lunes, 4 de mayo de 2009

¿UTOPÍAS PARA EL PRINCIPIO DE MAYO?

Foto tomada de imágenes Google

La palabra de cada día 2004.
Diario de un opositor. Mes de mayo

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(En realidad este texto debería haberse publicado el 1º de mayo, pero dado que era comienzo de un largo puente, he preferido dejarlo para el primer día laborable tras la fiesta).
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Cuando este mes arranca, mi primer pensamiento va dedicado al mundo entero, con el ferviente anhelo de que sea un mes (iré poco a poco en mis deseos) en el que los males que tanto nos dañan, al menos, se atenúen.
Cuando el primer día del mes ha sacado a la calle a los que con su trabajo hacen posible que los pueblos y las naciones crezcan, hoy que es el día de fiesta más universal, pues en todo el planeta se celebra, hoy, digo, deseo que mi bandera sea de leve gasa transparente, que no lleve ninguna idea prefigurada, ni ninguna preferencia divisora o partidaria. O mejor aún, que reúna todos los colores del universo, del arco iris. Porque en el fondo, creo que las ideas, cuando son eso ideas, no puñales invisibles lanzados por las neuronas, son patrimonio de todos, de cualquiera de nosotros.
Quizá no sea bandera, más bien, ingenuidad infantil e irredenta. Quizá sea sueño utópico. Pero es mi sueño:
Me encantaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que nadie tuviera que huir de la tierra que le vio nacer, porque pasa hambre, porque sus ideas no tienen una silla donde descansar, porque el color de su piel resalta sobre el fondo del paisaje, porque su opción sexual es diferente al de la mayoría, porque su libertad es el sueño roto a causa de los opulentos, porque su inteligencia ha sido rechazada, porque sus ideas son como vagabundos erráticos, porque su mano, me da igual la izquierda o la derecha, sólo tiene una posibilidad: agarrar a la otra, pues la pala, el pico, el martillo, el arado, el teclado, las redes de pesca, se deshicieron en un sueño ancestral, en una pesadilla cósmica de guerra, caos, injusticia, pobreza, hambre, enfermedad, ambición de las multinacionales y corrupción de los poderosos.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que ser mujer no fuera sinónimo de ser hembra, sólo hembra y en muy pocas partes del mundo ser humano. En que ser mujer no signifique trabajar el doble, o el triple, o el quíntuplo que un varón y cobrar la mitad, la tercera parte o no cobrar. En que ser mujer no equivalga a sufrir, ignorar, engendrar, parir y morir. En un mundo en el que su vida femenina sea un periplo de estatura humana: hija, nieta, estudiante, amiga, compañera, amante, artista, deportista, pensadora, política, profesora, madre, abuela…, persona, en fin, persona inalienable, libre y plena. Pero ante todo, en un mundo en el que por todo eso, y por muchas más cosas que me dejo, ser mujer signifique, como poco, no ser menos que los varones.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que cada aldea, pueblo, villa, ciudad, metrópoli, megápolis esté llena de su gente, hombres y mujeres, que van o vienen de trabajar, van o vienen de ocupar su tiempo ganando el pan, la leche, la carne, las verduras, el pescado, el vestido, el coche nuevo, los libros, los discos, las entradas para el cine o el teatro y la hacienda, sirviendo a las necesidades de los demás, no pasando el tiempo, sino llenando sus horas de aquello que soñaron entregar a sus vecinos, aquello para lo que están más dotados.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que, un poco después de amanecido, los niños, TODOS LOS NIÑOS Y NIÑAS, vestidos con los colores del arco iris, corrieran calle arriba, o calle abajo (por mi calle, por tu calle, por cualquier calle de este planeta llamado Tierra), con sus bolsas, sus carteras, sus mochilas, sus carpetas, sus bandoleras, repletas de libros y bocadillos e ilusiones y caramelos y sueños y chocolatinas y felicidad y muchas chucherías y salud rebosante y sonrisas manchadas de cacao y juguetes...
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que cada joven, previo aprendizaje con el amable maestro, fuera capaz de mostrar con orgullo y satisfacción aquello para lo que se preparó, aquello con lo que ha de disfrutar y nos hará la vida un poquito mejor, aquello con lo que ha de enriquecer a toda la humanidad, empezando por aquel amable maestro que le enseñó cuanto sabía, y que, ahora, ha aprendido, con una sonrisa leve, lo que le ha enseñado su discípulo.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo donde la diferencia entre los más ricos y los más pobres fuera una casa, un yate, un aeroplano, un coche, un pantalón, dos camisas, alguna corbata, quizá un sombrero (o una pamela) y un paquete de cigarrillos… Si acaso, en alguna extrema excepción de opulencia o de miseria (según se mire), y siempre bajo prescripción facultativa, una botella de güisqui. Todo ello teniendo en cuenta que el más pobre tiene derecho a cambiar de camisa cada día, pues también suda; o si quiere, y el calor no aprieta, se puede poner la corbata (o las medias) que combine, a su criterio, con la americana o con la camisa (o con la falda), y esté a la última moda de París, pues los pobres son elegantes y tienen sentido de la estética; o si quiere, y le hace falta (en estos casos los gobiernos podrían intervenir, por cuestiones de contaminación), puede cambiar de coche cada cinco años, o de yate cada quince, pues el mar Mediterráneo, o el del Caribe, o el que sea, son hermosos y acogedores..., también para los pobres.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo, en el que al respirar el humo de las fábricas, los coches, etc., no destroce mis pulmones, ni agujeree la famosa capa de ozono (que no es una capa con polillas, aunque debe parecerlo); en un mundo en el que comer no sea nutrirse con extraños elementos químicos que corroen y destrozan el organismo; en un mundo en el que el agua fuera H2O, y no la misteriosa amalgama química que nos transportan purines, insecticidas, nitratos, nitritos, metales pesados, arsénico, mercurio, y otros venenos producidos en multinacionales legales y no encarceladas.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que las cárceles, los campos de concentración, los campamentos de refugiados, los manicomios, los correccionales, los reformatorios, los acuartelamientos, los calabozos, fueran sólo una tramoya desvaída de algunas películas de terror o de violencia, sólo recomendadas para adultos.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo, en el que los fusiles fueran tubos de telescopios, los carros de combate material reciclado para izar puentes sobre ríos, las bombas se fundieran para construir baldes donde acarrear los frutos de los campos y alguna metralla sobrante, perdigones para las escopetas de feria.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que la opinión de cada uno fuera tan reverenciada como la propia opinión. En el que escucháramos las palabras de los demás, con la misma fruición con la que escuchamos el latido de nuestro corazón. Un mundo regido por una Constitución Universal, cuyo preámbulo fuera un hermoso soneto de amor de Shakespeare, o mejor aún de Quevedo como el que termina así: “(…) serán ceniza, mas tendrán sentido/ polvo serán, mas polvo enamorado”.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que las emisoras de radio, los periódicos y las televisiones sólo dieran como noticias: avances científicos, últimos libros publicados, debates entre los filósofos, la última sinfonía compuesta, los nacimientos habidos en nuestra calle, los resultados de los partidos de fútbol, los resultados de los partidos de cualquier cosa, y el parte meteorológico.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que los niños, o los ancianos, pudieran pasear a las tres de la madrugada en una calle oscura sin tener miedo a nada, ni a nadie, salvo al saludo cortés de otro ciudadano.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que trabajar sea crecer, y estudiar sea crecer, y compartir la vida sea crecer.
Me gustaría despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que cada entierro que hubiera que hacer, fuera el de un viejecito, o una viejecita, que dejó de respirar, sin más, en su cama, acompañado del dulce aliento de los suyos, de todos ellos.
Me gustaría, en fin, despertarme, por qué no mañana, en un mundo en el que rezar a Dios, a cualquiera, o no rezar a ninguno, no sea motivo para que una bomba estalle a nuestro lado y nos saje una pierna o nos dinamite el corazón, sino motivo de respeto, el mayor motivo de respeto…
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Otros también imaginaron, como yo: pinche e Imagine

16 comentarios:

Flamenco Rojo dijo...

Amando, ¿por qué no hoy?, despertarte y encontrar en definitiva un mundo mejor. Así sea.

Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

PEPE: Y que todos lo podamos disfrutar.

S.V.-B. dijo...

Imaginamos, ¿por qué no mañana?, que no hay cielo sobre nuestras cabezas, ni infierno bajo nuestros pies. Imaginamos que no hay países ni razones para matar o morir, sólo razones para la paz. Imaginamos que hay un futuro en que ninguno tendremos nada y sólo compartiremos el mundo. Imaginamos que son sólo sueños, aunque nos unimos a ellos en los nuestros.
John no estaba solo.
Besos escribidor

Isolda dijo...

A mí también me gustaría ese mundo nuevo y pienso que de algún modo se están removiendo las conciencias; quizá no alcancemos a verlo, pero sé que llegará. No queda otra.
Besos desde el sur.

Amando Carabias dijo...

SVB: John, no sólo no estaba solo, sino que cada día somos más los que pensamos lo mismo. Siempre ha habido muchos que hemos pensado lo mismo. Sólo con cuentagotas han llegado algunos hasta cierta cumbre para gritarlo a los cuatro vientos. Pero cada vez somos más.

Amando Carabias dijo...

ISOLDA: Pudiera ser, efectivamente que no lo viéramos, pero no nos queda otra que seguir para que otros lo vean. Si comprendiéramos que este planeta no es una herencia de nuestros antepasados, sino un préstamo que nos hacen nuestros hijos (la idea no es mía que conste, ojalá), la velocidad sería mayor, pero se alcanzará.
Y si no se alcanza será el fin.
Así de sencillo.

Maria Sangüesa dijo...

Es posible que nosotros, todavía, no lleguemos a verlo, pero hay que seguir peleando para que el mundo sea mejor. Cada uno en la medida de sus posibilidades y de sus fuerzas, con los hechos, con la actitud, con la palabra...como tú. Ya dijo Celaya que la poesía es un arma cargada de futuro, no lo olvidemos. Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

MARÍA: Procuro hacerlo presente cada mañana, a pesar de todo.

Anónimo dijo...

Si me lo permites,yo también me uno a tu sueño... a mi también me gustaría despertarme en un mundo como el que planteas...Mi padre decía que todo iría mejor si lográramos que el sentido común fuera el más común de los sentidos... siempre fue un hombre bueno que siendo un campesino castellano y sin estudios, nos hacía recitar a Machado y a Miguel Hernández a diario. Bueno, a la espera de lograr que alguno de los sueños se cumplan, yo me conformo con despertar cada día,primero festejando el hecho de hacerlo y después, agradeciendo a la vida el tener la fortuna de estar donde estoy y haciendo lo que hago: enseñar y aprender,sobre todo aprender, con unas personas que no han elegido dónde nacer-como todos/as- pero que, en la mayoría de los casos, lo tienen muy complicado para acceder a la formación y a la cultura. Y que en un contexto complicado, representan el futuro de su familia, de su país... y son conscientes de ello, y luchan por aprender y poco a poco van tomando conciencia de la importancia de la educación para su desarrollo personal.Y sueñan, soñamos juntos, con conseguir algo mejor. "Profe, yo no quiero irme de aquí en patera, yo quiero quedarme, pero poder vivir"... es algo que escucho a diario entre mi gente...y me compromete... y me hace seguir soñando...aunque a veces, lo reconozco, tengo pesadillas... Abrazos africanos

Amando Carabias dijo...

ANÓNIMO: Respetaré tus deseos, pero es fácil identificarte con quien te identifico. Tu ejemplo, muchas veces me ha hecho temblar. Mi comodidad comparada con tu entrega es de las que me obliga a seguir con este empeño, que pudiera parecer un poco absurdo.
Ese trabajo tenaz que realizas a diario, ensombrece todos nuestros problemas y los deja a la altura del betún.
Lo tuyo es IMPORTANTE de verdad.
Desde aquí, ánimo y ya sabes, que, como dije en otro lugar, cuenta conmigo en lo que te pueda ayudar.
En fin un abrazo y gracias por recalar en este puerto.

Anónimo dijo...

Gracias por tu respuesta y tus palabras de ánimo. Y me gustaría aclarar que no estamos haciendo nada excepcional, ni muy diferente de lo que hacía en España: enseñar y aprender. Y que estoy en un puesto de trabajo privilegiado, sobre todo por lo mucho que aprendo y porque me siento recompensada. No soy misionera ni nada parecido. Mi entrega es la de cualquier persona que realiza un trabajo que le apasiona y por el que le pagan. Estoy en Marruecos porque hace muchos años ya estuve y me sentía en deuda con este país.
Mi estancia anterior -con poco más de 20 años- me permitió conocer una cultura diferente, además de aportarme los recursos suficientes y, sobre todo, las fuerzas para continuar estudiando y aprendiendo. Y me fuí a seguir estudiando. Veinte años después, he regresado, para "devolver" lo mucho que entonces recibí. Y me encuentro con un país y una gente que ha avanzado en algunas cosas y ha retrocedido en otras. Yo, simplemente aporto mi granito de arena para hacer que los jóvenes reciban la mejor formación posible,y ayudarles a pensar y a no generar falsas expectativas, pero no tengo la sensación de que mi trabajo sea más importante que en cualquier instituto de España... la diferencia es que aquí -como ahí en los años 60/70- hay más gente que quiere aprender, precisamente porque -en este mundo tan globalizado- quieren tener acceso a algo que creen mejor, y hay que ayudarles a tomar conciencia de lo que es realmente importante.Y facilitarles pequeños espacios de libertad. Es cierto que muchos de sus problemas son muy diferentes de los nuestros... Una boda impuesta, un pañuelo que se ponen para conseguir que las dejen estudiar, dificultades para conseguir un trabajo... convencionalismos socio-religiosos... Vivir con ellos/as esos problemas, "sus problemas", nos compromete y, al menos a mí, nos hace pensar que lo que hacemos debe tener un sentido. Pero, como ahí, no todo el mundo lo ve igual: hay quien piensa que hay que evitar implicarse demasiado. Bueno, yo lo respeto, pero pienso que, cualquier trabajo, si se hace con alegría y sentimiento, además de la cabeza... y el compromiso, es mucho más satisfactorio e igual o más apasionante. Pero en todas partes...porque hay que comprometerse con la vida y con la gente, en cualquier lugar. Uf...me he excedido...Abrazos africanos. María.

Adrian Dorado dijo...

Después de tantos comentarios nutritivos, me queda solamente dejar mi cariño, hay veces que las palabras sobran, el afecto nunca.
Abrazos.

Pensé que ayer había dejado un comentario o sea que lo leí y me fuí a dormir... se ve que el cansancio...

Amando Carabias dijo...

ANÓNIMO/A: Tú lo dices, mi trabajo no es más importante que el de cualquier instituto en España... Por eso es tan importante, precisamente por eso, porque el trabajo más importante es el de la enseñanza. Sobre este punto no me cabe ninguna duda. Y porque no eres misionera, ni nada parecido, dices, por eso afirmo que tu ejemplo es tan importante; porque si fueras misionera, una actitud diferente sería un atentado contra la lógica; pero sin serlo, te implicas hasta las entrañas (también lo dices), pudiendo no hacerlo, como otros no lo hacen.
Ahí está tu valor y tu testimonio, haber optado por entregarte del modo en que lo haces..., por el convencimiento personal quien sabe si sembrado por aquel labrador de Castilla que os nutrió el alma con versos de Miguel Hernández y de D. Antonio Machado.

Amando Carabias dijo...

ADRIÁN: Te puedo garantizar que aunque esta máquina sufra de ansias deglutidoras y trituradoras, como parece que tienen otras máquinas, no vi ningún comentario. Y esto me sugiere otra cosa, quizá sea tu máquina la que tenga algún escape, a causa del tremendo trabajo al que la sometes.
No llegó aquel comentario, pero han llegado cálidos tus abrazos.

Adrian Dorado dijo...

Amando, amigo, sí, mi máquina en cualquier momento me deja de a pié con una corneta en la mano, ni para megáfono dá.
Nunca insinué que hubiera poda en este rincón (al que siento mío también). ¡Que vá! si hasta dudo de mí... se vé, como dije, que al leerlo bien de noche (horarios del sur para vosotros la madrugada)y cansao como a veces quedo después de horas con los catódicos, pensé que había dejado un comentario pero se vé que me ganó el sueño y me llevó a dormir. Luego me extrañó no ver algo dicho por mí puesto que el post si lo había leido.
Nada, imputémoselo a mi senilidad, prematura eso sí.
Un abrazo nuevamente.

Amando Carabias dijo...

ADRIÁN: Ya sé que nunca has insinuado, era el mío un comentario referencia a otro punto de la red donde pasan cosas que parece, tienen que ver, más con errores en el cableado que en otra cosa.
Haces bien en considerar esto como parte de ti, pues así lo es.