martes, 21 de abril de 2009

JUEGO RUIN

Los jugadores del Real Madrid festejan el gol de Marcelo del pasado sábado en el Estado Colombino de Huelva. Recretativo de Huelva, O. Real Madrid, 1 Foto tomada de El País digital



Sé que provocaré algunas estampidas, sobre todo en alguna de mis lectoras, pero si aguantaran un poco, quizá... Bueno, no, supongo que no. En fin, otra vez será.

Este año el Real Madrid demuestra (y no es la primera vez en su reciente historia) que con tal de vencer es capaz de cualquier cosa, incluso es capaz de la nada.
Esto no sólo pasa en el fútbol, por desgracia hay demasiados ámbitos de la vida en los que parece que el triunfo a costa de lo que sea es la única opción. Quedar por encima de los demás, aunque se racanee, aunque se busquen artimañas para justificar lo injustificable.
El Real Madrid, este Real Madrid, puede hacer mucho daño al fútbol, porque aún no es imposible, aunque poco probable y nada deseable, que consiga el torneo de la liga española, una de las más importantes en Europa.
El juego de este equipo del que no puedo renegar (esto de los afectos a veces es canallesco, uno contempla con estupor que los que él prefiere lo hacen mal, se equivocan, enredan, incluso trampean, pero es imposible que los odie, es imposible que se elijan a otros), roza la mezquindad, una racanería propia de quien se sabe inferior, de quien contempla la botella medio vacía y no quiere que se la vacíen del todo. En fin, un juego ruin, ramplón, aburrido. Eso sí un juego corajudo y eficaz.
Un juego que más que juego es estadística. Pura y dura estadística.
El Real Madrid es la manifestación de la máxima moderna sobre la eficacia, sobre todo en los negocios. Sólo importa el triunfo y el alto rendimiento: baja inversión, mucha rentabilidad; para ello hay que ser eficaz, por tanto, la eficacia es buena.
En fútbol, efectivamente, se trata de vencer al adversario. No cambiaré las directrices seculares de este juego. Ni llega mi romanticismo al territorio bucólico del quien sólo pretende la esencia del regate sublime, del desmarque veloz, del pase sutil, de la presión armónica, de la velocidad con sentido, de la combinación cual danza geométrica... No, no llego a tanto, pero hay maneras de vencer y maneras de vencer.
Siempre me he opuesto y me he manifestado contrario a quienes defienden que este deporte consiste en evitar la derrota.
Según mi concepto de este juego, sostener tal principio es similar a esta afirmación: la vida es que no me muera.
Por su puesto, cuando uno enferma, se trata de evitar la muerte, pero con la conciencia precisa de que la convalecencia no es la vida en plenitud, sino un trayecto necesario para alcanzarla.
Vivir es disfrutar de lo que cada día nos regala: luz, brisa, agua, lluvias, sol, plantas, sonido de cientos de pájaros, animales, infinitas sonrisas infantiles, ilusión juvenil, cariño de los seres que nos quieren y a quienes queremos, compañeros de trabajo, amor, sexo, comida, bebida, siesta junto a la piel amada o en soledad, literatura, pintura, música, fútbol, baloncesto, paseos solitarios o en compañía, viajes, sueños...
A estas alturas nadie me convencerá que jugar al fútbol es no perder. Ni siquiera lo conseguiría la improbable victoria final del Real Madrid. Jugar al fútbol es disfrutar con el juego, combinar, atacar, meter goles, a ser posible uno más que el equipo que tienes enfrente. Y si encima consigues cierta belleza (esto sólo lo entendemos los que nos gusta este juego), entonces es que has visto el juego del F.C. Barcelona o de la selección de España.
Por desgracia, hay demasiado tecnócrata en esto del fútbol, y muchos directivos que piensan que el triunfo es lo único que prestigia a un club.
Lo peor del asunto es que lo mismo tienen razón, porque a las pruebas de sus cuentas de resultados se remitirán.

8 comentarios:

Adrian Dorado dijo...

La ecuación es clara y concreta, donde se mezcla el negocio, donde impera el mercado se muere el arte porque se fabrica un producto "Ad hoc" que no tiene nada que ver con la poesía necesaria del dejarse ser y que ocurra la magia. Cuando todo es especulación desaparece la espontaneidad, la creación. En el fultol, en el arte, en el amor...en todo.
En fin, es como que, cuando aparece el dinero, pareciera que se acabara la vida... Bueno, las guerras así lo demuestran.¡Claro!
Digo en la antigüedad los fenicios no eran muy queridos, bien vistos no estaban, no? Jesus echó a los mercaderes del templo?...Cuando el dinero coarta la acción de espíritu...joder que aburrido se pone!

Amando Carabias dijo...

Y sin embargo hay un error que tiene que ver con ceguera, porque haciendo bien las cosas, con el sentido propio y buscando la esencia y la verdad también se pueden obtener beneficios en todo, pero ocurre que ese trabajo, normalmente, es a más largo plazo.

Adrian Dorado dijo...

Es cierto, Amando, y como la moral es papel higiénico pues mas vale rápido y ahora que luego. Si total nadie se pregunta con qué métodos se consiguen las cosas, lo que importa es poseerlas para inmediatamente descartarlas por otra zanahoria. Hemos olvidado que el placer está en hacerlas bien y armónicamente y no en poseerlas.
Que carrera loca la del psiquismo globalizado la de los adaptados a esta máquina de destrozar gente!!!

Flamenco Rojo dijo...

Estimado amigo Amando,

Suelo decir muy a menudo, a mis amigos, en conversaciones coloquiales, que a mi no me gusta el futbol, que a mi lo que me gusta es el Sevilla F.C.

Esto es de nacimiento. Mis abuelos, mi padre, toda mi familia es sevillista. Y mis hijos siguen con la tradición, como no podía ser de otra forma. Para mi es un sentimiento. Aprendí antes a dibujar el escudo del Sevilla que las cinco vocales.

Siento decirte que el R. Madrid no va a ganar la liga. Mañana le vamos a ganar al Barça y el domingo al R. Madrid. Vamos a terminar los terceros. Espero.

Estoy de acuerdo contigo que para ver futbol hay que ver al Barça o a la selección nacional. Los tiros van por Xavi e Hiniesta. Creo yo.

Bueno para terminar, que menudo rollo he soltao. Un domingo disfrutando de la luz, del sol, del sonido de los pájaros, de la familia, de los amigos, pues si además gana mi Sevilla de mis “entretelas” apaga y vámonos.

Un abrazo.

PD.- Amando, ¿te gusta la Fiesta Nacional, los toros?

Maria Sangüesa dijo...

Pues el fútbol no me entusiasma, pero tu crítica sí. Estoy casi punto por punto de acuerdo con Adrián. El deporte es competición, entendiendo a ésta como estímulo de superación, y a los componentes de un equipo como compañeros que desarrollan estrategias de apoyo mutuo para obtener un resultado común. Pero todo esto se ha desvirtuado, e incluso se ha perdido, al entrar en juego el dinero y al haberse convertido los clubs en empresas que practican, a todos los niveles, un capitalismo puro y duro que ha trasmutado lo que era deporte en espectáculo y lo que era compañerismo en un desfile de estrellas. No obstante, comprendo que el entusiasmo que se transmite de padres a hijos por los colores del equipo, de aquello que era antes, siga perviviendo como un legado sentimental que hace que se obvien otras consideraciones. Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

ADRIÁN: Nada que añadir, si acaso rubricar lo dicho. Y llorar. Porque aquí hablo de fútbol, pero hablo de tantas cosas al tiempo.

Amando Carabias dijo...

GONCE: La evidencia es la que es, y no hay nada por lo que preocuparse. Probablemente un partido Real Madrid, Sevilla, sea un aburrimiento, salvo que alguno de los veintidós meta gol pronto. Los dos juegan a lo mismo, qué te voy a contar. Si conocemos a Juande es por su paso por Hispalis.
Con tal de no perder...
Pero no me preocupa casi nada...
De los toros...
Me encantaron. Si puedo veo una corrida. No, no soy antitaurino, pero también me desencataron por cosas parecidas a las que cuento hoy aquí.
Por desgracia, cuando algo que tiene que ver con arte, se contamina por el invento de los fenicios, se termina por devaluar y por romper.
En todo caso arte tan antiguo, con raíces milenarias, es para repsetar y para saborear.

Amando Carabias dijo...

MARIÁ: Quizá, sólo quizá, la razón de que a tantas mujeres no os guste el fútbol es porque los hombres sólo nos fijamos en el resultado. Tu opinión sobre el comentario de Adrián así lo demuestra.