jueves, 2 de abril de 2009

LONDRES

No he escogido la fotografía de El País Digital, por azar. Lula Da Silva y Nicolás Sarkozy, abrazdos en París, más que mandatarios son símbolos de dos modos de entender la política.
Escribo mientras las manecillas del reloj acarician la media noche española.
¿Cuántos hambrientos quizá duerman mal porque su estómago les reclame un alimento que son incapaces de enviar hasta allí? ¿Cuántos padres y madres de familia tendrán que ocupar u ocupan una fila a las puertas de las distintas oficinas del Paro de Europa y de América y de Asia a la búsqueda de un empleo? ¿Cuántos tendrán que variar la ruta de su camino, por no pasar por delante de la tienda donde ya les han fiado? ¿Cuántos niños y niñas rebuscan en los montones de basura de los vertederos de las megápolis del mundo? ¿Cuántos trabajadores van a perder o están perdiendo su puesto de trabajo? ¿Cuántos medicamentos se dejarán de fabricar? ¿Cuántos niños que mueran de hambre sabrán que la causa de su agonía angustiosa ha sido provocada por la estafa de los fondos de alto riesgo? ¿Por qué una crisis que originaron los comportamientos inmorales de quienes manejan el dinero, provoca el aumento exponencial de la pobreza en quienes ya eran pobres y no detrae casi nada de quien era y sigue siendo rico y poderoso? ¿Por qué para arreglar un problema se premia a quien lo ocasionó? ¿Por qué el veneno del miedo se ha colado en nuestro pensamiento? ¿La esperanza empedrará el tortuoso camino de la recuperacion?
..., ..., ..., y ...
¿Ha llegado la hora de modificar el sistema económico que rige el mundo?
*
En algún punto de Londres debieran resonar estas preguntas u otras... Mejor dicho, debieran resonar las respuestas que solucionen las incógnitas, éstas y otras. En las calles londinenses habrá muchos gritos que empuñen interrogantes similares, porque allí tendría que pasar algo.
Sin embargo, a estas horas, no soy optimista, a pesar de mi beligerancia a favor del futuro.

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