jueves, 12 de noviembre de 2009

EN LA ARROCERÍA

La pianista y jugadores de damas de Matisse.
Imagen tomada de Internet
Pasaron veloces e incontrolables ante su mirada, como pasa el agua del río, pero Adolfo los reconoció. A pesar de la fugacidad del instante no tuvo ninguna duda.
Y los recuerdos acudieron sin necesidad de convocatoria, ni cita previa, ni llamada de ninguna clase. Estaban allí ante el arroz con bogavante. Junto a los vasos de los niños, sobre la servilleta que su mujer había posado para limpiar los labios de Mario, saltando entre el tenedor y el cuchillo que con torpeza manejaba Leandro, su suegro.
Por suerte miró de soslayo a Luisa a tiempo, antes de que ella, una vez que Mario podía seguir embadurnándose sin problemas con el arroz a la cubana que habían pedido para los niños, le hubiera descubierto. Adolfo estaba completamente seguro de que Luisa le habría descubierto; de un modo extraño intuía que tanto recuerdo amontonado en el espacio de aquella mesa circular, tendría que llamar la atención de todos los comensales del restaurante, a pesar de que aquella inmensa arrocería del centro comercial, en realidad parecía la estación del metro. Sólo faltaba que alguno de los camareros se pusiera una gorrita sobre la cabeza, sacara una banderola roja y comenzara a silbar indicando a los comensales de las mesas que ahuecaran el ala, que detrás otros seres hambrientos querían ingerir comida en aquellos pesebres.
-¿Es que no ves que Laura se está poniendo el vestido como un eccehomo?
-Si, mujer, ya…
-¡Miguel, cuidado que manchas al abuelo...! Papá, por favor, llénale el vaso a Covadonga que ella no puede con la jarra.
Adolfo miraba, pero no veía nada, salvo los recuerdos que parecían saltimbanquis de un circo caótico, más menos como el local.
¿Cómo era posible, tantos años después?
Luisa se le quedó mirando, en silencio durante unos segundos. Él sospechó que había descubierto el sendero de sus pensamientos. Era un sendero que cada vez se alejaba más de aquella mesa redonda, de aquel griterío de sus cuatro hijos, de la cara de bobalicón de su suegro al que tuvo que haber dicho no aquella tarde de hace diez años…
¿Diez años?
El camino cimbreaba en su memoria y se agrisaba como un anochecer de otoño. Al fondo, de forma increíble, volvían a estar veloces, blancos, incontrolables aquellos dedos… Los mismos que ahora habían pasado fugaces junto a sus ojos.
Si se hubiera girado en ese instante, habría descubierto la silueta azul de Estefanía, que había reconocido al hombre aquél, el padre de Luisa, el hombre que le desbarató la vida.
En la paellera vacía, Adolfo vio el recuerdo de los ensayos del concierto de piano, el primero de Brahms, justo ese momento inefable del adagio, hacia los dos minutos y veinte segundos, en que los dedos de Estefanía rozaban apenas aquel piano…
Por un momento pensó que tendría que haber seguido sus sueños, pero los dejó en una estacada del camino, a cambio de aquel despacho. Era un trabajo seguro, bien pagado, con fama…
Sólo tuvo que pagar dos peajes, y aquella tarde maldijo su decisión…
- ¡Adolfo, por Dios, el vestido de Laura…!
En su nuca la mirada era demasiado intensa como para que no doliera…
- Mujer, no es para tanto…
Los ojos de Luisa hicieron lo él no se atrevía a hacer y giraron como el hélice de un helicóptero, pero ella sólo vislumbró a una mujer que se abrazaba a un hombre mucho más joven que ella. Una lagarta, pensó Luisa, más tranquila.
- Adolfo, cariño, ¿por qué no vas al baño y con una servilleta un poco mojada intentamos remediar el estropicio en el vestidito de la niña?
Desde que se levantó camino del baño, sus ojos no dejaron de besarse, como la primera vez lo hicieron sus labios.
Estefanía se levantó de improviso y se coló en el baño.
Cuando Adolfo entró, aquellos dedos, veloces e incontrolables, le dejaron un trozo de papel con un número de teléfono.

19 comentarios:

catherine dijo...

Ay que buenas las mùsicas de Pepe! No podìa arrancarme de Camaròn y Tomatito.Ya os he dicho que mi primero disco, de vinil por supuesto, era uno de guitarra flamenca?
Y ahora Amando otra vez con Brahms. En los años 60 Anatol Litvak rodò la pelìcula Good Bye Again; el tìtulo francés es el de la novela de Françoise Sagan: Aimez-vous Brahms? o sea Le Gusta Brahms?
Gracias por tantas mùsicas que me quitan mis preocupaciones, las que me impedìan entender lo que escribìa Amando durante los ùltimos dìas. Y gracias a todos por los comentarios de ayer sobre la excelente entrada de Amando.
Mañana , no, hoy por la tarde, me voy a la montaña a cuidar el nieto durante las vacaciones de sus padres. Màs de una semana entera sabiendo lo que serà del dìa siguiente... lo que hace falta a los niños es la seguridad.
La ùltima parte de mi ùltima frase es también un comentario de la entrada.
Besos y hasta luego.

Tempero dijo...

*Un tiro al Aire (Alegrías).......

Han puesto en balanza
dos corazones a un tiempo
están puestos en balanza
uno pidiendo justicia
y otro pidiendo venganza
yo pegue un tiro al aire
cayó en la arena
confianza en el hombre
nunca la tengas
se que te llamas María
por apellido Rosa
vale más tu dulce nombre
que el Pilar de Zaragoza

que con la luz del cigarro
yo vi el molino
se me apagó el cigarro
perdí el camino

Estás tan descoloría
¿Quién te ha quitaítor color?
que estás tan descolorida
te lo quitó un marinero
con palabritas de amor

a los titirimundis
que yo te pago la entrá
que si tu mare no quiere
ay que dirá, que dirá
y ay que tendra que decir
que yo te quiero y te adoro
que yo me muero por ti.


Para que Catherine no se deje de arrancar por alegrías. En este caso hay dos corazones puestos en balanza y los dos piden amor brutal descompensado por las ganas de Él y el de Estefanía que nos dejará en sudor, no tardando mucho, el piano de Brahms. Sudor y buen sexo, seguro.


Escuchad estos dos corazones

Amando Carabias dijo...

Catherine:
Espero, de entrada, que tus preocupaciones no sean de grandes, sino que se refieran a lo cotidiano de la existencia, sin otra trascendencia.
El cuidado de un niño es una responsabilidad, y, efectivamente, además del afecto, ellos necesitan seguridad, saber que su mundo no se tambalea bajo sus pies.
Ahí están en la arrocería Mario, Laura, Miguel y Covadonga disfrutando de su arroz a la cubana, ajenos al terromoto que conmueve el corazón de su padre, tras diez años de olvido...aparente olvido.

Amando Carabias dijo...

Tempero:
Porque el número de teléfono ya está en sus manos, y pasará a su cartera y quizá con un nombre clave, acaso Johannes, a la memoria de su móvil. Y durante unos días o unas horas representará el fuego de una tentación que no sabemos cómo se resolverá.

Flamenco Rojo dijo...

Hombre Amando…no nos deje sin una segunda parte… ¿habrá reencuentro entre Adolfo y Estefanía?

Con que arroz con bogavante para los mayores y arroz a la cubana pa los niños…pues eso está precioso.

Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Pepe Gonce:
Mayormente, final abierto.
Ya sabes que en algunos sitios el menú infantil es especial teniendo en cuenta el gusto de los niños.
En algún restaurante he visto que macarrones con tomate junto a un buen cuarto de cordero.

Alena.Collar dijo...

Iba yo a decir que me había gustado el cuento, cuando la lectura de la última frase del comentario de Amando, a las dos y media de la tarde, me ha hecho terminar por acelerar los jugos gástricos...total, que me fuí a comer...
Para curiosos: arroz con pescado y una tortilla de patatas.
Luego café.
El relato merece continuación, afirmo.

maririu dijo...

excelente, sú señor, a mç me basta así pero seguro que vas a explicarnos lo que sienten los demás.

Isolda Wagner dijo...

¡Qué día tan bonito! Es que es un relato con aire de cuento de hadas, que en fin... Ofú qué caló, que diría el Flamenco.
En realidad, Amando, ya nada importa, sino cómo acabará el asunto. Los cuatro niños, el suegro, el arroz a la cubana, todo sobra!
Hasta estas letras, lo sabemos todos, o no?

En cuanto al musiqueo, hay varios frentes abiertos. Si se trata de una competición en toda regla, por favor decidlo, que sepamos a qué jugamos. Es que yo, cuando no es por una, es por otra y acabo siempre echando la lagrimita. Y encima Catherine, va y me recuerda la peli de Ingrid Berman con Yves Montand, de la que tengo un recuerdo precioso (cuando digo precioso, me refiero mayormente a lloroso), lástima que el recuerdo no alcanza al título que se le dió en España.

Pues eso, que besos más moderados para todos.

Anónimo dijo...

¿Diez años? Mi padre murió hace menos de tres y me pierdo sus recuerdos. No los recuerdo.
No tendría que haber dicho esto.

Amando Carabias dijo...

Alena Collar:
Muchas gracias por la valoración.
Recuerdo que cierta noche hablaste en tu blog sobre dos señoras mayores que caminaban agarraditas del brazo, tan amigas, tan despacito, tan... Y escribiste, si no recuerdo mal, que aquellas mujeres se merecían un relato.
¿Ya lo tienen, no? Y no está en el blog...
¿Quién sabe?

Amando Carabias dijo...

maririu
Sí creo que vale así, aquí. Pero quién sabe.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
También gracias.
¿Sonará el teléfono de Estefanía marcado por los dedos de Adolfo? ¿Cuánto tiempo tardará en suceder tal cosa?
¿Será ese papel una reliquia, una tentación siempre frente contra la que luchar...?
Lo de la música es, cómo decir, una de las muestras más del tipo de personas que acudimos a este rincón.

Amando Carabias dijo...

Neuroscopetrix
No sé si lo tendrías que haber dicho o no, escrito queda. Y si lo haces es porque quizá te haya hecho bien.
Quizá te parece lo que dices, pero estoy seguro de que si te pones, rescatarás más recuerdos de los que ahora piensas.
Un beso cálido.

Marina Filgueira dijo...

¡Ay! Que hasta yo me veo con celos… y eso que no tiene na- que ver con mi persona. Esperando que no se la juegue a la pobre Luisa. Yo que una vez quise tanto y tanto… no puedo saber como reaccionaría ante una infidelidad. ¡Linda la música relaja el alma! Buenas noches a todos/as. Ser felices.

Amando Carabias dijo...

Marina Fligueira
Tu comentario me lleva a otra reflexión que no ha salido hasta ahora. Luisa, efectivamente, quizá porque esté enamorada, intuye desde el principio que algo ha alterado el estado de ánimo de Adolfo. Y a pesar de la aparente calma del final, supongo, vamos es una suposición, que estará más pendiente del marido.
Un beso.

Amando Carabias dijo...

Acabo de incluir, en la columna de la derecha, justo encima del vídeo con la canción We shall overcome, una imagen del cartel de la cuarta edición de la MUCES (Muestra de Cine Europeo de Segovia). Pinchando sobre él se accede a la programación, sinopsis de las películas, etcétera... Incluso compra por internet de las entradas.
Esta muestra se celebrará del 18 al 24 de noviembre.
Algo más diré en este blog, supongo, vaya por delante esta advertencia.

Flamenco Rojo dijo...

No paráis en Segovia...
Por cierto la presentación de la Muestra muy original...¿Qué significa que hay cervecita pa to el que asista?

Amando Carabias dijo...

Flamenco Rojo/Pepe Gonce
Pues la verdad es que no nos podemos quejar. Y encima, la sección oficial a un euro la entrada. Claro que no se trata de superproducciones y algunas de ellas, ni se verán en los cines habituales de los ciruitos comerciales. Ya se sabe, cine europeo, sinónimo de cine, o sea sin muchos efectos especiales, mucho guión, mucho actor, mucha fotografía buena, mucho arte, es decir mucho coñazo para el público en general. Y sin embargo, se llenan las salas.
Pero es que las otras secciones tienen poco desperdicio, y la entrada creo que en el resto de secciones es gratuita.
No, nos quejamos: Titirimundi, Hay Festival, Muces, Feria del libro, Feria del libro Antiguo (en estos días, por cierto), varias Ferias de Artesanía, Museo de Arte Contemporáneo, Salas de Exposiciones, tertulias literarias, programación de teatro casi todas las semanas, Festival Internacional, Semana de Música de Cámara... y la propia ciudad...