miércoles, 11 de febrero de 2009

NUEVA SENSACIÓN

Fue una sensación extraña la que sentí al recibir aquella sonrisa luminosa. La calidez blanca de su gesto atravesó mis defensas siempre alerta, aunque únicamente preparadas para repeler ataques y para obviar desdenes, no para admitir ternuras. En mi cerebro se dispararon todas las alarmas, y cada neurona buscó en sus archivos, incluso en los más recónditos, algo similar que me hubiera sucedido en otro tiempo, incluso en otra vida; algo, en fin, que impidiera la sensación de pérdida de seguridad de mis piernas sobre el suelo de losas blancas de mármol del patio porticado. Pero no había ninguna evocación disponible, mi corazón era un perfecto ignorante en ese asunto. Hoy veinticinco meses y varios días más tarde, me he acostumbrado a semejante tipo de ataque ante el que siempre me rindo, sin condiciones... Para algo ha de servir la experiencia.

13 comentarios:

S.C. dijo...

Que todos los ataques sean así, jajajja
Enhorabuena!

Adrian Dorado dijo...

Ojalá la ternura de una sonrisa siempre nos pueda por encima de cualquier sentimiento negativo. Comenzar un día así es la mayor de las maravillas. Sobre todo si a uno le toca otra jornada de tramiteríos, compadecedme: ¡la burocracia argentina mata!
Abrazos a todos.

PD:Hoy quise ser el primero, no como ayer que llegué con el negocio cerrado, pero se me han adelantado. deberé madrugar más.Igual dejo mi parte de la gran sonrisa colectiva que pudiéramos conseguir.
Vale

Anónimo dijo...

SENSACIONES

Luis Cernuda tiene un precioso poema, "No decía palabras", en el que se refiere a la impresión de caminar entre la multitud para que "una mirada al azar, un gesto al paso, bastan para que el cuerpo se abra en dos". Es el poema de la ciudad recorrida con el corazón atento, con la curiosidad por todas las vidas que pasan a nuestro lado sin que nunca lleguemos a conocerlas. De pronto, entre todas las personas, mientras el aire atestado de gente pasa por tu lado, cruzas una mirada con una muchacha de la que nada sabes, de la que nunca sabrás nada. Es un instante. Sabes que, tras esa mirada, un armazón de neuronas prosaicas contiene una red inmensa de recuerdos, de instantes de abandono, de tardes perdidas porque alguien le ha dicho que la olvidaba, por paisajes recorridos, por la intensidad de una madrugada clandestina, por la sensación algo turbia que sigue a una noche de entrega...Toda esa vida pasa en un instante, clausurada, cancelada a tu conocimiento, pero llena de presagios. No habrá azar que te la devuelva, sólo lo que en tu recuerdo construyas, considerando cómo el mismo azar podía haber hecho que se detuviera. Cómo quizás ella misma pensó que te invadió algo demasiado parecido a la ternura y al deseo, y que habríais podido deteneros y hablar. Luego, ni siquiera te vuelves, se aleja por la ciudad demasiado grande, de improbable reencuentro. Y tratas de mantenerla constantemente en ti, no renunciar a eso, no hacerla olvido.

Anónimo dijo...

Hay mucha poesía y mucha intimidad en tu blog últimamente, Amando...... (me encantan los puntos suspensivos, son siempre muy sugerentes).
Disfrutaremos de ellas mientras podamos.

Adrian Dorado dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Adrian Dorado dijo...

Luego de sobreponerse al rugido hirviente de la urbe anónima
prefirió trasitarlo según los consejos de Ferran, más relajadamente, como el flâneur que camina sin planes por calles, avenidas y pasajes; y lo hace para perderse. El que se desplaza sin intenciones de aprovechamiento del tiempo, sin especulaciones. Aquel que está fuera de toda economía, de toda planificación, de todo sistema. El que, cada tanto, en ese recorrido incierto y sin dirección precisa, se encuentra con algo que lo sorprende(¿la mirada de una muchacha?)magnífica o insignificante, no importa.Porque no se detiene.
Ese, según Baudelaire, era el modo más preciso de definir la percepción, entre despreocupada, caprichosa e imaginativa, del artista moderno en el siglo XIX.
Esa es también la idea de “El hombre en la multitud”, el cuento de Poe cuyo protagonista, recién recuperado de una enfermedad, se entretiene mirando, desde la ventana de un café londinense, la marea de cabezas que pasan ante él, a la vez que va estableciendo, en la situación placentera de estar sentado con un cigarro en la boca y el diario en la falda, una minuciosa geografía humana. La ciudad es un espectáculo y el flâneur un espectador que, sin razones políticas ni ideológicas, se mete en los recovecos ciudadanos mientras sigue su derrotero anárquico. El paseante es una especie de héroe accidental, mezclado entre todos los demás, pero a la vez diferenciado.
La ciudad, para el flâneur, es un objeto iridiscente, una máquina polifacética, una suma de imágenes y textos que de pronto se adhieren al ojo y a la mente y pasan a ser parte de una experiencia errática y sensorial.
Walter Benjamin interpretó la actitud del flâneur como la de quien toma distancia respecto de la multitud.
Si la muchedumbre es la configuración de las masas llevadas por la rutina, sometidas por el trabajo y forzadas por las imposiciones de la subsistencia, la mirada del flâneur es la que toma distancia de esa alienación multitudinaria en busca de su propia individualización, de su propia identidad sin rumbo.Aunque vaya.
En su proceso de “desaprendizaje”, remitirse a otro siglo es un modo de resistencia. El flâneur es hoy una figura en extinción, porque tal actitud no define la percepción estética contemporánea, más cercana a la “edición” y la postproducción, al montaje y el “zapping” puesto que la mirada ya no se pierde en la ciudad, sino más bien en la pantalla.En un tiempo más veloz.
El flâneur es un paseante proletario y melancólico, que romantiza el entorno. Es un artista que vagabundea como un benjaminiano anacrónico, en medio de las multitudes contemporáneas, tan mecánicas e instintivas como en el siglo XIX o el XX. Aunque cada vez más numerosas.
De cualquier manera, calcinado por el ardiente sol del cruel verano, el flâneur retornó fundido.
Cambiando al andén posmoderno, lo convenció una ducha fria, mínima y deconstructiva.

Anónimo dijo...

El cuento de Poe y la interpretación de Flaubert y, más tarde, de Benjamin. Hace sólo unos días, aprovechando una preciosa edición de los cuentos de Poe traducidos por Cortázar, volví al relato del que se obsesiona tratando de clasificar a los componentes de la multitud: el observador primero, que acaba persiguiendo a un individuo incansable, resumen del hombre urbano, del nuevo ser estandarizado, del que no puede estar solo. ¿Recordáis el poema de Baudelaire "A une passante"? Refleja muy bien esa visión del urbanita moderno: "Un éclair, puis, la nuit, fugitive beauté donc le régard m'a fait soudainament renâitre...Ne te verrais je plus que dans l'étenernité?". Benjamin, recogiendo los indicios de la ciudad en los fragmentos olvidados en los pasajes, en las formas tradicionales de producción, en los objetos en desuso, quizá soñando en cómo definiría el progreso aprovechando a Klee al final de su vida (el suicidio antes que la Gestapo). El progreso: la historia, con el fascismo a cuestas poniendo fin a la ingenuidad. Y esa multitud anónima que constituye el mundo moderno, aparece como sujeto hostil en el populismo fascista: las masas petrificadas por la seducción. Poe, observando en su café, Baudelaire buscando la experiencia extrema y viendo a una mujer "La rue, assourdissante...", Benjamin examinando el ascenso del fascismo en las masas de la primera posguerra mundial.

Luego, como dice Adrián, tras la multitud moderna, la posmodernidad que deshace las experiencias sociales y las convierte en magmas de fragmentos autónomos. Como esa imbécil derecha que pide, de la mano de Berlusconi, el regreso de la sociedad: ¿de la sociedad que ellos han destruido, cuando ahora sólo hay una agregado de individuos privatizados? ¿Esa sociedad en la que Pasolini gritaba el fin de la cultura de los pobres, sustituida por la perversidad copiada de la burguesía italiana, en un artículo escrito quince días antes de morir? Ahí, en ese artículo y en sus comentarios a Warhol, se encuentra un lúcido análisis del paso de esa multitud a la "otra" multitud: la que ha perdido el sentimiento de la diferencia, la que ya sólo se distingue de los ricos por sus recursos, no por sus aspiraciones. La sociedad idéntica en la que todo es arquetipo, como en imágenes reiteradas en una galería de arte.

Anónimo dijo...

Perdón, la interpretación de Baudelaire...séré bruto!

Amando Carabias dijo...

Es muy tarde. He tenido un principio de tarde agobiado por los gritos y las confusiones de otra parte...
Luego, para compensar, he vuelto a la poesía hecha recuerdo, no sé si sólo en mi conciencia, pues, junto con otros cuantos padres, mientras nos explicaban las condiciones para una excursión a Sevilla-Córdoba-Granada que hará, entre otros cincuenta adolescentes, mi hija, nos han metido... ¿sabéis dónde? En el mismo aula en que D. Antonio Machado, todo humildad, todo aspecto desaliñado, todo despreocupación de torpe aliño indumentario, comentaba los versos de Baudelaire, Ferran, para que aquellos segovianos de entonces aprendieran francés. Lo más probable es que les quisiera enseñar poesía... En fin que no sé de qué me he enterado en la reunión.
Y a penas me ha dado tiempo a la entrada de la fecha de hoy que también habla de poesía y de cuentos, pero de niños que no saben de nada de nuestras erudiciones y, sin embargo, conocen los secretos del misterio y de la felicidad... Y he llegado tan tarde porque España ha vuelto a jugar un hermoso partido de fútbol, porque tus culés, Ferran, han vuelto a dar otra lección magistral de geometría, también bien sencilla y elemental, pero con una precisión que tardaran tiempo en olvidar muchos...
Creo, Adrián, que Argentina también ha ganado a Francia...
En fin una tarde de descanso...
¿Qué ha sido el comentario suprimido? ¿Tengo que preocuparme? ¿Sólo algún error? Espero que no empiecen a sonar aquí ciertos sonidos de cadenas de fantasmas...

SVB: Tus palabras son un aporte de vitamina extra. Gracias.

Anónimo dijo...

Querido Amando: el comentario suprimido lo habrá sido por el propio autor, que se habrá arrepentido de algo que había empezado o que habrá tenido al`gún error informático. No creo que convenga preocuparse por eso, porque no se espera en este blog nada parecido. Cierta experiencia tenemos de cosas terribles que han conseguido liquidar un espacio que no creo que vuelva a regenerarse. Allí mismo escri´bí, por eso que se llama cortesía y ante los reclamos de que regresara, los motivos por los que deseaba marcharme y pedía que continuara la gente con sus cosas sin hacer referencias a mi persona, que podían acabar con acusaciones de vedettismo...Como ha ocurrido. No ha dejado de aparecer un nick malicioso refiriéndose al narcisismo y al onanismo. Como podría decir, sin equivocarme, quién se esconde tras el nick, y ya había hecho referencia a quienes han conseguido echar del blog a personas con esas intervenciones insultantes de forma oblicua (hechas por las mismas personas que firman otras en otro tono, pero es que el estilo es el hombre...o la mujer), uno puede comprender que las ausencias se hayan multiplicado allí, cosa que lamento profundamente.

No será el caso de este lugar si sabemos cuidarlo y, a la primera, señalamos la puerta de salida a quien considere que los demás no son personas. Desde el primer momento, aprendiendo de la experiencia ajena. Porque aprender de la experiencia ajena es uno de los sentidos del blog ¿no?

Amando Carabias dijo...

Ferran: Me deja aliviado tu comentario. y por supuesto, no dudes que en cuanto haya un insulto o una falta de respeto, y en cuanto yo lo lea, será suprimido. Es muy sencillo.
Además, si la cosa se complicara más, como allí ha sucedido, el autor tiene muchas posibilidades para actuar.
En lo que a mí respecta, nadie irá contra nadie. Debatiremos, charlaremos, dejaremos nuestra opinión y ya está. Cada uno con su estilo, sabiendo que todos somos bienvenidos y que todas las aportaciones, tienen el mismo valor, por cuanto suponen de cariño para el blog, en sí mismo, o para alguno de sus participantes.
Me gustaría aprovechar, además, ya que sale el tema de modo colateral, que nadie se sienta impresionado por la longitud de los comentarios de nadie. Cada uno tiene su particular modo de expresarse, y no dudo que cuantos aquí escribimos lo hacemos sin ningún afán especial, salvo el de ofrecer a cuantos se detienen aquí nuestra experiencia o nuestro conocimiento.

arquitecturach dijo...

GRACIAS... si que son extensos, a mi me habeis impresionado!,espero que sigais.

Amando Carabias dijo...

Y tú que lo veas