lunes, 21 de diciembre de 2009

SIN PRISAS

Imagen tomada de internet

La palabra de cada día.
El camino que serpea.
Julio de 2005


La novela sigue avanzando, con la suavidad con la que un enfermo comienza su proceso de rehabilitación. De pronto, sólo con haber empezado a escribirla, ya no tengo prisa. Debe de ser algo así como la sensación que tienen los buceadores. Una vez que has hecho la inmersión hacia el fondo del mar, lo que quieres es disfrutar del medio, flotar dentro del agua, casi sentirte feto dentro del útero terrícola.
Tampoco tengo prisa, porque no sé qué me van a deparar las vacaciones, además, creo, que ya tengo conquistado el territorio vespertino, como mínimo, estas tres o tres horas y media cada día pueden ser una cosecha interesante…
Hoy, por ejemplo, no me encuentro con ánimos para escribir nada de ella. No sé, prefiero descansar.

Llegar hasta la encinilla que, como un ermitaño enano, se asoma al profundo cañón es siempre una satisfacción. Me encuentro con ella, la saludo. Sus ojos verdes y plateados se mecen por el viento de poniente que normalmente sopla por esos parajes con la dedicación de un amante poseído por la pasión. Desde ese punto, el paisaje es profundamente hermoso. Tiene acentos cantábricos un tanto salvajes, al menos hacia el ocaso. Sin embargo, más hacia el norte, es un secarral hondamente castellano. Parece un lugar de frontera, uno de esos límites que la naturaleza ha encontrando. Quizá, se trate simplemente de la orientación septentrional de esas suaves curvas, con algo de identidad femenina, como de mujer que lánguidamente se tiende a esperar a su hombre.
Allí, en la parte donde me paro unos instantes, una zona abierta a los vientos y a la solana, en territorio de alientos esteparios, la encina, que no levantará más allá de un metro ochenta, parece un eremita de otros tiempos, autoexcluido de la compañía del resto de la humanidad para, en el eterno silencio, solo roto por el ulular del viento y los breves trinos de las aves, contemplar las maravillas de la creación que se muestran ubérrimas al otro lado, tras la honda cuchillada del terreno que, sin duda, fue originada por el paso de un río o arroyo…
En estos días en los que ya ha empezado julio, la soledad es mayor, si cabe. A penas me he cruzado en todo el trayecto con tres personas que hacían como uno ejercicio y dos viejecitos sentados en otro de los lugares paradisíacos del sendero, a la sombra y al abrigo de unas rocas, contemplando la inmensidad de un paisaje que parece expresamente transportado para el goce del espíritu desde otras latitudes y desde otros tiempos.
Cuando he pasado, a la carrera, junto a esto viejecitos, me he preguntado qué harían allí. Me ha respondido el silencio, el silencio del paraje y el de los hombres y el mío. Supongo que no hace falta hacer absolutamente nada, simplemente dejarse poseer y llenar por esa belleza agreste y solitaria que por su virginidad imposible sorprende al corazón y lo esponja…

21 comentarios:

Beatriz Ruiz dijo...

¿El silencio es una buena compañía?, para mi sí... Hace tiempo que no subo al monte, ese monte de pino canario que tenemos aquí... Lo que me recuerda que por estas fechas suelo hacerlo y en ese silencio escucho los ruidos de la naturaleza...

Besos desde Tenerife...

Maria Sangüesa dijo...

Buenos días, hoy que tengo un poco de tiempo he llegado la primera. No me lo puedo creer. Es estupendo el texto, Amando, la descripción del paseo estival, en uno de esos momentos en los que tu ser te pide descansar de lo que estás escribiendo. El recorrido por el paisaje, el calmo discurrir del tiempo sobre lo que te rodea, es un regalo desde este puñado de asfalto en el que me encuentro escribiendo, mientras el frío aprieta detrás de los cristales. Gracias por el cuento que nos has enviado y por tu felicitación navideña. El cuento es estupendo y los buenos deseos para estas fiestas los hago extensivos a todos. Un fuerte abrazo: María.

Maria Sangüesa dijo...

Hola, Beatriz, mientras escribía mi comentario, entró el tuyo. Un beso.

Evaasecas dijo...

Un poco del calor de julio para esta fría mañana de diciembre. Creo que hoy entraba el invierno y aquí lo ha hecho pintando todo de blanco virginal.

También para todos, que paséis unos días maravillosos, de corazón.

Beatriz Ruiz dijo...

María Sangüesa... mil para ti...

No sabes la suerte que tienes Eva... en Tenerife no bajan los termómetros y empieza a ser cansino... de verdad...

Amando Carabias dijo...

Beatriz
Pues si otra causa mayor no te lo impide, que de eso no digo nada, ya no tienes excusa para subir al monte.

Marian Raméntol dijo...

Envídio esa calma que te invade, yo escribo siempre desde el ansia, desde la impaciencia por sacar lo que se ahoga en la boca del estómago, y eso que estoy de acuerdo en que la escritura necesita su reposo...

Abrazotes
Marian

Amando Carabias dijo...

María Sangüesa:
Ahora el que tarda en responder soy yo... Vaya mañana... Muchas gracias por tus palabras. La verdad es que estos textos del diario de 2005 que voy subiendo se corresponden con la línea por la que voy. Y sí, resulta gratificante en pleno invierno recordar el verano y en verano el invierno.

Amando Carabias dijo...

Evaasecas
Debe ser esta ciudad la única de Castilla que hoy ha amanecido con temperaturas sobre cero. Unas pocas gotas y algo de viento sur...
Palencia, Valladolid, Ávila, Burgos, León, Salamanca, Zamora, Soria...
Incluso en la provincia, según me dicen, ha nevado en diversos puntos, sólo la zona de la capital libre de ese manto blanco y frío.
Otra vez será.

Amando Carabias dijo...

Marian Ramentol
Esto fue aquel día, pero no siempre sucede. Y cuando sucede es una bendición. Porque no me refiero a la tranquilidad interior. De todos modos cuando las palabras se agolpan en la boca de las entrañas y pegan patadas y se atropellan en las yemas de los dedos, es difícil pararlas.
Pero según mi experiencia, no conviene que salgan de inmediato a la luz, conviene que reposen como los buenos guisos.

Flamenco Rojo dijo...

¿Se habéis parado a pensar cuántas cosas podemos hacer en silencio? En silencio podemos amar, en silencio sufrimos, lloramos, leemos, escribimos, meditamos, en silencio soñamos…podemos contemplar la inmensidad de un paisaje como nuestro escribidor…en silencio pensamos. No sé si os ocurre como a mí, con ruidos, con actividad no puedo pensar…en silencio encuentro el momento en que vuelvo a mí mismo, examino mis ideas y reafirmo mis criterios.

Enhorabuena por el texto Amando.

Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo:
Si recuerdas, si recordais, no es la primera vez que sale lo el silencio como tema de mis reflexiones. Es evidente que el silencio y yo somos grandes amigos, tanto que a veces me pongo muy nervioso cuando al cabo de un día no encuentro ese espacio que me permita ese repliegue al que te refieres.
Y siendo esto cierto (además de maravilloso, o a la inversa) no deja de ser menos cierto que sin poder comunicarme con los demás (incluso a viva voz)o con los dedos algo grande también nos fallaría.
El silencio es un bien de valor incalculabl a mi modo de ver, pero la palabra, la comunicación, también lo son, incluso más.
Creo que el ser humano es muy poliédrico y si se quiere todo enriquece.
Abrazos.

Isolda Wagner dijo...

Quisiera agradecerle a Eva, que nos traspasa, con tanto cariño, un poco del calor de julio del escribidor.

Se ha hablado del silencio, que para unos es fundamental y para otros agobiante.
Curiosos los humanos..., podemos elegir si nos gusta, o no, el silencio.
La naturaleza no elige. En principio es silenciosa; si no fuera así, no podríamos oír el eco de una voz, o los trinos de los pájaros al amanecer, ni las hojas meciéndose por el viento, ni siquiera la caída de un fruto de su árbol, o las olas del mar. Y qué decir del silencio en lo alto de una montaña, en oscuridad absoluta. ¿Habrá algo más gratificante, para el espíritu?
Me atrevo a decir que sí y se llama soledad compartida, en el mejor sentido de ambas palabras.
Pues ese es mi deseo para todos.
Besos desde la encinilla (la palabra es maravillosa, Amando)

Amando Carabias dijo...

Isolda:
No sé si la naturaleza es silencio, porque al fin y al cabo la voz, los trinos, las hojas que el viento mece, los frutos que caen, las olas del mar, las cumbres de las montañas y la noche oscura son también naturaleza... Sin embargo te entiendo, sé a lo que te refieres, y estoy de acuerdo con lo que transmites...

catherine dijo...

Una vez el reumatòlogo me mandò a hacer sofrologìa para luchar contra el estrés, causa posible de mis dolores de espalda. Respirar, hacer el silencio y contemplar una imagen mental. La imagen que elegì era un arce sicomoro de mi jardìn parecido al arbòl de tu foto.
Os deseo felices fiestas, con un poco de silencio y muchas charlas y risas, buena mùsica, en paisajes con o sin nieve.
Aqui la nieve que tardìa tanto en llegar porque hacìa demasiado frìo ahora ya se ha derretido con un viento del sur loco y una variaciòn en las temperaturas de una docena de grados entre la noche y la tarde de ayer. Iré a buscarla en la montaña.
Besos.

Anónimo dijo...

el silencio a veces es síntoma de inteligencia, en la tele por ejemplo se echa mucho de menos..

Amando Carabias dijo...

Catherine
Por lo que veo lo del tiempo alocado sucede en todas partes. Estos días están siendo complicados, extraños y duros para toda Europa.
Espero que en la montaña encuentres la nieve, que casi siempre es también un buen sinónimo de silencio.

Amando Carabias dijo...

jordim
El mejor programa de televisión son normalmente los que no se ven ni se oyen.

maririu dijo...

yo dejé un comentario hacia la una y... (13h) y no está pues debí equivocarme,
Catherine "la nieve que tardó tanto en llegar" o en imperfecto tardaba tu profesora estará lejos y te dejó abandonada. Buenas fiestas allá arriba.

Amando Carabias dijo...

maririu
O quizá algo pasó en el sistema, ya sabes que estas cosas de la informática son puro misterio.
Pero aquí está y aprovecho para felicitarte a ti también estos días.
Un beso.

catherine dijo...

Bueno, Maririu ahora tu comentario sale dos veces. Qué decìa el otro?
Abandonada por mi profesora y conjungando el verbo tarder... es que tengo muy poco tiempo para leer, ni en francés ni en español.
El silencio blanco lo tuvimos el viernés pasado, sobre y en la nevada en la carretera de Grenoble al pueblo. Fuimos a cenar en la estaciòn de esqui des Deux Alpes, todavìa sin turistas y con una nieve muy frìa, una noche màgica. En el pueblo serà tranquilo también.