lunes, 29 de diciembre de 2008

INOCENTES Y GENOCIDIOS

Esta adenda la introduzco el día 30 de diciembre, picado por la iniciativa surgida en el blog de Juan Cruz, y secundada por Adrián Dorado. En caso de que lo queráis hacer, aquí va el enlace con la página de Amnistía Internacional, donde se puede firmar contra la acción genocida de Israel: http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/israel-y-los-territorios-palestinos-ocupados-protejan-a-la-poblacion-civil/?tx_aiaccioneslogic_pi2%5Baccion%5D=2&tx_aiaccioneslogic_pi2%5BfirmaId%5D=2676552&cHash=db3ed1efcd

A mano izquierda de la página, en negrilla aparece la palabra ACCIÓN, si clicais ahí, aparece el texto. Si queréis después de leerlo, dais vuestros datos. Sólo eso. A mí me han devuelto un e.mail agradeciéndome la colaboración y pidiéndome la voluntad, ya se sabe, de algún modo se han de financiar las ONG.

Perdón por copiar, pero es lo mínimo que se puede hacer en estos casos, abrazar las iniciativas de otros. Sabemos que servirán de poco, pero como ha escrito alguien en otro sitio, si cada uno hace lo que puede, hace bastante.

Supongo que no tendrá nada que ver, supongo que los dirigentes del Gobierno genocida de Israel no habrán tenido en cuenta que buena parte de occidente celebra en estos días la Navidad, y, más en concreto los católicos la efémeride de otro brutal genocidio que recordamos bajo la denominación de los Santos Inocentes.
Es como si no hubiera pasado el tiempo. Es como si los que tienen el poder sólo lo usasen para aniquilar a quienes resultan peligrosos. Parece que los pobres palestinos de Gaza son peligrosos para la potente Israel.
El mundo entero lleva recordando este año que concluye el genocidio sistemático que los malditos nazis organizaron sobre los pobres judíos que tuvieron la desgracia de vivir en Alemania, Austria, Polonia, Holanda, Ucrania, Rusia... Sin embargo el Gobierno sionista sigue a lo suyo.
Llego de mis vacaciones navideñas, cargada la mirada de la belleza del paisaje asturiano, pero aún no os puedo hablar de ello.
Son más perentorias estas palabras. Más necesarias.
No, no soy un estúpido iluso. Si sé que no están escuchando a los diplomáticos, ni a los dirigentes de la ONU, menos escucharán a este pobrecillo escribidor. Sé de sobra que mis torpes vocablos no podrán evitar ni un sólo muerto. Sé de sobra que el gobierno hebreo ni siquiera se inmutará por mi vocerío arrojado en mitad de un cíberespacio que está más colapsado que el propio mundo denominado real.
Pero no sé, a estas horas de la noche, cuando se acaba este domingo extraño me hago una pregunta con muchos interrogantes.
¿Podría seguir escribiendo poemas y publicándolos; podría continuar con mi diario y entregaros algún fragmentillo de vez en cuando; podría seguir avanzando en el relato de la sombra y dar a la luz su tercer capítulo; podría, en fin, levantarme mañana con la mínima dignidad, si teniendo este pequeño altavoz a mi alcance, no dejo constancia de mi indignación, de mi dolor, de mi impotencia, de mi vergüenza...?
He echado un vistazo por algunos blogs amigos, he leído, así de pasada, después de haber aterrizado de nuevo en casa y nadie o casi nadie habla de otra cosa. Tampoco yo, claro.
Más de trescientos muertos y no se sabe cuantos heridos inhabilitan de facto cualquier explicación gubernamental, por plausible que sea. Por mucho que argumente lo de Hamás, por mucho que hable de que los túneles se utilizaban para tal o cual cosa, por mucho que diga que se trata de un acto de defensa, por mucho que sepamos que los musulmanes integristas (y Hamás lo es, tampoco conviene ser incauto o inocente) son peligrosos, su ataque no tiene justificación posible. Da igual la que utilice. Nadie se la creerá.
El daño ya es irreparable.
La espiral, por desgracia, no ha hecho más que comenzar.
Acabo de escuchar en la radio que los gobernantes israelíes han llamado a seis mil reservistas para que estén preparados, por si es necesario entrar en la famosa franja.
Entrarán.
Han decidido que se llevarán todo por delante. No van a esperar a que los amigos norteamericanos cambien de jefe, por si acaso. Para eso faltan veintitrés días mal contados. Mientras uno se va y otro entra, en medio de la confusión, aprovechando las celebraciones del fin de año occidental.
Los muertos inocentes yacen en la parte del mundo más resquebrajada y triturada por la violencia.
Tenía pensado contaros hoy otras cosas, pero será otro día, será en otro momento.
Quizá mañana, sólo quizá.
De momento os arrojo estos versos, porque me duele el alma:
Las calles se arroparon con su sangre,
el calor de su sangre mordió las raíces de la historia,
de otras sangres inocentes
que se columpian infinitamente en el infinito tiempo de
la masacre que no cesa.
sin que la historia detenga su ritmo de esqueletos que
retornan y retornan y retornan.
A la luz de una farola macilenta, se escucha el llanto de un niño,
sí, todavía quedan llantos de niños en el lugar del exterminio.
Mañana la mirada del anciano recordará que sobrevivió a la
nieve de Auswitch,
pero no sabrá por qué lo recuerda,
en su periódico de Tel Aviv hablan de la persecución al
enemigo exterminador.
Nuestra voz, dará vueltas, acaso extraviada, en un universo que parece silencioso,
ajeno a la brutalidad...

2 comentarios:

S.C. dijo...

Completamente de acuerdo.
Qué hijos de puta.

Adrian Dorado dijo...

Así es de triste la historia humana.
Que más podremos hacer? Me sigo preguntando.
He sentido por espacio de 62 años un alerta gélido entremezclado con el silbo y el arribo de la peste destructora.
¿Porqué dos humanidades?
¡Estoy tan lejos de los asesinos!

No sigo, sino mi "cuore"....