sábado, 6 de diciembre de 2008

EN UN CÍBER

Estoy escribiendo este comentario en mitad de un cíber. Por si acaso alguna vez me pilla el día fuera de casa. Un entrenamiento. Creo que lo he sabido hacer. No es difícil a pesar de todo.
Este es un estrecho local junto al Acueducto, vestido de paredes azules, con unos cuarenta o cincuenta ordenadores. Me hubiera gustado más que hubiera sido una cafetería, pero no todo es posible en esta vida.
A mi derecha y mi izquierda cuatro adultos tecleamos o miramos atentamente la pantalla. A nuestras espaldas varios chavales están jugando y charlando en voz alta. Probablemente sea temprano aún para que el local se atiborre.
Segovia está llena de gente. Son las cinco y cinco de la tarde, acabo de pasar por la puerta del Mesón de Cándido y todavía hay mucha gente aguardando su turno para comer.
No he llegado a subir por la C/ Real, aún.
Reconozco que debe ser maravilloso venir desde fuera de esta ciudad en un día festivo, aunque lluvioso, para darse una vuelta y comer, comer el dorado cochinillo, ese manjar... ¿Pero a las cinco de la tarde, casi al borde del invierno...?
Es festivo y soy de los pocos que no he emprendido viaje a alguna parte diferente del habitual lugar de residencia.
Ahora saldré, de nuevo, para oxigenar mi cerebro, estando ya seguro de que en cualquier parte del mundo en el que haya una conexión a Internet podré escribir lo que se me antoje. Es casi como llevar papel y bolígrafo y mantener una línea de comunicación permamente con el mundo.