viernes, 19 de junio de 2009

LA CARA OCULTA DE LA LUNA. y 4



Arilde, por fin, hizo el primer gesto.
Nadie supo que en aquel movimiento casi invisible, enterrado, o mejor dicho, encarnado, iba todo el afán de reconciliación con su hermana, como si aquella señal ingrávida, contuviese el abrazo más intenso. Habían pasado varios días, de una densidad líquida, de un color acerado y venenoso como el mercurio, o quizá pasaron semanas.
Por fin señaló el diario, como si en su gesto estuviese encerrado todo el ímpetu de la verdad.
Entonces no hizo más, no lo pudo hacer.
A aquella hora sólo su madre estaba con ella, resignada, como una flor que se marchita, a la suerte de perder a su otra hija como le habían arrebatado a la anterior. Suponía, con conciencia de protagonista de tragedia griega, que Arilde, en realidad, también había muerto; intuía que silenciar definitivamente el motor cansado y desgastado que impulsaba su hálito interior era cuestión de tiempo, desconocía si mucho o poco, aunque sospechaba que escaso, pues el fondo de la cuestión estaba decidido; pero, sin que la razón pudiera expresarlo con su idioma, sentía que debía permanecer a su lado. Todos le decían que era inútil su presencia constante, pero ella, aunque no podía justificarse, sabía que debía permanecer a su vera, y allí estaba. Aquella señal, le conmocionó como si hubiera asistido a un milagro evangélico, o como si bajo sus pies creciera el epicentro de un terremoto. Tras la inicial turbación, antes que el cerebro, sus ávidos ojos de madre que desesperaba comprendieron el significado del tremor del dedo y buscaron el objeto señalado.
Sobre la mesa de la habitación, donde apuntaba Arilde, había una baraúnda de objetos que gritaban en silencio: ropas, complementos, útiles escolares, restos, en fin, que ofrecían el reflejo del caos vital de los pocos años de su hija. Cuando por fin se dio cuenta del destino preciso de la seña, se lanzó sobre el cuaderno, como un sediento en el desierto se arroja a un charco de agua.
Abrió extrañada las cubiertas, pues aún desconocía el contenido; nadie sabía del diario, ni la mera presencia del cuaderno delataba algo diferente de un anodino cuaderno azul donde podrían descansar los apuntes de una fórmula física, o la exposición de una teoría filosófica, o la abstrusa resolución de un problema matemático, o el esquema de una lección histórica. A medida que los ojos ávidos leyeron, comprendió. Detrás de cada frase, ahondaba un mensaje críptico escrito en clave, a pequeñas dosis que formaban estratos de dolor.
No te puedo explicar con mayor claridad, porque no puedo prever si este cuaderno acabará en tus manos, o Él lo descubrirá antes. (…)
No sé si lo dijo así, pero, entre golpe y golpe, entendí que me decía que sospechaba que me estaba yendo de la lengua y que, en ese caso, no daba un cuarto por tu vida; le juré y le perjuré, que nadie nunca sabría nada de lo suyo, ni Ellos, ni Tú.
Pronto, a pesar de las lágrimas que embrumaban la lectura de las palabras, se dio cuenta de que no había nombres propios, salvo descripciones más o menos vagas; sin embargo, descubrió que había varios personajes: un Tú, que pronto supo que era Arilde, un Ellos que podían ser Fabián y Osorio, o, incluso, ella misma y su marido, y un Él ominoso, el causante de aquellas brutalidades. No había más, hasta la última página. Sólo reflexiones sobre algo terrible que empezaba desde el principio, y que se acumulaba pesadamente sobre las conciencias.

Esto que escribo será la única prueba, me temo, de mi sufrimiento, salvo accidente, o su muerte, que deseo con todas las fuerzas de mi corazón; pero no puedo ser más clara. (...)

Me he atrevido a rebelarme, bueno, a levantarle la voz, y la amenaza ha sido tremenda; no quiero eso para ti, así que seguiré aguantando este dolor, esta vejación, esta tortura. (...)

Después de una semana, todo me da igual; sé que tengo que salir a la calle, sé que nadie debe adivinar mi situación, esta vida oculta que me hace llevar, pero menos que nadie Tú y Ellos, pues de lo contrario… No me atrevo ni a escribirlo. (...)

Si descubre este diario soy cadáver, te lo aseguro, Él no me quiere, sólo me utiliza (…)

Hoy es el último día. Ya no puedo dar un paso, pero es casi imposible que te pase algo, tranquila. Después de lo que le diré, me matará, al fin, pero Tú leerás estas líneas y será su final. Tienes que hacerlo por mí, aunque me sigas odiando. No puedo seguir adelante. Sólo le diré que he hablado con la Policía y que le he acusado. Por desgracia, no lo he hecho, no me atrevo, pero Él lo creerá y actuará en consecuencia. Ya no puedo mirarme al espejo, y mucho menos a Ti o a Ellos. Ha acabado conmigo, me ha obligado a vivir una vida depravada, amenazándome con tu muerte en caso de que me fuera de la lengua. Y eso, no lo podía tolerar. Aunque parezca lo contrario, habito en el lado oculto de la luna, y ese lado que desconocéis es el que me precipita a la destrucción, Arilde.

Un estremecimiento, terrible cuyo epicentro no se situó en algún punto de la corteza terrestre, sino de su ser, sacudió su constitución materna, pero no sólo física, sino espiritual, psíquica, anímica. Aún así, recuperó el movimiento, y entregó el cuaderno al abogado de la familia.
Comprendió que el horror les había llevado a cometer una terrible injusticia con Fabián y Osorio.
¿Aquéllos hombres les podrían perdonar?
Cuando el Comisario Gayano Balmes les llamó a su despacho para explicarles quién era el asesino, así como las razones que le habían impulsado a semejante atrocidad, comprendió que el conocimiento de tales circunstancias sólo aportaría mucho más dolor a su ya maltrecho corazón. Veridiana había sido víctima de un psicópata sádico, al que nadie en Euritmia hubiera catalagado como tal.
Tener constancia de este detalle sólo añadió confusión al caos en que se había convertido su vida. Saber que se trataba del jefe del novio de la chica, fue la puntilla para Fabián que nunca regresó a la ciudad, donde jamás se volvió a saber de él.
Otro cadáver, por muchos que sus piernas hollaran calles de algún otro lugar.
En fin, comprendió que, aunque el lado oculto de la luna esté cancelado a nuestra vista, a veces es imposible evitar que sus habitantes traspasen su tenebrosa frontera, y conviertan las horas vespertinas en nefastas tardes polvorientas y sudorosas, vibrátiles de escamas plateadas, acuosas de reptiles extraviados e ígneos.

18 comentarios:

Flamenco Rojo dijo...

Ofú, ya me puedo ir tranquilo al sobre... Me había imaginado otro final... Menos mal.

Mañana hablamos.

Un abrazo de 32ºC (a las 00.30) A ver quien puede dormir aquí.

Isolda Wagner dijo...

Amando, es muy tarde, lo sé, pero no puedo dejar de felicitarte por este último relato. Primero, por la sorpresa final, que por supuesto, ni se me pasó, ni -creo- se me podía pasar por la cabeza. Pero a esto ya estamos más o menos acostumbrados.
Lo que me parece absolutamnete fantástico, es la primera parte, mientras sin apenas dar datos, logras ponernos en antecedentes del tiempo transcurrido entre el relato nº 3 y este último. Fascinante,de verdad.
Gracias y un beso para descansar bien.

maririu dijo...

esoy en Barcelona hoy aún perohe podido entrar mañana Tortosa espero que me funcionará el ordenata.
La verdad el fnal es inverosímil, como si te hubiera dado miedo la verdad.
pero lo volveré a leer todo (aqui o puedo) porque a lo mejor me equivoco.
un abrazo caluroso
Mririu

Pilar dijo...

Hola querido amigo.
Antes de nada muchísimas gracias a ti y a todos los que se han interesado por la nota de Pablo (mi hijo) en la Pau, y a los que me han dado ánimos desde todos los rincones de este querido blog . A todos vosotros, un fortísimo abrazo de mi parte y de la suya.
!Qué deciros!, que me hubiera gustado entrar hoy, como todos los días, en Pavesas de un contento subido, pero, desgraciadamente, no ha podido ser así. Las bajada de unas décimas implacables de una nota aleatoria, en la que un buen alumno se lo juega todo ante lo arbitrario de un profesor que le corrige sin ni siquiera conocer su trayectoria académica , han sido las p. protagonistas durante estas últimas horas para él, para mi familia, y para las personas que más me quieren.
Esas décimas serán decisivas en su elección profesional para el futuro, y las que pautarán si puede o no dedicarse a la psiquiatría, que es en lo que él le gustaría trabajar por vocación y desde siempre. Un 7,8 de nota final le pone en la picota. Lo intentaremos, no obstante, con todas nuestras fuerzas, y sólo nos queda esperar que alguna universidad le admita, sino ahora, después del verano, y aún más allá. Como segunda opción eligirá psicología clínica, que se acerca bastante a lo que él pretende dedicarse en la vida, que según sus palabras textuales no es otra cosa que ayudar a los que sufren y conseguir que sean un poco más felices. Quizá a la larga, esa opción sea la que le haga a él más feliz.Nunca se sabe. Pero hoy, él está sufriendo y su sufrimiento destroza mi alma más que si fuera mío.
Perdondad que hoy no comente a Amando, que no mande besos abisales, ni me sumerja sinuosamente en mi pecera haciendo glub, glub. No tengo mucho ánimo, creo que lo comprenderéis.
Gracias otra vez por permitirme de nuevo dejar en este espacio virtual un poco más de mi, aunque hoy sea tragándome las lágrimas.
Un beso muy fuerte para todos, uno a uno y sin excepción.
Pilar.

Amando Carabias dijo...

Pepe Gónce: Avisé que el desenlace era inesperado.
Ahora lo explicaré, pero como dije a alguien, se hablaría del desenlace.

Amando Carabias dijo...

Isolda: Muchísimas gracias por tus palabras. Esto que resaltas, precisamente era una de las cosas que buscaba con este relato.
Respecto del desenlace, creo que es mejor que lo explique contestando el comentario siguiente.

Amando Carabias dijo...

Maririu: Buenas tardes y muchas gracias por el ´comentario que me da pie a explicar algunas cosas.
En primer lugar este final, mejor dicho el penúltimo párrafo, el que empieza "Cuando el Comisario Gayano Balmes les llamó..." es de nueva generación, quiero decir, que lo escribí anoche mismo. El final no contaba con él. Era mucho más abierto, quiero decir, ni siquera había un culpable: un cadáver y dos sospechosos exculpados. Este final sí me dio miedo, no tener un crimen resuelto, sino un cadáver sólo producido por el mal, un mal brutal que es como si fuera una persona en sí mismo.
Esto sucede y no lo queremos ver, pero sucede.
Lo normal, efectivamente, es que el culpable sea casi siempre alguien próximo a la víctima, bien lo saben los policías y expertos en crímenes. De algún modo lo que sospechó Euritmia, es lo que hubiéramos sospechado todos, es lo que por desgracia sucede tantas veces en nuestra sociedad.
La primera versión de este relato data de 2005, antes pues de que sucedieran casos como los de Marta del Castillo, los de Melanie, etcétera.
No pretendo pues, hacer un relato de lo que ya sabemos, sino reflexionar sobre dos cosas: el mal está entre nosotros y se encarna en cualquiera; nadie tiene derecho a condenar a nadie sin un juicio.
Quizá debiera haberme centrado más en Fabián, pero preferí hacerlo en el sentimiento de culpa de Arilde, que también había juzgado con demasiada precipitación a su hermana.
Un beso, y repito, muchas gracias.

Amando Carabias dijo...

Pilar: Supongo que a estas horas la ilusión contrariada hace que la herida supure algo. Nos rodean, bien lo sabes, experiencias similares a la vuestra, y todo es posible.
Si vuelvo mis ojos hacia lo 17 años, sé que es el mundo el que se desmorona sobre el corazón de tu hijo en estos momentos. Pero dile de mi parte, que con psicología clínica, si es que al final no sale su primera opción, aliviará muchísimos dolores. Que no todo el sufrimiento (y también lo sabemos por experiencias bien próximas -en mi caso ni te cuento-) está en el cuerpo.
Además, en último extremo, soy de la opinión que los golpes y las dificultades no se deben tomar sólo como eso, sino como parte del aprendizaje.
Además, el consejo de Isolda de anoche quizá mereciera una leve reflexión, quizá alguna consulta. No sé.
En todo caso, gracias a ti, por compartir con nosotros el problema.
Y por lo de esta entrada no te preocupes, hay más días y más entradas.
Total esto es pura ficción ¿o no?
Un beso.
El lunes espero tu sonrisa, ¿vale?

Ferran dijo...

Bueno, a la espera todos de que las expectativas de Pilar se cumplan, voy a atreverme, como nos invita Amando a hacerlo, a dar un consejo. Un consejo de amigo de este lugar lleno de sinceridad y de preocupación por la suerte de quienes conocemos de este modo. Estoy totalmente de acuerdo con Isolda. Y lo estoy por experiencia propia, cuando alguien decidió que repitiera un curso para poder hacer lo que de verdad quería: la carrera de Letras, dedicando un año entero a sacarme de encima lo que, entonces, era para mí el espanto de las matemáticas y la física (luego, he vuelto a ellas con serenidad, sin el temor a ciertos castigos de los años sesenta que sólo servían para bloquearnos -Amando sabe de lo que hablo-). Y nunca me he arrepentido de ese año en que me "adelantaron" otros, pero que me permitió organizar las cosas y hacer lo que tenía escaso prestigio, fácil acceso, pero que no ha dejado de ser el territorio en el que he querido desarrollarme como persona y como profesional. Por ello, si las cosas parecen torcerse, esperar y aprovechar ese tiempo, que nunca se pierde, con adquisición de conocimientos indispensables, como los idiomas. Por tanto, Pilar, fuera angustias: la situación es demencial (y ya verás que lo es más adelante, que yo estoy en la universidad desde hace veinte años...), pero es una de esas encrucijadas en las que tenemos que disponer de una alternativa, si dejarnos dominar por un cauce injusto. ¿Que sale bien a la primera? Perfecto. ¿Que no se llega a ese 7,8? Pues tranquilidad, no desmoralizar a nadie, pensar en lo que ese año ofrece por delante para que sea de provecho. Y no tolerarle el paso a la tristeza por un asunto burocrático...La vida puede esperar ese año, si las cosas salen mal. Y la vida sigue durante ese tiempo, proporcionándonos formas de aprender. Nunca doy consejos, porque te pillas los dedos, pero sólo se trata de compartir una experiencia y que sea provechosa. La distancia quizás nos permite ver las cosas sin el agobio de esa necesidad inmediata. Yo habría sido un desgraciado toda mi vida si hubiera aceptado seguir el camino de una renuncia a lo que quería ser, a lo que he sido y soy. Ánimo, y a vivir esto a espaldas de quienes fabrican angustias generalizadas en los despachos ministeriales...y te aseguro que fabrican muchas, que yo las vivo y las capeo constantemente...

Gaspard P.-A. dijo...

"Comprendió que el conocimiento de tales circunstancias sólo aportaría mucho más dolor". Me ha llamado la atención esta frase, y no porque no la comparta, sino por justo lo contrario. Estamos acostumbrados a seguir lo de "la Verdad te hará libre". Sin embargo, la verdad con mayúsculas existe con dificultad, sólo llegamos a la parcialidad. Y lo poco que descubrimos, porque no nos da todas las explicaciones que quisiéramos, o porque nos revela que, seguramente, ésta totalidad de la verdad no existe siquiera, nos produce mayor malestar. Peor el remedio, o medio remedio, que la enfermedad. La ignorancia, a veces, es una coraza, aunque nos enseñen lo contrario. ¿Es sabio en ocasiones lo de "prefiero no saberlo"? En Medicina se dan no pocos casos de gente que no quieren someterse a pruebas que les revelarían si van a sufrir tal enfermedad transmitida mediante los genes. Y también están los casos de víctimas que se desentienden de la identidad de los victimarios, que renuncian a colaborar en el juicio. "La verdad no lo/la devolvera a la vida", vendría a ser la respuesta a la pregunta, "¿por qué?".
***
Yo, al igual, que Ferrán y los demás, quiero enviar ánimos a Pilar y su hijo, sabiendo que desde la distancia los problemas no afectan tanto, y que desde cerca todo se ve, lógicamente, más grande. La presión de jugártelo todo es injusta; el método, ridículo. Pero tiene suerte si sabe qué es lo que le gusta. Mi padre quería que estudiase en la Politécnica o en la de Minas, al final le convencí para hacer "sólo" Estudios Comerciales. No por vocación, sino porque ya que él no veía bien que me convirtiera en un filósofo de la Normal Superior, al menos me iba a permitir evitar más ecuaciones (todavía no había Bac Económico, sólo Científico). Tengo mediocres recuerdos de las clases preparatorias, "prépa", viendo cómo se me escapaba para siempre la oportunidad de refutar a Heidegger o Lacan :)
Aún hoy me lamento de no haberme salido con la mía. Así que suerte para los que saben por dónde buscarla.

Maria Sangüesa dijo...

Amando, me reitero en lo que ya te dije otro día: eres la muestra de que se puede hacer buena literatura con la trama de la novela negra. Buen e inesperado final, es algo a lo que ya nos tienes acostumbrados. Te felicito de todo corazón.
Lamento el disgusto de Pilar, y lo comprendo, por dos décimas mi hijo no pudo ir a la Universidad Pública. Ya está terminando tercero de Comunicación Audiovisual, con muy buenas calficaciones y, además, disfrutando de su carrera que es la que quería estudiar. Me parece tremendamente injusto que unas décimas puedan torcer la vocación de una persona que no cuente con medios suficientes para concederse otra alternativa en la privada. Es demencial lo que hacen con nuestros hijos, no hay derecho.
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Con tu permiso, Amando, quisiera dirigirme a Pilar para decirle que no se desanimen del todo por la nota de la selectividad obtenida por Pablo.
El comentario de Ferran, lo suscribo al 100%, y aprovecho para agradecer el que hizo el miércoles, gracias Ferran.
Cierto es que la vida puede esperar un año…o que nunca se sabe dónde está lo mejor.
Por si os sirve de algo y con cierto pudor, me gustaría contaros de la forma más breve posible mi trayectoria como estudiante. Enfermera, siempre quise ser enfermera… En mi casa, todos querían que hiciera medicina, pero no, yo quería ser enfermera…
Justo cuando me tocaba ir a hacer enfermería, por primera vez, era necesario tener COU y pasar un examen de ingreso… Hice la selectividad y obtuve una nota válida para entrar en Medicina –el primer año del numerus clausus-, pero no aprobé el examen para hacer Enfermería. Me negué a iniciar los estudios de Medicina y, por hacer algo, hice 1º de Derecho. La economía familiar, no estaba para pagar caprichos y me financié el año cuidando niños, limpiando escaleras, casas y lo que hiciera falta. De 1º de Derecho, solamente aprobé la asignatura que me apasionó: Historia del Derecho, con el profesor Francisco Tomás y Valiente… que acentuó mi pasión por la Historia, no sólo del Derecho... de tal manera que, al año siguiente, por si no aprobaba la prueba de la Escuela de Enfermería, me matriculé en Historia. Pero aprobé Enfermería y fui feliz. Compaginé los estudios de Historia y Enfermería...La 1ª, la dejé en 2º año ya que la Enfermería ocupaba toda la jornada. Además, el hecho de que mi pareja, Historiador, fuera uno de mis profesores en 2º, me hicieron abandonarla en el plano formal…Hoy sigo con la Historia y el Historiador… Acabé enfermería y como no encontraba trabajo estable en el medio sanitario, me hice profesora de Formación Profesional, primero como interina y un año después, saqué las oposiciones, tenía 23 años. Nunca pensé en ser docente, ni me lo planteé y, en cambio aquí estoy, casi 30 años después… Y he seguido estudiando… unas veces para cumplir un compromiso. Así, pedí una excedencia y me fui a hacer una licenciatura relacionada con las ciencias de la salud y la educación. Y me hice Licenciada en Ciencias Médico Sociales en Lovaina….Y me apasionó. Incluso hice todos los cursos de doctorado…Cumplí la promesa… Tuve ofertas de trabajo interesantes, pero volví a mi plaza de profesora de FP, ¡tan denostada!, a mi aula. Y fui feliz.. soy feliz como profe. Seguí estudiando, esta vez para mí misma.. Hice la Licenciatura de Antropología, en Sevilla. Y me apasioné.. Nunca he podido hacer nada relacionado con esta disciplina, -nunca he querido entrar en el mundo universitario…con un "sufridor" en casa es suficiente...- . Los estudios realizados, si bien poco me han servido en lo profesional, creo que me ayudan en mi trabajo como profesora de FP, también en la vida personal…pienso que me ayudan a intentar comprender el mundo en el que vivo… y soy feliz desempeñando una profesión que ni en sueños imaginé. Supongo el día que lleváis…Y me veo hace 30 años, llorando desesperadamente por no haber superado la prueba de la Escuela de Enfermería…Hoy, agradezco que la suerte no me acompañara en aquel momento, lo que me permitió aficionarme a la Historia y conocer a un gran profesor (Tomás y Valiente..) y un compañero de vida. O que el destino y el paro existente en el sector en aquel momento, me llevaran a donde hoy estoy, intentando como todos, ser feliz y hacer felices a los que comparten algo conmigo. Mucho ánimo y muchos besos africanos.

Isolda Wagner dijo...

Una historia preciosa, María, gracias por compartirla con todos.
Besos que van para Africa con el corazón.

Amando Carabias dijo...

Gaspard: Esta es la realidad que más se prodiga.
Quizá no en la liteatura, quizá no en el cine, pero sí en la vida. Sobre todo entre las madres. Yo la he vivido en persona y es tremendo comprobar con qué patetismo sincero se dice: "eso no le va a devlolver la vida".
No se acaba la rabia, ni se acaba el dolor, ni se acaba el sufrimiento. Sólo se acaba la vida, para qué buscar a los culpables, para qué darles un castigo, para qué nada de nada.
Eso que podría sonar a conformismo barato, a resignación humillante, sólo refleja una cosa: si ha perdido la vida, lo demás no tiene importancia.
Así en frío, ya digo, parece un contrasentido, pero cuando uno ve a una madre encogerse de hombros cuando un abogado le insta a que inicie acciones que puedan derivar en sanciones más fuertes y ella se encoge de hombros, cuando los otros hermamos intentan avivar esa vía, y aún así ella se niega, uno empieza a comprender ciertas cosas.

Amando Carabias dijo...

María Sangüesa: Muchísimas gracias por tus palabras.
Como dije el otro día, creo, la novela negra siempre me ha gustado y creo que es una buena vía para buena literatura (no hablo por mí, en serio), porque ayuda o, puede ayudar, a deseccionar muy bien los comportamientos humanos y sociales.
Lo malo es que muchas veces sólo nos quedamos en el argumento, y ahí es donde quizá se pueda empobrecer. Quizá, sólo venda el argumento.
Pero bueno, eso es lo que hay.
Ya hablamos sobre el asunto hace unos días, y con lo que está pasando en las librerías, mejor no menearlo, que diría un castizo...

Amando Carabias dijo...

A todos: Estoy leyendo cada comentario que hacéis en relación al tema de la PAU y de Pilar. Creo que no debo contestar a ellos, esperemos que le sirvan a ella.
A todos, agradeceros, creo que en su nombre, y en el mío propio, que hagáis este generoso esfuerzo de memoria, y de desnudar parte de vuestras vidas. ME hace temblar vuestra sinceridad, y me hace tomarme aún con más responsabilidad la tarea. Supongo que Pilar (y algunos más que nos leen y están en situaciones similares) meditarán vuestros consejos, que son sabios por venir de quienes vienen.
Luego cada quien tomará el camino que sea menester...
Sigo leyendo apasionado, vuestras palabras, y a ver en qué termina el poema de mañana.
Besos y abrazos para todos.

Flamenco Rojo dijo...

María, vecina, como ha dicho Isolda, una historia preciosa, yo también te doy las gracias por compartirla con nosotros.

Un abrazo de 32ºC.

Susana dijo...

María la africana, una vida interesante la tuya, una experiencia de vida que me ha dejado sin palabras. Se te siente pausada y reflexiva a pesar de ser una persona activa como pareces ser y eso me gusta.
El comentario a Pilar es de agradecer y sabemos cómo se siente porque hemos pasado experiencias similares o nos obligarán a pasarlas en el futuro. Pero nunca sabremos donde está o pudo estar la verdadera felicidad, en la puerta que se nos cierró o en la ventana que se nos abrió después.
Pilar y yo hemos hablado esta mañana largo y tendido, para algo somos amigas y compañeras, y creo que entiende todo lo que le he dicho. Nunca aferrarse a algo desesperadamente, dejar siempre una vía de escape. Creo que lo ha entendido perfectamente, pues esta mañana ya se había puesto manos a la obra.
Pilar, sabes que te quiero y no puedo verte sufrir, no puedo ver lágrimas en tus ojos verdes.
Besos a María por compartir su experiencia y para ti, escribidor