domingo, 3 de mayo de 2009

ARTISTA, OBRA Y VIDA.

Foto de Piotr Ilich Chaikovsky tomada de Wikipedia
Escribía esta mañana de sol y contemplaba el cielo como si se hubiera cubierto los hombros con un echarpe de seda azul e hilos dorados. Escribía una carta a un amigo sobre poesía, lo que es necesario para quien le gusta escribir poesía. Quizá sea contradictorio, porque a lo mejor lo lógico hubiera sido escribir algún verso, pero hay épocas en la vida en que es necesaria una parada... Algunas veces, para reflexionar mejor, concreto ideas mediante la escritura.
A pesar de que en casa el silencio era mi mejor aliado, he puesto música, la que emitía Radio Clásica de Radio Nacional de España.
De diez a once de la mañana han hablado de la sexta sifonía de Piotr Ilich Chaikovsky, la Patética.
Pero no quería hablar ni de esta música (al menos en principio), ni de su autor, sino de algo que han comentado de pasada en el programa y que me ha tenido distraído unos segundos que, además, coincidían (¿casualidad?) con la idea que pretendía escribir: lo importante no es el artista, sino su obra. Después de escuchar lo que he escuchado, y que también se recoge a continuación, el párrafo ha quedado más o menos así:

Porque, y este es otro asunto al que te refieres en tu carta con el que estoy totalmente de acuerdo, lo importante no ha de ser el artista, sino la obra. ¿Qué más nos da que la Patética (es lo que emite ahora Radio Clásica) la compusiera Tchaicosky u otro. Lo importante es que esa obra que a uno le pone el alma como una esponja de lágrimas creativas. La escribió Tchaicosky, y sólo por eso merece estar en nuestro recuerdo, en nuestra mente, y debemos de reconocerle el mérito sublime de haberlo hecho, pues sin él no habría existido, pero él sólo la dirigió una vez, y murió. (Acabo de escucharlo. Parece que murió a los tres días del estreno en San Peterburgo, que fue sin pena ni gloria. Diez días después, con el pobre autor bajo tierra, el éxito fue clamoroso). Esta música está ahí, suena y emociona como a mí ahora mismo ciento dieciséis años después de su estreno (mes arriba o abajo). Eso es lo importante, los creadores son un medio (unos más importantes que otros desde luego) del que se sirve el arte para su continua vida, que fluye sin parar.

El compositor ruso es conocidísimo por su obra. Ahora ya no tienen importancia los motivos de su muerte que se pueden consultar en varias de sus biografías (hay dos teorías sobre ella), ni siquiera importa mucho saber a ciencia cierta otras intimidades de su vida, incluso aunque influyeran en su expresión artística, lo que ocurrió, sin duda. Lo verdaderamente trascendental (en el sentido más etimológico del término, es decir, aquello que ha trascendido el tiempo) ha sido esa música que continúa y continúa...
Hoy en día (quizá haya sido siempre así, pero como no estábamos allí no lo conocemos a ciencia cierta) parece que es más importante la vida privada del artista que lo que hace, y uno, en su torpeza, piensa que ese camino es errado. En realidad la vida privada tiene importancia decisiva para quien está próximo al ser humano; pero al resto solo debiera de importarle en cuanto que afecta o ayuda a ese proceso de creación. Nada más. Y nada menos.
La vida no hace al artista, más bien, el artista es quien convierte su vida en objeto de su arte. Lo cual no es lo mismo.
Las notas que escribió este ruso, a los cincuenta y tres años, son notas que estremecen la piel y el alma y que conducen al patetismo. No hay duda de ello. Son melodías que han surgido de una vida, son la consecuencia o la respuesta a una vida. Pero no todas las vidas que sufrieron como él sufrió o padeció, han entregado al resto del género humano una obra semejante. Es posible (seguro) que muchos sufrieron, sufren y sufrirán más que el propio músico, pero cuando escuchamos su música nos estremecemos.
Este es el valor de la obra, este es su éxito
En este enlace hay una versión del último movimento de la obra. Se trata de una versión en la que Mariss Jansons dirige la Concertgebouw Orchestra. No sé si será la misma versión que se ha emitido esta mañana en la radio. Desde luego la orquesta era la misma. Tiene una duración de casi once minutos, pero si podéis, fijad vuestra atención no sólo en la inmensidad de la melodía, sino en el rostro del director. Tengo la impresión de que a partir del minuto cinco dirige con la expresión de su rostro.
Él sí ha comprendido el sentido de lo que interpreta... Escuchemos.

10 comentarios:

Adrian Dorado dijo...

Claro, de eso se trata la inversión actual donde al artista ha trocado su subjetividad en cosa. Ha pasado de ser el medio a ser el fin, época donde el personaje puede a su obra, y no precisamente en el silencio y la contrición de un monje zen sino en el barullo de una exterioridad verdaderamente inhabilitante de esa intimidad, esa introspección que requiere toda obra para su concreción, el artista salido de sí como hiceran los ingleses Boy & George, subidos a un pedestal y bronceados, quienes se venden, como siempre ocure con la mercancía, al mejor postor. La ley de la oferta y la demanda ha copado las esferas del arte,de tanto encolumnarse en lo que cree capital, coccidende ha sobrepaso las zonas de lo sacro y esta´por arrimarse al los esfinteres de su propio...ah! nó así no llegaremos a ninguna parte... como no sea a nuestra propia escatología.
O estaremos ya?
Un abrazo

Amando Carabias dijo...

Sólo espero que todavía estemos a tiempo. Quizá el árbol nos tapa el bosque. Lo mismo es que padecemos el acoso del ruido.
No tengo datos (ni sé quién pueda tenerlos), pero quizá no todos los que hoy consideramos maestros o clásicos, no lo fueron tanto en su tiempo, y fueron sobrepasados por otras figuras que se supiern vender mejor a sus coétaneos.

Ferran Gallego dijo...

Queridos amigos: he escrito un largo comentario a lo que Juan Cruz ha respondido a Miguel Mora y he sido rechazado por primera vez en mi vida. No es casualidad.

Un abrazo

Flamenco Rojo dijo...

Estibado abigo Abando,

Bara variar bor bavor bongame un bassito de betroleo.

Es broma y además no es mio. Es de Forges.

El blog de J.C. se apaga por desgracia. Esta mañana le he deseado larga vida pero creo que se va a quedar solo en eso, en un deseo. Siempre me quedará este rincón, y el de Adrían, y el de Alena, y el de Maririu, y el de María...

Salud

Maria Sangüesa dijo...

Hola, Amando, es cierto que las modas se imponen y que siempre hubo artistas que supieron "venderse", pero, cómo bien se sobreentiende, las modas pasan y lo que permanece es lo genuinamente bueno, lo genial, lo original, lo que el tiempo jamás puede desvirtuar sino ennoblecer por su cualidad y calidad de intemporal. Un abrazo y gracias por el enlace musical de uno de mis favoritos.

Amando Carabias dijo...

FERRAN: Vengo, después de una mañana de luz y tibiezas a este rincón, que es el vuestro, y me encuentro con esta declaración.
Efectivamente, Ferran, no es casualidad. Quizá como has dicho allí mismo sea causalidad técnica; pero no deja de ser extraño que unas veces sea sí y otras no.
Espero que nunca pase aquí, yo sí que dependo de manos invisibles.
Reiero, una vez más, que salvo insultos y difamaciones, permito los comentarios, incluso discrepantes. Sería muy sencillo deshabilitar la opción de los comentarios..., y asistir a la muerte del enfermo.

Amando Carabias dijo...

PEPE: Bues es uba buerbe beer bus bobembararios.
En serio, sería una lástima que eso que dices se produjera. Pero, ¿dónde estaría el error?

Amando Carabias dijo...

MARIA: Vuelves a tener razón. El tiempo es el verdadero juez. Siempre lo ha sido. Sólo lo que es capaz de aguantar el paso del tiempo y continúa llegándonos al corazón se podría calificar como arte. Por eso esta música es un ejemplo de ello. Me alegro haber acertado. Claro que no era difícil.
Un beso.

maririu dijo...

pues en el tren de vuelta de "la banlieue" me iba diciendo da igual que Vargas Llosa no tenga el Nobel, dentro de 100 años se le seguirá leyendo. (lo había visto en la tele de Paulette en cuya casa pase el fin de semana) O sea que los pensamientos van por el mismo camino, parece.

Amando Carabias dijo...

MARIA: Sí los pensamientos van por el mismo sitio. Por desgracia, somos sujetos de la confusión, pero creo que buscamos lo mismo.
Un abrazo.