martes, 6 de octubre de 2009

EL MAESTRO


La mañana azul era esplendida. Hacía un calor extraño. Un bochorno que se pegaba a las espaldas y a los pies de todo el grupo.
Iba en silencio unos pasos por delante de nosotros. La cabeza algo encorvada, como si estudiara un mensaje cifrado escrito en las piedrecillas del camino que seguíamos.
De pronto, el Maestro se detuvo y se giró.
Los murmullos de nuestras conversaciones cesaron de repente, como si su rápida parada y giro hubieran sido domadores de nuestras palabras.
Nos miró de hito en hito, muy despacio. Era una estrategia. Acunaba los silencios con el mismo cariño con el que las madres acunan a sus hijos. Todos supimos que nos iba a decir alguna cosa. Y a medida que pasaban los segundos, íbamos comprendiendo que se trataría de algo importante. Algo que necesitaba ser guardado en nuestro corazón para siempre.
Pero me sorprendió. Sólo nos hizo una pregunta.
‘¿Si mañana fuera vuestro último día de vida, qué tendríais que dejar de hacer?'
Ni siquiera hizo ademán de esperar una respuesta.
Nos volvió a dar la espalda y siguió su camino, ahora no iba encorvado.
Nunca se podía estar seguro del todo con él, pero si alguien me hubiera preguntado, habría jurado que sonreía, mientras se imaginaba nuestras cavilaciones.

41 comentarios:

Chapuza dijo...

Muy bonita historia, Amando. Seguramente los mejores maestros son los que van dejando por aquí y por allá preguntas en el aire: ayudan a sus alumnos a formarse un pensamiento crítico.

"¿Si mañana fuera vuestro último día de vida, qué tendríais que dejar de hacer?". Pues, por narices, lo que tendríamos que dejar de hacer es respirar.

Gaspard... modérate, jovencito.

Saludos.

Alena.Collar dijo...

Tuve suerte en la vida; tuve excelentes Maestros. Maestro es una palabra que me ha conmovido siempre; procede de Magister:el que enseña a los demás. Y esa raiz latina es muy significativa: "aquél que enseña a los demás su saber". ¡Qué dificil ser un buen Maestro!...qué poco al alcance de la mayoría.
Hay que tener-a mi criterio- tanta humildad para saber que lo que transmites no es tuyo, sino que también tú lo aprendiste de otros, o que lo aprendiste por experiencia y eso no es mérito tuyo, sino que lo da ( lo otorga,porque es un regalo) la vida, que muy pocos saben serlo.
Y los que lo son, precisamente por eso, no saben que lo son.
Pero decía que tuve excelentes Maestros; tanto en mi familia, mis Padres fueron Maestros de vida más allá de su muerte, como en el colegio, donde me enseñaron que para conseguir los sueños hay que luchar por ellos; y si se me permite, aunque naturalmente ella no lo leerá ( o eso creo) quisiera mencionar a Mercedes Pinto; la mejor Maestra que he tenido. Aquella que me enseñó que debía aprender a subir escaleras aunque tuviera asma, porque en muchos lugares de mi vida no encontraría ni quien quisiera llevarme la cartera ni ascensores para acortar el camino.
Por eso ( y ya me callo, que me estoy alargando hasta la pelmacería), tu relato me ha encantado; quien nombras era un buen Maestro: sabía que para serlo no hay que dar respuestas sino hacer las preguntas adecuadas para que nosotros busquemos.
Abrazo. Y otra vez disculpas por extenderme.

Amando Carabias dijo...

Chapuza:
Gracias, Chapuza.
Lo de dejar de respirar, me parece, es más bien una imposición, como la bajada de telón... Salvo que uno busque esa decisión conscientemente, en cuyo caso, respeto.

Amando Carabias dijo...

Alena Collar
Me pasa un poco lo mismo, maestro es una palabra hermosa y que resuena como una campana de gloria en el corazón. Pocos son los verdaderos maestros, aunque muchos lo crean. La primera gran lección que aprendí mientras estudié magisterio, es que educar más que nutrir de datos, estrategias, conocimientos, números, fechas, a una persona, es extraer, hacer que aflore lo que está dentro.
¿Y que mejor modo que hacerlo a través de preguntas que nos obliguen a actuar como los labradores cuando preparan los surcos para sembrar la semilla?

María A. dijo...

Luis, fue mi maestro en los primeros años de mi infancia. Por el hecho de ser jorobado, la estrecha administración que gobernaba el país, le impedía ejercer en una escuela pública. Lo consiguió, pero cuando murió el que tantos años fue el “amo” de la finca llamada España.

En la vieja casa de al lado, estaba la escuela, que también era el curadero de la matanza. Era una gran habitación, con vistas a la sierra monsagreña y al camino por el que se llegaba a la casa. Había un gran encerado, pupitres y una pared llena de anaqueles con libros. También había una mesa con una preciosa máquina de escribir que sólo podían utilizar los más mayores. Allí, desde que empezábamos a andar, pasábamos la mañana y gran parte de la tarde, con Luis, el querido maestro jorobado que convirtió la naturaleza que nos rodeaba en el mejor instrumento didáctico, la hora diaria de lectura en el único deber inexcusable y la conversación y el diálogo con las gentes que nos rodeaban en la principal actividad extraescolar.

El otro día, Amando, citando al “Vaquerillo” de Gabriel y Galán, me hiciste recordar a Luis. Fue de los primeros poemas que me hizo aprender y mi primer contacto con el mundo de la poesía. Después, no se de dónde, llegaría García Lorca. También el Arcipreste de Hita y Cervantes. Cuando no eran las Novelas Ejemplares, era El Quijote… mucho Quijote… Era maniático del cuidado de los libros. Tanta chiquillería -20 o 30- manejando libros, estos se deterioraban y recuerdo el engrudo que hacía para pegarlos. O cómo pedía a mi madre aguja e hilo para coserlos. Era un manitas…

El último año que estuvo, por ser la más pequeña, fui su única alumna y me sentía la reina de la escuela… Cuando se lo permitieron, en dos años sacó su título de magisterio y el nº 1 en las oposiciones de maestro. Ya en Salamanca, seguía mis estudios y, junto con mis padres, celebró mi entrada en el mundo de la enseñanza. Estaba convencido de que esa era mi profesión. Yo, inicialmente, no. A los pocos días de mi incorporación en el instituto, estando yo en clase con mis alumnos, se abrió la puerta y entró en clase, acompañado del director del centro. Se sentó en el último pupitre de la última fila y haciéndome signos de que debía continuar a lo mío, allí permaneció mientras yo explicaba no sé qué de los cuidados de enfermería. Para mí fue como si estuviera de nuevo ante el tribunal de oposiciones…Acabada la clase, se fundió en un abrazo conmigo y me invitó a comer. Sabedor de mis dudas, había ido al centro y pedido la complicidad del director para entrar a verme “actuar”… y animarme, o no… En la comida me dijo que estaba muy enfermo y que no quería morirse sin ver cómo funcionaba yo en clase. Me dio los mejores consejos y recomendaciones para mi vida laboral: “aunque no lo creas, esto es lo tuyo”, “enseña a aprender, niña” “No olvides que en el aula, los protagonistas son los alumnos” “En caso de duda, da una segunda oportunidad” “recuerda siempre que esto es un arte” “nunca cierres la puerta al aprendizaje”… Murió pocos meses después y tuve la oportunidad de acompañarle casi hasta el último momento, de darle los cuidados de enfermería que su maltrecho cuerpo necesitaba, pero sobre todo, de mostrarle con mi cariño mi eterno agradecimiento por haberme enseñado tanto. No hay día que no le recuerde y agradezca haberlo tenido como maestro…. Luego tuve otros maestros, algunos también inmensos, como Filiberto, el chileno exiliado en Lovaina, pero ya es otra historia. El maestro, maestro fue mi querido y añorado Luis. Me voy a mis obligaciones, que si llego tarde, no me lo perdonaría …. Abrazos africanos.

maririu dijo...

el ciprés de Silos le va como un guante a tu texto.
Ya sé no es de Silos pero...
Buenos días lluviosos, ya van dos.
Lo prmero que haría sería despedirme de Uds
Lo que no haría es pasarme de un gusto, pero me saltaría alguna imposición.
Las imposiciones me las impongo yo, no vayáis a...

Isolda Wagner dijo...

Amando, la pregunta es difícil; la tengo que pensar despacio (claro que si sólo me quedase un día...)

Mi maestra, la primera y casi de la única que me quiero acordar, fué Doña Carlota.
Mi madre, que era muy ineligente y práctica decidió, en el curso 54-55, que a mis cerca de tres años, este trasto no podía quedarse en casa todo el día. Así que me envió al Liceo Cervantes, que estaba justo enfrente de nuestra casa. Y es curioso la cantidad de recuerdos que tengo. Por supuesto conservo todos los cuadernos y el primer libro-enciclopedia. Debí de ser muy feliz, porque me acuerdo perfectamente de la maestra, de algún compañero, que luego pasó conmigo a otro colegio, del patio, de una niña que siempre sangraba por la nariz... ya veis qué cosas.
Estuve tan sólo hasta los cinco años y es el mejor recuerdo de mi vida escolar.

Hoy es un día feliz y se nota en el ambiente, FERRAN está tan ocupado como tú Maria la escipiona, (por cierto, vaya lección que nos has dado), pero en cuanto le dejen sus ocupaciones, vuelve.

Besos felices para todos.

Amando Carabias dijo...

María A
Cuando leas estas palabras, probablemente sea ya la noche. Quizá hayan pasado muchas cosas, o casi ninguna, quizá el marasmo y el ruido de los medios y de las ciudades nos hayan abotargado los oídos. No lo sé. Pero de una cosa estoy completamente seguro, alguien, más allá del Estrecho, habrá descubierto algo que anidaba en su interior, porque otro alguien le ha mostrado el camino que conduce hacia el conocimiento.

Amando Carabias dijo...

Maririú
Es el ciprés del claustro del Monasterio de Piedra.
Cómo me emociona que estemos en tus pensamientos de esta manera.
Y además haría algo similar a lo tuyo: imposiciones cero.

Amando Carabias dijo...

Isolda
Eso que lo pienses, está bien, muy bien. Es lo que buscaba nuestro maestro, que pensáramos.

Ferran dijo...

Yo salí en defensa de María cuando fue agredida. Vaya lección me ha dado: no volver a meterme en nada y dejar que la gente se defienda sola.

Ferran dijo...

No, Isolda, no estoy muy ocupado. Estoy perplejo. Por unas cosas, que me llevaron a despedirme. Y ahora, por la intervención de maría. No está mal: una señora que aparece muy de vez en cuando le llama de todo, y María prácticamente se disculpa por tu tono, después de que yo saliera en su defensa, como creo que correspondía, para indicarle a Venecia los límites que el propietario de este blog ha fijado, y los límites que nos hemos fijado todos. Y ahora resulta que María hace su autocrítica, considerando en qué habrá ofendido a una persona que la puso como la puso y dejándome, por tanto, en la situación desairada de manifestar mi deseo de no ofender a quien ofende, de comerme lo que le dije a una Venecia que entró dando bofetadas. Una lección de vida y una lección de blog elemental: no te metas, lo que nos aconsejaban nuestros padres. Y ahora dices tú que te han dado una lección (que NOS han dado una lección...!) Claro, como saliste en defensa de María, pues te llevas la sorpresa de una intervención que, con todos mis respetos, no ve´nía a cuento: no porque María pueda considerar que se le escapó el tono (y no lo creo, considerando a lo que respondía), sino por la solidaridad que expresamos quienes nos hemos quedado en una de esas dos condiciones: o pidiendo perdón con ella, o con la cara de tonto de haber defendido a quien considerabas injustamente ofendida, para que, luego, ella se haga una autocrítica clamorosamente aplaudida, entre otros por el propio Amando. No me lo puedo creer.

En estas condiciones, creo que no estoy, en modo alguno, en el tono que se considera adecuado en este blog. Creo, María, que has sido profundamente injusta con quienes te defendimos en su momento e innecesariamente comprensiva con quien te ofendió, hasta el punto de invertir las condiciones morales de cada uno. Va a ser la última vez que entro a defender a alguien ante un abuso de lenguaje.

Y, disculpadme, pero es obvio que esto sí que implica la despedida definitiva, incluso para no encontrarme con cosas tan dolorosas como una declaración de principios que, en nombre de no sé que bondad universal, descalifica a quienes nos considerábamos ya amigos. Disculpad si no respondo, porque trataré, durante estos días, de no leer cosas que tengan este efecto. Cada uno tiene su sensibilidad, incluso su manera de somatizarla, y mis condiciones personales no me permiten llevarme desengaños de este nivel. La lección es que hay que distanciarse más de esto y esperar cualquier cosa. Desde luego, María e Isolda, vaya lección que me habéis dado.

maririu dijo...

Ferran te queremos tal como eres y no se lucha contra un quere...
¿cómo vas a reprocharle a la escipiona su manera de creer? tiene las virtudes del Escipión el Africano y los defectos de la misionera: el sacrificio.
Pero su credo no nos obliga a nadie, y el tuyo y el mío y el de otros nos obligaba a defenderla así, sin esperar recompensa alguna "per collons" valga el catalán que para mí me sale del alma en la que no creo.

sobre todo el día último.

Un abrazo hasta la noche antes no puedo

Ferran dijo...

Maririu, lo entiendo perfectamente. Pero, al contrario de lo que indicas, se trata de no defender a nadie que luego te deje en la intemperie. Uno lo ha aprendido a hacer en otros espacios, pero no esperaba tener que hacerlo en éste.

Flamenco Rojo dijo...

Don Damián, así se llamaba mi profesor de toda la vida, no tengo demasiados buenos recuerdos de él, demasiados “palmetazos” me daba cuando hacía alguna travesura. A mí quien de verdad me enseño fue mi querido padre QEPD, ese me enseñó entre otras cosas a ser muy simple, a nos ser una persona complicada. A ver las cosas positivas de que me rodean, a no buscarle los tres pies al gato. Un fuera de serie, mi padre, ese fue mi maestro.

Feliz día.

Gaspard dijo...

Dejaría de limpiar el maldito polvo, que progresa geométricamente, porque en polvo estaría a punto de convertirme.

Hace muchos años un profesor dijo sobre silencio: "Si no se sabe qué decir, mejor es callarse". Dejo mi pregunta, ¿sabéis quién lo dijo?

Amando Carabias dijo...

Ferran
Ahora quien se queda perplejo soy yo mismo. He repasado nuevamente la entrada de ayer de María A en la que viene a explicar las razones de su silencio de la semana pasada. Y por ningún sitio encuentro su injusticia para quienes defendimos a María frente a la extralimitación de Venecia. Ella comienza su escrito sintiéndose abrumada por los sentimientos que ha encontrado en este blog y dándonos las gracias a todos por lo que ha aprendido.
Luego desgrana lo que a su juicio han sido los motivos de su silencio y sólo al final de estas causas, es decir no una sola, sino varias, habla de hacer autocrítica sobre la intervención que causó todo la polémica. No dice más, ni siquiera dice que durante el proceso de autocrítica haya llegado a la conclusión de que se había equivocado su modo de actuar.
¿Que le di la razón?
Si no me equivoco, alabé su capacidad para la autocrítica, y pensé que se trataba de una reflexión sobre la primera intervención que motivó la desmesurada y criticada intervención de Venecia, que sin llegar al insulto, fue extralimitada, y quizá debí haber suprimido (cosa que barajé). En ningún caso, me parece, María A. se vuelve atrás de la respuesta que hizo a Venecia por carta. Y lo sigo haciendo. Pero también dije “Algunas veces sucede que sin pretender hacer ningún daño, una frase escrita casi por descuido origina un daño tremendo. ¿Somos culpables de ello? Pues es probable que no, pero reflexionar sobre ello nos ayuda.” Y también aquí me refiero a la primera intervención.
Pues sigo pensando lo mismo. No veo en esta actitud ninguna claudicación vergonzante, ni cosas por el estilo, ni me siento en fuera de juego por haber defendido a una persona.
No me parece que haya incompatibilidad en ambas circunstancias. Y desde luego no percibo una inversión en las condiciones morales de cada uno. En ningún momento se intuye el otorgamiento de la razón a la otra persona, ni siquiera de lejos. Lo más que se indica o, mejor, se intuye, es meditar con más calma algunas de las cosas que se escriben, cómo decir, a vuela pluma.
Otra cosa bien distinta, hubiera sido una abdicación de una postura, una confesión de culpabilidad donde no existía…
Puedo intentar comprender los matices de tu postura, puedo intentar vislumbrar que tu largo recorrido en otros lugares, te haya hecho daño; pero de la intervención de María A de ayer no puedo deducir que quienes la defendimos (tú, Isolda, Catherine, yo mismo y alguno más) hayamos quedado desautorizados o a la intemperie.
Buscar puntos de entendimiento, de no agresión, y reflexionar sobre nuestros propios actos, es una máxima de mi vida. Procuro ponerme en la situación de todo el mundo y acercar posturas, tendiendo puentes que procuren la comunicación.
Creo con honda convicción en el diálgo, siempre, y por lo mismo, creo en los silencios. Creo en la libertad de las personas y creo que no hemos venido a este mundo a sufrir. Y cada día, con amargura, aquí y en la vida de la calle, en casa, en el trabajo, se sufre sin necesidad.
Y si este punto que era de encuentro y como dijo María A para el enriquecimiento personal (y hablo de vuestras aportaciones, comenzando por la tuya, pero admirando todas), se va a tornar en un lugar para el enfrentamiento, lo tengo muy sencillo.
Pero hay muchas personas, empezando por mí, que disfrutamos de lo que aquí sucede.
COmo ayer dijimos, no queremos que te marches. Pero tampoco soy nadie para forzarte a ello.
Y como ayer dije me siento un poco cansado, quizá la mariposa que comezó su vuelo el 18 de noviembre, esté a punto de sucmbir.
La vida de las mariposas son efímeras.

Amando Carabias dijo...

Maririú
Nadie puede cambiar a nadie, es más simple, como dices, aceptarnos como somos.

Ferran dijo...

Wiitgenstein, Gaspard.

Amando Carabias dijo...

Pepe Gonce
Ayer mismo estuvimos con mis padres durante un par de horas en una tarde agradabilísima y tranquila.
Mi padre, entre otras muchas virtudes que yo no he heredado, tiene la manía de escuchar a todo el mundo y aprender de todo el mundo. Y el otro día leyó en algún sitio estre proverbio chino:
"Un hombre se lamentaba por el daño que le hacían los zapatos, hasta que se dio la vuelta y vio a otro que no tenía pies".
También te deseo un feliz día.

Amando Carabias dijo...

Gaspard & Ferran:
No lo sabía.
¿No lo escribió alguien en este lugar el otro día...?

Ferran dijo...

Amando, como es obvio, me dolería que este espacio se fuera a desmontar por algo en lo que yo haya tenido que ver. Si tuviera que salir ahora en defensa de ´María A. no lo haría. Porque se ha disculpado o ha considerado la posibilidad de dañar a quien entró a hacer daño, tras haber sido defendida por muchos. No hay abjuración alguna en sus palabras, pero son un reconocimiento de la posibilidad de herir a alguien que ha mostrado, en numerosas ocasiones, sus propias heridas previas y que entró de forma muy inadecuada en este espacio.

Comprendo tu cansancio. Pero deja que esa mariposa siga volando, porque te lo mereces tú y quien te acompaña. Desde que empecé a observar cosas que ya he comentado hasta la saciedad, recibiendo el apoyo de muchos, que agradezco, y el silencio de otros, que ahora comprendo mucho mejor, mis intervenciones han sido contenidas, procurando que nadie malinterpretara mi entusiasmo, confundiéndolo con la vanidad.

Nada me aterra más que los malentendidos. Nada soporto peor, a estas alturas, que aún puedan dolerme las palabras de personas a las que ni siquiera conozco personalmente, pero a las que creía conocer. Dejemos el tema zanjado y, si de algo vale aún esta opinión (en la que se han reunido dos problemas en dos días, que ya es decir, y a mano de sus personas muy concretas, por una de las cuales sentía estimación), te pido que mantengas este espacio. Yo no entraré ya más, ni siquiera como lector, dado que incluso en esas condiciones puedes llevarte un disgusto. Pero en modo alguno quiero ser responsable, por mínima que sea la parte de lo que se ha producido por una desgraciada cadena de circunstancias. Sin los silencios de una y sin la intervención grosera de alguien ajeno a este grupo, con lo que creo que es una respuesta desconcertante de María A., no se habría producido esta situación. Quién nos lo iba a decir. Quién me lo iba a decir.

Gracias por tu hospitalidad generosa.

Marian Raméntol dijo...

El Maestro en mayúsculas no es aquel que traslada el conocimiento a bocajarro esperando a que el alumno lo memorice, si no aquel que como en poesía, sugiere, lanza el hito al aire, suscita y luego espera paciente a que ese concocimiento se procese, poco a poco, bajo su atenta mirada.

Un besote
Marian

Alena.Collar dijo...

Pues yo creo que es absolutamente honesto disculparse si uno siente que ha podido errar, aunque otros hayan defendido tu posición.
No creo que eso deje en mal lugar a nadie, sino que honra a quien lo hace.
Si yo cometo una torpeza con Amando, y Amando se disculpa conmigo porque cree que mi torpeza pudo venir causada por algún desliz suyo, aunque todos me hayáis defendido a mí, la posición de Amando sería muy noble.
Como lo es-me parece- la de María.
Estoy bastante cansada de este estilo de cosas, que perturban los espacios tan agradables como éste. Sinceramente.
Creo que si una situación ha sido zanjada no se debe volver sobre ella.
Pero es mi criterio y me puedo equivocar completamente.

Amando Carabias dijo...

Ferran
La hospitalidad ha sido mutua, y de hecho, espero que continúe de algún modo.
No quiero incidir más, porque sería buscar la propia contradicción.
Todos nos resentiremos, estoy seguro, pero no repetiré más lo que se lleva diciendo en todos estos días.

Amando Carabias dijo...

Marian Ramentol
Este es uno de los aprendizajes que se obtiene de la poesía, la sugerencia, la evocación, el inducir a las propias conclusiones.
Y tan importante como ello, efectivamente, la paciencia, observar cómo evoluciona la planta, podarla, quizá, es otra de las tareas del maestro, que bien señalas.
Otro beso.

Amando Carabias dijo...

Alena Collar
Creo que lo resumes con bastante claridad. También es mi postura. Como siempre digo, la naturalidad.

Anónimo dijo...

Tantas veces planteamos mal las preguntas. Lo interpreto como una invitación a vivir. Más allá de la pregunta en sí. Y no la manida cuestión de qué es lo último que harías. Esa sólo invita a la acción concreta, breve. Leí el correo. Mil gracias.

Anónimo dijo...

Decir que no ha habido maestros en mi vida sería faltar a la verdad.

Personas que dedican tanto tiempo de su vida impartiendo conocimientos a generaciones venideras, merecen un respeto de todos nosotros.

Pero yo, hijo del Flamenco Rojo, estoy orgulloso de seguir en la misma línea que él, si alguién ha marcado mi vida en positivo, ese ha sido mi padre.

Yo no quiero dedicarle mis líneas cuando él ya no esté conmigo, necesito y quiero expresarlo ahora.

Afortunadamente, él lo sabe. Es padre y maestro.

Amando Carabias dijo...

Neuroscopetrix
Sí la pregunta es la clave para hoy: ¿Qué dejaríamos de hacer?

Amando Carabias dijo...

Alvaro Goncé y Reyes Ledesma
NO me extraña lo que decís. Flamenco Rojo es un ser excepcional.
Tiene que ser una suerte para él poder leer estas palabras vuestras.
Solo por ellas el día ya sonríe.

Flamenco Rojo dijo...

Con tu permiso Amando.

Ahora mismo me costaría trabajo articular palabra por el nudo que tengo en la garganta. Además como soy de lágrima fácil también me está costando escribir porque tengo empañadas las gafas. La labor de un maestro es fácil o difícil dependiendo de los alumnos que tenga. Lo mismo les ocurre a los padres con los hijos. En mi caso me siento muy afortunado con los tres hijos que tengo, Álvaro y sus dos hermanos. La pequeña Carmen todavía esta en proceso de aprendizaje pero sus hermanos mayores, Álvaro y Alonso, ya superan al maestro con creces.

Un beso para ellos.

A mis hijos

No quiero dejar tristeza
cuando me marche de aquí,
no quiero que nadie llore
cuando me tenga que ir.

No dejo una gran fortuna
ni herencia que discutir,
ahí les dejó el corazón
lleno de un inmenso amor.

Sólo puedo regalarles
las palabras que escribí,
traté de plasmar en ellas
lo que no supe decir.

No fui nadie especial
no hice nada excepcional,
sólo fui un ser humano
como todos los demás.

Traté de dar lo mejor,
poco fue en lo material,
y yo a cambio recibí
de cariño un gran caudal.

No quiero una despedida
que a ustedes haga sufrir,
no quiero sentirme triste
déjenme partir feliz.

No pongan sobre mi tumba flores
su delicado aroma no podrá
deleitar mis sentidos,
ni a mi alma cautivar.

No lloren queridos hijos
cuando ya no esté yo aquí,
ahí les dejo los recuerdos
para que piensen en mí.

Rosalinda Cervantes

catherine dijo...

Conocìa el problema al revés: qué harìas el ùltimo dia de tu vida; con la respueta: lo mismo que cada dìa. La vida sigue hasta la ùltima hora aunque quitar las imposiciones no sea una mala idea.
Mi padre me enseño la curiosidad, mirar y escuchar sin ideas preconcibidas.

Anónimo dijo...

Pepe Gonce. Felicidades

Isolda Wagner dijo...

Gaspard, no sé la respuesta, pero era alguien muy sabio, seguro.
Quizá Confucio? No sé, pero es una buena máxima y acostumbro a ponerla en práctica; (aunque a veces me equivoque)
Besos y me alegro mucho de tu mejoría.

Amando Carabias dijo...

Pepe Gonce
Con razón tus hijos te quieren de esta manera. Si has conseguido inculcarles lo que dice este poema, te has ganado un puesto en el cielo. No hay ninguna duda. Y lo siento si no crees en él, estarás allí. Es así, no hay vuelta de hoja.

Amando Carabias dijo...

Catherine:
Yo no sabía la respuesta, sí la pregunta.
También hoy desvelaré como surgió esta entrada.
Fue dándome el largo paseo de la tarde, en la entrada de mañana que espero sea desengrasante, os cuento lo de mis largos paseos, cuando se me ocurrió la idea. No entiendo, como he dicho más arriba (por favor, lo que he hablado hoy, no me extraña que me duelan los dedos)muchas cosas, ni que la gente sufra por asuntos superficiales. Y me pregunté a mí mismo, qué cosas dejaría de hacer si hoy fuera mi último día.
Sé que la pregunta es parecida, pero no es igual. A lo mejor para poder ser feliz, hay que pensar en dejar cosas, actitudes, preocupaciones, ocupaciones inútiles, imposiciones estériles, más que en hacer muchas cosas.

Amando Carabias dijo...

Isolda
Rara vez uno se equivoca con el silencio. Y soy la prueba evidente, por lo contrario, claro. Un par de refranes que me aplico a mí mismo: quien mucho habla, mucho yerra. Y otro, creo que un proverbio chino: "Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras".
Así me luce el pelo.

Amando Carabias dijo...

Neuroscopetrix
Aggg, me salté el orden. Es que has escrtio poco y el ratón...
Que tienes razón: Pepe, felicidades.

María A. dijo...

AYER DIJE:
“Gracias a todo el mundo por lo que me habéis enseñado.”….
…” considero que cada persona puede tener sus gustos y sus apetencias personales. Y que la libertad de expresión de cada uno/a debe ser respetada. Por último, y sin querer ofender a nadie, desde chica me inculcaron el respeto a los demás, máxime si son personas mayores…”
“para finalizar, reitero mi agradecimiento y afecto a la buena gente de esta tertulia, yo también os quiero y no quiero que nadie se ofenda, ni se vaya. YO NO LO HARÉ.
Una es como es y ya está…”

HOY DIGO:

“Gracias a todo el mundo por lo que me habéis enseñado.”….
…” considero que cada persona puede tener sus gustos y sus apetencias personales. Y que la libertad de expresión de cada uno/a debe ser respetada. Por último, y sin querer ofender a nadie, desde chica me inculcaron el respeto a los demás, máxime si son personas mayores…”
“para finalizar, reitero mi agradecimiento y afecto a la buena gente de esta tertulia, yo también os quiero y no quiero que nadie se ofenda, ni se vaya. YO NO LO HARÉ.
Una es como es y ya está…”
Pues eso... Felices sueños... Besos africanos.

catherine dijo...

Amando, descansa, relax. Deja las preocupaciones, ocupaciones y imposiciones inùtiles o estériles digo parafraseando tu respuesta.
Buenas noches.