miércoles, 4 de febrero de 2009

EL LOBO

Medio dormido, miró a Cazador. Supo que no era una pesadilla. Comprendió que todo esfuerzo para huir sería inútil e imposible, pues toda la sangre de su organismo se concentraba en la pesada tarea.
Una media hora antes, quizá menos, entraba Caperucita. En ese momento se dio cuenta de que la ansiedad le había vencido y se había equivocado al devorar a Abuelita. Ahíto e indiferente, contempló, clavada bajo el umbral, al verdadero objeto de su deseo. Buscaba el instante en que su pensamiento erró, mientras, acometía a la niña con la sabiduría que otorga la experiencia, pero sin disfrutar como la ocasión hubiera merecido. Si hubiera sabido que ella sería tan rápida en aparecer en aquella casa, no habría hecho lo que hizo. Era tarde, muy tarde, para aplicarse el descubrimiento al que había llegado: todo placer tiene su dosis.
La escopeta sonreía, y el cuchillo de monte se relamía. En sus vísceras sentía el movimiento de las dos mujeres que pugnaban por salir. Su último pensamiento fue que su vida completa había sido una equivocación, pues, en realidad, era Serpiente.

4 comentarios:

S.C. dijo...

¿El lobo era una anaconda y se había tragado a Caperucita y a su abuela?
Muy fuerte. Jjajjajajaj

Anónimo dijo...

Lo que me ha costado que lo descubrieráis.

Flamenco Rojo dijo...

Joder...como ha cambiado el cuento.

Un abrazo.

HERMANOS GRIMM dijo...

Es que esta es la versión heavy del spot.