por el uso de la fuerza…
Eran años complicados en el país. Años de efervescencia política. El asesinato de aquellos abogados laboralistas en Madrid le impactó. El intento de golpe de estado de febrero anterior también le había revuelto algo inconcreto en su interior.
Cuando, después de unos meses, le dijo a su madre que estudiaría Derecho, ésta respiró aliviada. Luis no sabía que Laura Enciso tenía miedo a perderle también a él, y el estudio de esa carrera le permitía tenerlo cerca, puesto que podía cursarse en Euritmia. Desde que ambos supieron que su hermano Gabriel había optado por la Formación Profesional en la rama agropecuaria para seguir con la explotación vacuna que tenía el abuelo en el pueblo, eran conscientes que sólo le verían de vez en cuando, con motivo de alguna visita. Ella siempre había pensado que la separación de su hijo menor, nunca sería definitiva del todo, pero a esas alturas de 1982, comenzó a temer quedarse en completa soledad.


32 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Sigo este relato con verdadero interés, ya lo sabes. Con el paso del tiempo, Luisito se ha convertido en un personaje noble, justo, callado, educado, estudioso, prudente... El hijo que a cualquier madre le gustaría tener. Tal vez sea que, de alguna manera, el hecho ocurrido hace años hizo que Luisito quisiera compensar del alguna manera a Laura.
El incidente del dinero y la tarjeta de invitación que el padre de Eladio mandó por correspondencia a los profesores para que aprobaran a su hijo parece haber sido determinante para que Luis haya decidido estudiar derecho, además de que, como él mismo reflexiona, en realidad su verdadera vocación era estudiar. Ahora nuestro protagonista va a entrar en la universidad, seguramente conseguirá la beca, e imagino que no volverá a ver a Eladio ni a Azucena. Esperaré a la próxima entrega.
Siempre es un lujo venir a leer.
Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Mercedes:
Como siempre, atinado resumen del capítulo.
No estoy seguro, sin embargo, de que la razón por la cual Luis se haya decantado hacia el estudio sea un modo de compensar a Laura. Como se dijo en su momento, en primer lugar fue una manera, casi casual, de retrasar el momento en que su madre comenzaba las lamentaciones nocturnas. Con posterioridad se convirtió en hábito, porque descubrió que el estudio era un buen refugio para su timidez y, al mismo tiempo. suponía un cierto tipo de reconocimiento que de otro modo no hubiera alcanzado.
Quizá hubiera sido igual de estudioso sin todo lo anterior. Es probable, pero en su caso sucedió de este modo.
Me encanta que vengas a comentar, ya lo sabes.

PD: Creo que cierto libro anda de viaje, quizá descansando ya en las oficinas de correo, preparándose para lo que le espera.

Evaasecas dijo...

Sabemos del Luis actual el detalle de su vida profesional, pero no nos das pistas sobre su vida personal. No se por qué, sospecho que no es un hombre solitario, no se por qué, me le imagino con una vida familiar rica y llena de amor.
Desde luego la vida nos da sorpresas, y el hecho de que su madre le anime a seguir estudiando a pesar de las penurias económicas por las que pasan, es algo decisivo en su vida.
A pesar de aparecer ahora menos, ella sigue siendo importantísima en el relato.
Me está gustando mucho la historia de Luis. Espero la próxima entrega.
Un abrazo de viernes festivo por aquí.

Amando Carabias dijo...

Evaasecas:
Sí, festivo y lluvioso. Un viernes con pujos de melancolía y de plata.
Dices que sospechas que sólo conocemos aspectos puntuales de la actual vida profesional de Luis, no de su vida privada. Y dices que supones que tiene una rica vida familiar...
Creo que se han dado leves pinceladas al respecto, sobre todo en los primeros capítulos. De todos modos mejor no nos adelantaremos a lso acontecimientos y dejemos que el relato nos lleve a donde nos tenga que llevar..., si es que no lleva a algún sitio.

Mercedes Pinto dijo...

Llevas razón, probablemente, aunque no hubiese ocurrido el desgraciado incidente que marcó su vida, habría sido igual de aplicado en sus estudios. Aunque no estoy segura, el aislamiento ya sea voluntario o no suele dar sorprendentes resultados.
No te olvides de avisarme cuando tengas el libro en las manos.
Hasta pronto.

Flamenco Rojo dijo...

Tengo entendido que por los años 70 y 80 del siglo pasado era normal sacar una carrera a base de buenos regalos (jamones, cajas de vinos, sobres con dinero, etc.)…así que no es de extrañar que nuestro Eladio obtuviera el título de COU de forma irregular. Hoy día parece impensable que eso ocurra…digo yo.

Feliz fin de semana.

María A. dijo...

Ay Amando...Ay Flamenco... pues miren ustedes que llevo justo desde el 81 entre alumnos/as, opositores, tribunales de interinidades y otros asuntos similares y ni un simple jamón... lo más, una docenita de huevos o algo de bisutería,que alguna vez he aceptado para no herir susceptibilidades, pero nunca han cambiado la calificación obtenida. Y lo mismo digo del mundo universitario que conozco. Una de dos, o se nos ve el plumero, o esto es una leyenda.
Tampoco se de nadie que le haya ocurrido algo similar.
Claro que mejor que haya sido así pues, si me hubiera ocurrido a mí, Eladio y su santo padre van listos, no aprueba COU ni con la intervención de la virgen de Lourdes o cualquier otra del gremio....
Está bien que Luis quiera estudiar para hacer justicia... claro que con la que actualmente está cayendo en ese ámbito, no sé,no sé...
Felicidades a los que tengan santo. Y a los que sean padres, claro, aunque yo pienso que se es padre todos los días -y noches- ¿no?
Abrazos africanos.

Amando Carabias dijo...

Mercedes:
El aislamiento, algunas veces da sorprendentes resultados. Hay que ser muy fuerte y tener claro lo que se quiere. De lo contrario puede ser la peor de las cárceles.
Te avisaré, no lo dudes.

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo:
Felicidades por doble partida. Quienes llevamos tiempo en este lugar sabemos de tu nombre de pila, Pepe. Aunque más abajo la profesional se explica, lo cierto es que siempre se ha oído lo mismo.
En esta escena lo mismo se me ha ido la mano, pero quizá tampoco sea un dislate. Lo dejaremos en que la leyenda urbana me ha vencido.

Amando Carabias dijo...

María A.:
Como le acabo de comentar al sevillista de pro, quizá se me haya ido la mano.
De todos modos, y ahora en serio, este tipo de rumores corre de vez en cuando. A mí desde luego me han llegado, y más modernamente de lo que se supone está ocurriendo esta anécdota que, casualmente, sería hacia 1980 ó 1981... Justo antes de que comenzaras...

Luis quiere estudiar para hacer justicia, porque por aquel entonces todavía muchos elegimos estudios por algo que nos llamaba en nuestro interior, sin mirar mucho a la cartera, eso que se llama salidas. Quizá fue por aquella época, o poco después, cuando se empezó a imponer el criterio de estudiar en función:
a) de las salidas laborales que tuvieran tales o cuales, estudios.
b) de los estipendios que podía suponer para el futuro profesional el estudio de esa u otra carrera.
c) del prestigio social
e) de los gustos o inclinaciones de cada cual.

Como todas las celebraciones, en el fondo se trata de una simple señal en el camino, más bien puesta para quienes son hijos (hoy), porque desde luego es totalmente cierto que se es padre cada minuto de cada día.

Isolda Wagner dijo...

Pensar que la carta está a un paso de la mano del ayudante de fiscal y no se decide a leerla....Él sabe lo que pone y no tiene prisa, creo que incluso está saboreando el tiempo de espera.
No sé por qué me da que de aquellos polvos (sobrecitos) pudieran venir estos lodos...
En cuanto al aislamiento estoy de acuerdo, siempre es fructífero, pero tanto para lo bueno como para lo malo.
Besos felices.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
En la parte cuarta ha leído los dos primeros párrafos y se levanta a llenarse el vaso con un segundo güisqui.
En la parte quinta se dice:
"Luis Prieto volvió a levantarse del sofá con el vaso en las manos y en los ojos una lágrima, que creyó olvidada, velaba su mirar. La carta quedó de nuevo sobre la mesita."
Yo apostaría que ya se ha leído la carta, pero el narrador, antes de desvelarnos su contenido se demora en los pensamientos de Luis, que no son otros que el recuerdo de su vida, al menos de los hitos más significativos.
Es decir, que el retraso en conocer el contenido de la carta sólo se debe al escritor. Yo diría que el protagonista la conoce.

La misión de los sobres ha sido la que ha sido: retratarnos un modo de ser (Eladio) y ser el impulso que decidió a nuestro protagonista a estudiar derecho.

Tienes razón, estar aislado es fructífero para todo, hasta para lo peor.

Isolda Wagner dijo...

Pues es verdad, no recordaba que al menos, la había empezado a leer. Sin embargo, prefiero pensar que aún sin haberla leído, él sabe el contenido, aunque el narrador se empeñe en hacernos esperar. Ahora me viene a la cabeza, una frase que me dijo Merecdes: hay un lector para cada lectura. Y es cierto!
Lo que daría por terminarla de un tirón! No, no hay que esperar.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
Es cierto que hay un lector para cada lectura. A mí, cuando leo, me pasa como a ti (y Mercedes, ya que la citas) bien lo sabe. Si por mí fuera me iría hasta donde está y le cogería el manuscrito de Maldita y me lo leería de una sentada o dos. Pero hay que espaearr, hay que ejercitar la paciencia. Es lo que tiene Internet, como hemos hablado en varias ocasiones. Y eso que en el caso de este relato triplico, o casi, la extensión máxima que se aconseja para una entrada.

Anónimo dijo...

Me he desviado de la carta en sí y me dejo llevar por las vidas de estos personajes. Sin juzgarlos.

Felicidades también de mi parte a Pepe G.

Amando Carabias dijo...

urbanoyhumano:
Pues como escribidor te lo agradezco, y mucho, porque de eso se trata... Sabéis que llegará la carta, pero antes tenemos que conocer más cosas...
Cuando comencé a escribir este relato, supongo que se recordará, estaba yo también muy centrado en el asunto de la carta. Pero cuando pude 'encerrarme' a escribir el relato de un tirón, me di cuenta que yo también me tenía que dejar llevar por el ritmo que se había imprimido al texto desde el principio. Fue un poco desesperante al principio, pero después, cuando actué como tú, todo fue más sencillo, hasta que llegué al capítulo décimo quinto.

catherine dijo...

Se llama la CARTA. Luis está secandose después de la ducha. ¿Se pone una bata o el pijama u otra ropa? ¿Se bebe otro whisky? Pués, ¡a leer! en voz alta que tod@s queremos saber qué escribe el malo de Eladio.
Bueno, es ironía para hacerte rabiar, Amando. Me intereso en la evolución de los personajes, especialmente de tu héroe.

Bonne fête Joseph! (José, Pepe)
Bonne fête Papa!

maririu dijo...

¿Sabéis de donde viene el diminutivo PEPE? Cathérine os lo apunta: Joseph el italiano es más claro aún Giuseppe, o el catalán Josep, o sea de una sílaba tragada absolutamente por el castellano , guardada en el italiano y dejando trazas en el catalán o el francés. Es mi regalo, con retraso, para nuestro flamenco, si lo sabía buscaré otro.
¡siempre estáis de fiesta en ese país!
En cuanto a Luís hoy es un homenaje al juez Garzón.
Señalo que me choca profundamente que nos des pistas en las respuestas que no estén en el texto: "Yo apostaría que ya se ha leído la carta, pero el narrador, antes de desvelarnos su contenido se demora en los pensamientos "
Internet tiene lo que tiene pero eso es trampa en la que tratas de influenciarnos a cada lector su lectura
Eres un deus ex maquina omnipresente que penetra en la mente de tus personajes pero dirigir la nuestra ¡NO! eso ya no es novela alo Balzac-Galdós eso es manipulación.
Mi afecto sigue firme pero no estoy de acuerdo, tienes lectores priviligiados mejor el privi... eres tú con nosotros de lectores pero eso es una excepción en INTERNET y o te deseo que conozcas la regla.

Amando Carabias dijo...

Catherine:
No, si me imagino esos ojos tuyos lanzando chisporroteos maliciosos mientras escrbías lo que escribías.
Fíjate: Luis se está secando, se tiene que vestir, (todavía no sabemos si saldrá a la calle o se quedará en casa), quizá beba algo más, o no, y cuando decida que vuelve al salón a lo mejor, entonces el escritor recuerda que hay una carta sobre una mesa, una carta escrita a mano y que cuenta algo. Algo que ha sido capaz de disparar tantos recuerdos...
Te aseguro que si no estuviera escrita la historia yo mismo estaría harto de mí mismo.
Un beso.

Amando Carabias dijo...

maririu:
No digo yo que no sea exacto lo que cuentas sobre la procedencia de los nombres, pero yo conozco otra versión.
En los cuadros, cuando aparece la figura de san José, los artistas explicaban en latín que se trataba del PADRE PUTATIVO de Jesús. Para esto utilizaban las iniciales PP. De ahí de esa lectura de las dos letras: pepe (no confundir con pepé que es otra cosa) le llega en español, al menos, el que los José sean Pepe.
Esta fiesta no ha sido general. 'Sólo' en diez comunidades autónomas. En Andalucía, por ejempolo, ayer no fue festivo.
Con esto de las comunidades autónomas parece, efectivamente, que siempre andamos de fiesta, pero no sé si es cierto. Veamos, cada localidad tiene catorce festivos al año: dos de ellas son locales y el resto las pone cada Comnunidad Autónoma, teniendo en cuanta que es obligatorio que sea festivo en toda la nación: Año Nuevo, Reyes, Viernes Santo, Primero de Mayo, Día de la Constitución y Navidad. Es decir que hay otras cinco fiestas que cambian o mejor dicho, no coinciden en todo el territorio.
No pensé que estaba dando pistas, simplemente aclaraba cuestiones que ya estaban en el texto previamente.

catherine dijo...

Aquí acaban de disculpar a un profesor de Derecho acusado de matar a su mujer de la cual el cuerpo nunca fue encontrado.
Estudiar Derecho es muy útil aunque no sé si el profesor mató o no y tampoco pienso que Luis podría recurrir a estos excesos con el que le chantajeó cuando tenía quince años.

Amando Carabias dijo...

Catherine:
Siempre se ha dicho que sin cadáver no hay asesinato. No soy experto en estos temas, pero quizá no sea tan automático.

catherine dijo...

¿Qué tal el día de poesía en Segovia? por favor, Amando, cuentanos algo.

maririu dijo...

claro catherine tiene razón, no sabemos nada

Amando Carabias dijo...

Catherine y Maririu
Pensaba publicar la entrada sobre el acto en un par de horas, de hecho me iba a poner a escribir sobre ella en unos minutos.
La verdad es que el dia fue muy completo y hermoso y emocionante.
Conocí a muchas personas y me reencontré con otras que hacía tiempo que no veía.
El tiempo impidió que la primera idea se llevara a la práctica y no pudo ser el recital en el Jardín de los Poetas, y se pasó a la Alhóndiga (edificio muncipal con destino cultural ubicado en un callejón aledaño a la C/ Real de Segovia).
En fin recibimos a la Primavera leyendo y escuchando versos, con la sala llena, unas ciento cincuenta personas.

Amando Carabias dijo...

Información del acto en el Norte de Castilla
Aquí la del Adelantado de Segovia

Flamenco Rojo dijo...

¿Armando?...Que alguien le diga al periodista de El Adelantado que el nombre es el gerundio del verbo amar y no del verbo armar...la diferencia es tremenda. Anda que confundir el amor con el armamento. Se parece como un huevo a una castaña. Rectificación YA.

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo:
Contra este error llevo luchando toda mi vida, y eso que publiqué con cierta regularidad en el periódico citado, y en su imprenta me imprimieron el primer libro de poesia... En fin, Amando es un nombre extraño, qué se va a hacer.
:)
PD: Ni me había dado cuenta de la errata hasta que no nos lo has contado tú que eres un lince

Marina Filgueira dijo...

Perdón siempre llego tarde: pero se dice que vale más tarde que nunca. Estuve y sigo estando flaca de salud y no puedo escribir ni para mí. Ay como me gusta este capítulo... la verdad todos están formidables, me fui enganchando y ya no puedo dejarlo. Que bien que Luis, sea un estudiante de categoría y que le de en las narices al borrego ricachon... me parece que la carta ya la tiene leída desde un principio... y con ella le va a ver las cosquillas al Eladino, pero claro, el escribidor nos mantiene en suspense y está muy bien eso. Referente a el pago a los profesores... aún hoy puede darse algún caso muy aislado. Tengo uno de mis hijos que es presor de instituto y optuvo un soborno de esa clase de gente- que se cree que con dinero pueden comprarlo todo. pero él gracias a Dios no es de los que se vende. Un beso.

Marina Filgueira dijo...

Perdón, Obtuvo... estos dedos locos...

Isolda Wagner dijo...

Marina, ya me iba a la cama, pero vuelvo para mandarte un beso y decirte que te cuides mucho; tus historias son tan humanas...
(Pienso como tú, que ya leyó la carta, pero donde manda escribidor no manda mariñeiro)
Besos y ponte buena.

Amando Carabias dijo...

Marina Fligueira:
Como dice Isolda, recúperate, que eso es lo importante.
Todo irá desvelándose a su tiempo y espero que la intriga quede convenientemente resuelta.